Mi primera infidelidad
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Lorena, soy peruana, aunque hace muchos años mi familia y yo vivimos en España.
Soy madre de dos hijas ya señoritas, una mujer sin nada que destacar, trabajo en casa de familia y tengo 55 años.
Después de preparar el desayuno a mi familia, salgo corriendo para mi trabajo y me cruzo con un señor que vive en la misma urbanización que viene de su trabajo, cruzamos un saludo de cortesía y nada más.
Una mañana, en que se me había echo muy tarde, mi familia ya se había ido a sus respectivos trabajos, deje la casa ordenada y salí como loca corriendo, estaba lloviznando y me resbalo en la acera, que casi me caigo, y este señor que siempre me cruzo, veo que viene corriendo en mi auxilio, "esta bien señora?", me dijo, agarrando mi brazo, ya que no podía apoyar bien mi pie, me lo había torcido, "creo que me torcí el tobillo", le dije, con los ojos llenos de lagrimas por el dolor, "vamos al hospital", me dijo, "hay no, que vergüenza, como se va a molestar", le dije pero no podía caminar sola, ya que el pie me dolía mucho.
Me llevó casi en andas hasta la conserjería de la urbanización, sacó su carro y me llevó al hospital, que queda muy cerca, ahí me atendieron y mi vecino estaba siempre a mi lado, hasta se hizo pasar por mi esposo para poder estar conmigo mientras el médico me examinaba.
Yo me moría de vergüenza, ya que ese señor es mucho mas joven que yo, y en un momento dado me hicieron quitar el pantalón para examinar el resto de mi pierna, yo estaba que me quería morir en bragas delante de mi vecino, pero no podía decir nada, ya que se darían cuenta que era mentira de que él era mi esposo.
Me vendaron el tobillo, me mandaron tomar unas medicinas y le dijeron a mi vecino que ponga el pie en alto y me haga baños de agua y sal en el tobillo.
Me llevó a mi casa, me ayudó a ponerme ropa mas cómoda, me dejó sentada en el sillón del salón, y se fue a comprar las medicinas.
Ahí empecé a reparar en lo atractivo que es mi vecino, un chico de unos 35 o 40 años, el color de sus ojos, verdes intensos y lo amable que es, hasta que llegó con las medicinas.
Enseguida me sirvió un vaso de agua para tomar los anti inflamatorios, puso una palangana con agua tibia y sal, me quitó la venda del pie y lo metió en el agua, yo intentaba que no se me viera nada, ya que estaba con un camisón puesto, y como tenía que maniobrar mi pierna, se me subía mas arriba de la rodilla, aunque ya me había visto en interiores dos veces, una en el hospital, y otra en casa mientras me cambiaba de ropa, igual me daba corte.
Nos pusimos a hablar, le pregunté su nombre, me dijo que se llamaba Eduardo, que era argentino, me gustaba el timbre de su voz, me preguntó donde tenía las toallas, fue a buscar una y me saca el pie del agua, empezando a secárlo, lo hacía con mucha suavidad, me secaba entre los dedos, me levantaba la pierna y yo me tapaba ya que mi camisón se levanta y se me veía todo, pero yo me tapaba mas que nada por respeto a mi esposo.
Me levantó en brazos y me llevó a mi dormitorio, donde me dejo en la cama, agarrando una crema y me empezó a dar masaje en el pie, sentía sus manos pasar por el pie, por parte de mi pierna y noté que me estaba poniendo arrecha, "Eduardo, me puedes hacer un masaje en la cintura", le dije con todo desparpajo, "si como no, por donde vos quieras", me dijo, dejando mi pie y haciendo que me siente en la cama, me saca el camisón y me hace acostar boca abajo, quedando solo en bragas y sujetador.
Siento como me desabrocha el sujetador y me baja la braga hasta la mitad de la cola y empieza a masajear mi cintura, y sus manos subían por mi espalda, bajando hasta mis nalgas, yo me empecé a relajar cada vez mas, hasta que mi vecino siguiendo con los masajes, me hizo gemir y suspirar, "que ricas manos que tienes", le dije con los ojos cerrados, totalmente relajada, mis gemidos eran cada vez mas sonoros, sentía lo que nunca sentí, un cosquilleo tremendo en la cuca, movía mi cuerpo involuntariamente, siento que me baja mas la braga y sin darme cuenta levante mi cintura, invitándolo a que me la quite, cosa que Eduardo me quitó la braga, ya no masajeando mis nalgas sino acariciando mi cola, metiendo la mano por entre mis piernas buscando mi cuca, yo abrí un poco mis piernas para que me la pueda tocar, hasta que di un fuerte y largo "haaaaaaaaa" cuando siento que me mete un dedo.
Lo sentía mover dentro mío, yo estaba fuera de mi, gemía y movía mi cintura también , siento su aliento en mis nalgas, sus besos, suaves, pasando su lengua por mis nalgas y por la raya de la cola, yo iba abriendo mas mis piernas, mi cuca estaba empapada.
Eduardo deja de acariciarme, volteo mi cabeza y se estaba bajando el pantalón, se sube sobre mí y siento como acomoda su picha contra mi cuca, y sin decirme nada me la empieza a meter, "hayyyyyy papi", le dije mientras metía su picha hasta el fondo, "que mi vida?", me dijo moviendo su picha bien adentro de mi cuca y besando y lamiendo mi nuca, "me estas cachando papi, que rico", le dije moviendo mi cola a medida que el movía su picha dentro de mi cuca, "te gusta?", me dijo sin dejar de moverse, "me encanta", le dije, sin dejar de mover yo mi cintura.
Siento que saca su picha de mi cuca y me va dando besos por mi espalda hasta llegar a mi cola de nuevo, donde me abre las nalgas y me empieza a lamer el ano, "papi, papi, que rico", le decía al sentir su lengua contra mi chiquito.
Deja de lamer mi cola y me pone boca arriba, volviendo a subir besando mi cuerpo hasta mis tetas, chupando mis pezones y acomodando su picha en mi cuca de nuevo, y sin dejar de chupar mis tetas me la vuelve a meter en la cuca, haciendo que grite de placer y siga acariciando su cabeza, no podía creer como disfrutaba de como me estaba cachando mi vecino, lentamente se va poniendo de rodillas frente mio sin sacar su picha de mi cuca, y me levanta las piernas, apoyándolas en sus hombros, sacando su picha de mi cuca y empezando a pasarla para arriba y para abajo por mi chiquito, "papi, papi", le decía, mientras el acomodaba su picha contra mi ano, siento que hace fuerza y gemí como nunca en mi vida sintiendo como me iba entrando en la cola, "papi, papi, me estas rompiendo el chiquito papi", le dije a medida que mi vecino me la iba metiendo en la cola, sentía abrirse mi chiquito a medida que su picha entraba, sus manos no dejaban de estrujar mis tetas, mis pezones, hasta que en una última fuerza, me mete toda su picha en la cola, "papi, papi lindo, me rompiste el chiquito", le dije, sintiendo su picha bien adentro de mi cola.
Jamás pensé en meterle los cachos a mi esposo, y menos con un hombre tan joven y en nuestra cama, pero ahí estaba, con las piernas bien en alto, con toda su picha metida en mi cola, disfrutando como loca de como me habían roto la cola, como me estaban agrandado el chiquito, de como me estaban cachando por el chiquito, que siempre se lo negué a mi esposo.
Sentir la picha de Eduardo entrar y salir de mi cola, me parecía la cosa mas deliciosa que jamás hubiera echo, "si papi, cacha mi cola, abre bien mi chiquito, tu la haz roto, mi cola es tuya", le decía entre temblores de placer al sentir su picha entrar y salir de mi cola.
Yo agarraba fuerte las sábanas, gimiendo de placer mientras mi vecino no dejaba de estrujar mis tetas y cachar cada vez mas fuerte mi chiquito, "así papi, así, revienta mi cola papi", le gritaba, acariciando mi cuca, mojada, empapada, como nunca estuvo, "Lorena, te voy a llenar la cola de leche, me dijo, metiendo bien adentro su picha y la movía para los costados, dando fuertes gemidos de placer, "si papi, bien llena, llena bien mi cola de leche, hasta la última gota déjame dentro, vente papi, vente que me estoy viniendo", le grite y explote en un tremendo orgasmo, sintiendo como la picha de Eduardo me palpitaba dentro de la cola.
Solo se escuchaban nuestros gemidos, nuestro gritos de placer al estar viniéndonos juntos, yo apretaba mi chiquito para que Eduardo no saque su picha de dentro de mi cola, "manosea mis tetas papi, manosea mis tetas", le gritaba sin poder contener todo lo que me estaba viniendo.
Quedé exhausta, solo le pedía con apenas voz, que no saque su picha de mi cola, que me gustaba tenerla metida en la cola.
"Espero que esta no sea la única vez que estemos así", me dijo Eduardo, besando la planta de mis pies y sacando su picha de mi cola, "no papi, mañana voy a estar sola también y necesito que vengas a atenderme", le dije, besando la boca de mi amante, y nos quedamos los dos abrazados un rato en la cama donde comparto con mi esposo, donde le puse los cachos por primera vez y donde me rompieron el chiquito.
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