Mi esposa gozada por su amigo.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Siempre fantaseamos con mi esposa con un tercero en nuestra relación, mi esposa se excita demasiado con la sola idea de estar con otro hombre.
Un día me habló de un amigo suyo, Marcelo, con el cual estuvo a punto de hacerlo, pero que no se concretó, lo cual la había dejado muy caliente y con la duda de cómo sería en la cama.
Esta confesión me molestó, pero a la vez me dio curiosidad de saber cómo sería mi mujer con otro en lo sexual.
Estábamos con Miriam, mi mujer, compartiendo unos tragos, cuando se me ocurrió la idea de que tratara de contactarlo.
Al principio ella se reusó, pero noté que se calentó con la idea.
Lo comenzó a buscar por facebook hasta que logró conversar con el.
Bastaron unos minutos para que sus recuerdos y deseos salieran a flote.
Ella le dijo que estaba sola en casa y le recordó la vez de cuando casi fue suya, el de inmediato prendió y le dijo que estaba trabajando, pero que estaba de nochero y solo.
La invitó a su trabajo, él la vendría a buscar a mi casa.
Miriam aceptó no sin antes acordar conmigo que me contaría todo con lujos y detalles.
Así fue que el la vino a buscar en el vehículo del trabajo, escondido vi su cara de depravado al ver a mi mujer.
Miriam se puso una falda corta y apretada que dejaba ver sus hermosas piernas y su espectacular culo.
Tambien llevaba una camisa ajustada con un escote que mostraba sus grandes y exquisitos pechos.
Se subió, lo saludó con un beso en la mejilla y se fueron.
Esa noche no dormí pensando en lo que haría mi esposa con su amigo.
A las 6 am.
Llegó, venía despeinada, con ojeras, su ropa desarreglada, pero con una gran sonrisa.
La rabia se apoderó de mi, pero mi calentura fue mayor y solo atine a decirle que me contara todo de inmediato.
Ella aún cansada por la noche que había tenido comenzó su relato.
Cuando se subió a su vehículo la miraba de pies a cabeza, pero sin decirle nada.
No apartó la vista de sus piernas ni de sus tetas.
Al llegar al lugar donde trabajaba la hizo pasar a una especie de habitación donde había una cama, Miriam se detuvo y le preguntó, como si no supiera, que tramaba.
Marcelo solo la miró y salió del cuarto.
Pasó un momento y mientras Miriam observaba el lugar, este entró desnudo y la tomo por la espalda.
Ella de inmediato sintió su miembro como piedra apoyado en sus nalgas.
Ella trató de hablarle, pero el de inmediato la dio vuelta y la calló con un fogoso beso llenándole la boca con su lengua.
Luego metió una mano bajo su falda agarrando sus nalgas y con la otra comenzó a desabrochar su camisa.
Miriam no resistía tanta calentura y empezó a acariciarle su miembro mientras este ya tenía sus tetas al descubierto.
Sin darle tiempo a nada la empujó sobre la cama y le sacó la falda dejando a la vista su diminuto calzón, el cual también quitó para darle una chupada a su zorrita que casi la hace acabar.
Miriam lo miró a los ojos y comprendió que tendría su merecido.
El se puso encima de ella, abrió sus piernas y la penetró de un solo golpe.
Tenía una verga gruesa y larga.
La bombeaba como un animal, mi mujer estaba por alcanzar su primer orgasmo mientras el le tomo las piernas y las puso en sus hombros.
Miriam sentía que se desmayaba, le decía: Marcelo detente, pero el nada decía, le chupaba sus tetas y la ensartaba de manera violenta.
La estaba culeando como nunca lo habían hecho.
Su verga llegaba hasta el fondo de mi mujer, le apretaba sus tetas, sus bolas golpeaban en la vagina de mi mujer haciéndola gritar como una puta.
Miriam como pudo salió de su posición, tomó su verga y se sentó en el, cabalgándolo en forma desesperada.
Miriam saltaba sobre su amigo al sentir ese pedazo de carne atravesándola.
Marcelo tomaba sus lindos senos chupándolos ambos al mismo tiempo mientras Miriam estiraba su mano y le acariciaba las bolas.
Al cabo de unos minutos ambos sintieron el orgasmo que se aproximaba, aceleraron sus movimientos y acabaron al mismo tiempo.
Marcelo la llenó con su semen y ella cayó rendida sobre su pecho.
Descansaron unos minutos y ahora fue Miriam quien tomó la iniciativa.
Comenzó a besarlo y empezó a descender hasta que se introdujo la verga de su amigo en la boca.
Le repasaba las bolas y luego su fierro haciéndolo temblar de placer.
El tomó su pelo y metía su verga hasta el fondo.
A estas alturas su miembro ya esta erecto y duro nuevamente.
Miriam lo comenzó a montar mientras Marcelo le decía que esta noche ella era su putita.
Sus cuerpos sudados y calientes no hacían mas que confirmar las ganas que se tenían.
Miriam lo tenía dominado con sus movimientos, el solo atinaba a agarrar su culo tratando de tocar su ano.
Después de unos minutos Marcelo logró su objetivo introduciéndole un dedo en su hoyito y con la otra mano la tomaba firmemente de la cadera, clavándola fuerte y duro.
Mi esposa no aguantó mas.
Marcelo la pisaba como siempre imaginó.
Entre gritos y espasmos, arañando el pecho de Marcelo, acabó con el segundo orgasmo de la noche.
Marcelo aún seguía con su verga al máximo, así que tomó a mi mujer, ya sin fuerzas para detenerlo, la puso a lo perrito y comenzó a besarle y lamerle el culito.
Le metía la lengua en su ano haciendo que mi esposa se retorciera de placer.
Miriam trató de cambiar de posición, pero su amigo le tomó con fuerzas de las caderas y empezó a penetrarla lentamente por el culo.
Ya cuando iba la mitad de su verga dentro de Miriam empujo con fuerzas haciendo gemir a mi linda esposa.
Toma puta, te romperé el culo por caliente le decía, Miriam sentía una mezcla de dolor y placer, pero siguió adelante aguantando la verga de su amigo.
La bombeaba con fuerzas, tiraba de su pelo y la atraía hacia el.
Ella apretaba su ano tratando de hacerlo acabar pronto, pero solo conseguía calentarlo mas.
Marcelo ahora tomaba sus pechos y besaba su espalda y cuello.
Miriam comenzó a moverse al ritmo de su amigo hasta que éste ya no podía más.
Marcelo sintió un gran orgasmo acabando dentro del culo de Miriam, soltando los primeros chorros de semen dentro de mi mujer y luego sacó su verga y lanzo lo último que le quedaba en la espalda de ella.
Después de juntar fuerzas se vistieron y el la vino a dejar.
Agradecida por la noche que le dió su amigo, mi esposa le regaló una última mamada mientras Marcelo conducía de vuelta a casa.
Desde esa noche nuestros encuentros son mas deliciosos y mi mujer siguió visitando a su amigo de vez en cuando.
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