Mi cuñada Lorena
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Eduardo, soy argentino, 38 años.
Cuando vine a España fui a casa de mi cuñada, la hermana de mi mujer.
Lorena tiene 25 años.
La familia de mi mujer son todos peruanos.
El marido de Lorena es transportista, pasa mucho tiempo fuera de casa, así que se sintieron aliviados por mi llegada.
Yo la llevaba a todos lados en el coche, al punto tal, que cuando íbamos al ginecólogo, pensaba que yo era su marido.
Mi cuñada estaba tan panzona que yo tenía que ayudarla en muchas cosas, en vestirse, ponerse los zapatos, yo la bañaba, todo, pero siempre con el respeto que ella se merecía.
Después de que dio a luz,y el marido no estaba, la seguía ayudando en todo.
Con Lorena teníamos mucha confianza, hasta demasiada diría yo.
Empezó a quejarse de que le dolía el ano cuando iba al baño, fui a la farmacia y compré una crema para suavizarlo y antihemorroidal, unos enemas individuales, y Lorena me decía que le pase la crema por el ano y le haga los enemas.
Siempre la bromeaba por lo abierto que tiene el ano, y ella me decía que Oscar su marido se volvía loco por su culo, «si, no hace falta que lo digas, con verlo ya se nota», decía pasando la crema y haciéndome el tonto le metía el dedo.
Cuando Lorena se recuperó del parto, fue como que nos habíamos acostumbrado a hacer muchas cosas.
Una de ella era que siempre me pedía que la bañe.
A mi cada vez me costaba más hacerlo sin irme de tema con ella.
«Sabes cuña, tú me mimas más que mi marido», me dijo una mañana que estaba preparando el desayuno.
«La próxima vez que quieras que te bañe, me voy a bañar con vos», le dije a ver sí así me dejaba en paz, ya que verla desnuda, bañarla, pasarle mis manos por todo su cuerpo me dejaba muy caliente, por suerte para mí, que me había echo «amigo» de una vecina que era la que pagaba el pato de mis calenturas.
«Edu, me quieres bañar?», me dijo con vos de nena mimosa, «vamos que te baño, mimosa», le dije pasando mi mano por su espalda.
El baño principal está en su habitación, cuando Lorena se desnuda, yo la mire de pies a cabeza, ella se dio cuanta que la miraba con deseo, se dio la vuelta dejando que le vea sus nalgas.
Así como estaba, la abracé por la espalda, agarrando sus tetas y apoyando mi pija en sus nalgas.
«Y si nos bañamos después?», le dije bajando mi mano y acariciando su concha, ella simplemente volteó su cabeza y nos besamos en la boca, abriendo sus piernas y mientras nos besamos le metí un dedo en la concha, que estaba mojada.
«Que ganas de cachar que tengo», dijo moviendo sus nalgas contra mi pija.
Dejé de abrazarla y me empecé a sacar la ropa.
Lorena se dio la vuelta, besando mi boca y se arrodilló frente mío, tirando el prepucio para atrás y me empezó a chupar la pija.
Yo le acariciaba la cabeza, mientras ella la movía, haciendo que mi pija entre y salga de su boca.
La hice poner en pie y nos fuimos a su cama, nos acostamos abrazados, basándonos como locos, sus tetas se ordeñaban solas.
Se acomodó debajo mio, y con su mano acomoda mi pija contra su concha, dando un fuerte gemido de placer cuando se la metí.
«Hay cuña, que ganas de cachar que tengo», decía abiendo bien sus piernas, gritando a cada embestida que le daba, metiendo bien adentro mi pija.
«No te termines, deja que me venga yo y me la metes por el chiquito», me dijo moviendo sus caderas, dando unos tremendos ayes de placer.
Yo le besaba la boca, chupaba sus tetas llenando mi boca con su leche materna.
«Que rico siento tú polla bien adentro, como me haces disfrutar», gritaba Lorena, sin dejar de moverse.
Sus jadeos eran cada vez mas fuertes, hasta que da un grito y me abraza fuerte, sentía como temblaba, como cerraba sus ojos, una mueca en su cara de placer.
«Haaaaaaa, haaaaaaaa», no dejaba de gemir, hasta que se fue calmando.
«Necesitaba esto, no sabes las ganas de cachar que tenía, estaba deseando que me caches», dijo haciendo que saque mi pija de su concha.
Nos besamos en la boca, y mi cuñada se acomoda en la cama, levantando bien su cola, se abre sus nalgas, «ahí tienes mi chiquito», me dijo abriendo bien sus nalgas y noviendo su cola para los costados, ofreciéndome su ano.
Sin pensarlo metí mi cara entre sus nalgas, chupando su ojete, pasando mi lengua por todo su contorno.
«Si, así cuña, meteme toda la pija en la cola, cacha mi chiquito», me gritaba mientras me acomodaba y apoyaba mi pija contra su ojete, escuchando el grito de placer que dio cuando se la empecé a meter.
«Siiiiiiii, así cuña, metela toda, metela bien adentro», gritaba sin dejar de abrir sus nalgas, hasta que sin ser violento, pero firme, se la metí toda, sintiendo sus nalgas pegadas a mi cuerpo.
«Duro, cachame duro por la cola, me gusta, me gusta que me cachen duro por el chiquito», me pedía Lorena, abriendo sus nalgas todo lo más que podía, gimiendo de placer cuando la sacaba y se la volvía a clavar fuerte en la cola, escuchando el.
sonido que hacen nuestros cuerpos al chocar.
«Que rico que siento tú pija abriendo mi chiquito», decía entre gemidos de placer.
«Dame toda la leche en la cola, llena mi culo de leche», me pedía casi a gritos.
Se la metí lo más adentro que pude, sentí como explote dentro de su cola, como salían de mi pija unos chorros de leche fuerte, no podía dejar de mover mi cuerpo mientras le dejaba toda la leche dentro de la cola de mi cuñada.
Así me quedé, jadeando con toda la pija dentro de la cola de Lorena.
«Sacala para que veas como me queda el chiquito», me dijo sin dejar de abrir sus nalgas.
Se la saqué y vi su ojete abierto, como poco a poco se le iba cerrando.
Lorena empezó a pujar por el ano y vi como se le abría de nuevo y salía la leche que le había dejado dentro.
«Que rico me cachaste, vamos a bañarnos?», me dijo mi cuñada, besando mi boca, y nos fuimos a bañar juntos.
«Edu, me vas a seguir cachando?», me dijo muy mimosa, acariciando mi pija.
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