Mi cuñada de 16 años
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
En diciembre del año pasado, luego de las fiestas de fin de año, llegó mi cuñada que vivía en el sur. Tal ya habíamos acordado con mi esposa, se estableció en nuestra casa para terminar sus estudios en nuestra ciudad y luego continuar con la universidad. En principio todo se desarrollaba normalmente, no existía nada que hiciera suponer que habría algún problema con la jovencita.
Con nosotros siempre tuvo buena relación, pues los dos hermanos de mi esposa no tienen mucho aprecio por Emilia, pues ella es hermana por parte de padre, quien se casó con una mujer mucho más joven que él y a causa de conocerla a ella se separó de mi verdadera suegra. La cuestión es que no voy a negar que cuando llegó vi a mi cuñadita como que pinta para ser terrible hembra. Cabellos lacios rubios, piel tostada, ojos marrones y muy lindas tetas y buen culo.
Pero obvio, mirar no es pecado. Mi esposa trabaja en una empresa en la que pasa de 09:00 a 17:00, de lunes a viernes. Mi trabajo, por mi profesión me permite estar más tiempo en casa durante toda la semana. En consecuencia en la casa estamos el mayor tiempo solos mi cuñada y yo. Dado que en febrero todavía no había clases, íbamos a la pileta de un club, pues estar solos en la pileta de mi casa resultaba aburrido. Un día realmente no tenía ganas de ir al club, a pesar del calor, por lo que decidimos quedarnos en casa. Estaba yo en el borde de la pileta, boca abajo y mi cuñada al lado mio comenzó a hacerme masajes en la región cervical y luego en la espalda. Realmente no quise, pero tampoco pude evitar tener una erección con sus masajes, así que traté de evitar que se diera cuenta y me metí en el agua.
De hecho al incorporarme un poco fue inevitable que se notara mi bulto. Pero no pasó nada. Ella siguió fuera del agua y entró al rato. Estaba yo apoyado contra el borde de la pileta, al lado de la escalera, cuando ella entró al agua y se acercó a mí. Se puso de espaldas a mí y me pidió que le hiciera un masaje suave. Así fue que nos fuimos hacia el lado donde ambos hacíamos pie y comencé a masajear su espalda. Cada tanto, con el movimiento, rozaba su culo contra mi verga, pero muy suave. Evité pensar en eso, pero en un momento se afirmó más de lo debido y no pude controlarme, mi erección fue total. Intenté desplazarme, pero ella me buscaba, ya a esta altura era evidente, así que tomé yo la iniciativa y se la dejé apoyada. Ella comenzó a gemir y a pegar su espalda contra mí, sin dejarme lugar para continuar con los masajes.
Ya a esta altura había perdido mi cabeza, así que mis manos se fueron directo a sus tetas. Los dos empezamos a ronronear y gemir suavemente hasta que la di vuelta y apoyé mi verga en su concha y ella cruzó sus piernas para hacer más presión al frotarse. Ya a esta altura empezamos con los besos y al meter la mano en su bikini, pude notar que estaba totalmente lubricada, así que no fue difícil meter primero uno y después dos dedos. Ella por su parte se agarró de mi verga y comenzó a hacerme una paja. En un momento la paré y le dije que saliéramos, en la pileta siempre habría riesgo que alguien nos viera. Nos salimos rápidamente, nos secamos y llegamos hasta el living. Ahí nos recostamos sobre un amplio sillón y continuamos lo que habíamos empezado en la pileta.
Cuando me saqué la malla, me atacó con exageración, se prendió de mi pija y no dejaba de mamarla e intentar tragársela toda. La puse arriba mío, haciendo un 69 y la chupé hasta sentir que me apretaba entre sus piernas mientras me pedía que no parara. Sí, tuvo un orgasmo tremendo. Antes que se saliera le empecé a chupar el culo, que estaba totalmente virgen, sentía que le gustaba y que gozaba mucho, intenté meterle un dedo para después rompérselo, pero no, no quiso. Sola se dio vuelta y se metió mi verga de a poco hasta los huevos. Me encantó lo lubricada que estaba y lo apretadita que la tenía. Cuando pasó un momento la puse en cuatro y comencé a cogerla de atrás, en ese momento es como que se descontroló, ya no gemía, ahora gritaba: "sí, hijo de puta, metémela como a mi hermana, con fuerza". Eso me calentó de tal forma que la acomodé contra el apoyabrazos y comencé a bombearla duro. Gritaba más y más. Cuando estaba por acabarme le avisé, dio un salto y esperó la leche con la lengua afuera.
El primer chorro de mi leche le dio en su ojo, el resto fue toda a su boca. Se la tragó, me mostró la boca y me siguió mamando hasta la última gota. Durante la semana ya dejamos de ir al club, cuando venía de mi trabajo almorzábamos y yo iba a su dormitorio o íbamos al living. Sin una palabra, pero tanto insistir con la lengua en su culo, sola cedió y pude meterle un dedo. Sin dejar de chuparle la concha hacía movimientos en su culito hermoso y ella empezó a relajarse y a moverse para que le entrara más. Así, sin forzar la situación pasaron otros varios días, hasta que un día fuimos a la ducha juntos y la chupé bien el culo, cuando estaba bien caliente, puse crema de enjuague para el cabello en su cola y en la cabeza de mi verga y se la hice jugar, cuando ella se aflojó, creyendo que no pasaría nada, la tomé de la cintura y se la mandé de solo golpe. Bramó de dolor, pero me dijo que no se la sacara porque sino no iba a querer de vuelta. Nos quedamos quietos en buen rato. Mientras yo no dejaba de besar su cuello y acariciar su clítoris.
En un momento ella misma comenzó a moverse suavemente para meterse lo que le faltaba. Cuando sentí que había dilatado bien, me aseguré de ponérsela hasta los huevos. Se lo hacía suave, pero ella comenzó a hacer un vaivén acelerado y buscaba hacer tope, así que me motivó para darle duro. Mi posición era privilegiada, poder ver como entraba y salía de su culo, más sus insultos de putita y gemidos hicieron que me acabara dentro de ella y que llenara ese hermoso culito con toda mi leche.
En este tiempo se me ha complicado un poco la situación, pues ella me coge todos los días y mi esposa que es más tranqui, también me coge tres o cuatro veces, así que he ido a ver a un médico amigo que me ha dado un complejo vitamínico y puedo dejar a ambas satisfechas. Emilia no sale a ningún lado y tiene más que claro como debe comportarse delante del resto de la gente y cuando está su hermana. Realmente parece increible la inocencia que demuestra. Todos la imaginan tímida y algo campesina. Si realmente supieran lo puta que es, no tendrían esa imagen de ella. De verdad es muy astuta y a pesar de su edad tiene en claro que si hace las cosas bien, podemos disfrutar sin problemas. Debo decir que a mi esposa no le gusta el sexo anal, por suerte su hermanita me entregó ese hermoso ojete y para mí ha sido algo glorioso desvirgarlo y poder llenarlo de leche varias veces a la semana. Espero que esto dure bastante tiempo y todo continúe así tranquilo. Sé que en algún momento ella tendrá un novio, además sería mucho mejor para poder ocultar la situación, pero quiero seguir disfrutando de esta hembra hermosa que es mi cuñada y particularmente seguir disfrutando de su culo.
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