Mi jefe me complace sin mi marido
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
HOla a todos soy Lucia de 31 años. Mi esposo es militar, pero hace dos años fue involucrado en un lavado de dinero y desde ese entonces guarda prisión en un centro militar, es decir no está en una carcel, sino esta libre pero dentro de ese centro y no le permiten salir. Lo veo una vez cada mes y no puedo tener relaciones sexuales allí ( bueno solo una vez por un favor del Coronel a cargo).
Durante el tiempo después de esa noticia (que salió en todos los diarios de este país), no pude conseguir trabajo, tenemos dos niños pequeños (de 5 y 7 años).
Finalmente conseguí trabajo en una empresa de marketing, yo soy secretaria ejecutiva y entré como asistente del segunod jefe y cuando renunció la asistente del primer jefe, yo subí a asistente de ese primer jefe y alli comenzó todo.
Mi jefe es un hombre maduro de 53 años, se mantiene muy bien fisicamente y es un orador, tiene un poder de convencimiento con el sermon que sus estadísticas en resultados son impresionantes, es casado, mide 1,85 mt y es un buen amante en la cama. En mi caso a pesar de mis dos hijos, soy delgada de piel trigueña, con el cabello pintado de rubio, tengo labios grandes, ojos café claro, piernas largas y delgadas y un trasero firme pequeño. Me encanta el sexo y con mi marido hemos practicado diferentes cosas en el sexo, nos gusta el sexo anal, usar juguetitos sexuales, vestirnos o disfrazarnos para cumplir con nuestras fantasías, en si la perdida del hombre de la casa me afectó mucho, por las noches tenia que masturbarme en mis dos orificios para calmar mis ansias, pero luego de un tiempo ya no me complacía hacerlo.
Eso y la condición de asistente, que me obligaba a estar con mi jefe a cada instante, aveces fines de semana, me hizo caer en el pecado.
Yo había estado cachonda esos días y esa vez mi Jefe, que llamaré Edgar, dio un conferencia en una ciudad a tres horas de aqui, por lo tanto debimos dormir en un hotel. Mi jefe que no era ningún santo, me invitó a cenar, pidió una botella de vino y frecuentemente llenaba mi copa, luego bailamos alli mismo ( había música en vivo) y luego me dijo que llevaramos otra botella a su habitación, dudé un momento, pero ya estaba algo mareada por el vino y además tenía una ganas fuertes de coger esa noche.
Apenas entramos a la habitación y el me recostó contra la pared y me besó, me dijo que era una mujer muy bella, que era muy estresada y que esa noche debía liberarme, sus manos se metieron debajo de mi blusa y acariciaron mis senos y mis pezones, yo con tan poco ya estaba mojada, luego me quitó la blusa y el sostén y me chupó los pezones, los tomó con sus labios y los apretó suavemente, me hizo erizar todo el cuerpo, me estaba derritiendo en sus brazos. Me bajó el cierre de mi falda y ésta cayó al suelo, solo me quedé en bragas y con zapatos. Entre besos húmedos y abrazos, le toqué su nabo, uuuyy, lo tenía ya empalmado, durísimo.
De pronto, me levantó en peso, cargada me llevó a la cama, me acostó con dulzura y siguió besándome la boca, el cuello, las manos y mis senos, si algo había quedado de resistencia en mi, con ese tratamiento ya era toda suya. Me fue quitando las braguitas, aún usé las manos para taparme mi cuca depilada, pero con besos en las manos me las fue retirando y mi cuca quedó expuesta ante sus ojos, me dijo de nuevo que era una mujer muy bella y que le gustaba mi sexo. Empezó besando mi vientre y luego fue bajando hasta posar su boca contra mis labios vaginales, los cuales abrió con sus dedos como si fueran alas de mariposa y pasó su lengua entre ellos, yo me retorcí en la cama, vi que el saboreo mis liquidos vaginales que empapaban mi cuca, lo hizo como si fueran el más delicioso nectar. Luego Edgar me dio una sesion de sexo oral que fue memorable, por el momento, por la intensidad, lo que sea, pero me retorcí como lombriz en la cama, me vine como dos veces en unos diez minutos, yo gritaba, gemía y decía cosas que no acostumbraba.
Luego, Edgar mi jefe, se desnudó, su verga estaba paradisima, no era tan grande como gruesa, se subió en mi me dobló las piernas y me penetró sin reparos, sentí como su gorda verga se abría paso entre mis labios vaginales y entre mi vagina, pujé mientras se metía en mi abertura sexual, mi dieta sexual había terminado, como buen amante, mi jefe me fue culeando ritmicamente, hechando su peso contra mi para penetrarme hasta el último centimetro con su verga goteante. Yo cerré los ojos y en algún momento desee que fuera mi marido, me siguió culeando fuerte, metiendo y sacando su tolete de mi cuca. No pude evitar llegar a otro orgasmo, lo grité, lo necesitaba. Luego bajó sus cabeza y sus labios se apoderaron de mis pezones, los cuales mamaba por turnos.
Luego, me fue colocando en otras posiciones sexuales, me puso en cuantro y me penetró, luego se puso a bombearmelo tomado de mis nalgas o de mi cintura, arremetía contra mi y sentía que la habitación saba vueltas del placer que yo sentía. Uno de sus dedos se coló en mi ano y se puso a darme dedo allí, seguramente mi ano se dilató rápido, porque me dijo al oido que tenía un culito rico y que me lo iba a cojer, como me gustaba. Tuve cierta duda porque no estaba preparada para esa penetración. Colocó su gorda verga en la entrada de mi culito y de un empujón metió todo su glande, yo grité cuando tuve su carne dentro de mi orto, luego siguió metiendola hasta que sentí que toda estaba alli dentro, luego se puso a pistonearme su verga, primero lentamente, pero luego se puso como loco y sus arremetidas fueron fuertes y secas, yo estaba punto de venirme de nuevo, y Edgar también.
Lo oí gritar al momento que sentí algo caliente en mi ano, era su esperma, los dos gemimos y nos derrumbamos en la cama, agotados de follar. Cada quien se fue al tocador para limpiarse. Luego me puse mi ropa interior, pero Edgar mi jefe, insistía en que durmiera con el esa noche, que no me fuera a mi habitación. Lo hice. Fornicamos como animales en celo casi toda la noche, le mamé la verga a placer y le hice venirse en mi rostro. Me lo hico hasta parado y yo enganchada con las piernas a su cintura, nunca había sentid un pene tan profundamente como esa vez.
Esa fue mi primera infidelidad, luego platicamos que mientras mi marido resuelve su situación, Edgar sería mi amante, estamos por cumplir 7 meses desde esa primera vez y creo que me he enamorado de mi jefe.
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