MI PRIMERA INFIDELIDAD QUE NO HA TERMINADO
Hola me llamo Sylvia tengo treinta y cinco años me case a los veinte años, tengo una hija y mi esposo es el primer y único novio que tuve, así que es el único hombre con quien había tenido intimidad. Anoche rompí todas las reglas y termine en los brazos de Leonardo mi jefe, fue algo que jamás planee.
Hola me llamo Sylvia tengo treinta y cinco años me case a los veinte años, tengo una hija y mi esposo es el primer y único novio que tuve, así que es el único hombre con quien había tenido intimidad.
Anoche rompí todas las reglas y termine en los brazos de Leonardo mi jefe, fue algo que jamás planee y si alguien me hubiera dicho que eso podía ocurrir me habría reído en su cara.
Todo comenzó como una simple cena de celebración, una salida del equipo de trabajo a festejar el éxito de uno de los casos más complicados que habíamos tenido en la empresa. Leonardo siempre tan profesional invitó todo el equipo y aunque ya habían existido muchas salidas de trabajo antes esa noche sentí algo especial en el aire, una tensión latente que no lograba entender del todo.
Nos acomodamos en una mesa grande en un restaurante elegante cercano a la empresa, la decoración tenía algo romántico con luces tenues y velas sobre las mesas y a medida que avanzaba la noche los compañeros se fueron despidiendo hasta que solo quedamos Leonardo y yo.
No estaba segura si era una coincidencia o si él había planeado esto, A decir verdad, siempre había sentido una especie de atracción hacia él, sus modales, el trato especial que me daba, su forma sobria pero siempre elegante de vestir, las lociones que usaba, en fin, muchas cosas.
Pero tenía claro que él era algo prohibido, Leonardo no solo era mi jefe sino también un hombre casado.
¿Que estaba haciendo yo allí, tan cerca de él? Nos movimos a la barra del restaurante y allí fue cuando comenzó la verdadera conversación. Él pidió una ronda de bebidas, las mismas que habíamos estado tomando durante la noche y cuando recibí mi bebida, Leonardo se inclinó un poco hacia mí con esa mirada intensa y misteriosa que lo caracterizaba, su voz baja y grave llena de sinceridad me sorprendió cuando dijo… Sylvia, sabes que eres una de las mejores en el equipo ¿verdad? Le sonreí tratando de mantener la compostura y ocultar cuanto me afectaba su cercanía.
Respondí con una risa nerviosa queriendo restarle importancia. No exageres Leonardo, solo hago mi trabajo, pero él negó con la cabeza sin apartar su mirada de la mía. Algo en su expresión me decía que había mucho más detrás de esas palabras. No, en serio me insistió y sus ojos parecían brillar bajo la luz tenue. Desde que llegaste a trabajar con nosotros la firma ha cambiado mucho. Eres una mujer increíble. El comentario me desarmó, aunque era algo simple, el tono en que lo dijo y la forma en que me miraba me hicieron pensar que no hablábamos solo de trabajo, sentí que el tiempo se detenía y el ruido del restaurante desapareció a mi alrededor. Estábamos solos o al menos así lo sentí. Leonardo siempre fue un hombre reservado alguien que mantenía sus emociones bajo control. Nunca lo había visto tan abierto, de alguna manera vulnerable. ¿Qué significaba esto? ¿Estaba insinuando algo más? Mis pensamientos giraban en mi mente, pero antes que pudiera responderle el silencio se rompió cuando preguntó. Sylvia ¿Alguna vez has sentido que estas exactamente donde debes estar?
La pregunta me tomo por sorpresa ¿A qué se refería? Pero cuando lo miré sus ojos me decían que estaba hablando de nosotros. No sabía que responder estaba confundida y mi corazón latía con fuerza.
Intente desviar la conversación, hacer que las cosas volvieran a su curso normal, pero él no me dejaba apartar la mirada. La tensión era palpable y en el fondo yo sabía que si no me alejaba ahora algo cambiaria entre nosotros para siempre.
Pasaron unos minutos más, y finalmente me ofreció llevarme a mi casa. Mi mente me gritaba que no aceptara, que era mejor despedirme allí mismo, pero algo en mi quería prolongar esos momentos con él. Acepté, subimos a su auto y durante el trayecto ambos permanecimos en silencio. De vez en cuando nuestras miradas se encontraban y sentía que estábamos a punto de cruzar la línea. Un pensamiento recurrente invadía mi mente.
¿Si él no fuera mi jefe, si no fuera casado, me permitiría caer en esa tentación sin reservas?
Cuando llegamos a mi edificio intente despedirme con un simple…Gracias por la invitación. Pero cuando fui a abrir la puerta del auto, él me tomo del brazo y me dijo… ¿No te gustaría que prolongaremos la noche?
Entendí claramente a que se refería, eran las diez de la noche, pude haberle dicho cualquier excusa, pero mi excitación y deseos sexuales pudieron mas que mi voluntad y le respondí con un lacónico…SI
El me dijo ponte de nuevo el cinturón y arrancó el auto camino a donde el me quisiera llevar. Tal como imagine llegamos a un motel, nos asignaron un lugar con garaje, el entro el auto y cuando sentí el golpe del cierre metálico de la puerta, me dije…la suerte esta echada, no sabía si estaba ganando o perdiendo, pero lo único de lo que estaba segura es que mi excitación era la ganadora. Nos bajamos del auto, entramos a la habitación y el cero la puerta. Me preguntó si deseaba una bebida le respondí que sí, ojalá un tequila. El hizo el pedido mientras yo continuaba de pie a su lado. Apenas colgó se acercó a mí y estando los dos frente a frente dimos el paso de juntar nuestros labios y empezar ese beso que tanto estabamos deseando.
Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo al tiempo que me pegaban al suyo y sentí perfectamente su erección en mi vientre. Los besos y las caricias se prolongaros hasta cuando llego el pedido. El lo recibió, tomo las copas y me ofreció mi tequila. Como nunca antes lo hice lo tomé de un solo sorbo y él al mirarme hizo lo mismo.
A continuación, nos fuimos despojando de la ropa hasta quedar, él solo con su bóxer y yo con sujetador y tanga. Al hacerlo él se retiro un par de pasos y me miro de arriba abajo como un escáner y me dijo… Sylvia, eres realmente preciosa. Yo me sonrojé, caí en cuenta de mi desnudez y le respondí…No exageres.
Se volvió a acercar, rodeo mi cuerpo con sus brazos, y si ya estaba excitada, ahora estaba volando con sus caricias directamente sobre mi piel. Soltó mi sujetador y mis senos quedaron a su disposición, los beso. los acaricio, y se quedó chuparlos uno y otro y mi excitación creció más, al punto que podía escuchar mi respiración.
Quien comandaba las caricias era Leo, yo escasamente acariciaba su espalda, su cuello y su cabello. Hasta ese momento como él no había acariciado mi sexo yo tampoco me atreví a hacerlo. Pero cuando llego el momento de pasar de los besos y caricias a algo mas fuerte, él se arrodillo ante mí, me quitó la tanga y acerco su boca a mi concha, sentí como su lengua rozaba mi clítoris y esto me hizo sentir un corrientazo cruzando por todo mi cuerpo.
A continuación, me invito a que me acostara, lo hice y él separando mis piernas, sumergió su cabeza en mi sexo y comencé a disfrutar una sesión de sexo oral, como nunca antes percibí. Leo hacia maravillas con sus labios y su lengua y mi excitación se elevó hasta límites que jamás había disfrutado y pronto exploté en gemidos y contracciones de mi cuerpo. Al finalizar Leonardo me dejo descansar porque cada roce de su cuerpo con el mío era como un corrientazo.
Recuperada, como él se había acostado boca arriba a mi lado, me levante y comencé masajear su verga, que de inmediato se endureció como un riel. Me acomodé de rodillas sobre la cama y luego me incliné sobre su verga para meterla en mi boca y corresponderle al placer que él me acababa de proporcionar. Fueron varios minutos en los que disfrute su verga dentro de mi boca y por momentos la dejaba entrar hasta mi garganta, perdiendo el aliento por fracciones de segundo.
Cuando él estaba ya muy excitado me dijo que deseaba follar mi concha y reincorporándose se acomodó en medio de mis piernas y él solo con su verga encontró la entrada a mi concha que estaba super lubricada, razón por la cual ésta rápidamente se perdió dentro de mí.
Sentí un placer enorme y a continuación él empezó a mover sus caderas y su verga entraba y salía de mi concha haciéndome gemir y exhalar continuos ah, ah, ah, por cada vez que gozaba con sus penetraciones. Así estuvimos al menos quince minutos disfrutando al límite.
Yo estaba maravillada y de pronto Leonardo me pidió cambiar de posición, me puse en cuatro o de perrito como dicen por ahí, y él me penetro desde atrás. Me tomó por las caderas y la penetración fue más profunda, estábamos muy entusiasmados cuando él me dijo…tienes un culito rosado muy hermoso que me gustaría probar. Le respondí que jamás he tenido sexo anal, el me dijo… ¿te gustaría probar?, y teniendo en cuenta las copas que había tomado estaba dispuesta a todo, solo le pedí… hazlo con suavidad.
El saco su verga de mi concha que estaba superlubricada, puso saliva en mi culito y luego empezó a guiar su verga hacia mi interior, en el primer instante sentí mucha presión, mientras entraba la cabeza de su verga, pero después lo demás se fue adentro sin problema. El espero unos minutos a que mi cuerpo asimilara su miembro y mientras tanto me daba besos en el cuello y caricias en mi clítoris con lo cual me fue llevando a limites desconocidos para mí.
Cuando yo le pedí me follara, el inicio un mete y saca suave que fue aumentando en velocidad y cuando le pedí lo hiciera con fuerza, parecía como si me quisiera penetrar hasta el otro lado de mi cuerpo y más y más excitación sentí hasta el punto que me llevó a un orgasmo en el que perdí el conocimiento y quede tendida sobre la cama.
Él me dijo que se asustó porque yo no reaccionaba, pero al cabo de un par de minutos, que para él fueron interminables, comencé a volver a tener conciencia.
Me di vuelta y le pregunté si ya se había corrido. Y fue cuando me conto lo que me acababa de suceder, le pedí se subiera sobre mi, le di unos masajes a su verga para reactivarla y cuando la sentí vigorosa la dirigí a mi concha y le manifesté… soy toda tuya disfrútame como quieras y comenzó a follar mi concha de suave a fuerte al punto que logre disfrutar un segundo orgasmo levantando mis piernas y cruzarlas alrededor de la cintura de Leonardo, colaborando para que sus penetraciones fueran más profundas y finalmente se corrió llenando mi concha con su semen, primera vez que otro hombre diferente de mi esposo llenaba mi concha con su semen.
Después de esta maravillosa follada, nos quedamos pegados besándonos y cuando su verga se recogió y salió de mi concha nos separamos. Mire el reloj iban a ser las doce de la noche. Nos recompusimos, trate de secar la inundación de mi concha y estando listos, Leonardo pagó la cuenta, salimos al auto camino a mi casa. Por el camino Leonardo se deshizo en halagos hacia mi y mi cuerpo, confesándome que jamás había disfrutado unos momentos como los que habíamos compartido.
Antes de llegar a mi casa detuvo el auto, nos besamos intensamente y nos despedimos, al llegar frente a mi casa, me baje del auto como si fuéramos subalterna y jefe, y entre a mi casa.
Mi esposo ya estaba profundamente dormido, fui directo al baño a borrar los rastros de semen que terminaron de salir a mi tanga, la lave y seque nuevamente mi concha, me puse mi pijama y me metí bajo las frazadas de mi cama, sin hacer ningún movimiento brusco que despertara mi esposo.
A la mañana siguiente, como la confianza de mi esposo hacia mí es total me dijo…que pena llegué como a las diez de la noche, pero estaba tan cansado que me quedé profundamente dormido, tanto que ni te sentí llegar. ¿Como te fue en tu cena?
Le respondí… todo salió muy bien y pensé… (especialmente el semen de Leonardo entrando a mi concha), la cena fue maravillosa y todos la pasaron bien.
Todo esto sucedió el jueves en la noche, al día siguiente, llegué muy temprano al trabajo, aún no había llegado nadie, me senté a trabajar, pero no podía sacar de mi mente lo acontecido con Leonardo. Él llegó como a las nueve de la mañana, nos saludamos como siempre y en el día no se mencionó nada de los acontecido.
En las semanas siguientes, por momento recordaba esos maravillosos momentos y mas de una vez sentí mi concha húmeda imaginando la verga de Leonardo follándome.
Había pasado dos meses cuando al terminar una jornada larga de trabajo, solo quedábamos en la oficina Leonardo y yo e intempestivamente él se acercó y me dijo… No he podido sacar de mi mente aquella maravillosa noche contigo, ¿aceptarías que la repitiéramos? Yo estaba igual y no dude en aceptar, salimos enseguida para el mismo motel de aquella noche y por el camino le escribí un WhatsApp a mi esposo contándole que el trabajo se había prolongado y me demoraba un poco y le agregue… y para que no te preocupes por mi regreso, mi jefe se ofreció llevarme a la casa. El me contesto…ok, gracias por avisarme, nuestra hija ya esta dormida y da las gracias a tu jefe por traerte a casa. Así lo hare. Y pensé, (¿y también gracias por follarse a tu esposa?) Que malvada, pero el deseo era más fuerte que la voluntad y la fidelidad, pensé no es infidelidad porque a él es a quien amo, a Leonardo lo deseo.
Y llegando al motel ya sabíamos el protocolo, un trago de tequila para ambientarnos y luego besos caricias que nos llevaron a la cama. Los dos desnudos follamos en todas las posiciones, iniciamos con un sesenta y nueve con el que él logro llevarme a un delicioso orgasmo. Luego nos detuvimos y follamos en la posición de misionero, disfrutando unos besos eróticos maravillosos, por momentos cambiamos y yo estuve sobre él, clavándome su verga a mi antojo y rematamos con la follada anal que a ambos nos gusto tanto.
Esta vez no me desmaye, pero si disfrute con sus penetraciones y caricias simultáneamente en mi clítoris. Lleno mi culo con su semen y nos quedamos inmóviles conectados gozando de esos momentos de intimidad.
Como he sentido la necesidad de contarle a alguien, lo que he estado haciendo a espaladas de mi esposo, que mejor que compartirlo con ustedes.
Hasta aquí mi relato, hasta cuando follare con Leo, no lo se
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