Mi primera infidelidad 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Así fue como me hice la querida de mi jefe.
Ese fin de semana he cachado como no había cachado nunca en mi vida, prácticamente el señor Alberto no me dejaba vestir, ya que me cachaba en todos los rincones de la casa, todo era buen lugar para que cachemos a gusto.
Cuando llegan mis hijas del fin de semana que habían pasado con la esposa de mi jefe, no fuimos a casa, al departamento que tan gentilmente me había cedido mi jefe, y en el contestador telefónico y en mi celular, habían infinidad de llamadas de mi esposo, que aunque estábamos separados, él seguía insistiendo con querer volver con nostras, pero le había dado tantas oportunidades y todas las había perdido, que no sabía que hacer, y como era la querida de mi jefe, mas miedo me daba que se fuera a enterar.
mientras escuchaba los mensajes de mi esposo, fui al baño a ducharme y me vi desnuda en el espejo, tenía los pezones hinchados de tanto que me había mamado las tetas mi jefe, pase mi dedo por el chiquito y estaba tan abierto como jamás en mi vida lo había tenido, pero en el fondo me sentía feliz, ya que sabía que aunque me divorcie de mi esposo, siendo la querida de mi jefe ni a mi, ni a mis hijas nos iba a faltar nada.
Cuando llego al trabajo, el señor Alberto no había llegado todavía, y me llamo la atención, ya que él es siempre el primero en llegar.
Cuando llegó eran cerca del medio día, saluda como siempre, cortes pero distante, con su elegancia que lo caracteriza, al poco me llama a su oficina, y cuando entro me dice que cierre la puerta, me muestra su pinga dura, hermosa como siempre, haciendo que me arrodille entre sus piernas y mientras el hablaba con alguien por teléfono, yo le mamaba la verga y él acariciaba mi cabeza mientras yo subía y bajaba mi cabeza haciendo que su pinga entra y salga de mi boca, y así me tenía unos diez o quince minutos mamando, hasta que cuando terminaba de hablar, aceleraba los movimientos de su verga en mi boca y se venía, haciendo que yo le trague toda su leche, o muchas veces me llamaba y me decía que me iba a dictar una carta, y yo ya sabía que era y cuando entraba en su oficina, cerraba la puerta y me sacaba la tanga, me pasaba saliva por mi chiquito y él me esperaba con la verga dura para que me le siente encima y me la meta toda por la cola, y ahí me estaba cachando la cola unos veinte minutos, es tremendo el aguante que tiene ese hombre, yo me venía y él seguía cachando mi chiquito, él se venía dentro de mi cola, iba a su baño privado, me limpiaba y salía, pero sin ponerme las bragas porque sabía que me iba a volver a llamar para seguir cachándome.
Ese hombre me gustaba mucho a pesar de tener muchos mas años que yo, mas de 20 años me llevaba, pero para mi, era una cosa que lo deseaba, deseaba que me cache por donde quiera, que me haga mamar su pinga, tragar su leche, yo nunca supe si tenía vida sexual con su esposa, ya que me cachaba hasta tres veces en el día, y no sabía como hacía para cumplir cuando estaba en intimidad con la esposa, pero eso a mi no me importaba, yo era su querida, la mujer que esta siempre dispuesta a dejarse hacer lo que ese hombre quiere.
Yo soy rubia natural, y a mi jefe le encantaba ver el bello púbico mio, ya que es del mismo color que mi cabello, rubio, yo lo había dejado crecer, ya que él me dijo que lo hiciera, yo estaba sometida a él, pero me gustaba ese sometimiento, era feliz con todo lo que me hacía y yo dejaba que me hiciera lo que quisiera hacerme.
Una vez me llama y me hace sentar en un dilatador anal enorme, "pero señor Alberto, yo no necesito eso, no vio que grande tengo el ano", le dije antes de sentarme, "quiero que te sientes y mientras te destrozas el ano, quiero que me mames la verga", me dijo, y yo como buena sumisa que soy, me senté, sintiendo dolor, ya que era bastante grande, pero no me dejo mamar su verga hasta que no lo hice entrar toda en mi cola.
Ahí si, saco su pinga y me la metió en la boca dejando que la mame mientras sentía un tremendo dolor en el ano con eso metido dentro, hasta que por fin se vino en mi boca y después de haber tragado toda su leche y haber limpiado bien su verga con mi lengua, me dejo levantar, haciendo que me abra las nalgas y le deje ver como me había quedado el ano.
Me hizo pasar mis dedos por mi ano, que estaba treméndamente abierto, "así quiero que tengas el ano, así de abierto", me dijo, dejando que me fuera a mi oficina con un tremendo dolor en la cola.
Me di cuenta que me hacía cosas que no se las podía hacer a su esposa, lo notaba un poco sádico, pero entre él y mi esposo, me quedo con mi jefe, aparte de estar en una situación económica muy cómoda.
Últimamente no me dejaba limpiar de después de cachar, me hacía ir a mi oficina sin calzones y sin que me pueda la lavar la cuca o la cola, según por donde me hubiera cachado, apretando las piernas para que la leche no se me escurra por las piernas.
Pero siempre que me hacía algo fuera de lo normal me lo recompensaba con un buen regalo o con dinero.
Y me fui acostumbrando, prefería eso a las palizas que me daba mi esposo.
Una noche me llama y me dice que mañana a la mañana va a venir una persona muy importante, que necesitaba mi ayuda para cerrar un negocio muy importante y que si lo ayudaba iba a ser muy generoso conmigo.
Al otro día, fui a la oficina muy intrigada de lo que quisiera hacer mi jefe, que lo veo entrar con un señor bastante mayor y muchos kilos de mas, saludando con su característica distancia con todos los empleados, y al rato me llama, que me necesita, y yo fui, toda inocente, ya que pensaba que quería que lo asesore en algo referente al negocio, y me dice que cierre la puerta que me iban a dictar una carta, y lo veo al señor ese, gordo con su verga fuera del pantalón, dura y subiendo y bajando el prepucio, mirándome con una sonrisa lasciva y mi jefe estaba con la pinga dura también fuera de su pantalón, yo no podía creer lo que mi jefe quería que haga, que me siente en la pinga de ese gordo y deje que me cache el chiquito y mi jefe a saber donde me quería meter la pinga él.
Yo los quedé mirando, no sabía que hacer, y mi jefe, mirando fijamente mi cara, me dice que el señor quiere dictarme una carta, que era nuestra forma de decirnos que me quite los calzones que me iba a cachar por el chiquito.
A mi se me caía la cara de vergüenza, cuando me remangue la falda y me quite el calzón, pasando saliva por mi ano, y mi jefe me ayudaba asentarme en la verga de ese gordo, dejando que me la meta por la cola y yo abriendo mis nalgas, hasta quedar sentada sobre él, con toda su pinga metida en mi cola y mi jefe me mete su verga en la boca, haciendo que mientras el gordo me cachaba por el chiquito, yo le mamaba la verga a mi jefe, sentía como el gordo movía su verga en mi cola y mi jefe su pinga en mi boca, me sentía humillada, y mas cuando el gordo empezó a acariciar mis tetas y mi cuca mientras me cachaba la cola y la verga de mi jefe entraba y salía de mi boca, "da gusto una secretaria así", dijo el gordo riendo y pasando sus manos por mis nalgas haciendo que suba y baje de su verga, mientras mi jefe me había agarrado de la cabeza y metía su pinga casi hasta mi garganta, estaba semi desnuda, mis tetas bailaban de la forma que me movían, las manos del gordo me manoseaban toda y no dejaba de cachar mi cola, la verga de mi jefe entraba y salía de mi boca, yo quería salir corriendo, estaba a punto de llorar por lo humillada que me sentía, hasta que le dice el gordo a mi jefe que quiere venirse en mi boca, que mi jefe me siga cachando la cola y que le mame la verga al gordo, que si era tragona, y mi jefe me saca la verga de la boca y le dice que nadie le a mamado la verga como yo y que sí, que soy muy tragona, y así hicieron el cambio, ahora era mi jefe el que metía su verga por mi chiquito y el gordo me metía su verga en la boca haciendo que con mucho asco se la mame, hasta que el gordo entre jadeos se empezó a venir en mi boca, por dios, jamás sentí tanto asco en mi vida como sentí cuando el gordo me estaba llenando la boca de leche y sabía que tenía que tragarla, así la fui tragando hasta que mi jefe se empezó a venir dentro de mi cola, yo ni siquiera me había mojado la cuca, estaba asqueada, tuve que lamer la pinga del gordo para sacar toda la leche que pudiera haber quedado, y después mi jefe la sacó de mi cola y me la hizo limpiar con la boca también.
Estaba tan humillada, tan mal, que tenía la cara desencajada por el odio que sentía en ese momento.
no me dejaron arreglar mi ropa y mientras hablaban de sus negocios, el gordo no dejaba de manosear mi cuerpo.
"Señor Alberto, hago este negocio con usted por las bondades de su secretaria", dijo riendo y metiendo un dedo en mi cola, que yo estuve a punto de darle un puñetazo de la rabia que me dio, "si no fuera por su secretaria, no se lo que hubiera pasado", decía el gordo moviendo su dedo dentro de mi cola, y yo aguantando las ganas de darle un tremendo golpe, hasta que por fin firmaron unos documentos y el gordo no sacaba su dedo de mi cola, hasta que se fue.
Yo estaba en la oficina de mi jefe, medio desnuda, asqueada por lo que me había echo hacer, quería pedirle explicaciones que como se había atrevido a hacer que me deje cachar y mamar la pinga de ese hombre tan horrible, hasta que regresa de haber acompañado a su cliente y con una sonrisa en los labios me besa los míos que yo por supuesto no le respondí el beso, estaba pera besar a nadie, "Alzacia, ahora te toca firmar estos documentos a ti", me dijo poniendo una carpeta sobre su escritorio, y así como estaba, ya que seguía medio desnuda, los empecé a leer y temblaba de emoción al ver que mi jefe por los servicios prestados me dejaba el departamento como propiedad mía.
Había valido la pena la humillación que me había echo pasar mi jefe con ese gordo feo, pero estaba feliz, otro problema resuelto en mi vida.
Mi casa propia.
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