Mi nueva secretaria
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
NO soy bueno escribiendo, asi que disculpen si no lo hago bien.
Díganme José Carlos, de 35, soy Ingeniero Industrial y trabajando para la empresa en la que estoy desde hace 8 años, me trasladaron a otra sección. Alli conocí a Sara de 31 que tenía pocos meses de haber empezado a laborar para la empresa. Ella es mi tipo de mujer, de cabellera castaña corta, tez blanca, con dos tremendos senos blancos que luce muy orgullosa, pues viste mucho con escotes grandes y atrevidos, es llenita con dos nalgas que no son enormes pero son voluminosas y redondas. Cuando se viste con zapatos abiertos, puedo ver esos piecitos pintados de colores fuertes que son una monada. Desde que la vi me llamó la atención, dejenme decirles que su caracter es muy extrovertido, inteligente, atenta y eficiente en su trabajo. Pero tenía un defecto, era casada, como yo.
Desde que me la presentaron hubo quimica con ella, creo que llegamos a ser un buen equipo de trabajo. Sara es del tipo de secretaria que casi te lee el pensamiento, siempre de recuerda las cosas que han sucedido en la oficina, te aconseja muy bien y maneja mi agenda a la perfeccion. Y me ha sorprendido más de una vez viendole las preciosas tetas que tiene, lo cual me puesto en dificultades con ella. Yo me considero un hombre que cuida su imagen, me visto de forma moderna, mido 1.85 mt, voy al gym regularmente y soy altamente cachondo, eso si, he seguido el consejo de no meterme con mujeres casadas, pero siempre hay una primera vez.
Pasó más de un año para eso. En la oficina hay más personal y las compañeras de Sara le decian que ella y yo haciamos bonita pareja, lástima que ambos eramos casados, pues la verdad empezamos a cultivar una bonita amistad con Sara, cuando estábamos juntos, dice la gente, nos brillaban los ojos.
En esa precisa semana, nos tocaba el presupuesto de los próximos dos años, había que llenar varios formatos, era un trabajo agotador todo el tiempo, como había sucedido antes, nos debíamos quedar a trabajar varios en la oficina en cuenta Sara y yo. Esa noche, algunos ya se habían marchado, solo quedábamos tres, una auditora, Sara y yo. La Auditora se despidió y antes de irse, nos dijo -Alli nos vemos, se portan bien oyeron!!-, eso causó risa, pero nos anunció que nos quedaríamos solos el resto del tiempo.
Sara como casi siempre habia llevado una blusa abierta, con un generoso escote y sus tetas se veían más apetecibles que siempre, dejamos a un lado el trabajo y empezamos a charlar de cosas personales, ella sentada en una silla a mi lado, estábamos en la mesa de reuniones. De pronto charlando cosas graciosas que nos han pasado, no sé como aún, nos tomamos de las manos, hubo una química increible, parecía que estaba tocando a la piel más fina del mundo, luego nos fijamos, pero no nos soltamos las manos. Sus ojos brillaban como estrellas, me fui acercando a su boca, pero ella la esquivo a último momento y le di un beso en su mejilla, no quité la boca de alli y seguí besándola cerca del lóbulo de su oreja, saqué la punta de lengua entre mis labios y la usé paralela a mis besos, bajé a su cuello y atrevidamente fui bajando con labios y lengua con dirección a su escote, en ese momento no podía ver el rostro de Sara, y como no había resistencia, seguí bajando hacia sus preciosos senos, pude sentir esa gloriosa carne blanca de sus tetas, ahora chupé y lami la parte de sus senos que sobresalía de su blusa.
La escuché por fin emitir un gemido, levante la vista y ella tenía los ojos cerrados, estaba disfrutando al igual que yo. Sin perder tiempo volví use mis manos para amasar sus tetas mientras seguía lamiendola y besando. -Ya no !, ya no don José Carlos!- me decía Sarita, pero no ponía resistencia más que solo su voz. Con ambas manos le bajé el escote y el sujetador, por fin vi sus pezones soñados, los había imaginado docenas de veces, alli estaban, rosaditos, aureola grande y puntiagudos, los mamé suavemente, pero con decisión. Ella gimió más fuerte, comencé a succionarlos delicadamente, no quería causarle dolor solo placer, sus pezones se pusieron rígidos como tornillos.
Nuestras respiraciones eran elevadas y fuertes, la excitación no hizo su presa. Me desprendí de sus senos y subi a su boca que me había negado al inicio, ahora me recibió con besos muy húmedos de lengua, nos besamos mucho mientras mis manos no dejaban en paz sus tetas y pezones. Me puse de pie, pues habíamos permanecidos sentados, ella lo hizo también y siguieron los besos húmedos. No había mucho tiempo, asi también era posible que alguien pudiera entrar por haber dejado algo olvidado, era un riesgo. La fui sentando sobre la mesa de reuniones y luego la acosté, subí su falda, pude apreciar por fin sus muslos gorditos, casi le arranqué sus braguitas sexys, me quedó de frente su rajita depilada, sin ningún pelito, parecía el de una niñita con labios vaginales largos. Me sumergí entre sus piernas y comencé a darle una soberbia mamada de coño, mi lengua pasaba por todos lados y mis dedos ayudaban a frotar su clitoris, los gemidos de Sarita se hacía cada vez más y más fuertes, no perdí la oportunidad de lamer también el orificio redondito de su ano, lo cual creo que provocó su primera corrida.
Sara se retorcía sobre la mesa de reuniones, no dejaba de decirme -ya no!- a cada rato, pero no ponía resistencia, solo gozaba todo lo que yo le daba. Mis labios, nariz, boca y parte de mis mejillas estaban impregnadas de su jugos vaginales y de mi saliva. Dejé su rajita y me puse erguido, puse sus pies sobre mis hombros, saqué mi verga totalmente erecta y poniendola en su rajita la comencé a penetrar, la lubricación ayudó a que mi verga se fuera metiendo sin problema en su vagina, se la metí casi toda, luego me puse a bombearsela, metiendo y sacandola. Adentro de su rajita estaba calientito y húmedo, la tomé de sus piernas con mis manos para aferrarme y darle un poco más duro, yo estaba sobre excitado. A los pocos minutos mis gemidos se unieron a los de ella, la mesa de reuniones a pesar de ser grande y pesada rechinaba del movimiento que le poníamos cogiendo.
No desaproveché la oportunidad de quitarle los zapatos y chupar con los labios cada dedito del pie de Sarita, luego al terminar seguí con su otro pie, mientras no dejaba de mover mi pelvis follandola al mismo tiempo. La excitación llegó a lo máximo, emiti un quejido indicando que estaba corriendome en ese momento, eyaculé dentro de la rajita de Sara, ella ya había tenido su orgasmo minutos antes, le descargué una buena cantidad de semen en su vagina, tanto que no me acordaba la última vez que había descargado tal cantidad.
Luego de eso nos compusimos la ropa, casi no se dijo nada, ella se despidió nos dimos un besito en la mejilla y cada quien a su casa. Yo iba con una sonrisa y satisfecho, habia cumplido uno de mis sueños húmedos más repitente.
Al día siguiente, ella entró en mi oficina y me dijo que lo que había sucedido anoche era un locura y que debiamos cortarlo de tajo, los siguientes días ella se comportó diferente, casi no me hablaba. Dos semanas después me dijo que iba a renunciar, yo entendí que había sido por lo ocurrido. Y días más tarde, yo le dirigí un correo electrónico en donde le pedía que no renunciara, que yo mismo iba a pedir mi traslado a otra jefatura, que ella no podía perder una oportunidad por eso, le dije que me sentía culpable y que lo ocurrido esa noche de sexo, era porque ambos lo habíamos deseado, no fue un capricho sino algo que tenía que suceder por nuestra afinidad y cercanía al trabajo. Ese mismo día ya se habían ido todos, solo ella y yo otra vez, tocaron la puerta, sabía que era ella, entró, me dijo que había leido mi correo y acercándose a mi me besó, yo la tomé y el besó continuó por varios minutos. Le dije, llama a tu casa y di que llegaras tarde, no muy tarde. Ella salió rapido y tomó su teléfono y lo hizo.
Salimos de la oficina con prisa, tal era el entendimiento que teníamos que no hubo que decir muchas palabras, ella se subió a mi auto y salimos directo al primer motel que encontramos, nos tiramos a la cama besándonos y nos fuimos quitando la ropa el uno al otro, la besé primero desde la boca hasta los pies, le lamí todo el cuerpo en especial sus tetas y su rajita, luego ella me pidió que era su turno, me beso igual, me mamó la verga por primera vez y lo hizo con tal dedicación y dulzura que apenas pude detener mi eyaculación, luego me besó hasta los dedos de los pies, nunca me habían dado tal tratamiento, luego se subió encima de mi, tomó mi verga y la colocó en la entradita de su rajita, se fue sentando encima y pude sentir como mi carne se hundió en su intimidad, se sentía caliente, finalmente se puso a cabalgarme rico, primero lento tomando su tiempo para besarme los pechos y la boca, luego fue acelerando hasta llevarme al cielo, luego se volteo en la misma posición, dándome ahora la espalda y me siguió cabalgando, pude ver su bellas nalgas blancas y su rajita recibiendo mi verga adentro y afuera, me cabalgó hasta que me hizo correrme sin remedio, al tiempo que ella estaba degustando el suyo.
No perdí tiempo, mi verga aún estaba dura, la puse en cuatro y la folle duro tomandola de las nalgas con mis manos, los dos gemimos, en el acto, yo le decía que me gustaba y nunca la quería lejos de mi por ahora, ella me decía que era una locura pero que le gustaba tenerme adentro de ella. Los dos nos venimos a chorros, no se de donde me salió más leche. Finalmente salimos y la llevé a su casa.
No es un romance o una relación ya formal, podemos pasar dos o tres semanas, o aún un mes sin tener sexo, pero cuando lo tenemos nos comemos vivos ambos, vivimos al máximo esta doble infidelidad.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!