Mi alumno de la facultad.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi alumno de la facultad.
Antes de mi trabajo en el gobierno daba clases en escuelas particulares.
Mi currículum es muy especializado así que puedo dar clases también.
Pagaban muy poco por soportar a estos hijos de funcionarios y juniors bastardos de políticos.
Mi último trabajo fue en una universidad a las afueras de la ciudad.
Tienen un campus excelente pero los alumnos sólo van para cumplir con sus padres y realmente, la mayoría, compran su título, pues no saben, ni sabrán algo de su licenciatura, pero como pagan, pues hay que darles oportunidad.
Estaba hasta la madre de ellos.
Iba a renunciar al termino del cuatrimestre, así que apure con todo el papeleo, entregue calificaciones y fui a la última semana de clases como si nada.
Había un alumno que siempre fue puntual, entregaba todo y se esmeraba por estar al cien.
Muy lindo.
Su carita de bobo y su cuerpo musculoso.
Y su paquete.
Llevaba esos pantalones ajustados y su verga resaltaba a pesar de estar en reposo.
No pude evitar verlo varias veces.
En sus exposiciones, caminaba alrededor de todos, pero le echaba un ojito a esa espalda ancha y poderosa, a esos brazos, a esas nalgas paraditas y duras.
¡Uff!
También lo había atrapado mirándome el culo.
Lo miraba dura y seria, con desprecio.
¡Si hubiera sabido como me mojaba con mi esposo pensando en él! Cierta noche mientras mi marido metía su verga sabrosa en mi culo, cerraba los ojos y me imaginaba a este semental entre mis nalgas, entrando duro y durando mucho en lugar de mi esposo.
Jalaba mi clítoris y me venía fuerte, gritando y soplando que no se detuviera, que me diera tan fuerte como pudiera.
Me venía otra vez, mis piernas chorreaban de mis jugos, lo sacaba de mi culo, y lo metía en mi coño que lo dejaba entrar suave, goloso, entonces lo montaba.
Mi esposo sabe que esta posición me encanta: aprieto mi coño mientras se metía su verga y relajo cuando sale, haciendo círculos con la cadera, su verga golpea todo mi interior y me vuelvo loca mientras me vengo otra vez.
¡Te debo tanto Susana!
Ese alumno iba a ser mío.
Y ya que había entregado calificaciones, lo decidí.
Al entregar calificaciones le dije que estaba reprobado.
Su cara casi se va al suelo.
Sus compañeros no daban crédito.
Sus amigas me cortaba en mil pedazos con la mirada; putas zorras, me voy a comer su amiguito y no lo podrían evitar.
Cuando iba saliendo me detuvo y me dijo que como iba a ser posible, que había entregado todas las tareas, que nunca faltaba, que bla, bla, bla.
Entonces pensé: “¿Y por qué no?” Mañana ya no estaría aquí y si quería algo tenía que ser ya.
Le pedí que cargara con mis papeles y en voz alta le dije, con toda la seriedad que me daba mi cargo, que me siguiera al cubículo con el coordinador.
Sus amigos hicieron esos sonidos estúpidos pero alcance a escuchar que alguien le susurraba que tomará vídeo para que lo subieran a la red después como denuncia, por ser prepotente y perra.
Bajando la escalera principal, caminando al edificio central, pasamos por los baños y una zona donde los conserjes dejan sus instrumentos de limpieza.
y también un catre donde se meten a retozar entre ellos y a dormir sin que nadie los moleste.
Justo antes de que pudiera razonar lo metí de un empujón que casí lo tira.
Se golpeó la cabeza son unas escobas y resbalo con unas jergas.
Tiro mis papeles intentando conservar el equilibrio, cerré la puerta con seguro y me le eche encima.
Tenía mi boca cerca de la suya cuando le pregunte si quería pasar mi materia y por supuesto dijo que sí.
Mi falda se levanto hasta mi cintura y le dije que viera con mucha atención, pues si fallaba, su calificación sería reprobatoria.
Encontré un banco y me senté.
Abrí mis piernas y me acaricie toda: mis pechos estaban sensibles, desabroché el bra, sin quitarme la blusa, y lo tire lejos.
Mis tetas se balancearon libres y mis manos jalaban mis pezones, mi nuca, mi cuello, llegue a mi vientre, cerré mis piernas y deslice mi panti.
Cayó no sé donde.
Abrí mis piernas para regalarle una visión completa de mi coño afeitado y un triangulo de vello sobre mi clítoris.
Le mostré todo.
Acaricié mis piernas, suavecitas, sentí mi culo sobre el plástico del banco, ¡Su-pu-ta-ma-dre! Ya me empezaba a mojar, quería esa verga en mi.
Toda, bien dura y un buen rato.
Cuando voltee a verlo, su cara estaba llena de sorpresa y lujuria -adoro esa combinación- su boca estaba medio abierta y mi coño también.
Se acerco y lo comencé a desvestir.
Le quite su suéter de lana y su camisa blanca.
Encontré su pecho y su pancita llena de vello.
Mi marido apenas tiene vello.
Esa verga iba a estar tremendamente peluda si no se afeitaba.
Pero que importaba.
Mi coño me dolía suavemente, ese dolor de excitación, ya lo quería adentro, inundandome entera.
Le deje el pantalón y su cinturón puestos.
¡Que sabroso semental me iba a comer yo solita! Acaricié su verga por encima, estaba grande, aún sin tener su erección completa.
Abrí el cierre y saque esa cosa linda.
La vi crecer y llegar a estar bien parada, larga y gruesa, notaba sus venas llenas y su glande pequeño, mis manos la sostuvieron para admirarla.
Encontré mi panti tirada junto a mi.
¿Y si mi coño adora sentir la tela? Roce suavemente su verga con la panti.
Lo vi temblar, lo roce varias veces y la envolví suavemente.
Lo masturbe lento.
Quería tomar mi cabeza pero lo rechace.
Su verga se mojo de líquido preseminal que limpie con mi prenda, y lo probe.
¡Su sabor era suave, saladito! Sin pensar más la meti en mi boca.
Primero su glande, chupando y lamiendo sólo su glande, acaricie su pecho, su abdomen duro con esos cuadritos que me vuelven loca.
Me recarge en la pared y abrí mi boca mucho, quería que se metiera hasta mi garganta, jale su cuerpo, también se recargo y me cogía mi boquita.
Mis manos pasaron de su cuerpo a mis tetas.
Inicio un lento mete-saca.
Estaba escurriendo.
Sostuve sus nalgas y me la meti todo lo que pude.
¡Su-pu-ta-ma-dre! ¡No me cabía toda! Mientras se la chupaba, mis manos lo masturbaban.
Abrí su pantalón y baje su trusa.
Estaba rasurado.
Acaricie sus huevos y los chupe después.
Se quería venir, así que detuve las caricias.
Le quite toda la ropa y le dije que ya venía su examen, que aguantara.
Que mientras se pusiera un condón.
Me volteé y me quite la falda y las zapatillas.
Oí que su celular hacía sonidos.
¡Estaba grabando el marica! Me calentó todavía más.
Me imagine a cientos de tipos viéndome el culo lleno de una verga joven.
Todos deseando estar como él: con su maestra, con su puta maestra casada, su bien caliente y muy mojada maestra.
Pero solamente iban a poder ver mis nalgas y culo.
Nadie más que yo y él sabrían de esta aventura.
Puse mi cabello sobre mi hombro y volteé.
Lo encontré sentado sobre el catre acomodando el teléfono.
Salte sobre él.
Se acomodo y busque su verga, la dirigí a mi coñito y me la trague todita.
¡Me cupo casi toda! Me sentí tan llena, como nunca.
Acaricié su pecho con mis manos, jalando sus pezones que se pusieron bien duritos, los bese.
Y sentí como su verga se endureció más.
No pude evitar suspiros por su entrada, sus manos sujetaron mi cadera sin atreverse a hacerlo con fuerza.
Fueron caricias sobre mis piernas y caderas, temeroso, emocionado.
Le susurré si le gustaba el sexo, me susurro que le encantaba.
Le dije que este era su examen, que tenía que hacerlo bien y moví mis caderas.
Arriba y abajo, poniendo mi culo frente a teléfono para que lo vieran.
¡Que bárbaro! Golpeaba mi punto G sin ningún esfuerzo, con su vergota, gorda y larga.
, con esa venota enmedio, y su glande sabroso.
Le pregunte si queria pasar mi materia trabajará duro, y aprete su verga y la solte suave, fuerte, arriba y abajo, suspire otra vez, volvío a pegar ahí, y otra vez me estremeció.
Ahí estaba yo.
Dentro de una de las universidades más caras del país, con una verga entrando hasta el fondo de mi.
Otra vez golpeaba ahí, donde me gusta.
Me recoste sobre él para que entrará y golperará más fuerte.
El tonto solo sujetaba mis nalgas.
Yo esperaba que fuese más atrevido pero en vista de su falta de creatividad, decidí seguir encima.
Y en esa calentura se lo dije: que la estaba pasando muy rico y que me gustaba su cuerpo, que fantaseaba con él.
De nuevo sentí endurecer su verga.
Movía mi cadera atrás y adelante como en las clases de zumba, y el salía mucho y entraba con fuerza, hasta el fondo.
¡Que barbaro! Nadie aguanta que se la apriete así mucho tiempo, así que aumente la velocidad.
Todo el catre se movía y comenzó a gritar que que rico cogía, pero al agregar “maestra” todo se volvía clandestino, que sabor tan sabroso tiene lo prohibido.
Pregunto que si no pasaba si no me cogía.
¡Estúpido! Ya todo eso estaba en la oficina del jefe de materia.
Sólo quería tu verga.
¡Y que rico me la estaba metiendo! Sus manos intentaron darme su ritmo pero le dije que me dejara hacer lo mío.
¡Su-pu-ta-ma-dre! Había pegado tantas veces que estaba yo a punto de venirme.
Le pregunte si queria ser mi secretario pues se iba ir una “A”.
Me estaba mojando mucho.
Oía como entraba y ese ruidito de mi coñito húmedo con una buena verga, delataba mi calentura.
¡Su-pu-ta-ma-dre! Quería llegar pronto.
También le susurré que ya había esperado que me cogiera desde mucho tiempo atrás, pero nunca se aventó.
Comencé a apretarme contra su verga y mi clítoris respondió con una toquesito de electricidad.
Le susurre que se pusiera duro y volvió a golpear en mi interior al mismo tiempo que mi clítoris me regalaba otra descarga.
¡Que rico me estaba cogiendo a mi alumno! Comencé a gritar mientras le anunciaba que me venía.
Casí me desvanezco pero me ayudó su movimiento de cardera pues me recargue mientras me venía y el seguía el mete-saca.
Grite que era la primera vez que me cogía a un alumno un par de veces, creo.
Le regale un beso y una chupadita a su lengua.
Le dije al oído que me encantaba su verga, y que estaba trabajando muy bien en su examen final, que no dejara de darme lo mejor que tenía.
Le excito tanto que me sostuvo unos minutos mientras me recuperaba para otro orgasmo.
Le apreté su verga fuerte, fuerte.
Mi ginecólogo ya me había dicho que apretaba fuerte ese día que me palpo para el examen.
Pero era muy viejo.
Si se lo hubiera apretado se hubiera venido pronto.
Pero este macho, me estaba dando batalla.
Yo estaba tan caliente que decía lo que pensaba: mencione a mi marido, que lo estaba pasando muy bien cogiendo a mi alumno.
¡Su-pu-ta-ma-dre! Ahí venía otra vez.
Mi mano masajeaba mi clítoris, me recline de nuevo mientras me imaginaba mi culo en el video.
¿Cuantos de mis amantes reconocerían mi voz, mi cabello o mi culo? No lo sabía.
Me sentí tan deseada, tan bella, tan atractiva y odiada.
Todo al mismo tiempo.
Le deje poner el ritmo, su verga salía y entraba sabrosa en mí.
Rápido, empujaba mi cadera sobre su verga mientras yo le gemía y es que me faltaba el aire cuando me vine por segunda vez.
Suavecito, como esos que no quieren llegar.
Eso era todo.
Me tocaba poner el ritmo.
Lo monté sin recargarme, fuerte, rápido y hasta el fondo.
Me había susurrado cosas que, la verdad, ya olvidé.
Estaba concentrada en su verga, en su pecho, en su cara de niño, en mi humedad.
En lo rico que lo estaba pasando.
Le pedí que me diera su leche en el culo.
Me dijo que quería seguir cogiéndome que si no lo hacia me iba a reportar.
Le seguí la jugada: le pregunte si le diría a alguien en la escuela, al director o a mi marido, pero dijo que no.
¡Las estupideces que dice uno estando tan caliente! Entonces note que había perdido ese tono de tonto con el que inició: me dijo que si me gustaba así, duro, de su puta-perra-madre.
Como me calentó sentir sus manos jalándome, poniendo su verga dura, chupando mi lengua.
Como me dominaba el cabrón.
¡Y nos venimos! Le perdí que me llenará el culo de leche, justo antes de venirme.
Saco verga y me tiro su leche sobre las nalgas mientras yo veía estrellas y gritaba lo rico que sentía.
Si.
Estaba gritando.
Y esa leche, tan sabrosa, de la verga de mi alumno, tan sabroso todo él.
Me sentí tan bien.
Le susurré mientras jalaba aire que sabía lo del vídeo, se levanto pronto para tomar el teléfono.
Casi me tira del catre, el muy idiota.
Le dije que podía subirlo cuando quisiera.
Ya no iba a ser más su maestra.
Pero podía ser su amante.
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