Mi primera infidelidad 5
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cada día me gustaba mas estar en los brazos de Eduardo, fue el único hombre que me hizo sentir mujer, ya que mi esposo, solo se acostaba sobre mi, me metía la picha en la cuca y se venía enseguida sin hacerme disfrutar, Con Eduardo era diferente, me cachaba por la cuca, por el chiquito, hacía que le mame la picha y siempre hacía que llegue a tener tremendos orgasmos, me venía hasta tres veces, cosa que jamás me pasó con mi esposo.
El sábado hicimos la cena, yo ya estaba bien de pie, le hablaba a mi hija de que Eduardo era un buen partido para ella, que vivía solo, que tenía su casa, su trabajo, que era un hombre serio.
Mi hija se llama Marleny, tiene 25 años, es una chica color cobrizo, cabellos largos hasta su cintura, menuda de cuerpo, sin dejar de tener buenas curvas, ojos achinados, y con su metro cincuenta, hacía que los hombres se giren a mirarla cuando estaba en la calle.
Cuando llegó Eduardo a casa el sábado, venía con una elegancia muy sencilla, vaqueros ajustados, botas texanas una camisa blanca abierta hasta casi mas abajo del pecho y una cadena muy fina de oro, sus cabellos y sus barbas bien planchadas, ya que él las usa largas, estaba muy atractivo, yo me lo quería comer, me sentí mojada de inmediato.
Estábamos todos, mi hija menor con su novio, mi esposo, Marleny y yo, hice las presentaciones correspondientes, y comenzamos a hablar, Eduardo resultó ser una persona mucho mas agradable de lo que yo misma me imaginaba, tenía una forma de hablar que embriagaba, yo estaba nerviosa, quería tener aunque sea una oportunidad para darle unos besos a su picha o que me acaricie, en la cocina le pregunté a mi hija que le parecía Eduardo y mi hija me dijo que le gustaba mucho que es un hombre muy atractivo y simpático.
En un momento dado le pregunté si tenía en su casa no se que tontería y me dijo que si, fuimos a su casa y cuando entramos me prendó de su cuello y entre besos y besos, le dije que le gustaba mucho a mi hija, "así vas a tener a la madre y a la hija", le dije, poniéndome de rodillas frente a mi amante y él sacó su picha y yo me la metí en la boca desesperada mamando, la besaba, la lamía, la metía hasta mi garganta, pero no podíamos demorar mucho, ya que podría venir alguien a buscarnos, Eduardo guardó su picha manchada del carmín de mis labios, se limpió los suyos y yo había traído el lápiz labial, me volví a pintar los labios, volvimos a casa y la velada siguió como si acá no hubiera pasado nada, aunque yo tenía unas ganas de seguir mamando la picha de Eduardo hasta hacerlo venir en mi boca que no daba más, mi cuca estaba empapada.
Cenamos, pasamos un rato muy agradable, mi hija menor se fue con su novio, ya que viven juntos y Eduardo invita a Marleny a salir a dar una vuelta, a tomar unas cañas en algún bar.
Mi hija me miró disimuladamente y yo le dije que si con la cabeza, "si no vienes a dormir me avisas", le dije calladita de que nadie me escuche, mi hija me miró como sorprendida, pero no dijo nada.
Los chicos se fueron y yo me puse a limpiar el servicio, aunque mi esposo me decía de ir a la cama, yo sabía que me quería cachar, y a regañadientes fui, y lo de siempre, dos besos en las tetas, se subió sobre mi, me metió la picha en la cuca, él se vino enseguida y yo me quedé ahí, a dos velas, sintiendo como me salía la leche de mi esposo de mi cuca.
Marleny volvió como a las siete de la mañana, yo cuando le escuche me levanté bien rápidito, "y, haz cachado con Eduardo?", le pregunté ansiosa, "hay mami, eso no se pregunta", me dijo, avergonzada y se fue a su dormitorio.
Yo estaba con la bata puesta sobre el camisón, pero sin ropa interior, esperé un rato a que mi hija se duerma, entré en mi habitación y mi esposo dormía profundamente, agarré el móvil y le llamo a Eduardo, para decirle si podía ir a su casa y sin hacer ruido me cruce, "y cacharon con Marleny", le dije mientras besaba la boca del futuro novio de mi hija, "hay que enseñarle mucho a tu hija, sabías que era virgen?", me dijo, mientras me quitaba la bata y el camisón por sobre la cabeza dejándome completamente desnuda, "bueno, pero supongo que como yo, va a aprender rápido, que mas hicieron, cuéntame", le dije, poniéndome de rodillas y sacando su picha y empezando a mamarla, "bueno, empezamos besándonos hasta que entró en el juego de las caricias íntimas, después convencerla de que me la chupe, mientras yo le chupaba la concha a ella", "y te la mamó?", le dije, volviendo a meter la picha de Eduardo en mi boca, escuchando lo que me contaba y mas arrecha me ponía, "si, me la chupó un rato y bueno, la desvirgué", me dijo, "y se la metiste por el chiquito como me la metes a mi?", le dije, dándole la espalda, agachando mi cuerpo y dirigiendo su picha a mi cola, "no, no quiso, quiere que nos conozcamos mas antes de darme la cola", me dijo, empujando y empezando a meter su picha en mi cola, "bueno, mientras tanto, tienes el chiquito de tu suegra para cacharlo, que me vuelve loca sentir tu picha dentro de mi cola, sentir como me abres el chiquito y la metes toda", le dije, haciendo fuerza hacia atrás, sintiendo como la picha de Eduardo desparecía dentro de mi cola.
"Y te haz venido dentro de su cuca, se la llenaste de leche?", le dije, gimiendo y moviendo mi cola en círculos, con toda la picha de mi futuro yerno bien adentro de mi cola.
"El primero se lo eche sobre las tetas y su cara, pero se la volví a meter y ahí me vine dentro de ella", me contaba.
Yo quería gritar de arrecha que estaba, "ven a la cama y me sigues contando mientras me sigues cachando por el chiquito", le dije, haciendo que me saque la picha de la cola.
Fuimos a su dormitorio, las sábanas estaban revueltas, habían manchas de sangre, me tiré boca arriba y levanté mis piernas, "ahí tienes la cola de tu futura suegra, sigue cachando mi chiquito y sigue contando", le dije, dejando que Eduardo se acomode entre mis piernas y gimiendo de placer al sentir como su picha me entraba toda en la cola, "que mas quieres saber?, no viste las sábanas manchadas de sangre, eso fue de la concha de tu hija, acá en esta misma cama donde desvirgue a tu hija, te estoy cogiendo el ojete a vos", me dijo, metiendo su picha bien adentro de mi cola, haciendo que abra mi boca de placer, "a tu suegra le haz roto el chiquito y a tu novia la haz desvirgado, buen cosecha llevas", le dije riendo, pero disfrutando de su picha cachando mi cola, "pero quiero educar bien a tu hija, como me gustaría educarte a vos también, hay algo que me encanta cuando le hago la cola a una mujer", me dijo, moviendo su picha en círculo bien adentro de mi cola, "que es, dime cariño, a ver si yo te puedo complacer", le dije, entre gemidos de placer que me estaba dando con su formidable cachada, "que cuando la saque de tu culo, salga sucia de caca", me dijo, "pero eso es una asco, es una cochinada", le dije, ya que me resultaría muy bochornoso ensuciar su picha que mi caca, por mas que me este cachando por la cola, "eso me encantaría, a ver cual de las dos me caga primero la pija, si vos o tu hija", me dijo el muy sinvergüenza, metiendo la picha bien adentro, haciendo que grite, embistiendo fuerte mi chiquito con su picha, haciendo que me tire pedos, metiendo los dedos de mis pies en su boca, mientras mis tetas se movían al compás de las embestidas que me daba.
Yo empecé a gritar de placer mientras me estaba viniendo en un tremendo orgasmo, mientras la picha de Eduardo no dejaba de entrar y salir de mi cola, su lengua pasar por entre los dedos de mis pies, cosa que jamás me habían echo, Eduardo daba tremendos bufidos, su dedo empezó a martirizar mi clítoris, hasta que no aguante mas y volvía a tener otro orgasmo y me empecé a mear de placer y mi futuro yerno metió su picha bien hasta el fondo de mi cola y la sentí palpitar como la había sentido palpitar tantas veces cuando se esta viniendo, llenando mi cola de leche.
Eduardo cayo a peso muerto sobre mi, haciendo que con su peso se me escape un pedo bastante fuerte y siento como me salía algo líquido de la cola, que supuse era su leche, y si era su leche, pero me salía marrón, cosa que me dio harta vergüenza, a lo que Eduardo me lo agradeció con besos en la boca y en la cara.
Cuando vi la hora, me quería morir, iban a ser las diez de la mañana, y yo desnuda en la cama del novio de mi hija todavía, con el chiquito bien cachado y la cola llena de leche.
Me vestí, me despedí de mi yerno y me fui corriendo a casa, que menos mal es la puerta de enfrente de donde vivo.
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