ME LO MERECIA, PORQUE FUI INFIEL
Este relato es parte de mi vida, una breve historia de la infidelidad de mi esposa y su confesión, mis primeros cuernos..
Este relato es parte de mi vida, una breve historia de la infidelidad de mi esposa y su confesión, mis primeros cuernos y el de como lo acepté, pero sobre todo como lo disfrute, tratare de ser breve en el contexto y presentación del relato.
Mi nombre es Pedro, un hombre de 46 años, 1.82. m. de estatura, moreno claro, de buena complexión pues me mantengo en forma, casado por segunda vez con Isabel, una mujer de 38 años, de 1.65 m. de estatura, pelo castaño obscuro, abajo del hombro, piel tersa y clara, ojos color miel, labios pequeños, cuerpo esbelto bien formado, senos hermosos, una cintura estrecha, rematada en unas caderas amplias y unas nalgas paraditas y deliciosas.
Hace un par de años mi vida matrimonial se había tornado difícil, ya que mi esposa era una mujer muy celosa, siempre inventando supuestas aventuras mías, jamás comprobadas, y eso nos traía muchas discusiones que terminaban siempre en una reconciliación y un sexo maravilloso, fue difícil mantenernos estables pues cada vez era más tedioso, hasta que un día decidí darnos un tiempo para ver si todo podía seguir o de una vez por todas terminar, para ella esta decisión lo tomo como una verdad de mi supuesta infidelidad, dos meses después la busque.
En un principio fue tenso, platicamos sobre lo sucedido y los motivos que lo causaron, solo que de una manera abierta y dispuestos a escuchar, todo se tornó agradable en un momento ya con calma le di a conocer mi intención de dejar todo atrás y retomar lo bello de nuestra relación, ella un poco cohibida, me dice que antes de tomar una decisión teníamos que hablar de cierto tema que quizá pueda cambiar mi manera de pensar, por lo que nos dirigimos a la recamara para estar en completa privacidad y escuchar lo que tenía que decirme.
Isabel – Esto que tengo que contarte, quizá cambie todo lo que sabes y piensas de mí, así como la decisión que puedas tomar, pero si en verdad quieres regresar a casa, debes de saberlo.
Yo – Muy bien, es bueno saberlo, te escucho, me da un poco de miedo, pero prometo no tomar juicio hasta escuchar todo lo que tienes que contar.
Nos sentamos al borde de la cama y ella comenzó a decir – el día que te fuiste, la verdad que yo me quede muy mal, pues di por sentado que era verdad tu infidelidad, estaba muy dolida y me prometí dejarte y comenzar mi vida de nuevo, hace más o menos un mes, por la tarde salí como siempre a pasear a nuestra mascota, de regreso a casa, pase a la tienda de la esquina, fuera de la tienda estaban dos chavos de los que siempre se reúnen a tomar cerveza, no le di importancia, al salir uno de ellos me abordo y me pregunto sobre el perro, me dijo que el tenía una perrita que quería cruzar, quería saber si me interesaba, ya que era de la misma raza, fue muy breve, le di mi número de teléfono, para que me avisara cuando su perrita entrara en celo y me fui. Por la noche recibí un mensaje, que decía -“buenas noches, la agregue a mis contactos para estar en comunicación para lo del cruce, me llamo Santiago, que pase una linda noche.”, le agradecí con un “buenas noches, seguimos en contacto, gracias.”
Días después me mando imágenes de su perrita, no le di mucha importancia, pero cada vez eran más frecuentes sus mensajes saludando, en uno de esos días me llego una imagen de él, en el gimnasio, mostrando su torso después de hacer ejercicio, pero la elimino y se disculpó diciendo que se había equivocado de persona, mi curiosidad me gano y lo busque por Facebook, tenía muchas publicaciones donde se veía ejercitándose.
Yo – Vamos al grano, ¿paso algo más?
Isabel – ¡Tranquilo, para ser honesta si, paso algo! eso es lo que te quiero confesar, tuve un encuentro con él.
Yo – ¿Como que paso algo? especifica.
Isabel – Tuve sexo con él, fue solo una vez, pero paso.
Me quede pasmado, no sabía que decir, una extraña sensación recorría mi cuerpo, un cosquilleo en el abdomen y un calor en mi cuerpo se apoderaron de mí, respire profundo, tratando de contener cualquier impulso, respire profundo para relajarme, esa sensación de adrenalina corriendo por mi ser, me decía que tenía que saber más, tome aire nuevamente y le dije.
Yo – Ok. Muy bien, me tomas por sorpresa, en verdad que no me esperaba esto.
Isabel – Para mí es importante que lo sepas, no quiero cometer el error de ocultarlo, la verdad siempre sale a la luz.
Yo – Muy bien, para poder entenderlo tendrás que ser más explícita, ¿qué tanto paso?, ¿hasta qué punto llegaron?, quiero saberlo todo.
Isabel – Después del día de la imagen, mostré un poco de interés por él, así que ya no respondí tan cortante a los mensajes, una tarde estábamos mensajeando y le propuse vernos, el de inmediato lo acepto, así que paso por mí a eso de las ocho de la noche para tomar un café y platicar, era muy agradable su conversación, así que se nos fue el tiempo, y fue donde vi una oportunidad para vengarme por cada una de las infidelidades que me habías hecho, por lo que le dije, vamos a dar una vuelta por la ciudad, hace rato que no lo hago.
Santiago – Me parece bien, quieres ir a algún lugar en específico.
Isabel – No, solo pasear por las calles, salimos del café, nos montamos en el coche y pasamos por un auto servicio, compramos unos tragos y nos dispusimos a pasear, seguíamos platicando ya con un poco más de confianza, le conté por lo que estaba pasando y de todo lo que yo creía que me habías hecho, el solo me escucho, cuando terminé de desahogarme, solo le dije, hoy quiero dejar todo eso en mi pasado, pasamos por un motel de las afueras y le propuse entrar, era mi coraje el que me incitaba a la venganza.
En ese momento de la confesión, mi cuerpo no me respondía, por más que quería controlarlo, no podía, sentía un temblor recorriéndome y una excitación tremenda que se reflejaba entre mis piernas, sin que yo quisiera, cerré mis ojos y me recosté, quizás así ella no lo notaria, ya que quería que continuara con su relato, no era coraje, de eso estaba seguro, me estaba excitando como nunca antes, que equivocado estaba ya que ella de inmediato se percató de todo lo que yo estaba sintiendo en ese momento, me puso su mano sobre mi verga y la comenzó a masajear.
Isabel – ¡Mira nada más como te pusiste! Estas muy excitado, ¿Quieres saber que más paso? ¿Quieres que siga contando?
Yo – ¡Si! Quiero saberlo todo.
Isabel – ¿Me prometes no enojarte? ¡Te puedo contar todo lo que me hizo!
Yo – Es una promesa, no me enojare, solo quiero que no omitas detalle.
Isabel – ¿No te importa que tu esposa haya sido una puta? ¿Qué otro hombre haya probado lo tuyo?
Yo – No me importa, solo quiero escucharlo de ti.
Isabel – Muy bien, relájate que ya te cuento todo, pero primero deja te libero.
Me libero el cinturón, desabrocho el botón de mi pantalón, bajo el zíper y tomando con ambas manos pantalón y bóxer los jalo con fuerza, dejándome desnudo de la cintura para abajo, mi verga salto de su prisión mostrándose totalmente erecta, se recostó a mi lado y con la mano derecha me comenzó a masajear de forma lenta y cuidadosa mientras me susurraba al oído.
Isabel – “Espero y lo disfrutes tanto como lo disfrute yo.” Entramos a la habitación del motel, me dirigí al baño a refrescarme un poco, los tragos que habíamos tomado hasta ese momento comenzaban a hacer efecto, dentro de mí ya no había duda de lo que iba a hacer, al salir, Santiago me esperaba de pie a un costado de la cama, estiro su mano y yo le di la mía, me halo a su lado y me abrazo por la cintura, se inclinó un poco y me comenzó a besar tiernamente, despacio y sin prisa, sus manos subieron a mi espalda, la recorrieron y bajaron directas a mis nalgas, rosándolas poco a poco, las volvió a subir pero ahora por los costados, rodeando mis brazos y llegando a mis senos, para ese momento yo comencé a sentir la excitación del momento, me olvide por completo de ti y me deje llevar, me desabotono la blusa y me la quito, dejándome en sujetador, me besó el cuello y no dejaba de masajear mis tetas, de manera diestra libero mis melones, con su lengua recorrido mis pezones, sacándome un gemido de satisfacción, sabia como hacerlo yo solo podía acariciarlo sobre la ropa, baje mi mano a su pantalón y logre sentir su verga dura, antes de que pudiera hacer algo más, me empujo sobre la cama, sin dejar de besarme y lamer mis tetas, me desabrocho el pantalón y lo quito, junto con mi panty, hay estaba yo, totalmente desnuda, a su voluntad, entregada totalmente y a lo que quisiera hacer conmigo, disfrutando de lo lindo, comenzó a bajar sobre mi abdomen recorriéndolo con la lengua, parando de vez en vez para exhalar su aliento cálido, me abrió las piernas y se dispuso a saborear mi conchita ya húmeda por mi excitación.
Yo – Es muy excitante amor, no pares de contar.
Isabel – Nunca pensé que fueras a disfrutar esto, tenía miedo de contártelo.
Yo – Deja eso para después, por ahora solo quiero saber más.
Isabel – Ya lo veo, estas temblando, creo que estas a punto de terminar.
Yo – Ya por favor, sigue contando, no me dejes así.
Ella no dejó de masajear mi verga y los huevos, yo temblaba de excitación.
Isabel – La excitación me tenía al borde, yo lo tenía tomado de la cabeza y arqueaba mi cintura para que no parara de mamarme, lamer y succionar mi clítoris y mis labios vaginales de forma alternada, era deliciosa la sensación, de pronto se incorporó y comenzó a despojarse de su ropa, en pocos segundos ya estaba desnudo delante de mí, verlo así me calentó más, ver su cuerpo atlético y su verga erecta, me hizo desearlo más, sin pensarlo lo hale del brazo a la cama lo volteé boca arriba y me dirigí de inmediato a su verga, era larga y más o menos gruesa que la tuya, no se cuánto le media, pero sí que era mucho más grande, una cabeza rosada, amplia, su tronco venoso, un verdadero manjar, la quería disfrutar al máximo, me baje directo a mamarla, el me acomodo de tal forma que pudiera seguir dándome placer a mí, hicimos un sesenta y nueve fenomenal.
Yo intentaba meterme la verga totalmente en mi boca, pero no podía hacerlo sin sentir arcadas por lo grande que era, mientras él no dejaba de mamarme y meterme sus dedos en mi concha y ya húmedos los pasaba por mi culo, metiendo un dedo en el y dos en mi concha, fue tan placentero que en ese momento tuve mi primer orgasmo intenso, mojándolo con mis fluidos, el ambiente olía a sexo salvaje, intensó y apasionado.
Yo – ¿Qué más paso?, ¿Cuenta? No pares.
No pude aguantar más, y en una sacudida total de mi cuerpo exploté, vaciando mis testículos de forma intensa, lanzaba chorros de semen al aire, cayendo por todos lados.
Isabel, no dejaba de masajearme la verga y apretarla, cuando disminuyo la corrida, comenzó a limpiar con la boca la corrida, dándome una mamada, lo cual aumentó la sensación, una vez terminada la limpieza, me beso apasionadamente, el sabor de mi semen en sus labios era delicioso, asido dulzón, aun después de la corrida, no dejo de acariciar mi verga.
Isabel – Que rico te viniste, pero esto aún no termina, falta lo mejor.
Yo – Perdóname amor, ya no aguantaba, pero quiero seguir escuchándote.
Isabel – Si amor, la puta de tu esposa aún estaba por descubrir la gloria.
Yo – que delicia, como no estuve hay para ser testigo de todo.
Isabel – ¡Ya habrá oportunidad si así lo quieres, por el momento sigue escuchando!, Después de mi choreada, me recostó nuevamente en la cama, abrió mis piernas, arrodillado frente a mí, apunto su verga hacia mi concha, me rozo con la cabeza de su verga de arriba abajo y sin previo aviso, me la clavo por completo de una sola embestida, era sorprendente sentir cada centímetro dentro, gruesa, palpitante y caliente, grite, gemí la aprete, no podía dejarla escapar, era deliciosa, así como la estaba apretando fue sacándola poco a poco, solo me dejo la cabeza dentro, se detuvo y volvió a clavarla igual, a partir de ahí fue un mete y saca salvaje, su pelvis chocaba contra la mía en cada embestida feroz, me abalance sobre él y lo abrace fuerte, su cadera seguía en movimiento, no paraba, le rasguñaba la espalda cada vez que me penetraba, yo gritaba por la sensación que sentía, me estaba cogiendo un semental salvaje, estuvimos así varios minutos, no sé cuánto, el disminuía las envestidas por el esfuerzo que hacía de mantener el ritmo, con dificultad logre girarlo y recostarlo en la cama, cerré sus piernas y me monte sobre él, apunte con dificultad su verga y de una me la clave nuevamente esa hermosa verga, comencé a cabalgarlo de arriba abajo y después en círculos, me estaba partiendo en dos eso lo sentía, me tomo por la cintura y me comenzó a ayudar a mantener el ritmo, no aguante más y vino mi segundo orgasmo, era electrizante, mi cuerpo temblaba por completo, me deje caer sobre su pecho, pero él no paro, me levanto un poco y me seguía penetrando, hasta que de pronto convulsionó en una venida extraordinaria, rugía como león, con su corrida me lleno mi concha de leche, nos quedamos así por un largo rato, yo con su verga dentro.
Yo – Que buena cogida te dio, así como lo cuentas siento que jamás hice algo igual contigo.
Isabel – No es momento de comparar amor, tú también me haces sentir la gloria.
Yo – Bueno, ¿Después de eso que más paso?
Isabel – Caímos rendidos, jadeando por el esfuerzo, nos abrazamos y descansamos un buen rato, le agradecí por ayudarme a vengarme de ti, no quería dejarlo, pero tenía que regresar a casa, en verdad que ya después de la excitación me sentí culpable, si es verdad que lo había disfrutado, pero aun así la culpabilidad me comenzó a atacar, decidí dejarlo así, ya habría una nueva oportunidad de disfrutar más, si es que así se presentaba.
Yo – ¿Lo dejaste así? ¿Solo así?
Isabel – No, le invente que no había avisado de mi salida, que mi hermana estaba esperándome y que no quería preocuparla, que tenía que regresar a casa, que, si quería volver a disfrutar de eso, tenía que llevarme a casa en ese momento.
Yo – ¿Él te creyó todo eso?
Isabel – pues no se si lo creyó o no, pero me abrazo tiernamente y me dijo que estaba bien, que lo había disfrutado y no quería que tuviera problemas, que ya habría otra oportunidad.
Yo – Bueno por lo menos era comprensible.
Isabel – Pues eso mismo me hizo pensar a mí. Ya que habíamos disfrutando del momento, con bromas y comentarios mutuos, nos cambiamos para salir, ¡Que buenas tetas tienes!, ¡Qué buena verga te cargas!, ¡Tienes un culo hermoso, ¡Estas más vergón que mi marido!, ¡Espero la hayas disfrutado!, cosas así.
Durante todo ese tiempo después de mi corrida, ella seguía acariciándome la verga, ésta ya estaba recobrando su fuerza.
Yo – ¿Entonces te trajo a la casa?
Isabel – Si, pero una vez en el coche, me dijo, no me puedes dejar así, yo quería un poco más, ¿Qué te parece si en el camino me das una mamada? A lo que yo le dije que estaba bien pero que ya nos fuéramos, él se desabrocho el pantalón y saco su verga erecta, así que me incliné entre él y el volante, me introduje ese falo nuevamente en la boca y el hecho a andar el motor, salimos del motel, el conducía muy despacio, pero no me importo pues el sabor de su verga me encanto, su leche y mis fluidos eran deliciosos, llegamos a la casa no sé cuánto tiempo después, él se aparcó enfrente pero como aún no se venía yo continue, hasta que por fin quizás ya se concentró en lo que hacíamos, me volvió a llenar la boca de semen, me trague toda su corrida y lo deje totalmente limpio, me baje del coche y él se fue, así sin despedirse, pero eso era lo que quería, que me dejara en mi casa y se fuera.
Mi verga para ese momento ya estaba nuevamente erecta, no le dije nada más, la hale a mi lado, la bese, acaricie y le hice el amor, era el hombre más feliz de la tierra, era mi amor, con quien estaba, la mujer de mi vida, el ser humano más maravilloso que pudiera encontrar, después de todo lo confesado, no me quedaba duda del amor que sentía por ella, esa es la historia de mis cuernos.
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