Mi consuegro
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Yesica, casada, 38 años, madre de tres hijos.
Mi familia es de Ecuador, pero todos tenemos nacionalidad española.
Mi hijo Jeison esta viviendo en casa de su novia, que es argentina española también, con su suegro.
Un señor muy bohemio, pelos y barbas largas, lleno de tatuajes, aretes en las orejas, una mezcla de hippie con motero.
Con mi esposo las cosas no van nada bien, si bien trabaja mucho, tiene una pequeña empresa de mantenimiento, cuando llega el fin de semana se desaparece y yo me quedo sola.
Mi hijo me invitó a pasar unos días con ellos, nunca estuve en Madrid y les dije que sí, que iría.
Cuando llego, mi hijo y su novia me fueron a buscar a la terminal de autobús, llegamos a la casa, el señor me.
diosu habitación y él dormiria en el sillón del salón.
Me senti mal por incomodarlo, pero es de esos hombres que no se hacen problema por nada.
Un hombre muy simpático, que siempre está de broma, nos hace reír mucho a todos.
Yo había llegado el sábado y el domingo nos fuimos los cuatro a comer fuera, estuvimos dando vueltas por Madrid, sacando fotos.
Eduardo que así se llama mi consuegro, siempre es el centro de atención por sus ocurrencias.
Mi hijo y su novia trabajan de lunes a viernes, así que nos quedamos solos con Eduardo, «y tú no tienes mujer», le dije, desayunando los dos en la.
casa, «no, soy demasiado feo», me dijo riendo, seguimos hablando y me dijo de salir a caminar.
Eduardo a sus 60 años, no los aparenta para nada, 48, 50, como mucho.
Cerca de la casa hay un parque muy bonito y nos fuimos a caminar por ahí, nos sentamos en una terraza a tomar unas cervezas y yo no paraba de reír, tengo que reconocer que me sentía muy a gusto con Eduardo.
Fueron pasando los días y yo me sentía cada vez más comoda con él, y sentados en una terraza le conté mis problemas con mi marido, se me llenaron los ojos de lágrimas, casi termino llorando.
Eduardo me empezó a bromear, a hacer que me ría y me fui relajando.
Estábamos caminando por Atocha, y sin pensarlo lo agarré del brazo y seguimos caminando hasta una feria del libro que hay cerca.
Vimos unos libros, los comentamos, Eduardo a pesar de su aspecto, es un hombre muy culto, seguimos caminando hasta el parque del retiro.
Una zona muy arbolada, con un lago en medio donde Eduardo y yo alquilamos una barca y él remaba paseando por el lago.
Hacía mucho que no me sentía tan relajada, tan bien.
Terminamos la vuelta en barca, seguimos caminando y nos sentamos en un banco en medio de los árboles, yo estaba tan cómoda a su lado, que apoye mi cabeza contra su hombro, Eduardo me miro, y bajó su cabeza y me besó la boca.
Yo quedé sorprendida por el beso, pero no me molestó que lo haya echo, ahora lo miré yo, y la que lo besó a él fui yo.
Así terminamos el paseo, tomados de la mano y basándonos como dos adolescentes.
Cuando llegamos a casa íbamos sueltos, yo no quería que mi hijo se de cuenta que me gustaba su suegro.
Les contamos el paseo, por donde fuimos, todo, menos la de besos que nos dimos.
Los chicos se fueron a dormir y nos quedamos solos con Eduardo, nos sentamos en el sillón terminando de ver una peli, Eduardo me abraza, me besa y me acaricia las tetas, «no, que pueden salir los chicos», le dije evitando que me siga metiendo mano, «mañana cuando se vayan me paso a tú cama», me dijo volviendo a besarme.
«Mejor me voy a dormir», le dije poniéndome en pie para irme a la cama, y Eduardo aprovechando la ocasión me pasa su mano por mi culo, apretando una de mis nalgas.
Yo me fui sin decir nada, estaba nerviosa, ese hombre me gusta.
Pasé una noche de sobresaltos, me despertaba a cada rato, me sentía intranquila.
A la mañana escucho a los chicos cuando se estaban llendo, sentía como si mi estómago se cerraba, pero a la vez sentía como un cosquilleo entre las piernas.
Pasaban los minutos y cada vez me sentía mas ansiosa, en el fondo deseaba que venga, hasta que después de unos interminables minutos,.
siento que abren la puerta con mucho cuidado, mi corazón latía a mil, «estás despierta?», escucho que me dice en voz baja, yo me iba a hacer la dormida, pero sin saber porque le dije que si.
Siento sus manos acariciar mi pie por sobre la sábana, subiendo, yo me hice a un lado, dándole lugar a mi lado.
Eduardo se acostó besando mi boca y metiendo sus manos debajo de las sábanas, acariciando mi cuerpo, buscando mis tetas mientras no dejábamos de besarnos, levantando la camiseta que llevaba puesta y chupando mis pezones mientras yo levantaba mi cintura para que me quite las bragas, dejando que me acaricie la concha mientras yo buscaba con mi mano su polla.
Sin dejar de besarnos nos desnudamos mutuamente, Eduardo me besaba toda hasta que me hace gritar cuando siento su boca en mi concha y su lengua en mi clítoris.
Yo daba fuertes ayes de placer con mi consuegro chupando mi concha, metiendo sus dedos dentro y luego me los metía en el culo, haciendome que me retuerza de placer.
Sentí como empezó a subir besando mi barriga, sentía el roce de su pija contra mis piernas, a medida que él subía basándome, yo lo esperaba de piernas abiertas gimiendo.
Como acomoda su pija contra mi concha y grito de placer al sentir como la iba haciendo entrar.
«Toda, metela toda», le pedía buscando su boca con la mía, hasta que siento como queda sobre mi, habiéndome metido toda la pija en la concha y me cogía suavemente, «hay mi amor, que rico me coges», le dije envolviendo mis piernas en su cuerpo, atenazandolo bien contra mí, disfrutandome como mi consuegro me estaba cogiendo.
No nos decíamos nada, solo gemiamos, nos besabamos, Eduardo me chupaba las tetas sin dejar de hacer entrar y salir su pija de mi concha.
Yo estaba tan mojada como jamás lo había estado, no recuerdo haber disfrutado tanto cogiendo como estaba disfrutando con Eduardo.
Eduardo se pone de rodillas entre mis piernas, agarrando mis tobillos y las levantó más, sacando su pija de mi concha, la empezó a pasar contra mi ano, yo respire hondo, sabiendo por donde me la iba a meter, no era la primera vez que lo iba a hacer por la cola, pero hasta que me entra y se dilata mi ano, me duele.
Sentía como Eduardo acomodaba su pija contra mi ano, siento su lengua pasar por la planta de mi pie, subiendo hasta los dedos, eso me hacía relajar, hasta que siento un empujón fuerte, un gemido de placer y un grito de dolor, y su pija empezó a abrir mi ano y entraba suavemente en mi cola.
A medida que Eduardo iba metiendo su pija en mi cola, no dejaba de lamer mis pies, haciendo que me relaje y me excite a medida que me seguía penetrando, hasta que pega su pelvis contra mi cola y ya tenía toda su pija dentro.
Sentía como la movia despacio, en círculos, para los costados, me estaba abriendo el ano con mucha delicadesa, y eso me gustaba mucho, el cuidado con el que me estaba cogiendo la cola.
Estaba disfrutando cada movimiento que hacía con su pija dentro mío.
Era la primera vez que me chupaban los pies mientras me estaban cogiendo, y realmente me gustó muchísimo.
Eduardo me empezó a coger la cola sacando y metiendo su pija, lamiendo mis pies y con uno de sus dedos, me empezó a acariciar el clítoris, haciendo que mis gemidos se conviertan en ayes de placer.
Moviendo mi cabeza de un lado a otro, gimiendo fuerte, disfrutando de como mi consuegro me cogía la cola.
Los dos gemiamos muy fuerte, los movimientos mas fuertes y acompasados, nos mirábamos sin decirnos nada, solo cogiamos en silencio, hasta que empezamos a gritar, yo me estaba viniendo con una fuerza que hasta me orinaba de placer, Eduardo me daba fuertes embestidas con su pija, me mordió los dedos de los pies, y se empezó a venir bien adentro de mi cola, temblabamos de placer los dos viniendonos juntos.
Fue una de las veces que más me hicieron disfrutar cogiendome, fue increible, tan placentero, que Eduardo saca su pija de mi cola y se acuesta a mi lado, yo lo abracé y lo empecé a besar, dándole las gracias por haberme echo disfrutar así.
Me quedé tres días más y no faltó un solo dia en mi cama hasta que me fui, pero le dije que pronto iba a regresar.
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