Mi infidelidad con el albañil.
Visito al albañil que construye mi casa, sin imaginar lo bien que sabe hacer su trabajo..
MI PRIMERA INFIDELIDAD CON EL ALBAÑIL
Mi nombre es Mónica, tengo 38 años, mido 1.68 m. Soy de piel clara, tengo el cabello negro claro y un poco largo, no soy tan delgada, digamos que en el peso estándar de toda mujer de mi edad, tengo una cara bonita afilada y ojos color marrón claro. Mi manera de vestir es de acuerdo a la época, siendo mis prendas favoritas, las faldas cortas y las blusas con manga corta y corte princesa, lo cual hace resaltar parte de mi cuello y la raya que divide a mis pechos.
En esta ocasión les quiero relatar como fue la primera vez que le fui infiel a mi marido con un rudo y fuerte albañil, esto ocurrió por el año 2023, sucedió que un familiar mío por parte de mi padre, había fallecido tiempo atrás y sorpresivamente me dejó como herencia, un pequeño lote, que estaba ubicado en otro distrito (estado en otros países) donde vivía, a casi una hora de viaje en ida y vuelta, cuando me enteré de la noticia, con mi esposo y mis hijos fuimos a ver el terreno y la verdad se veía muy atractivo, como para hacer una construcción. Tras conversarlo con mi marido y teniendo mis ahorros que guardaba en un banco, decidí empezar a construir en el susodicho lugar.
Tenía 36 años recién cumplidos, aunque siempre he aparentado menos edad de la que realmente tengo. Desde chica me ha gustado hacer ejercicio solo para tonificar mis piernas y glúteos, así que como dije líneas arriba, puedo presumir que tengo una hermosa figura, mis senos medianitos y redondos, mis pezones son rositas y como montañitas. El constante ejercicio tanto en el gym, como en mi casa con los quehaceres, me han dado como resultado el abdomen plano y un culito muy bien formado. Cuando uso jeans se me marcan muy bien las nalgas levantaditas y al juntar mis piernas se me forma un huequito en mi zona íntima. A esto presumo de mis piernas estilizadas que me gusta mostrar cuando uso faldas, pues tengo la piel muy suave. Me gusta ser muy femenina, seductora y vestir provocativa, aunque siempre procurando mantener una buena imagen ante las personas que me conocen y sobre todo, de los celos de mi marido.
Mi esposo se encargó de contratar al maestro albañil encargado de comenzar con la construcción, tras llegar a un acuerdo y plazo establecido, comenzó con su trabajo y cada jueves de la semana, él iva a ver como andaba todo por allá comunicándome siempre los resultados que se iban dando, al cabo de un mes y medio, mi esposo me comentó que ya la casa estaba en un 80% ya terminada y que solo faltaban algunas cosas, entre ellas dos recámaras y la escalera que daba para la segunda planta.
Yo hasta ese entonces, no había ido a ver mi lote, debido a mi trabajo y también, porque no podía dejar a los niños solos, pero recuerdo que un jueves, mi esposo me dijo que su trabajo tenía una emergencia y que no iría a ver la construcción, fue entonces cuando me pidió que yo vaya a ver como estaban las cosas, por suerte para mí, mis hijos estaban de vacaciones por feriado patrio y justo se habían ido de viaje con sus abuelos paternos, por lo que esa mismo día, decidí ir a ver con mis propios ojos, como estaba mi casa.
Debido a que aquel día estaba un poco templado el clima, decidí ir con una falda no tan larga ni corta de color azul noche, una blusa color roja sin mangas largas, una tanga colales bastante apretadita y un brazier blanco, tomé el camión que me llevaba al distrito y pude darme cuenta como varios hombres me recorrían con la mirada a mi cuerpo y yo, sonreía a la situación. Varios tipos me dijeron siéntese señora, aquí hay asiento, pero yo solo permanecía sonriente y dejar que sigan disfrutando del show, hasta que llegué al distrito mencionado y comencé a caminar al lugar.
Continué caminando entre edificios de interés social con parques y jardineras comunes en los que había columpios oxidados y la mayoría de las paredes tenían grafitis. Las calles estaban muy sucias, ya que como suele pasar el servicio de limpieza pública era muy deficiente, sumando a esto, las pocas casas de la zona. Estaba haciendo algo de calor, pero no me incomodaba, debido a la ligereza de mi ropa que llevaba en ese momento. Me sentía tan femenina y desprotegida en esa calle, sentí miedo y caminé más de prisa.
Unos metros adelante vi la construcción de mi casa, la cual tenía una puerta de lata improvisada, logré ingresar y adentro se emitía un color oscuro gris con vigas de madera levantadas como deteniendo el techo, había montañas de arena y grava afuera de la construcción que estaba entre dos terrenos baldíos. Estaba parada a la entrada, luego caminé unos cuantos pasos más, intentando llamar a alguien si me recibía, seguí caminando un poco al fondo, cuando veo fue entonces a un hombre de tez morena, como de 50 años, con barba un poco corta, de 1.80 m de estatura aproximadamente, que vestía una playera negra, con una pantaloneta muy corta (casi en ropa interior) y en sandalias, el cual estaba recostado en la arena, tomando cerveza. Le saludé con un hola, él como que se asustó y me preguntó quién era, respondiéndole que era la dueña del terreno en construcción y que había venido a ver como iba el trabajo.
Me di cuenta ahora frente a frente, que era el típico albañil de aspecto rudo, empolvado de arena y cemento, tenía una mirada muy morbosa con la que me veía como si quisiera echarte un polvo ahí mismo. Se presentó con el nombre de Alex y empezó a hacerme un recorrido por el lugar, emitiendo una voz muy masculina. Le pregunté donde estaban los demás ayudante y me respondió que por ahora estaba solo cuidando, debido a que le pidieron permiso por diferentes motivos. El recorrido por el lugar continuó y me daba cuenta que no dejaba de mirarme las nalgas, en ese momento no sé que sentí algo excitada, pero contuve la calma. Llegamos al lugar donde lo ví sentado y yo cansada de la caminata, pregunté si tenía sillas donde apoyarse y me ofreció un ladrillo en buen estado como asiento, mientras él volvió a sentarse frente a mí.
Me ofreció una cerveza, yo como que me hice de no querer, pero debido al fuerte calor del momento, le acepté, comenzamos a conversar, me contaba de su vida, su hogar y yo también del mío, en ese mi marido me llama al móvil diciéndome como había llegado y le comenté que bien, que ya conocía al albañil y que me enseñó el avance de la construcción. Tras unos cinco minutos de charla, me colgó diciéndome que en su trabajo iba a salir de viaje y que no regresaba hasta dentro de tres días. Tras cortar la charla telefónica, seguíamos charlando, él me ofreció otra lata y le acepté, al cabo de unos minutos, tenía ganas de ir al baño, pero como no estaba listo el cubículo con la taza y el sistema de desagüe, me fui a un costadito y oriné encima de tierra desmonte, pero me di cuenta que el albañil me estaba espiando, esta situación no la tenía en mente, pero dejé que la disfrutase. Tras vaciar el contenido orinal, regresé y observé que él seguía tocándose con su mano su paquete, no miento que en ese momento quería salir corriendo y volver a mi casa, pero ya estaba en el lugar y por primera vez los deseos de pecar, después de mucho tiempo de casada, florecieron. Me acerqué a sentarme otra vez al ladrillo y para ello, me saque los zapatos que traía puesta y me senté en una posición de piernas abiertas, enseñando un poco mi tanga.
Al cabo de unos minutos, Alex se paró y se fue a orinar, me levanté quedita y pude verle que se liberó del short que llevaba puesto y ante mí, salió su herramienta, con la cual emitía grandes chorros de orina, mientras se la meneaba un poco. Volví a sentarme, hasta que regresó, fue cuando le dije que tenía que irme, él como que no quiso que le hiciera, me paré a colocarme los zapatos, cuando en eso, él se acerca y me abraza por detrás, diciéndome:
—¡Ay mamacita que rico culo tienes! —
Me sentí ofendida, pero a la vez muy excitada, de escucharlo decir tal piropo vulgar, digno de un albañil que se respete.
Mi abdomen se estremecía de los nervios, sentí como mi vagina lubricaba y me pedía ser penetrada, algo en mi inexplicablemente me decía que ya era momento de aprovechar las circunstancias se prestaban para vivir esa experiencia, estando un poco mareada producto de las tres cervezas que tomé y sola con ese hombre rudo y morboso. La fantasía que rondaba por mi mente desde hace minutos atrás, se podría cumplir, todo dependía de mí. Cuando ya estaba dejando atrás la construcción, el deseo sexual que sentí, hizo que inevitablemente volteara hacia atrás y mirándole frente a frente, le di un beso en los labios, a la cual el correspondió y muy bien, quien no dejaba de tocar fijamente mi culo, me hizo sentir como si me desnudara con la mirada.
Un fuerte deseo de ser penetrada por ese moreno alto, fue alimentando la morbosidad de ese sucio albañil. Él se alejó un momento, colocó la puerta de lata y tras asegurarla con un garrote, el lugar se volvió más oscuro, otra vez nos acercamos, hasta juntar nuestros cuerpos y con mi mano derecha froté su verga sobre el short muy suavemente, pude notar como el albañil comenzó a tener una fuerte erección, sentí como se ensanchaba al frotarla con mi mano, él no podía hablar solo se escuchaba su respiración jadeante de lujuria.
Yo sentí tanta excitación que no pude resistir las ganas de apretar fuerte su verga y preguntarle:
—¿Te parezco bonita?
—Sí señora, estás bien guapa —Me dijo con tono morboso.
Entonces yo como gatita en celo me giré de espalda y froté mi culo contra su verga muy cachondamente.
—¡Mmm! ¡aaahhh! ¡aahh! —Yo gemía para excitarlo más.
—Que rico pene, lo tiene bien duro —Tomé sus manos y las puse sobre mis senos, él comenzó a apretarlos.
—Estás bien sabrosa mamacita, te voy a meter bien duro mi herramienta. ¿Sí quieres que te la meta verdad?
—Sí, quiero que me cojas, tengo la fantasía de ser cogida por otro, que no sea mi marido. —Le dije con voz gimiente.
—Ven, pásate para cogerte como quieres.
El albañil me llevo de su brazo hasta el mismo lugar donde estábamos, sacó unos sacos vacíos de cemento, la cual utilizó como colchón improvisado, yo estaba muy acalorada y con deseos, nunca antes sentido.
—No tengas miedo preciosa, te va a gustar. —
El albañil se lanzó sobre mí y comenzó a besarme, me lamía el cuello y tocaba mi culo muy rico, me abría las nalgas con fuerza. Me seguía tocando los senos, yo me derretía en sus brazos, estaba sintiendo mucha excitación, mis fluídos eran suficientes como para lubricar a tres vaginas al mismo tiempo. La lujuria que me provocaba estar dentro de esa construcción a solas con aquel rudo albañil, me hizo sentir mi vagina muy caliente y sensible.
—Quiero que me haga suya, que me coja muy fuerte. Quiero sentir que me penetra con todas sus fuerzas. —Le dije con voz de mujer puta.
—Pero eso te va a doler mucho preciosa ¿Estás segura que quieres que te coja fuerte?
Sin repetir la invitación, Alex, con sus manos me quitó la blusa muy despacio,. Quede con mi brasier a la vista y el albañil que jadeaba de lujuria agarró mi brasier de la parte de enfrente y con sus dos manos lo estiró fuertemente lastimando mi piel hasta reventarlo, en consecuencia, mis senos quedaron completamente expuestos frente a ese animal hambriento, que al verlos comenzó a lamerlos deliciosamente como si quisiera tragárselos, me causaba una gran excitación sentir una lengua en mis senos por primera vez, estaba haciéndome chupetones, yo no dejaba de llorar entrecortadamente El albañil ahora estaba lamiendo y succionando mis pezones rositas, me estaba atormentando de placer, sentí como me los pellizcaba y se hacían como montañitas y muy duros, mi cara no podía evitar expresar placer, yo lo miraba muy cachonda con mi rostro bañado en lágrimas de verguenza y excitación.
Después me lamió el cuello y lo chupeteaba mientras me decía en el oído:
—Que bien hueles putita, te quiero comer mamacita
— Calla y sigue …
—Pues si es lo que tú quieres entonces, te voy a complacer mamacita —Me dijo mientras frotaba con su mano mi vagina, de una forma tan brutal, que mis ojos ya se blanqueaban de la excitación
El albañil continuó apresuradamente y me bajó la falda de un jalón con sus dos manos y quitármelos por completo dejándome solamente con mi tanguita colales, me arrojo encima de las bolsas mencionadas. Yo estaba boca arriba con ese hombre entre mis piernas, y él con su mano derecha agarró mi tanguita y me la arrancó de un jalón lastimando mucho mi zona íntima, aquel sujeto estaba impaciente por cogerme, mi vagina rosita y depilada quedo expuesta ante él.
Luego este me agarró de las piernas y las abrió completamente, se lanzó sobre mi vagina y me lamió como animal sediento, metiendo su lengua en mi vagina virgen.
En ese instante, yo me preguntaba a mi misma, cuantas mujeres habrían estado ya con ese barbaján, mientras continuó lamiendo y de pronto sentí como succionaba y lamia mis labios vaginales.
—¡Aaayyy! ¡mmmm! ¡aaahhh! ¡mmmjjjj! —Yo soltaba fuertes gemidos.
El macho este se levantó y se quitó la playera apresuradamente, así como el short y un boxer negro, hasta quedar completamente desnudo. En ese momento pude ver la verga completamente erecta, parecía reventar, aunque no muy grande, pero si muy gorda, tenía una ligera curvatura hacia la izquierda y apuntaba hacia arriba con la punta totalmente descubierta, le colgaban unos testículos muy grandes, el vello púbico era abundante.
Sabía lo que quería primero, pues me tomó del cabello y me arrodilló, llevándome contra su verga, yo solo mire a ese pedazo de carne, que olía a orines y me daba mucho morbo
—Abre la boca putita —Me ordenó el muy depravado.
Así que yo abrí mis labios carnosos y comencé a engullirla lo más que podía, yo me sentí feliz de hacer sentir a ese hombre tanta excitación, él me jalaba del cabello, metía y sacaba su verga de mi garganta frenéticamente impactando mis labios rojos hasta la base de su verga.
Después de algunos minutos de esta chupándosela, me volvió a aventar boca arriba sobre las bolsas y él se acercó apresuradamente jadeando y diciendo vulgaridades.
—Ahora si te voy a meter la verga mamacita, vas a sentir lo que es tener una verga bien adentro.
Abrió mis piernas muy fácilmente pude sentir que era un hombre muy fuerte, acercó su rostro morboso a mi zona íntima y escuché como sacó un gargajo y me escupió en la vagina para lubricarme. Entonces con una de sus manos sostenía mi pierna derecha y con la otra mano acomodó su verga a la entrada de mi vagina, sentí como mis labios vaginales estaban tan sensibles por las lamidas que me había dado, el barbaján metió un poco la punta de su verga y sentí como mi vagina se abría para recibir su miembro viril, debido a mi lubricación, esta consintió la entrada de dicho mástil, a la cual se quedo quietó unos momentos, antes de clavarla de golpe.
—¿Estás segura que quieres que te coja con todas mis fuerzas?
—¡Sí, por favor! —Le grité ardiendo de excitación.
Sentí como su verga entro hasta el fondo de mi vientre destrozándome por dentro, fue un dolor tan placentero, que jamás había vivido en mis años de casada y menos en mi adolescencia con mi ex anteriores novios. El dolor y el placer eran tan grandes, que mi lado mas puta, floreció, de un largo sueño.
—¡Aaahh! ¡aaah! ¡aaayyy!
—¿Estás bien hermosa? ¿Quieres que continúe? —Me preguntó muy excitado.
—Sí, estoy bien, cójame fuerte, no se detenga
Él seguía hundiendo con fuerza su verga en mi interior, mi abdomen sufría fuertes espasmos y mis piernas estaban acalambradas, solo me retorcía de dolor.
Entonces el volvió a colocar su verga y me la ensartó otra vez de un fuerte empujón, mi vagina estaba lubricada por mis salivas impregnadas en su pene y las de su boca, me estaba penetrando tan placenteramente y yo le correspondía a dicha cogida, mis labios buscaban los suyos y así estuvimos un rato en pose de misionero, mientras con nuestros osculos, alimentábamos más la pasión.
Continuó cogiéndome ahora de forma pausada, la penetración era muy despacio y el sus fuerzas no mermaban, sentía sus gotas de sudor caer sobre mi piel, entonces él se lanzó sobre mis senos para lamerlos, eso me hizo sentir un poco de alivio pues era como una caricia que me relajaba, después comenzó a succionarlos y apretarlos muy fuertemente con sus manos, pellizcaba y jalaba mis pezones rositas provocándome un dolor insoportable, sentía como si me los fuera a arrancar. Me estaba atormentando con una mezcla de dolor y placer que me arrebataban fuertes gemidos:
—¡aah! ¡aau! ¡mmm! ¡aahh! ¡sí! —Él disfrutaba mucho hacerme sentir placer y causándome dolor a la vez, cada que me quejaba podía ver su cara de morbosidad.
Yo me sentí tan femenina al estar siendo penetrada de forma tan vigorosa, que un calor fue alimentándose en el fondo de mi vientre, era como una llama que ardía de placer en mi interior, sentí una sensibilidad y excitación en mi panocha, mi piel se erizaba levantándome los pezones y dejándolos duros como montañas, las piernas se me entumían, y mis ojos se me desviaban hacia arriba del placer que me provocaba esa tremenda verga, mi abdomen se contraía y mis piernas comenzaron a temblar a la vez que mi vagina se convertía en un rio de agua dulce, estaba teniendo un fuerte orgasmo, el primero de esa tarde.
—Ay señito, te viniste bien rico, que buena estás mamacita, eres una putita
Yo solo podía escuchar el sonido húmedo de nuestros cuerpos al chocar piel con piel.
De pronto el albañil comenzó a jadear muy fuerte hasta que sentí como un chorro de semen caliente me inundó el vientre provocándome espasmos, el albañil permaneció dentro de mí dejando caer todo su peso, estaba muy agitado y cansado, me mojó de sudor. Yo sentía mi vagina mojada de saliva y de semen escurriendo, mientras que mi albañil, iba perdiendo la erección, aún así se acercó y me dio otro beso tan intenso, a la cual no le hice desprecio.
Pasamos unos minutos abrazados y creí ya todo había terminado, pero de pronto sentí como la verga de Alex estaba teniendo de nuevo una fuerte erección, estaba sobre mi zona íntima y pensé que me volvería a penetrar. Me puse muy cachonda y comencé a lubricar de nuevo, él volteó a verme como si me quisiera comer.
—Ay mamacita, estas tan sabrosa que ya me pusiste bien dura la verga de nuevo —Me dijo mientras me miraba el culo—. Voltéate mamacita.
—¿Quieres hacerlo por mi culito? —Pregunté muy cachonda
—Ponte boca abajo mamacita. —Insistió de forma muy depravada.
El albañil me tomó de las piernas y me giró boca abajo, yo volví a entrar en pánico, me abrió las piernas con fuerza, se acercó a mi culo no sin antes, de darme unos besos bien intensos a mis nalgas, para luego hacerme por unos minutos un beso negro tan rico, que yo quería con mis manos, tocar su cabeza y meterlas más en mi hoyo anal, sentir sus labios y lenguas, ohhhhhhh solo pensé que era típico de las películas porno, pero esta era la realidad, después de unos minutos de chuparme el ano, se acomodó colocando la punta de su verga enorme en la entrada de mi culo, me quede quieta, dispuesta a sentir.
El albañil restregó varias veces la punta de su verga en mi ano ensalivado, lo que me provocó mucha sensibilidad y excitación. En ese momento me puse muy cachonda, quería sentirla de una vez. El hombre colocó su pene presionando un poco mi esfínter anal, y cuando estaba sintiendo como mi ano se abría un poco para recibir tremenda verga, él albañil dejo caer el peso de su cuerpo sobre de mí ensartándome su verga bestialmente de un empujón. Su carne de aquel hombre se abrió paso entre mi ano, entrando y saliendo con una facilidad, sentí que mi culo, ya era un túnel ante semejante monstruo. Sentí una punzada insoportable en mi esfínter anal, el dolor me recorrió todo el cuerpo, mi corazón se aceleró y la vista se me encandilaba, sentía que me iba a desmayar. El ardor fue un poco horrible, pero yo me sentía excitada, así que lo dejé continuar sodomizándome. Mis senos excitadísimos por las chupeteadas que me había dado antes, rosaban sobre las bolsas esas, me sentí tan cachonda, en ese momento yo creía que me iba a desmayar, ya no tenía fuerzas, estaba completamente rendida, adolorida, pero la lujuria de sentirme follada por mi ano, pudieron más (que me perdone mi marido).
Alex siguió penetrándome un poco más, metiendo y sacando su pene de mi abertura anal, mi culo pedía verga, era como si ese miembro viril me complementara. Sentía el ano totalmente desgarrado y húmedo de precum y saliva. Mis gemidos eran incontrolables, El albañil siguió cogiéndome, jalando violentamente mi culo contra su verga, cuando en ese momento mi celular sonó por segunda vez el timbre, no lo contesté, para no perder el momento placentero, de mi celular estaba sonando dentro de mi bolso, él se excitó mucho más, me jalo del cabello, comenzó a cogerme más fuerte, de una forma muy agresiva durante un par de minutos, me sentía desvanecida sobre el ya casi suelo, de tanto movimiento, las bolsas se alejaron, cuando en eso, comenzó a gruñir más rápido y plum, sentí algo caliente inundándome, mientras yo me inundaba en otro orgasmo paralelo.
Nos caímos otra vez al suelo, fundido en otro abrazo tan intenso, Alex no dejaba de acariciarme y yo de besarlo, parecíamos el yin yang los dos ahí cuando en eso veo que ya iba a ser las 7 de la tarde y que debía volver. Nos levantamos me puse mi ropa rápido, él salió a mirar si no había nadie en la calle, por suerte el lugar era un desierto en ese instante, nos despedimos con otro beso y caminé rápido a tomar el camión.
Por suerte conseguí un asiento trasero y no veía a nadie, en mí un poco la vergüenza y otro el placer. Los pasajeros me miraban con morbo, sinceramente yo olía a mucho sexo en ese momento, Cuando iba a llegar a mi casa vi que uno de mis vecinos estaba afuera, así que esperé que se metan a su casa y yo pude entrar a la mía sin ser vista.
Al entrar a mi casa, subí a mi habitación para revisarme pues estaba muy adolorida, así que me desnudé y al verme en el espejo grande de mi habitación observé mi cabello maltratado, mis labios estaban manchados de labial tal como yo me imaginaba, mi cara con el rímel escurrido y babosa, por las lamidas que me dio. Tenía dos chupetones pequeños y evidentes en el cuello. Mis senos estaban raspados por el suelo y chupeteados, mis pezones rositas estaban muy irritados y sensibles todavía. Mi abdomen, piernas y rodillas igualmente raspados. Me giré para verme en el espejo y abrí mis nalgas con cuidado para revisarme, tenía el ano muy irritado y enrojecido, me ardía mucho. Me senté en la cama, abrí las piernas y observé que tenía chupetones en mi zona íntima, estaba manchada de semen que escurrían de mi interior, mis labios vaginales muy sensibles. Literalmente el albañil se había pasado de mí, y yo con mi sonrisa de plenitud mirándome al espejo, toda excitada y feliz de la experiencia tan morbosa, pero deliciosa que acababa de vivir.
Por suerte mi esposo nunca se dio cuenta de como regresé y por supuesto, visité al albañil en otras ocasiones, hasta que mi casa fue terminada y con unos detalles más preciosos de los que pude imaginar (según él, cortesía de su parte)
Y así fue como comenzó, mi etapa de infiel.
saludos ley tu historia bien escrita ojalá sigas escribiendo seguro ese señor albañil invitó a sus colegas para entregar la casa más cómoda y disfrutar todos contigo