MI novio de viaje y yo hecha una puta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por mimadaa.
Cuando mi novio me avisó que viajaría a Veracruz, inmediatamente vino a mi cabeza la fiesta de mis ex compañeros maestros de la UNI, donde di clases un año y que últimamente les había dado por juntarse, me ingresaron a un grupo de whats app, en el que nunca interactuó, pues tengo de preparatoria, secundaria, yoga, familia, etc.
nunca me daría tiempo de hacerlo.
Pues bien, día atrás se acabó el tiempo por el que el grupo fue silenciado y comenzaron a llegarme mensajes de la organización de aquella “posada” a la no pensaba para nada ir.
Volviendo al tema, mi novio estaba de viaje, yo no tuve mí acostumbrada clase de la noche y estaba en camino a mi casa, cuando se me ocurrió pasar al festejo – ¿Por qué no? – dije, así que de inmediato pasé al tienda a comprar botana y refresco y me lancé a la fiesta que era en casa de Román, en Lomas del parque, por lo que me quedaba muy cerca de mi casa.
Pensaba estar un rato e irme, pero como era de esperarse, aquellos ya andaban enfiestados, además íbamos solteros, es decir, la invitación no se extendía a las parejas, por lo que todos se sentían libres para bromear a su antojo.
Las cervezas, las cubas y tequilas iban y venían, aquello era un fiestón, que lo que menos parecía era posada.
Honestamente yo estaba ya medio aburrida, pues aunque me dio gusto saludara varios de ahí, tomar no es precisamente mi más grande diversión, así que pensé seriamente en salir sin hacer aspavientos, sin que nadie lo notase, para evitar el clásico – ¿A dónde vas? Quédate otro ratito- y justo estaba en ello cuando sentí unas manos tocando mi cintura.
– ¿A dónde cree que va señorita? Era Román, mi ex compañero que daba la clase de derecho, un excelente abogado, politólogo y muy admirado por mí, excelente conversador, con el que solía tener maravillosas pláticas, incluso en la escuela se corría el rumor de que éramos amantes y cosas así, lo que a mí siempre me ha tenido sin cuidado y a él maravillosamente también.
Pues bien, después de sujetarme por los costados de la cintura me dijo – ven guapa – y entramos a lo que era su estudio, que más bien se trataba de un lugar en el que tenía todos sus instrumentos musicales, pues era un apasionado de la música, ya había estado ahí en una celebración del día del maestro, donde nos tocó y cantó “My way” de Frank Sinatra en el teclado
.
En esta ocasión también quería tocar, pero no música.
De hecho me sorprendió de una manera extrema cuando me dio un ligero empujón en el escritorio haciéndome caer sentada, su cara de bienhechor más bien parecía la de un loco y cuando apenas iba a preguntarle que de que se trataba todo aquello, me beso arrebatadamente, de tal forma que me era imposible separarme de él, me tenía apretada con su cuerpo y comenzó a tocarme por todos lados, sus manos se resbalaban toscamente por todas partes de mi cuerpo.
Me levantó el vestido casi de inmediato y deslizó todo el filo de la mano hasta topar en mi panocha que debo decir ya estaba súper mojada por la rudeza y la hombría con la que me estaba jaloneando ¡Aaagh! Eso me encanta.
Me abrió delicioso la panocha y comenzó a meterme los dedos, mientras con el pulgar me sobaba el clítoris exquisito, ¡Woow! Que cosa tan deliciosa – Y aquellos tontos tomando – pensaba mientras me dedeaban bien sabroso.
En eso se escuchó cuando abrían la puerta y de frente alcancé a ver a Pepé y Carlos, el primero entrenador de básquetbol, que aunque no muy agraciado de rostro, tenía un cuerpo bien rico.
El otro, Carlos, maestro de diseño gráfico.
AL vernos se quedaron sin palabras, los ojos casi se les salían de orbita y en ese momento creí que Román se detendría, pero con una fuerza bestial y en cuestión de segundos, me aventó hasta acostarme en el escritorio, me levantó hasta arriba el vestido y con el abre cartas de escritorio me reventó la tanga que traía puesta, se sacó la verga y me la dejó ir de un solo golpe.
Grité del dolor que me provocó, pero en cuanto comenzó a moverse, ufff, que cosa tan rica, sentía que me reventaba delicioso la panocha, pues la tenía súper gruesa !!!!!.
Los otros estaban inmóviles sin dar crédito y así siguieron por dos o tres minutos, hasta que Román me sacó su deliciosa verga y se la empezó a jalar el mismo, volteó a verlos y les dijo –Órale , que no creo que en sus pinches vidas mediocres se vaya a repetir esto – como si les hubiera encendido la batería, los dos se acercaron a mí, el Pepé ya con verga en mano me la zambutió hasta el tope, aunque estaba sintiendo muy rico, sobre todo por el morbo que me generaba, extrañaba la deliciosa verga que me había hecho probar Román.
Carlos ya estaba como desesperado, empujaba a Pepe y trataba de decirle a toda costa que le tocaba a él, casi se arrancaba la verga, ya le andaba por cogerme, en un momento pensé que le daría un infarto de la desesperación.
En ese momento Román que nos observaba jalándose su suculento palo desde la silla de la batería le gritó a Pepe –que, el también quiere atravesarse a la puta – Pepe sacado de onda retrocedió y ese movimiento en falso lo aprovecho Carlos, que valiéndole nada que aquello fuera una mescolanza líquidos de los otros dos y de los que me escurrían a mí por todas partes, se hincó y me comenzó a mamar la panocha delicioso ¡Wooow!
De una forma que en este momento que lo describo estoy escurriendo otra vez de lo caliente que me pone recordarlo.
Casi me arranca el clítoris , me lo mamaba y restiraba, como si fuera la última comida que iba a probar en la vida, me succionaba todos los líquidos como si eso lo proveyera de una especie de placer mal sano, me lamía por encima, me atasco de saliva, se metía toda mi pepa a la boca, noooo, una cosa de locura, exploté como en 100 orgasmos deliciosos al mismo tiempo y dejé escapar un grito hondo y sonoro, de perra satisfecha, no podía parar de saltar y revolcarme en el escritorio y en ese momento al ver cómo me tenía el biólogo, los otros dos que ya estaban alrededor disfrutando del espectáculo de tenerme con las patas bien abiertas y atascada en el pacer que estaba sintiendo, no pudieron más y con gritos y gemidos de puerco comenzaron a batirme de su leche todo el vientre.
Pero el broche de oro fue cuando pensé que Carlos se acercaba para hacer lo mismo y en vez de eso, me volvió a dejar ir la verga con todas sus fuerzas y me pico una y otra vez acelerado como un animal embravecido y en menos de un minuto me atasco la panocha de su leche.
Este cabron si la supo hacer, era lo último que me faltaba para hacerme sentir la perra más puerca, atascada y sucia de todas ¡Wooow! ¡Que delicia!
Los dos cabrones de Pepe y Carlos salieron de ahí corriendo mientras se subían el cierre, Román me vio fijamente a los ojos, me besó levemente los labios y se fue sin decir nada más.
Yo me levanté, me limpie un poco con unas hojas de papel y corrí hacia mi coche, donde inmediatamente me salí del grupito ese de whats app, pero una vez que arranqué el carro, llegó un mensaje de Román:
– Ni te has librado de mi, ni hemos terminado pinche putita.
Esto apenas inicia –
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