MI PRIMERA VEZ CON UNA VIRGEN
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por misterchuy1.
Como se los había prometido, les relato la experiencia que viví, la primera vez que lo hice con una virgen, pues desde mi primera vez, pasando por un matrimonio y muchas relaciones, ninguna lo había sido.
Estaba yo en mi primer matrimonio, (actualmente estoy en el segundo), cuando viví una de las experiencias más excitantes que he vivido. La familia de mi ex-esposa es muy numerosa, con muchos hermanos y hermanas.
Desde muy joven frecuentaba los salones de baile, donde aprendí a ejecutar todos los ritmos conocidos, desde los clásicos: salsa, cumbia, danzón, rock and roll, etc.; hasta el de moda en ese tiempo: la música DISCOTEQUE, que puso de moda JOHN TRAVOLTA; y una de mis formas de generar ingresos era montar los bailes y coreografías para fiestas de XV años, que aquí en mi país (MÉXICO), es muy común.
La menor de las hermanas de mi ex, que, según me confesó después, se enamoró de mí desde que me conoció, un día se me acercó y me dijo:
– Cuñadito me gustaría mucho que tú fueras mi maestro de baile de mis quince, ¿lo harías?
– Por supuesto que sí, -le contesté-, no puedo negarle nada a la más linda de mis cuñadas.
Yo apenas tenía tres años, casado con su hermana, y fue hasta entonces, que noté que se había convertido en una hermosa jovencita, de senos no muy grandes, pero firmes, con unas nalguitas redondas y bien paraditas, que incitaban a masajearlas, besarlas y morderlas; cuando usaba pantalones de lycra, se notaban sus labios vaginales, grandes y carnosos, y , aunque ya desde entonces me atraía enormemente, nunca hice nada por acercarme a ella con intenciones sexuales, pues amaba a mi ex, aunque, ella era fatua y egoísta amante de sí misma, y para ese tiempo el amor cada vez más iba en decadencia.
Durante los ensayos de sus bailes, muchas veces se me insinuaba, pegando sus senos a mi pecho o en mi espalda; o se colocaba delante de mí y pegaba sus deliciosas nalguitas a mi verga, y yo, aunque trataba de esquivarla, no podía evitar que mi miembro reaccionara con una erección, que trataba de disimular.
Afortunadamente en ese tiempo no ocurrió nada, a pesar que desde ahí, ella se me insinuaba cada vez con más audacia, y, para mí era cada vez más difícil poderme contener y evitar su acoso, aunque he pensado mucho, que yo también la deseaba desde entonces, y cuando hacía el amor con mi ex, imaginaba muchas veces, que era la querida cuñadita con quien lo hacía.
Así pasaron tres años, llenos de inquietud y deseos contenidos, hasta el día en que ella se graduó del bachillerato. La familia de ellos es muy unida y casi todos decidieron pagar el boleto de la cena baile, al grado que se llenaron dos autobuses con la gente que acudimos a la fiesta de graduación, porque además, ese mismo día ella cumplía 18 años y su mayoría de edad.
Cuando la fiesta terminó, al abordar los autobuses, uno de ellos se averió y tuvimos que abordar el único disponible; yo me fui hasta el fondo del bus, que era del tipo escolar, seguido por ella, hasta quedar en la puerta de salida de emergencia. El autobús se llenó de tal manera que íbamos como sardinas en lata, y, desde antes que el bus avanzara, ella se colocó de espaldas a mí, con sus nalguitas pegadas a mi verga, que inmediatamente se paró, en ese momento, decidí llegar al final ahí mismo, sin importarme las consecuencias.
Ella vestía una minifalda, que la hacía ver espectacular y ya desde el baile, pude admirar (como casi todos), sus hermosos atributos, pues su belleza había madurado, convirtiéndose en una verdadera mujer, deseable y… deseosa; y, aunque en el baile tenía puesto un pantaloncito de lycra, que se le veía con cada vuelta de baile, al restregar su traserito contra mi pene erecto, note que ya no lo traía, pues sentí mi pene entrar, a través de su faldita, en medio de la zanjita de sus preciosas nalgas.
Tomó mis manos y las puso alrededor de su brevísima cintura, paso sus manitas por atrás y empezó a sobarme la verga, me bajó la cremallera y la sacó para acariciarla y sobarla dulcemente mientras yo le alzaba su faldita y le sobaba sus firmes y deliciosas nalguitas mientras le decía:
– Chiquilla traviesa, ya basta de provocarme sin recibir lo que mereces, ahora vas a sentir a un hombre dentro de ti.
Ella me contestó, gimiendo de pasión:
– ¡Si mi rey, hace mucho tiempo que lo deseo!
Yo sabía que teníamos por lo menos media hora de camino, y que no había riesgo de que alguien lo notara, pues íbamos muy apretados unos contra otros y el ruido que hacían todos con sus charlas y risas, además del ruido que hacía el autobús, que era bastante viejo y deteriorado, hicieron que nuestras palabras y gemidos no fueran notados.
Al empezar a sobarle su culito, noté que solo traía una brevísima tanga de hilo dental, y le quité sus manitas de mi falo, para acomodarlo entre los deliciosos cachetitos de sus nalgas, mientras bajaba mi otra mano para meterla dentro de su tanguita y empezar en su puchita una deliciosa masturbación, que la hizo mover su traserito con mayor vehemencia, empujándolo hacia mí ya durísima verga, que pasaba por su canalito de arriba hacia abajo, mojándolo y lubricándolo con mis líquidos previos a la venida.
Con mi mano libre hice a un lado su tanga, para poder metérsela, pero ella se la bajó con sus propias manos; yo, como pude, me agaché para sacársela totalmente, y al quedar mi cara entre sus nalguitas, no pude evitar lamerlas y mordisquearlas, con mis manos le abrí sus cachetitos y le besé su orificio anal, que instintivamente se contrajo.
Ella se inclino ligeramente hacia el frente, y abriendo sus piernitas, me permitió el poder besar, chupar y lamer su delicioso coñito, que se encontraba totalmente empapado de sus jugos vaginales; yo saboreaba esa deliciosa puchita, que por vez primera explotaba en un orgasmo que la hizo derramar sus juguitos, que yo bebí con verdadero deleite.
Me volví a poner de pie, y volví a colocar mi verga en la entrada de su anillito, volviendo a meter mis dedos en su coñito, empapado con mi saliva y sus propios jugos, suavemente pero con firmeza, comencé a penetrar su culito, insertando primero la cabezota de mi pene:
– ¡Ahhhhh!, la oí gemir.
– Tranquila chiquita, le dije al oído, solo es un instante.
– ¡Mmmmmmmmm!, fue su respuesta.
Cuando sentí que su esfínter se amoldó al grosor de mi tolete, empecé a empujar hacia adelante, suave pero firmemente, ella también reaccionó, pues mis dedos en su vulva lograron su cometido: volver a excitarla, pues también empezó a mover sus caderas de adelante hacia atrás, abriéndose al entrar y cerrándose y apretando al salir, aumentando el roce y haciéndolo cada vez más delicioso; ella se movía como toda una experta, aunque era su primera vez… Mi verga entraba y salía cada vez más rápido:
– Así mi niña, te gusta que perfore tu culito.
– ¡Siii papito, me encanta, aunque, hubiera querido que fuera por mi coño.
– No te preocupes pronto lo será
Mientras tanto seguía bombeándola, hasta que mis testículos soltaron un verdadero río de leche, que a través de mi verga, inundó cada pliegue de su esfínter anal, mientras ella se venía nuevamente, con un sabroso orgasmo que la dejó casi sin aliento.
Desafortunadamente, en esos momentos, el autobús llegó a su destino, rápidamente nos acomodamos las ropas, aunque ella no pudo ponerse nuevamente su tanga, pues yo me la guardé en el bolsillo, y, hasta la fecha la conservo como un bello recuerdo.
La casa donde vivíamos era enorme, pues mi suegro siempre quiso tener a sus hijos cerca, y les construyó a cada uno su propio departamento, aunque cada quién disfrutaba de privacidad con su propia familia.
Nos fuimos cada quien a sus habitaciones, mi ex inmediatamente se fue a la cama, pues estaba tan cansada, que inmediatamente se quedó profundamente dormida; yo me dirigí a la ducha, para refrescarme un poco, aunque al salir, me sentía aún muy excitado por la experiencia recién ocurrida.
Enfundado solamente en mi bata de baño y pantuflas, salí a dar un recorrido por la casa, pero al pasar por la habitación de mi cuñadita, escuché que también se estaba duchando; puse la mano en el picaporte, y con sorpresa noté que no tenía puesto el botón de seguridad; en silencio entré y me senté a esperarla en un mullido sillón, que tenía a un lado de su cama.
Al salir de la ducha, vestía casi igual que yo e inmediatamente notó mi presencia, aunque no se sorprendió en lo más mínimo:
– Vine para que terminemos lo que iniciaste.
Por toda respuesta, desató la cinta de su bata y abriéndola la dejó caer, quedando en sostén y un minúsculo y coqueto bikini, ambos de un color rojo encendido, me acerqué a ella y tomándola en mis brazos la besé apasionadamente, saboreando sus dulces labios, carnosos y sensuales, que prometían una noche dulce, apasionada y llena de goces sin límite.
Con estudiada lentitud, comencé a besar, morder y lamer su delicado y juvenil cuerpecito, la tomé en brazos y la llevé a la cama, continuando con mi labor de llevarla al éxtasis, mientras ella me decía:
– ¡¡¡Si mi vida, asiiii mi rey, he soñado tanto este momento y me he conservado virgen para ti, por favor no te detengas amor, ámame, soy toda tuya!!!
– ¡Yo también, lo he deseado desde hace tiempo mi niña! ¡Ahora te voy a hacer una mujer plena!
– ¡¡¡Si corazón, desde que te conocí, siempre quise que tú fueras mi primer hombre, y yo quiero ser tu mujer hasta que tú quieras y como quieras!!!
Sin dejar de acariciar, besar y morder cada centímetro de su hermoso cuerpo, le seguí diciendo palabras, lo mismo tiernas, lascivas y obscenas; y ella me contestaba de la misma manera.
Con los dientes le quité su sostén, besando, chupando y mordiendo sus deliciosas tetas, deteniéndome en sus rosados y erectos pezones, los cuales lamí, besé y chupé como si me estuviera criando de nuevo, logrando con eso que ella se derramara en su primer orgasmo; después, casi le arranqué el bikini, dejándola totalmente desnuda y a mi total merced, para entonces ya me había quitado la bata de baño, y el roce de su aterciopelada piel, terminó por excitarme de tal manera, que casi me vine sin penetrarla aún; afortunadamente logré contenerme y me coloqué encima de ella, en la posición “misionera”, abriendo sus piernitas con las mías, posicionando mi duro pene en la entrada de su cuevita.
No se la metí de inmediato, sino que se la restregué en su vulvita, para excitarla aún más, consiguiendo que se viniera nuevamente, explotando en un orgasmo que hizo que salieran como chispas y luces de su cuerpecito de diosa. Cuando se repuso aún no se la metía y me dijo suplicando:
– ¡¡¡Por favor mi vida, ya no me atormentes más, métemela toda, toda por piedad!!!
Hice lo que me pidió, y lentamente la empecé a penetrar, abriendo con mi verga sus pliegues vaginales despacio, sin prisas, hasta que mi miembro tropezó con la telita de su virginidad, en ese momento, de un poderoso empujón, se lo deje ir hasta la empuñadura:
– ¡¡¡AAAAAAHHHHHHGGGGG!!!, gritó ella.
Fue una suerte que todos en la casa estuvieran cansados y profundamente dormidos, pues de no ser así, se habrían dado cuenta, de que estaba naciendo una nueva mujer, que se retorcía bajo el látigo del dolor y el placer, de la primera penetración que su coñito recibía. Yo nunca había encontrado ninguna mujer, con una vagina con un calor interno tan intenso, que casi sentía mi verga quemarse; tan intenso es.
Con un beso, apague su naciente grito, manteniéndome quieto por unos instantes, esperando que pasara el momentáneo dolor; cuando pasó y su vagina se acostumbró al invasor de su intimidad, empecé a bombear lentamente, y poco a poco con más rapidez y fuerza:
– ¡Ya pasó pequeña, ahora gózala, disfrútala cariño!
– ¡¡¡Si amor, asiiii, así papito, no te detengas por favor, sigue metiéndomela toda, toda, hasta adentro, hasta que me vuelva loca de pasión!!!
– ¡¡¡Si chiquita, si tu lo quieres te lo daré todo cada vez que lo quieras mi nena!!!
Y así continuamos, yo metiendo y sacando mi duro y poderoso miembro en su calientísimo coño, y ella recibiéndolo, gimiendo y retorciéndose de placer, hasta que, sin poder resistir más, mi verga explotó en un poderoso chorro de leche caliente, que se unió a otro delicioso orgasmo de ella, que se vino al mismo tiempo que yo, al sentir su vagina totalmente inundada por mi semen.
Cuando nos repusimos ella me dijo:
– ¡¡¡Papito, nunca, ni en mis más calientes fantasías me imaginé que sería tan maravilloso hacerlo contigo!!!
– Yo pienso lo mismo pequeña, jamás había conocido una mujer como tú, tan bella, sensual y apasionada. Tampoco imaginé hacerlo con un bombón como tú.
– ¡¡¡Mmmm, papi, ahora soy tuya y si quieres lo seré para siempre!!!
– Yo también lo deseo mi niña, pero está de por medio tu hermana.
– Tú sabes muy bien que ella no ama a nadie que no sea ella misma, ya ves, no ha querido darte hijos por no verse deforme. Yo podría darte todos los hijos que desees, si así lo quieres
– Sería mi mayor felicidad, pero…
– Ya, no digas más y cógeme otra vez… por favor.
– Si mi reina, lo que tu digas.
El resto de esa maravillosa noche, lo hicimos varias veces, hasta que amaneció y yo regresé a mis habitaciones.
Después de eso, le pedí el divorcio a mi ex y ella me lo concedió sin mayor problema. Así estuve en la libertad de volver a contraer matrimonio, ahora con mi ex cuñada, que, desde entonces me ha hecho el más feliz de los hombres. Me ha dado dos maravillosos hijos y nuestra vida sexual es cada día mejor.
Les debo el relato de mi primera experiencia sexual, que también fue algo especial, y, espero pronto poder enviarlo.
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