MI NOVIA ME DIO UNA SORPRESA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por palotegordo.
Por espacio de unos cinco años, Laura y yo habíamos sido novios, en su casa por lo que ella me había dicho desde un principio, no me aceptaban, la razón es que soy negro. Mientras que ella es blanca, de cabello castaño claro, ojos marrones, delgada, aunque algo narizona. Bueno desde que nos comprometimos, Laura me hizo saber que deseaba llegar virgen al matrimonio, razón por la cual la pasé bien negra al principio. Como la mayoría de las parejas de novios, nos besábamos, acariciábamos y finalmente comenzamos hacer otras cosas.
Fue por iniciativa de ella, que comenzó a masturbarme, un día que nos encontrábamos en camping en el río, nos separamos del grupo, y mientras nos besábamos tras unos peñascos, se dio cuenta de la tremenda erección que yo tenía en esos instantes. Como yo estaba en traje de baño se me dificultó el disimularla, en esos momentos Laura volteó a ver a todos lados, y tras asegurarse de que nadie nos podía observar, con su mano izquierda, sin decirme nada, agarró a la altura de la cintura mi traje de baño, lo separó ligeramente, mientras que su mano derecha la introdujo de inmediato agarrándome el miembro. Me dirigió una especie de traviesa mirada, y ante mi sorpresa extrajo mi verga sacándola hasta afuera. De la misma manera comenzó lentamente a manipularla entre su mano, el ver sus finos dedos, rematados con sus largas uñas pintadas de color rosa, agarrando todo el tallo de mi verga, me excitó muchísimo más, así que mientras nos continuamos besando ardientemente, Laura subía y bajaba su mano a todo lo largo de mi verga.
A principio muy lentamente, pero a medida que nos continuábamos besando, ella fue acelerando poco a poco los movimientos de su manos, pero de una manera tal, que mayor era la excitación yo sentía. Yo disfrutaba de lo que mi novia me estaba haciendo, cuando después de un rato, de mi verga salió escupida hacia el frente una buena cantidad de leche, mientras que ella aún continuaba manipulando mi verga.
Durante un buen tiempo no hubo momento en que si se nos presentaba la ocasión, Laura me hacía una sabrosa y divina paja. Yo por mi parte siempre buscaba ver si ella se descuidaba y algún día la hacía romper su promesa de llegar virgen a la noche de bodas. Pero nada de eso, Lo que si sucedió un día, mientras nos encontrábamos en el cine, fue que Laura de la misma manera en que comenzó a hacerme la paja, mientras estábamos en aquel río. Tras sacar mi verga y estar besándonos, por un buen rato, acercó su rostro a mi cuerpo, y con una pasmosa tranquilidad, agarrando mi verga entre sus dedos, comenzó por pasar su lengua por sobre mi glande.
Cuando sentí eso, la verdad es que me importó muy poco quien nos pudiera estar viendo, sus labios comenzaron de igual forma a rozar la cabeza de mi verga por un buen rato, disfruté de su lengua y del roce de sus labios, hasta que comenzó lentamente a metérsela por completo dentro de su boca. Eso como quien dice, era un sueño no soñado, pero hecho realidad. Ya que yo la verdad sea dicha, no pensé jamás, que Laura se atreviera hacerme, eso con su boquita. Si cuando me hacía la paja yo disfrutaba un mundo, el que me lo mamase me hacía sentir en la gloria. No tan solo el sentir su húmeda y cálida boca tragándose toda mi verga, sino el ver que lo estaba haciendo, definitivamente me enchuló más de ella.
Al punto que le pedí, que nos casáramos lo más pronto posible. Pero Laura recordándome el rechazo de su familia hacía mi persona, me pidió que esperase un tiempo, mientras ellos se hacían a la idea. Razón por la que pasamos un par de años más sin hablar seriamente de casarnos. Hasta que un día se me acercó llorando, y me dijo que se había ido hacer un examen médico, y tras los exámenes le dijeron que existía una alta probabilidad de que no podría llegar a tener hijos. Aún y así, le dije que deseaba casarme con ella, que había muchos niños que fácilmente podríamos adoptaroptar.
Su alegría fue tal que como los dos estábamos en mi apartamento, nos pusimos a besarnos, con la lógica consecuencia de siempre, me excitaba y ella de alguna de las dos maneras me ayudaba a bajar esa excitación.
Pero en ese momento en que Laura me había comenzado a mamar mi verga, de momento se la ha sacado de la boca, retirando su blusa y quitándose el sostén me pidió que le besara sus parados senos. Por un buen rato disfruté el placer de chupar sus oscuros pezones, apretar sus tetas entre mis manos y lamerla por completo. Cuando ella tendiéndose boca abajo sobre mí, colocó mi verga entre sus tetas, comenzamos hacer una cubana. El ver el tallo de mi verga, moverse entre sus tetas y como su boca recibía la cabeza de mi verga, fue toda una nueva experiencia para nosotros.
Durante unos cuantos meses, sino era de una de una manera lo era de otra, pero Laura siempre terminaba, haciéndome acabar salvajemente. Hasta que un día en que nos fuimos de pasadía para la playa, mientras estábamos los dos solos, en la habitación que habíamos alquilado, me dijo que me deseaba dar una sorpresa, y después de estar besándonos salvajemente y que ella comenzó a manipular mi verga, y yo a mamar sus tetas como un desesperado, Laura se acostó boca abajo, y retiró ligeramente la braga de su biquini, ofreciéndome sus nalgas sumisamente, yo le había propuesto una que otra vez que me dejase penetrarla por detrás, ya que deseaba llegar virgen a la noche de bodas. Pero siempre tenía alguna objeción con respecto a eso, hasta ese día en que sin yo habérselo planteado, me dejó que la penetrase por su parado culito.
A medida que mi verga se fue abriendo paso entre sus nalgas, Laura de gemidos de dolor pasó a expresar el placer que sentía. Yo por mi parte la sujetaba con fuerza contra mi cuerpo, agarrándola por las caderas, y luego apretando sus tetas a medida que más y más adentro de su culo metía mi verga. Yo estaba de lo más emocionado, cuando ella misma agarrando mi mano me dijo. No puedo ocultarte más esto, y en ese instante sentí un gran trozo de carne entre mis dedos. Quizás fue la excitación que tenía en esos momentos, en que salvajemente le estaba reventando el culo, que cuando sentí esa cosa entre mis dedos, se lo agarré y aunque sorprendido por eso, al tiempo que se lo seguía enterrando por el culo, se lo comencé a manipular.
Cuando finalmente me vine, y comencé a tomar conciencia de lo sucedido, fue que me llevé la sorpresa de mi vida. Laura entre sus piernas tenía una cosa casi de las mismas dimensiones que mí verga, pero un poco más pequeña. Pero cuando yo estaba a punto de quien sabe qué, si pedirle explicaciones o de romperle la cara, ella abrió sus piernas y me dijo. No es lo que parece, esto aunque no lo creas es mi clítoris, y al levantarlo con sus dedos, oculto bajo el trozo de carne, claramente podía verse su coño. En efecto Laura tiene un clítoris súper desarrollado, tan es así que su madre y ella misma durante un buen tiempo pensaron que era hermafrodita.
No es que yo sea médico ni nada parecido, pero aún dudando de lo que veía con mis propios ojos, me acerqué a Laura y lentamente comencé a observar de cerca eso que le colgaba frente a su coño. Quizás más que todo por curiosidad, mientras que ella permanecía con sus piernas bien abiertas, comencé a tocar esa cosa, y darme cuenta de que realmente salía de la parte superior de su coño, que no tenía testículos, que eso en si no era lo que yo pensé, al momento en que lo sentí entre mis dedos cuando le daba por el culo a ella.
Tímidamente le pregunté si me permitía tocárselo, y ella asintiendo con la cabeza me indicó que si, digamos que lo primero que hice fue agarrarlo entre mis dedos pulgar e indicé, mientras lo seguía observando, me di cuenta de que no había orificio alguno, pero a medida que se lo seguía tocando, se comenzó a inflamar ligeramente, al tiempo que Laura dejó escapar un gemido de placer. El aroma que desprendía su coño era tan y tan de mi agrado, que de momento lo que me provocó fue ponerme a mamar su coño, incluso hasta chupar su desarrollado clítoris.
Cuando mis labios y mi lengua comenzaron a tener contacto con su vulva, quizás por reflejo o quién sabe qué, Laura trató de separar mi rostro de su coño, pero al tiempo
que estaba comenzando a lamer los labios de su vulva, apreté entre mi puño su pedazo de carne, y ella dejó escapar un fuerte chillido de placer, por lo que seguí enterrando mi cara entre sus piernas y ocasionalmente hasta le chupé en más de una ocasión su inmenso clítoris, con decirle que Laura esa tarde cambió de idea de llegar virgen a nuestra noche de bodas.
Finalmente nos casamos, su madre dejó de hablarle, hasta que quizás de tanto practicar y tener relaciones, pensando que nunca quedaría preñada, Laura quedó embarazada. Hoy en día, aún nada más de pensar en el coño de mi mujer, me da una excitación tremenda, que desde luego ella se encarga de bajármela apenas llego a casa.
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