mi historia real
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Tengo 36 años mi nombre es Andrea y mi vida intima ha venido estado dando tumbos drásticos desde hace un tiempo atrás.
Creo que todo empezó desde mi noviazgo, Juan fue mi único novio desde siempre y jamás tuve intimidad con ningún otro hombre, me propuso matrimonio apenas llegué a los 25 años, la emoción del momento me hizo aceptar sin condiciones, le entregué mi vida y mi virginidad unos meses antes de que me propusiera matrimonio. Mi vida sexual era del tipo clásica, sin nada especial que decir, días antes de llegar al altar, nos reunimos un grupo de amigas, con la intención de realizar una despedida de soltera.
Allí entre muchos tragos y poca comida, tuve contacto con un “stripper”, allí como era de esperarse el chico me tomó por las caderas y en varias oportunidades presionó mi vulva contra su pene, cuestión que me puso los pelos de punta, dándome una sensación de excitación totalmente desconocida para mi.
Fue una experiencia un tanto extraña, que de una manera u otra despertó muchas dudas y curiosidades acerca del contacto íntimo con el género masculino.
El tiempo pasó y luego de un par de años de matrimonio “normal”, asistí nuevamente a un sitio de moda donde las chicas dan rienda suelta a todos sus instintos, me sentí como un verdadero dinosaurio sonrojada todo el tiempo acepté ser nuevamente la victima de un stripper, quien esta vez acarició un par de veces mis pechos vulva y nalgas, con una fuerza que creo que alcancé un orgasmo solo al sentir sus manos apartando mis nalgas de par en par mientras recostaba su miembro semi erecto sobre mi entrepierna.
Al llegar a casa no pude disimular mi culpa y terminé por contarle a mi marido la experiencia. El lo tomo normal y sin señales de molestia conversó conmigo diciéndome que eso es lo de moda y si iba a ir a sitios como ese debía aceptar lo que allí sucede, claro esta que me advirtió que como mujer casada debía poner un límite o no me gustarían las consecuencias. Al pasar de los años di por olvidada la experiencia y fue cuando accidentalmente vi el miembro de un compañero de trabajo, y nuevamente volví a experimentar sensaciones encontradas respecto a mi sexualidad.
Sucedió de la siguiente manera yo entre al baño de mujeres y allí estaba un asistente quien sin camisa, y con sus pantalones abajo limpiaba un accidente con la cafetera, no pude disimular ver atónita aquel instrumento que sin estar erecto sobrepasaba ampliamente lo que mi conocimiento del área me decía. Fue el quien me despertó de mi embeleso disculpándose por haber entrado al baño femenino y no colocar el cerrojo. La sensación fue la misma aunque debo aceptar que un poco mas acentuada, nunca antes vi otro pene en mi vida. Y menos de ese tamaño tan llamativo, sus bolas estaban afeitadas y tenía una especie de triángulo en el corte de su bello púbico, me provocó tocarlo y hacerle travesuras.
Fantaseé con ese momento por muchos días, incluso cuando hacía el amor con mi marido imaginaba que era ese enorme pene el que penetraba mi cuerpo, llegue a exquisitos y prolongados orgasmos que elevaban altamente el autoestima de mi marido. Poco a poco y con el pasar de los días entablé una buena amistad con Douglas, así se llama mi compañero de trabajo, nos veíamos a menudo en las horas de descanso y en ocasiones me acompañaba a la estación del metro, así fui cediendo a la primera impresión que tuve de mi amigo y a los pocos meses termine en sus brazos en el mejor y mas intenso encuentro sexual que halla tenido en mi vida, fue demasiado especial, fuimos a un hotel de paso al salir del trabajo y una vez solos me desprendió de mi ropa con una dulzura indescriptible, luego acarició con sus manos y lengua cada centímetro de mi cuerpo, deteniéndose por largo rato en mis senos y vulva, arrancándome pequeñas convulsiones y gemidos de placer, que no tardaron en convertirse en un largo y placentero orgasmo, cuando tuve su pene completamente erecto en mis manos sentí miedo de ser envestida por algo tan grande y por momentos tuve dudas acerca de si soportaría tal tamaño, luego de saborearlo y lubricarle largamente con mi boca procedí a acomodarlo en mi vulva que goteaba inmensas cantidades de flujo, en la penetración sentí como desgarraba suavemente mis entrañas y creo que tuve orgasmos continuos durante toda su entrada en mi. Luego de acomodarlo completamente comenzó un vaivén armónico fuerte pero muy cariñoso hasta que mi humedad empapó por completo su pene, por instinto comencé e contornear mis caderas como una experta esto le puso el miembro como una roca, a la vez que sujetaba mis nalgas con mucha firmeza y abría con sus codos mis piernas al ritmo de cada embestida. Hicimos el amor tres veces seguidas y de no tener que regresar a casa seguramente me hubiese quedado con el, intentamos varias posiciones sexuales y disfruté cada una de ellas, en el 69 trague completamente su semen y por un momento estuve a punto de entregarle hasta mi virginal culo, el me contuvo y me sugirió que lo dejara para otra ocasión como en efecto lo hice.
Esa noche al acostarme en mi cama eran las 3:00 am. Y no podía conciliar en sueño sabiendo que ha mi lado dormía la persona a quien había traicionado. Sin embargo por otro lado no lograba apartar por completo de mi mente las imágenes de aquel maravilloso encuentro sexual. Vencí el remordimiento y a los pocos días viví una vez más un encuentro sexual con Douglas. Esta vez sí desvirgó mi culo, no sé cómo pudo encajar su enorme verga en mi pequeño orificio, pero lo logró y luego de varias semanas de intenso dolor se volvió parte de cada uno de nuestros encuentros sexuales, no nos levantamos hasta no haber echado un buen polvo en mi culo.
Nos volvimos constantes y todas las semanas hacíamos tiempo para encontrarnos 2 o tres veces y entregarnos con locura, siento que estoy perdida por el, he llegado hasta meterle en mi casa para pasar la noche juntos fornicando toda la noche en la cama que comparto con mi pareja.
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