Mi primera vez infiel fue con el que reparaba la lavadora
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mido 1.
68 mt, mis dos senos son grandes y paraditos sin necesidad de cirugía, es por herencia materna, además mis ponpas son redondas y paradas, tuve 8 novios de jovencita y con todos estuve en la cama, me encanta el sexo, pero escogí a mi actual esposo por estar enamorada de él, aunque a decir verdad, a él no le toco ser el primero en nada, pues ya me habían destapado hasta el orificio más pequeño entre mis nalgas.
Pero.
nunca la había sido infiel, ni en sueños, pero las cosas pasan.
Me gusta los videos porno que consigo en internet y aveces los uso para masturbarme, pues soy muy cachonda, y me gusta que me miren con deseo los hombres en la calle, me encanta fantasear que esos hombres me penetran cuando estoy en la cama con mi pareja; soy asi a pesar que mi esposo es muy celoso, pero incluso sus amigos me miran frecuentemente el trasero con deseo y más de uno me ha propuesto que nos acostemos y tengamos una aventura, pero no he querido.
Sucedió que mi esposo se fue una semana a República Dominicana por trabajo, y durante esa semana llegaría el reparador de la lavadora, enviado por una empresa privada.
Resultó ser un muchacho de unos 24 años, alto, con barba en forma de candado, musculoso y de buen ver.
La idea de tener sexo fuera del matrimonio había surgido en mi por oir conversaciones con mis amigas, algunas ya habían tenido varios encuentros sexuales fuera de su matrimonio, algunas contaban que habían sido muy buenas cogidas con sus amantes y algunas ya se habían vuelto adictas a tener aventuras sexuales extramaritales, eso me calentaba mucho y me tenía que masturbar sin que mi esposo lo supiera, pues él no aprueba muchas cosas de la sexualidad, se volvió un poco cuadrado cuando se hizo de una religión algo rara, ahora tenemos poco sexo, ya no me la mete en mi culito, ya no eyacula en mis senos o en mi boca, le gusta el sexo como si fuera por horario, todo eso me hizo decidir ponerle los cuernos y probar otras cosas.
Siguiendo con el relato, yo estaba indecisa, pero era una oportunidad casi única de tener una aventura.
Asi que me decidí y me puse unos leggins blancos apretados, mi cola se veía rica, me puse antes un tanga de color diminuta, que se veía a través de mis leggins blancos.
Luego me puse un top sin sostén, se marcaban mis pezones que son grandes.
Me armé de valor y cuando el estaba en la reparación en la lavandería, entre como si fuera a dejar ropa sucia.
Rápido sentí su mirada en mi trasero y en mis senos, ya me iba cuando él me preguntó que donde estaba tal cosa, creo que fue para que me pusiera frente a él y verme mejor, pues se quedó pasmado unos segundos sin decir nada.
Hasta que dijo -señora, que bella es usted- respondí -muchas gracias–, luego me preguntó -seguro que su marido viene temprano para estar junto a usted?-
Intuí por donde iba él.
Entonces dije -ohh no!, mi esposo no estará en casa algunos días-
-qué lástima, porque no verá lo linda que está usted hoy!- agrego él.
Creo que la sangre nos hervía a los dos, tanto a él reparador como a mi.
Al saber que no estaba mi esposo, sus miradas fueron más descaradas, se acercaba a mi por detrás y me pedía algo, yo sentía su paquete pegarse suavemente a mi trasero, la atmósfera no podía ser más sexual, incluso se quitó la camisa, para que yo viera que estaba bien fisicamente y la verdad es que si estaba para comerlo.
Yo también pasaba frente a él a cada momento y él dejaba de trabajar para verme la cola y los senos.
En eso, le llevé limonada fría como bebida, pues ya hacía calor, tomó el vaso y yo lo acompañe con otro, le dije que se viniera a la mesa del comedor, que descansara un poco, me fui adelante de él y sentía su pesada mirada en mi cuerpo, ya lo tenía listo.
Y el tampoco estaba desprevenido, cuando nos sentamos, el simuló que se tropezó y me lanzó de su refresco a mi top y parte de mi leggins en la parte del frente, -ohh perdón!!- y comenzó a limpiarme con una servilleta y sus manos me frotaban las tetas y después pasaba sobando sobre mi cuquita sobre el leggins, -qué haces??- le dije y el me abrazó, el ya me esperaba con un beso furtivo, intenté por inercia quitármelo de encima, pero el se opuso y en segundos me puse a responder su beso, haciendo que mi lengua se revolviera contra la de él.
Me abrazó y sus manos no tardaron en probar la forma y consistencia de mis nalgas, las apretó y me dijo que eran colosales, seguimos besándonos y me dio la vuelta, me fue colocando de espaldas frente a él, me hizo que me recostara sobre la mesa con mi trasero frente a él, me acaricio las nalgas descaradamente como si amasara algo, luego me fue bajando mis leggins y sentí una lluvia de besos y lengüetazos en mis nalgas, -mami, qué delicia de nalgas tienes!-, en ocasiones sentí hasta sus dientes morder mis nalgas, además sus manos no estaban quietas, tocaban mi panochita por encima de mi delgada tanguita.
Parecía un pulpo este hombre quería tocarme toda al mismo tiempo.
Yo estaba sumamente excitada y gozaba lo que me hacía este hombre.
Después de eso, me fue bajando la tanga, dejando al descubierto mi culito y mi rajita, el hombre se puso a lamer repetidamente mi culito y sus lamidas llegaban hasta mi raja y me sacaban quejidos de gusto.
Nunca otro hombre, siendo casada, me había puesto una mano, ahora tenía la lengua de un completo desconocido, lamiéndome el ojete del culo y mi rajita en mi propia casa, La lengua parecía tener vida, se movía y me llegaba a todos lados, y parecía como una lija cuando pasaba por mi clitoris, me arrancaba gemidos de placer y parecía que me faltaba el aire, se me ponía la carne de gallina de tanto gusto, el hombre sabia de sexo oral, eso era seguro.
No conforme, uso sus dos manos para abrirme mis dos nalgas y dejar todo descubierto mi orificio anal, ahora sus lamidas eran más directas y profundas en mi culito, hasta estoy segura que la punta de su lengua ingreso en mi recto.
Al mismo tiempo uno de sus dedos me penetro la raja y comenzó a moverlos adentro y afuera, al rato, un segundo dedo me penetró, tenía dos dedos en mi raja los cuales metía y sacaba a gusto y su lengua no dejaba de comerse mi ojete, me llevo a una bestial primera corrida, casi convulsioné allí, y aún asi no dejo de comerse mi culito durante todo mi orgasmo.
-ohh diiiooos- dije cuando me sobrevino ese orgasmo, no podía creer que aun no siendo penetrada, estaba loca de placer.
Luego el muchacho se puso de pie y se bajó los pantalones, sacó una venosa verga gruesa, la frotó varias veces contra mi panocha mojada y finalmente me la metió.
Su verga si era bastante gruesa pues sentí todo su recorrido tratando de meterse en mi vagina, pujé mientras él me iba ensartando, mientras me la iba metiendo comenzó a moverse en vaivén dentro de mi, allí comencé a sentir placer, el hombre no dejaba de alabar mi trasero y ahora mi raja, decía que era lo más caliente y delicioso que había cogido en mucho tiempo.
Me tomaba de la cintura para aferrarse y me daba tremendos empellones para cogerme, no se si era la calentura que tenía o el momento prohibido que estaba viviendo, pero me volví a correr como una puta, grité y gemí, él no paró de penetrarme.
Al rato, me la sacó, me dio la vuelta y me dijo que se la mamara, su verga estaba empapada de mis propios jugos vaginales, pero yo estaba tan excitada, que no me importó mamársela asi.
El comenzó a usar mi boca como vagina, pues me follaba la boca tomándome de los cabellos o de la cabeza.
Después me dijo que me subiera a la mesa, me ayudó cargándome y quedé sentada, luego me empujó para quedar acostada, me quitó lo último de ropa que yo tenía, me dejó desnuda totalmente y poniendo mis pies en sus hombros, colocó su verga en mi vagina y me penetró de nuevo y comenzó de nuevo a cogerme adentro y afuera.
Mientras lo hacía, tomó uno de mis pies y lo metió en su boca, me chupó todo el pie y cada dedito lo chupó por separado y dijo que eran deliciosos.
Seguramente, le gustó mucho comerse mis pies, pues el muchacho comenzó a gritar y al mismo tiempo sentí su corrida dentro de mi rajita, su semen caliente dentro de mi.
Fueron varios latigazos de semen que depósito en mi interior, tanto que cuando la sacó salió disparado una buena cantidad cayendo al suelo.
-qué delicia de polvo me acababa de dar!!- pensé.
Descasamos un rato en la sala, aun desnudos.
Al rato me preguntó si podía darse una ducha, lo llevé a la recamara y le señale la ducha, el se metió.
Pasaron unos minutos y de nuevo me vino el morbo, abrí la puerta de la ducha y le dije –puedo bañarme contigo?-, el muchacho me recibió con gusto, nos metimos debajo del agua y no tardamos en comenzar a besarnos, él le hizo los honores a mis senos, los besó, me mamó los pezones y yo le tomaba la verga para ponerla de nuevo dura.
Sus dedos entraron en mi rajita y me comenzó a masturbar allí parados debajo de la ducha.
Pronto estuvimos listos.
El se sentó en el suelo y yo encima de él, su verga entró de nuevo en mi vagina, mientras seguimos besándonos, el tenía también a su disposición mis tetas, asi que dejaba de besarme la boca para mamarme las tetas, al tiempo que yo lo cabalgaba suavemente.
Pronto nos fuimos excitando sin remedio, mis movimientos eran más fuertes sobre su verga y él casi me mordía los pezones, dejándome marcas que después vi.
-vamos a la cama!!- me dijo el muchacho, yo vacilé un momento, porque se trataba de la cama donde mi esposo y yo dormimos, él vio mi indecisión, pero me tomó y me cargó en peso y me llevó directo a la cama, me recostó y se colocó sobre mi, le abri las piernas para que se acomodara bien y él puso su verga en la entrada de mi vagina y me penetró fácilmente, mi rajita estaba mojadita, luego busco mis labios al tiempo que comenzó a moverse dentro de mi panocha.
Conforme me iba bombeando su miembro duro, yo lo fui envolviendo entre mis piernas hasta apresarlo bien, sentí que su verga me pistoneaba y llegaba a lo más profundo de mi ser, quedamos bien compactos y él comenzó a darme más y más duro.
El muchacho me dio la cogida más dura, en la posición misionera, que recuerde en los últimos años, de penetro tan duro que la cama rechinaba y más tarde vi que se movió algunos centímetros de su posición normal, el muchacho me martillaba su verga dentro de mi vagina y pronto sentí que la habitación daba vueltas, me embargaba otro brutal orgasmo.
Como un minuto después sin bajar su energía, el comenzó a eyacular dentro de mi vagina, sentí lo caliente de su semen rebalsar mi interior y salir de mi rajita y empapar mi ojete del culo, sentí lo húmedo.
El muchacho descansó un rató acostado, luego se vistió y me dio un beso de despedida, me dijo que –estas muy rica, tu marido debe cuidarte más!!-.
agregó –la lavadora ya está lista, no me debes nada, solo pruébala, porque no pude hacerlo!- y terminando de decirlo se marchó.
Mi esposo regresó a los pocos días y encontró la lavadora arreglada.
Debo decir que quedé invitada a volver a serle infiel a mi marido.
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