MERCANDO
Todo lo que puede pasar por no tener para pagar el taxi.
Debía ir a mercar, pues la alacena ya estaba casi vacía, así que pedí un taxi por la aplicación que me llevará a Al kosto, uno de los supermercados cercano a la casa. Cogí el coche de mercado, e hice el recorrido, llevando todo lo que tenía escrito en la lista que había preparado. Al salir, cogí uno de los taxis que se ubican en el parqueadero del supermercado, y al llegar a la casa, el conductor, un hombre moreno, grande y robusto, me ayudo a entrar las bolsas del mercado. Le iba a cancelar el servicio, y resulta que no tenía plata en la cartera, busque en el jarrón de la cocina donde suelo dejar las vueltas y estaba vacío. Le pregunté si tenía Nequi y me dijo que no. Le pedí que me esperara un momento, mientras subía a mi cuarto a buscar en mi nochero, y nada; busque en el cuarto de las niñas, y tampoco. Entré al baño de mi cuarto, a echarme agua en la cara de lo nerviosa que estaba, y cuando salí, el hombre estaba parado allí en la puerta. Le dije que que pena, pero que no tenía efectivo y qué como podía hacer para pagarle, si tenia alguna cuenta o que. Tranquila señora me dijo. No se preocupe, yo soy José, y ud? Pamela, le respondí. Esto me pasa a menudo y siempre hay una solución, agregó. Que bueno, le dije, y como hacemos? le pregunté de nuevo. Sin mediar más palabras, se dejó caer el pantalón, y emergió una tremenda negra verga, que ya erecta mostraba un descomunal tamaño. No podía decir nada, ni protestar, mis ojos no se separaban de esa majestuosa polla, que me miraba con el ojo de su glande. Como hipnotizada me acerque para coger con ambas manos esa verga, que aun parecía seguir creciendo; las venas brotaban aumentando su grosor. Esa polla parecía medir casi 30 cms, no muy gruesa, monumental. Lo pajee varias veces, antes de meterme esa cabeza a mi boca, para saborearla como si fuera un bom bom bum. Sus testículos igualmente gigantes colgaban fabulosos. Con mi lengua lamia ese falo por los lados, y chupaba sus guevas, mientras Jose habiendo sacado su celular, me grababa mientras le hacia sexo oral. Ubicó el celular sobre el nochero, y cogiéndome de la cabeza y empezó a follarme lentamente la boca. Muy despacio empezó a penetrar mi garganta con su pene, introduciéndolo cada vez más y produciéndome horcadas que lograba aguantar, hasta que su polla literalmente estaba follando mi garganta. No sé como pude, pero mis labios ya tocaban su cuerpo y con mi lengua rozaba sus testículos; tenia esa polla completamente dentro de mi. La sacó seguida de una gran cantidad de saliva que brotó de mi garganta, y lo repetimos varias veces, cada vez más facil de penetrarme. Yo solo lloroseaba de placer de sentirme poseída por esa cobra.
José tomándome del cabello, me levantó del piso, y me subió a la cama. Rápidamente me quitó la sudadera que llevaba puesta, y haciendo a un lado los calzones, me penetró con su polla. Mi vagina completamente emparamada la recibió dispuesta a ser llenada, mientras mis piernas reposaban en sus hombros. Mientras me penetraba con su poderosa verga, y habiendo levantado la blusa y liberado mis senos del brassier, con sus manotas apretaba mis tetas, que se movian con fuerza con cada empujón de su polla. Ambos ya sudábamos por la faena que llevaba un buen tiempo, en el que ya me había sacado un orgasmo maravilloso que puso a temblar todo mi cuerpo. De un momento a otro, sacó su polla y halándome de los brazos, me sentó en la cama y apuntando su verga a mi cara, soltó un largo chorro de semen, del que pude tragar un poco al abrir mi boca, a la vez que caia sobre mi cabello, las gafas, el rostro, mis tetas. Que delicia sentirme rociada con ese elixir que emanaba de la verga de José, que mugía mientras descargaba su leche. Solo me dijo que me combinaba con mis canas. Apenas terminó me la metí a la boca para chupar las últimas gotas que le quedaban.
Pero lejos de perder su vigor, esa polla mantenía su fortaleza. José me acomodó en 4 sobre el colchón, y me la volvió a meter hasta el fondo, lubricándola con mis fluidos que me inundaban. En medio de ese mete y saca, sentí como metió su dedo gordo en mi ano, lo que más que incomodarme me excitó más. Sacando su polla de mi coño, ubicó su cabeza en la entrada de mi ano, y empujó, arrancándome un grito de dolor. Paro? me preguntó. Ni por el putas, le respondí, sigue, sigue. Con la cabeza ya adentro de mi esfínter, siguió penetrándome mientras este se expandía, para cobijar esa polla que me perforaba. Cuando metió sus 30 cms de polla, le dije que se quedara quieto, mientras mi culo se acomodaba a su polla. El dolor persistía, pero con una oleada de placer que me recorría. Se empezó a mover suavemente, tomándome de las caderas, aumentando la velocidad y la potencia cada vez, hasta llegar a martillarme penetrándome completamente mientras sus testículos se bamboleaban golpeando mis nalgas. Sacó su polla un momento, y moviéndome hacia adelante en la cama, se subió a ella, y con una nueva posición, me volvió a encular. Yo solo gemía de placer con cada empujón de ese pistón que me llenaba, hasta que un nuevo chorro de semen inundo mis intestinos, una leche caliente que me enloquecía. Dejó su polla adentro mientras descargaba toda su leche. Sacándola, tomó su celular para grabar mi ano completamente abierto. Yo no podía moverme del dolor y del placer. Me preguntó mi numero de celular, y se lo dí. Me dejó una tarjeta suya, de servicio de taxi, y sin más, se subió los pantalones, me dio un manotazo en mis nalgas y se fue.
Estaba exhausta, feliz, sin fuerzas; entre al baño para ducharme largamente con agua caliente, mientras los restos de semen de José seguian brotando de mi ano y de mi coño; lave su semen de mi cuerpo, de mi rostro, de mi cabello, me vestí, para luego cambiar el juego de sabanas de la cama y bajar a acomodar el mercado. Sonó el celular indicándome que me había llegado un mensaje por el whatssapp, y pensé que era Raúl, mi marido; pero no, era José, que me enviaba el video de nuestro encuentro, y un corto texto: cuando necesite taxi y no tenga plata, me llama!!!
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