MI ESPOSA CINTHYA Y MI VIEJO JEFE
Después de presentarle a mi esposa, mi viejo jefe quedara impactado con su belleza…
CAPITULO-1
Pasaba el día en mi oficina tratando de mejorar los procesos y mejorar la productividad, en la empresa. Me gustaba mi trabajo y el ambiente era bueno, salvo por mi jefe que a veces no se le entendía lo que quería, en fin, ya era jueves y necesitaba un descanso, cuando de pronto entra mi amigo
-Héctor vas a ir?
-A dónde? Respondí, no sabía a qué se refería
– ¿Al cumpleaños del jefe claro, aun no te invita?
-No me comentaron nada_ tampoco es algo que me sorprendiera, el año pasado tampoco fui invitado, y de hecho no era algo que me animaba.
-entonces alístate que Don Ernesto estaba preguntando por ti, supongo que para darte la invitación_ dijo eso mientras me mostraba el suyo con una sonrisa de emoción
-Entonces acá lo esperare ojalá que no se canse de buscarme_ nos reímos ya que Don Ernesto tiene sus años.
-aunque al parecer los vivió muy bien, tuvo 5 hijos con 3 mujeres diferentes, la última de su conquista fue una jovencita y la embarazo_ esto lo dijo con voz baja, no se sabe quién puede escuchar y lanzarle el chisme al jefe que estamos hablando de su vida privada
Seguimos hablando y con el pasar de algunos minutos escuchamos la puerta abrirse con fuerza, era Don Ernesto el que entro, no me gustaba la forma de su trato bastante vulgar y grosera al menos con los hombres, ya que con las damas es otro trato se porta diferente más caballero, en algunas ocasiones lo vi hablar con algunas mujeres y era bastante empalagoso con ellas, y claro a ellas le hacía gracia su trato.
-Señores buenas tardes, sí que trabajan mucho eso está bueno, no como los otros pendejos que están paseando en la planta. Disque trabajando_ él siempre hablaba así.
-hablando de eso me falto enviar algunos informes, me retiro.
-Ps apúrate Raulito, no me hagas pensar mal que tú eres igual de flojo que los demás
Raúl se fue y nos dejó a don Ernesto y a mí solo. Era imponente un tipo robusto y alto media como 1.82 o algo más talvez, contrastaba conmigo que no pasaba de 1.70 yo era un tipo normal por así decirlo. Hasta cierto punto da algo de temor por su presencia y porte.
-Bueno Héctor pa’ lo que vine, el sábado es mi cumpleaños y estás invitado _ lanza la invitación en mi escritorio. Ahí están los datos y puedes llevar a una acompañante- agrega
Francamente no me interesaba ir, ya estaba planeando inventar cualquier excusa para cuando me preguntaran porque no había ido. Pero solo me limite a agradecer.
-gracias don Ernesto, ahí estaré.
Mientras me dirigía a casa le eche un ojo a la invitación, al parecer el jefe cumpliría 61 años el sábado, la fiesta seria en un local cerca a la empresa, pero aun así no tenía ánimos de ir.
Llegué a casa y estaba agotado, entre y escuchaba la música que había dentro, me dirigí a la cocina y encontré a mi esposa lavando algunos platos mientras se movía con la música, ella no se dio cuenta que ya estaba en casa, viéndola. Cada movimiento que hacia su cuerpo era imposible no ver, me quedé hipnotizado por unos momentos hasta que hice notar mi presencia.
-Bailas increíble cariño_
-me asustaste, tonto_ dijo esto con una sonrisa, y recriminándome
Cinthya es espectacular en todo sentido de la palabra, desde el primer día que la vi me llamo la atención, pensé que era alguien engreída y creída, pero nada de eso. Su cuerpo es la tentación de muchos hombres, digo esto porque cada vez que salimos no hay hombre que se resista a voltear a verla cuando pasamos , y hasta en alguna ocasión le lanzaban piropos subidos de tono que ella no entendía, ella es una amante de los deportes lo cual la ayuda a tener esa anatomía con curvas bien definidas, lo que más llama la atención es su hermoso y bien trabajado culo es del tamaño perfecto, cualquier ropa que ella usa le queda increíble y se ajusta a su divino cuerpo, ella es una mujer con una figura de modelo, su cintura definida que acentuaba sus caderas, sus tetas redondas y suaves, abdomen plano, sus piernas sexis sin llegar a ser musculosas. Ahora cualquiera que ve a Cinthya puede pensar que ella es una mujer que no te dirigiría la palabra, pero nada más lejos de la realidad. Ella es amable con todos y bastante inocente en algunas cosas, una sonrisa hermosa y una mirada dulce, que alegra hasta al más desdichado, su fina nariz, sus mejillas blancas que cuando hacia ejercicio se tornaban de un color rosado, no hacían más que incrementar su belleza. Todo esto súmenle su cabello castaño, lacio y sedoso. Todo en ella era espectacular.
-Cariño me escuchas? _ acercándose a mi
-si disculpa solo me quede pasmado por lo hermosa que te vez bailando.
-jaja ya sabes que me gusta bailar, aunque no sea muy buena.
– lo haces bien – y le di un tierno beso lo cual ella me correspondió
Después de cenar, me encontraba revisando algunos correos pendientes antes de acostarme cuando Cinthya entro a la habitación.
-Héctor porque no me dijiste nada de esto? _Con un tono serio mostrándome la invitación que me entregó mi jefe.
-A es cierto cariño lo olvide, pero tampoco es que quiera ir, es el cumpleaños del jefe y no quisi…
– ¿Como que no quieres ir? _aún más molesta… Si la invitación es para ambos y además es tu jefe no puedes quedar mal.
-Tú crees que sea necesario ir? _yo esperaba un negativa de mi esposa para librarme del dichoso cumpleaños.
-Por supuesto cariño hazlo por mi si_ con su tono de inocencia me convenció y bueno solo sería unas horas que podía salir mal me decía en mi mente.
Llego el sábado y Cinthya había salido desde tempranas horas, de compras con su mejor amiga Anahí, estaba emocionada y por eso la llamo, quería que la acompañe a comprar un vestido, ella quería estar presentable y elegante para la fiesta de la noche lo cual comprendí porque casi nunca salimos a fiestas y menos a cosas relacionadas con mi trabajo.
Ya casi era las 10 pm y esperaba a Cinthya en la sala a que terminara de arreglarse. cariño ya vámonos, te vez perfecta. No la había visto pero mi esposa con cualquier cosa que se pusiera se vería hermosa. Ya voy cariño no me apures_ me dijo desde la habitación
Pasaron 5 minutos más, escucho la puerta cerrarse y el sonido de sus pasos bajando las escaleras, al fin me decía a mis adentros. – ¿Listo cariño como me veo? -Cinthya te ves herm.._ hice una pausa no podía creer lo que veía, mi esposa llevaba un vestido corto de tirantes , solo un poco más arriba de sus rodillas me quede impactado por lo ajustado del vestido, se pegaba completamente a su cuerpo, dejando ver su sensual figura ,sus curvas espectaculares, sobre todo su perfecto culo se veía incluso más respingado y no era solo eso, llevaba un escote aunque no muy revelador se podía ver el nacimiento de sus divinos pechos desafiantes a la gravedad.
-Cariño no se me ve bien? _Con un tono de tristeza preguntaba mi esposa
tarde en responder un poco_- Cinthya estas hermosa, ese fue el vestido que compraste?
-Si, Anahí lo escogió, dijo que me veía bien- y no se equivocó, Cinthya se veía espectacular tal vez demasiado para una fiesta de cumpleaños,
-Pero dime no te gusta entonces? _ haciendo una cara de tristeza, la cual no pude decirle que se cambie o que use otro vestido sobre todo ya estábamos algo tarde.
-no cariño estas muy bien, seré la envidia de la fiesta_ sonreí para que se sienta cómoda y feliz.
-por un instante pensé que el vestido no te gustaría-decía ella aliviada
Enrumbamos a la fiesta y durante el camino veía a Cinthya lo hermosa que se veía con su vestido y su cabello recogido con solo unos mechones por su fino rostro, maquillado sutilmente. También me fije que el vestido se subía al estar sentada y mostraba sus bellos muslos suaves. El trayecto fue rápido y llegamos al lugar, apenas entramos me di cuenta que Cinthya llamaba la atención de los invitados masculinos, saludaba a todos los que conocía y presentaba a mi esposa, sin evitarlo todos se sorprendían al saber que mi esposa era alguien como Cinthya y hasta yo mismo pensaba cuanta suerte tenía. Saludar a don Ernesto era lo siguiente así que tomé de la mano a Cinthya y me dirigí a donde él se encontraba.
-Buenas noches don Ernesto, déjeme felicitarlo por su cumpleaños –le dije mientras estrechaba su mano
-Héctor!, gracias muchacho, pensé que no llegabas.
-Como no don Ernesto- fingiendo una sonrisa. Le presento a mi esposa Cinthya.
-Buenas noches don Ernesto lo felicito por su cumpleaños, estoy encantada de conocerlo.
Cinthya le entrego el presente que compramos, con su sonrisa tan tierna, pero don Ernesto se quedó un momento en blanco hasta que reacciono.
-Muchas gracias bella dama, Héctor tienes una esposa bellísima. -Decía repasando con la mirada a mi esposa
-lo se don Ernesto.
-bueno disfruten la fiesta y sírvanse lo que gusten.
Terminamos de saludarlo y antes de irnos don Ernesto le dice a mi esposa. Ese vestido, te queda perfecto- a lo que Cinthya solo sonrío fiel a su amabilidad y encanto. Después de saludar a don Ernesto nos ubicamos en una mesa junto a unos compañeros de mi trabajo. La música era rítmica y muchos de mis compañeros salían con sus parejas a bailar, yo por mi parte no soy nada bueno bailando.
-Cariño vamos a bailar
-sí, está bien vamos- lo hice solo para complacerla
Bailamos 2 canciones y yo ya no quería salir más a bailar, así que regresamos a la mesa a sentarnos, Cinthya estaba un poco molesta porque todos bailaban, pero ella me entendía. Tampoco la invitaban a bailar claro estando yo presente supongo que no querían incomodar. Así que para aligerar mi carga y cambiar un poco el ánimo le dije que iría por unas bebidas ya que había barra libre así que podíamos pedir lo que quisiéramos. Mientras estaba en la barra observe a Cinthya a lo lejos, ese vestido en verdad le quedaba espectacular, su figura resaltaba de manera sensual, aunque su rostro reflejaba una mueca de enojo que la hacían ver más sexi. Estaba esperando mi pedido y de nuevo voltee a ver a Cinthya, pero esta vez estaba don Ernesto con ella charlando en la mesa, me pregunte de que estarían hablando. De un momento a otro Cinthya cambio su rostro de enojo a estar riendo mientras hablaba con don Ernesto, me sorprendió la habilidad del viejo Ernesto para hacer cambiar de animo a mi esposa. Mientras esto pasaba me dieron los tragos y volvía a la mesa.
-don Ernesto en que le puedo ayudar? — no se me ocurrió decir nada más.
-Nada Héctor solo pasaba por las mesas y vi a tu esposa sola y pensé en hacerle compañía. – con una sonrisa enigmática
-si es que fui por unos tragos.
-Oh, ya veo. Ahora me dio sed también a mí. Por favor, Héctor, ¿me puedes traer un trago? —solicitó don Ernesto, mientras sus ojos se posaban en Cinthya, quien lo miraba con curiosidad.
-«Claro, enseguida lo traigo.» -Aunque no me hacía mucha gracia dejar a Cinthya sola con él, pensé que podría ganarme algunos favores con Don Ernesto, así que me dirigí al bar.
Mientras esperaba, no podía evitar girar la cabeza de vez en cuando para ver qué hacía Cinthya. La vi riendo, disfrutando de la conversación con Don Ernesto. Su risa era contagiosa, pero había algo en la forma en que él la miraba que me inquietaba. En un momento, ella se puso frente a él y, con un movimiento lento, seductor y algo torpe, se dio una vuelta, mostrando su deliciosa anatomía perfecta, la tela se ceñía a su figura, resaltando su cintura fina, ese vientre plano gracias a sus horas de ejercicios y sobre todo su culo que luchaba por no reventar su vestido. Cuando termino de dar su vuelta, él le dijo algo al oído, y ella respondió con su rostro lleno de sorpresa seguida de una risa contagiosa, en ese momento me pregunte que le había dicho para que ella reaccionara de esa forma. Seguía esperando así que apuré a los del bar para que me sirvieran el trago. Cuando finalmente lo tuve en la mano, miré hacia la mesa y ya no vi a Cinthya ni a mi jefe, los busqué con la mirada y los encontré, ellos estaban en la pista de baile, moviéndose al ritmo de la música, solo me quedaba esperar en la mesa, mientras lo hacía podía ver que Cinthya se divertía bastante con la compañía de mi jefe, pero de inmediato me venía a la mente la reacción de ella hace rato, se terminó la música y ellos volvieron.
-Ya volviste, Héctor ps cómo tardabas tanto Invité a Cinthya a bailar, espero que no te moleste eso.
-Sí, había mucha gente pidiendo bebidas y me demoré por eso. Además, no se preocupe. -Intenté sonar despreocupado.
-«Sí, además Héctor no baila mucho, jaja.» -respondía mi esposa, su risa era ligera, pero había un brillo en sus ojos que me hizo dudar.
-Sí, es verdad- me sentía un poco incómodo, pero no podía mostrarlo.
-Bueno ps a mí me fascina moverme. Si no hay problema, ¿podría seguir bailando con ella? – Su tono era casual, pero había una insinuación en su voz que me hizo sentir un escalofrío.
-Sí, ella puede seguir bailando, no hay problema. -La respuesta salió de mis labios antes de que pudiera pensarlo mejor. Cinthya sonrió, y en su mirada había una mezcla de emoción y desafío.
– ¡Claro que puedo!» Dijo con una sonrisa pícara.
No podía darle una negativa a mi jefe, y es por eso que respondí así. Cinthya, con su sonrisa encantadora, se levantó y se unió a Don Ernesto en la pista de baile. Los vi beber un poco antes de que se dirigieran a la pista, mientras se alejaban veía las caderas de Cinthya se veía sexi con cada movimiento, pero mi corazón se aceleró al ver cómo mi jefe la agarraba de la cintura, acercándola a su cuerpo. La forma en que sus manos se deslizaban por su espalda y llegaban casi a rozarle el divino culo de mi esposa, quien no le molestaba en ningún momento ese acto. Tal vez yo exageraba pensé, en ese momento, decidí que necesitaba un respiro me dirigí al baño y me di un buen chorro de agua en la cara, tratando de calmar mis pensamientos producto del alcohol. «Solo es un baile», me repetía.
Al salir, la música no era movida más bien se podía decir que era romántica, y las parejas bailaban pegadas, moviéndose lentamente al compás de la melodía. Cinthya y mi jefe hacían lo mismo, y noté cómo él se inclinaba hacia ella, sus labios casi rozando su oído podía notar que le decía cosas, con esa complicidad que parecía tan natural. Cinthya se reía, y esa risa, tan cercana y juguetona, me hizo sentir una mezcla de celos e incomodidad.
Mientras los observaba, el tiempo parecía detenerse, pero ya había pasado casi dos horas desde que llegamos, Don Ernesto la abrazaba un poco más y Cinthya solo se dejaba llevar, era obvio ya que mi jefe era alto y robusto con su panza producto del alcohol que consumió a lo largo de los años, en comparación a Cinthya que era delicada y esbelta, y muy bien cuidada. La música continuaba, y yo ya quería retirarme con Cinthya, pero no podía hacerlo ¿cuál sería la excusa para hacerlo?
Finalmente, la música se detuvo, y ellos regresaron a la mesa. Cinthya parecía radiante, su rostro iluminado por una sonrisa que no podía ignorar. Don Ernesto, por su parte, tenía una expresión de satisfacción, como si hubiera disfrutado de cada momento a su lado. La tensión en el aire era palpable, y aunque intenté romper el hielo, las palabras se me quedaron atascadas en la garganta.
-Cariño ya descansaste podemos bailar? – Dijo mi esposa, empezando la charla
– no amor me siento un poco mal- dije esa mentira para poder irnos al fin
-puedes descansar en uno de los ambientes que hay en este local- de inmediato don Ernesto ofreció esto.
Yo estaba a punto de aceptar porque no encontraba salida, pero Cinthya se adelantó y decidió que lo mejor era irnos, don Ernesto trato de convencerla para que se quede, pero ella firme le dijo.
-Lo siento don Ernesto, pero es mi deber como esposa procurar el bienestar de mi esposo- dijo esto con su tono de voz y su sonrisa tierna. – Esa era mi esposa me decía en mis adentros.
– tienes razón Cinthya- aceptando lo que decía, era sorprendente ver como cambiaba su actitud vulgar, cuando tenía una mujer delante- los acompañare a afuera.
Salimos a la calle y mi jefe se despedía de nosotros, don Ernesto me estrechaba la mano, pero a Cinthya le ofreció un abrazo al cual ella acepto con su amabilidad que la caracteriza.
Antes de subir al taxi don Ernesto recalco que esperaba verla pronto otra vez, al cual ella respondió con un “si me gustaría”. Llegamos a casa y Cinthya me atendió y dio los cuidados y luego de eso nos fuimos a dormir. El domingo nos despertamos como cualquier día la pasamos en casa sin preocupaciones, ya me sentía tranquilo puesto que Cinthya seguía siendo mi esposa amorosa de siempre. Llego el lunes y tenía que ir a la oficina a iniciar mi semana laboral como siempre. Mientras revisaba algunas cosas entro Raúl.
-Que tal Héctor, como estas? Me dijeron te fuiste de la fiesta porque te sentías mal.
-todo bien Raúl, no pasa nada mi esposa me ayudo.
– cierto con una esposa como la tuya cualquiera se recupera jaja
– claro, bueno anda a trabajar que nos van a llamar la atención.
Así pasaron los días sin novedades ni en el trabajo ni en casa, solo uno que otro comentario sobre mi esposa que no deje que me incomodara, bueno era lógico después de todo. Hasta que llego el jueves y me llamo don Ernesto a su oficina.
-disculpe don Ernesto ya estoy aquí.
-Héctor pasa apúrate. – mientras se acomodaba en su asiento. Mira Héctor sé que te debemos vacaciones y todos saben que cada año yo me voy a pasar unas ricas vacaciones a un club, mira, por motivo de tu buen desempeño, he decidido llevarlos a pasar vacaciones conmigo, no vas a gastar nada así que no te preocupes por eso muchacho, todo corre por mi cuenta.
-que? ¿Como así? ¿Estaba hablando en serio? – me quede sin palabras todo fue improviso.
-no ponga esa cara de muerto muchacho, claro que es enserio.
– bueno acepto, gracias don Ernesto.
– jajaja eso Héctor ps entonces avísale al bombón de tu esposa que va a pasar unas “ricas vacaciones”- decía feliz el viejo riendo
-si don Ernesto lo hare
continuara..
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!