Mi mejor aventura.

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por hose20vt.
Mi mejor aventura.

Después de que Jorge se fuera de mi casa, me volví a echar en la cama un rato, aún era pronto para que Manuel volviera del trabajo y me quedé un poco tumbada recordando los dos orgasmos que me había regalado, uno de ellos inolvidable, me habían comido el coño muchas veces, pero nunca tan bien, y con tantas ganas, además era el primero que lo hacía hasta el final, fue muy placentero, hacia mucho tiempo que no disfrutaba tanto del sexo.

Me levanté de la cama y recogí un poco la habitación y me fui a la ducha, mientras me jabonaba y el agua caliente recorría mi cuerpo, empecé a acariciar mi ano tal y como Jorge lo había hecho hacia un rato, nunca me han dado por el culo, pero reconozco que siento curiosidad, despertada aún más por las caricias de Jorge, que me habían provocado cierto placer.

De nuevo tenía empapado el coño, comencé a masturbarme con los dedos llenos de jabón, entre mi flujo y la espuma estaba completamente lubricada y conseguí llegar al orgasmo en poco tiempo, ahora ya me daba por satisfecha, me aclaré y salí de la ducha, me seque y me vestí. Estuve pensando un rato en Jorge, tengo que volvermelo a follar, pensé.

Comprobé que todo había quedado en su sitio y no había pruebas de lo ocurrido. No era la primera vez que le era infiel a Manuel, hubo otra ocasión hace más de 10 años. El nunca se enteró.

Al día siguiente cuando nos vimos el se sonrojó un poco pero actuó con mucha naturalidad, yo seguía pensando en repetir, pero había que darse un poco de tiempo, no levantar sospechas y buscar el momento oportuno.

Fueron pasando los días y las semanas, Jorge nunca me dijo nada del tema a pesar de que habíamos coincidido a solas varias veces, pero era un chico muy discreto, yo tampoco comenté nada al respecto.

Un día al acabar el verano, mis hijos se fueron a pasar el día a un pueblo de unos amigos donde estaban en fiestas, me pidieron quedarse hasta tarde y accedí si su padre los pasaba a recoger al salir del trabajo. Así fue, Manuel iría a por ellos después de trabajar y se quedaría hasta bien entrada la noche para recogerlos.
Tenia la casa vacía para mi toda la tarde. No podía desaprovecharlo. pasé a la ferretería y le dije a Jorge:
Hola, podrías montar un riel para unas cortinas en mi casa? Te daré propina!
El sonrió y me dijo:
-Vale, después de trabajar me paso, dime cual necesitas.
-Luego te doy las medidas, y tu me aconsejas.

Por la tarde pasé de nuevo a la tienda y elegí un riel. Estaba deseando que llegase la hora de cerrar para poder sentir de nuevo el calor de Jorge, su perfume, sus caricias y su sexo.

Por fin llegó la hora, Jorge cogió sus herramientas y el riel, cerró la tienda y me ayudó a cerrar la mía, nos montamos en el coche y fuimos de camino hacia mi casa, el esta vez puso su mano en mi rodilla y la fue subiendo por debajo del vestido.
-No seas impaciente, le dije, espera solo unos minutos.
-Llevo esperando meses, me dijo, pensaba que ya no volveríamos a hacerlo.
-Solo estaba esperando el momento adecuado.

Por fin entramos a casa, el muy atento me preguntó:

-Donde hay que colocar esto? dijo enseñando el riel.
-Déjalo en el suelo que mañana lo pone Manuel.

Se echó a reír, dejó en el suelo de la entrada la caja de herramientas y el riel y se acercó a mi, me sujetó por la cintura con las manos y me besó, comenzó a bajar sus manos a mi culo y me levantó un poco el vestido para meterme mano, yo me apreté contra el y noté el bulto de su pantalón, -vamos a la cama, le susurré al oído…

Al entrar en la habitación le quité la camiseta y le empujé sobre la cama, bajé su bragueta y saqué su polla dura como una piedra, sin mediar palabra comencé a comérsela y procuré hacerlo muy bien, lamiéndo de abajo arriba y acariciandole los huevos, metiendola por completo en mi boca y llenándola de saliva, el se retorcía de placer y arrugaba la colcha con las manos, pronto me pidió que parase, se incorporó y yo me puse de pié frente a el, muy despacio deslizó sus manos por debajo de mi vestido y bajó mis braguitas que empezaban a mojarse, levantó un poco el vestido y besó mi pubis rasurado, me termino de quitar las bragas y el vestido, se tumbó de nuevo boca arriba.

-Ponmelo en la boca, dijo, quiero comertelo.

Me puse de rodillas sobre su cara y le puse mi caliente y húmedo coño en la boca como me había pedido, comenzó a comérmelo mientras yo agarrada al cabecero de la cama me movía un poco alante y atras para que recorrerse con su lengua toda mi vagina, el me agarró un pecho y con la otra mano comenzó a masturbarse, yo quité la mano y cambié de posición, esta vez mirando hacia su polla le volví a poner el coño en la boca y me puse a chuparsela de nuevo mientras el me lo comía placenteramente, mojó un poco sus dedos con mi flujo y empezó a acariciar mi ano y a lubricarlo delicadamente. Eso hizo que un placentero escalofrío recorriese todo mi cuerpo, empecé a respirar más rápido, dejé de comerle la polla y disfruté del orgasmo que estaba teniendo, una vez más Jorge me regalaba un orgasmo con su lengua y sus dedos.

Me retiré de encima y busqué un condón en los cajones, me puse a cuatro patas y le di el condón. -Follame cómo aquel día, le dije.

Se colocó detrás de mi y me penetró profundamente, mientras me agarraba por la cintura, yo le acariciaba los huevos por debajo, el parecía tener fijación con mi ojete, nuevamente dejó caer unas gotas de saliva sobre el y pasaba la yema de su dedo pulgar delicadamente.
Realmente me gustaba cómo lo hacía, me provocaba una nueva sensación muy placentera. Mi curiosidad por probar el sexo anal se había disparado, -Metemela por el culo por favor! Le dije.

-Lo has hecho antes?
-No pero me apetece probarlo.

Sacó su pene de mi lubricado coño y lo puso delante de mi ano.
-Ten cuidado, no me hagas daño!

Comenzó a abrirse paso por el estrecho agujero, centímetro a centimetro, muy despacio, solamente metía el capullo y lo volvía a sacar, volvió a dejar caer saliva sobre su polla y de nuevo me penetraba muy despacio, aunque me dolía un poco me estaba poniendo muy cachonda, llevé mis dedos a mi vagina y los metí dentro, estaba totalmente empapada.

-Túmbate boca arriba, me dijo Jorge.

Obedeci enseguida, el me separó las piernas y comenzó a follarme y a comerme las tetas, me hacía gozar como nunca, estuvimos así más de diez minutos, enseguida tuve otro orgasmo, muy largo y placentero, el seguia metiéndome la verga una y otra vez gimiendo de placer cada vez más fuerte. Finalmente saco la polla, se quitó el condón rápidamente y se corrió sobre mi, me llenó de lefa todo el pubis y lo restregaba con la polla. eso me ponía muy cachonda.

Se tumbó junto a mi, estábamos cansados y sudando, había sido un buen polvo.

-Aun es pronto, vamos a la ducha, dije.

Me levanté y le cogí de la mano para que me siguiera, nos metimos en la ducha y comenzó a jabonarme los pechos y el culo, me empezó a besar y me metió dos dedos en el coño, me dio la vuelta poniéndome de espaldas a el, míentras me masturbaba con su mano derecha, con la izquierda frotaba mis tetas con una buena cantidad de gel, además empezó a pasarme la polla por el culo, estaba estimulando mis tres zonas erogenas a la vez, yo disfrutaba cómo hacia mucho tiempo que no lo hacía. -Si sigues un poco más me corro, le dije, el continuo masturbarme más fuerte, no tardé ni un minuto en correrme, me temblaban las piernas tanto que me tuve que sentar en la bañera.

-chupamela, dijo, quiero otro orgasmo.
-te voy a hacer la mejor mamada que te han hecho nunca.

Obediente me puse de rodillas y me la metí en la boca, se la comí durante un buen rato, masajeando sus huevos con la mano, el me sujetaba la cabeza y jadeaba de puro placer, me mandó parar, se la meneó un par de veces y volvió a correrse sobre mi, esta vez sobre mis tetas, me ayudó a levantar y nos jabonamos mutuamente, nos aclaramos y volvimos a la habitación, nos volvimos a tumbar unos minutos en la cama.

-Me encanta venir a tu casa.
-Y a mi que vengas, dije, eres lo mejor que me ha pasado en años.
-Y vamos a estar otros tres meses sin hacer nada?
-No lo sé, cuando tengamos otra oportunidad quedaremos.
-Me gustas mucho Maite.
-No te vayas a enamorar, le dije riendo.

El se calló, se levantó y se puso la ropa.

-Avisame cuando quieras verme. Me besó y salio de la habitación, cogió sus herramientas y se fue.

Parecía que se marchaba triste, a lo mejor se estaba enamorando de mi, yo también sentía algo. Sin duda teníamos una aventura.