Mi primera vez infiel fue con mi ginecologo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Todo comenzó en una fiesta de cierto club de beneficencia.
MI esposo y yo asistimos y alli se encontró con un antiguo amigo suyo, que llamaré Eduardo, de unos 38 años, de buen ver, alto, bien dotado físicamente y cuando me presentó creo que le impacté, porque me siguió esa noche, bailamos mucho, mientras que mi marido se tomaba sus copas con sus otros amigos, yo llevaba un vestido corto, de una pieza, pegado a mi cuerpo, tengo bubis medianas de bonita forma, mis caderas y mi colita son mi atractivo principal, y Eduardo me apretaba por todos lados.
Hubo un momento, en que bailando él se puso atras de mi y me pegó su paquete en mis nalgas, me apretó y me dijo que estaba loco por mi, que nos fueramos a su auto, pero pudo más mi fidelidad en ese momento y le dije que era casada y que no podía.
Seguimos bailando y me fue a dejar con mi esposo, él se sentó y comenzó a charlar con mi marido.
En eso mi marido, se volteó y me dijo que su amigo era Ginecólogo y que le había contado que a cierta edad las mujeres tienen problemas con sus organos, como la matriz y no se que otros, pero que Eduardo recomendaba un control permanente y que lo haría sin costos por tratarse de un antiguo amigo.
Asi que en esa misma noche, mi esposo me apartó cita con Eduardo.
Yo me quedé sorprendida.
Llegó el día de la revisión, la consulta era como a las 7:00 de la noche, no es un horario muy común.
Yo estaba nerviosa, porque el examen me lo haría un hombre quien me quiso seducir la última vez que lo ví.
Sin embargo, también me ponía caliente el ir sola a la consulta, mi esposo regresaba del trabajo a las 7:30 y ni siquiera lo vería antes de irme.
Me puse un vestido de dos piezas, una blusa blanca de botones, una mini negra, pegada, zapatos de tacón no tan altos y un panty de encaje pequeño y semitransparente, se podía ver mi triangulo felpudo recortadito.
Me fui.
y llegué a un edificio del centro, lei el directorio y la clínica del Dr. Eduardo era en el tercer piso, subí, y al entrar la secretaria estaba saliendo, me dijo que el doctor me atendería y se despidió, al parecer era su hora de salida, y no había más pacientes, solo quedaba yo.
Me senté, pero a los dos minutos salió Eduardo, me vio y se sonrió.
Me saludó y me dijo que pasara, solo iba a cerrar para que no entraran más pacientes, me dijo que me había citado a esta hora, porque era la única que tenía disponible.
Entré y comenzó a llenar una ficha con mi nombre, dirección, enfermedades padecidas y todo eso.
Luego, él comenzó a ser demasiado confianzudo, me dijo que estaba muy linda ese día, al igual que la otra noche.
-Pensé que no vendrías- me dijo.
Yo le dije que mi esposo había insistido y por eso estaba alli.
Me llevó a una camilla que tenía dentro de su consultorio y me oscultó.
Luego fue a tomar una bata que tenía en un pequeño armario y me dijo que me la pusiera, que me quitara toda la ropa y luego regresara, me mostró un pequeño cambiador.
Cuando me lo dijo vi en sus ojos una satisfacción y un deseo de verme sin ropa.
Me quité todita la ropa siguiendo la instrucción, salí envuelta en esa bata que apenas me llegaba a los muslos, como que no era de mi medida.
De nuevo me acostó en la camilla, sus ojos lanzaban fuego, me veía de arriba a abajo y siempre repetía que era una mujer muy linda, que su amigo, mi esposo, había tenido mucha fortuna de tenerme.
A mi me excitaba oirlo hablar lanzándome piropos.
Luego comenzó a tocarme las piernas, diciendo si me dolía aqui o allá.
Sus manos no estaban frías estaban tibias y me tocaba delicadamente, pero de forma atrevida.
Luego desabotonó mi bata de arriba, descubrió uno de mis senos y dijo que era hermoso y me dio un beso rápido en el pezón, -doctor que hace?- le dije molesta.
-perdón, perdón, me disculpo, no quise hacerlo- me dijo y se puso con sus dedos a palparme el seno.
Si me molestó, pero mi chuchita se mojaba lentamente, era muy erótico lo que sucedía.
Luego se pasó a mi otro seno, volvió a decir que era bello, esta vez no me dio un beso, sino sus dedos acariciaron mi pezón e incluso lo apretó entre dos dedos y mi pezón se puso rígido, como cuando me excito, y es que mi chuchita se mojaba irremediablemente.
Bien podría haberme ido de alli, pero quería experimentar más.
Luego el doctor Eduardo me abotonó arriba y se pasó a abajo, desabotonó y comenzó a palpar abajo de mi ombligo, sus dedos eran hábiles, fue bajando y sentí cuando sus dedos se enmarañaron con mis pelitos púbicos, sus dedos ya no palpaban sino acariciaban la piel de mi vientre.
Empecé a respirar fuerte y profundo, como cuando estoy caliente.
Sus tibios dedos llegaron a mi rajita, solo que no me tocaron al inicio, se fueron alrededor de ella, era excitante eso, mi respiración subió, gemí y cerré los ojos, cuando sus dedos me tocaron mi parte íntima, esta parte que hasta ese día y hora habían sido tocadas solo por mi esposo.
Sus dedos pasaron encima de mis labios vaginales y llegaron a mi clitoris de forma muy sensual, me arrancó un gemido profundo.
Mi primera reacción fue cerrar las piernas, pero él con mucha delicadeza, me dijo -no cierres las piernas, por favor-, entonces yo las volví a abrir, sus dedos siguieron su tarea, uno de sus dedos pasaba entre mi labios vaginales repetidamente de forma suave y delicada, de nuevo gemí, en eso sentí como su dedo pasaba mi umbral y se incrustaba en mi chuchita, -linda, estas bien mojadita- me dijo con voz suave Eduardo, mientras su dedo se deslizaba hasta casi desaparecer de su mano, luego lo sacaba y lo volvía a hundir dentro de mi rajita.
Hábilmente, el doctor Eduardo, mientras me metía y sacaba su dedo de mi chuchita, su otra mano desabotonó de nuevo mi blusa en la parte de arriba, descubrió mis senos y se puso a chuparme los pezones, de un seno se pasaba al otro, su lengua tocaba mis pezones y eso me hacía temblar alli acostada en la camilla, luego sus labios tomaban mis pezones y mamaba como un crío, al mismo tiempo, otro dedo ingreso en mi chuchita y unido al otro me causaba un tremendo placer, me mojé y mojé, no quería que esto terminara nunca.
Luego dejó mi senos y sacó sus dedos de mi rajita, contrajo mis piernas y las abrió, estando de lado, metió su cabeza entre mis piernas y comenzó a darme sexo oral, su lengua y sus labios comenzaron a mamar y chupar mi sexo, bebía mis jugos y la punta de su lengua tocaba mi clitoris, ya no pude ocultar mi placer, me puse a gemir y a decirle -te gusta mi chuchita?- -mi chuchita es tuya, cómetela toda.
y me sobrevino un orgasmo voraz, me recliné y le jale los cabellos, pero Eduardo lamía mi venida abriendo mi rajtia con sus dedos y la punta de su lengua dentro de mi vagina.
Aún no me había repuesto totalmente de mi orgasmo, cuando dejó mi rajita y poniéndose de pie se fue al frente de la camilla, me jaló delicadamente para que mi trasero quedara a la orilla de la camilla, se sacó su verga, estaba paradisima y brillaba, levantó mis piernas, puso mis pies en su pecho y su glande en mi chuchita, lo frotó por un momento contra mis labios vaginales y luego me penetró, yo estaba tan mojada y lubricada que su verga entró sin dificultad y se clavó muy dentro de mi vagina.
El emitió varios gemidos de placer en ese recorrido, al igual que yo.
Después comenzó a clavarme, primero suave, pero a los pocos segundos Eduardo me daba duro y cada penetración me hacía gozar y parecía que quería partirme en dos.
Su verga era de muy buen tamaño, más grande y gruesa que mi esposo, por eso sentía que me la llegaba a donde nadie había llegado jamas.
No tardé en regalarle otra tanda de mis jugos íntimos con otro orgasmo y él también me descargó una buen chorro de esperma dentro de mi rajita.
Entre pujidos, gemidos y quejidos de los orgasmos nos vamos recuperando con Eduardo.
Me entró un sentimiento de culpa, de haberle sido infiel a mi esposo y antes de que dijera algo, entré de nuevo al cambiador y me puse mi ropa, cuando salí el apenas se estaba poniendo los pantalones.
Le dije que tenía que irme de alli y salí, no se como paré un taxi y me fui a la casa, aún tenía el semen de Eduardo en mi chuchita y me salía conforme avanzaba el taxi.
Llegué a la casa, mi esposo ya estaba en la cama viendo la tv, una serie que le gusta mucho.
Casi ni obtuve su atención cuando entré, hasta que terminó su serie, eso me dio tiempo a lavarme la chuchita y eliminar cualquier indicio de mi primera infidelidad.
Me preguntó como me había ido y le dije que me había examinado el doctor Eduardo y me hizo unos exámenes que enviaría al laboratorio y que debía ir la próxima semana (yo dejando espacio para verlo de nuevo).
Y asi fue mi primera vez.
Luego, la siguiente semana yo me había comunicado con Eduardo casi todos los días posteriores a nuestro encuentro, el siempre atento, me envió flores como tres días a la casa, yo tuve que tirarlas, pues imaginense que las viera mi esposo.
Y ahora yo esperaba ansiosa volverlo a ver, quedamos ya no en su clínica, sino alquiló un chalet solo para esa noche.
Me pasó recogiendo a un punto determinado y me llevó, esta vez yo me había puesto un hilo dental y una vestido tan explicito que solo a prostitutas las he visto con él.
Eduardo se emocionó al verme, y le dije que era suya durantes las dos horas siguientes.
Entramos besándonos a la recamara del chalet, el me tocaba las nalgas y los senos, caímos a la cama abrazados y de entrada hicimos un suculento 69 después de sacarnos la ropa.
Me chupó toda la chuchita y yo le mamé la verga y los huevos, no se cuanto estuvimos mamando los dos, pero me hizo correrme en su boca y el lo hizo en la mía, me atraganté con tanto esperma que sacó su verga.
Luego desnudos nos fuimos al jacuzzi donde siguieron los besos y los abrazos calientes.
Le di otra chupada de verga para que de nuevo estuviera listo, luego tuvimos sexo dentro del jacuzzí, yo cabalgando su verga y el mamando mis senos y pezones hasta dejarmelos colorados de tanto chuparmelos, me corrí y le pedí que me tratara como a una puta.
Me llevó cargada a la cama y me puso en cuatro, me dijo que me iba a destrozar ese culo tan rico que tenía.
-despacio, despacio, házmelo suave!- yo le pedía, pero el sin mucha delicadeza me la clavó en el ano hasta hacerme gemir y pujar de gusto, me cogió duro y cada empellón hacía rechinar y movía la cama de su lugar, no paró hasta que me hizo tener un abrupto orgasmo, muy rara vez he tenido orgasmos cogida por el culo, pero Eduardo me hizo gozar clavada por el recto.
El se corrió y me llenó de semen mi colita.
Descansamos un rato, no besamos de nuevo, hicimos cada uno sexo oral al otro, cogimos al estilo misionero despacio, acariciándonos, besándonos, y luego de varios minutos, primero yo y luego él nos corrimos y terminamos otra gran sesión de exquisito sexo.
Hasta hoy, sigo viéndome con Eduardo, es mi amante.
No puedo dejar de coger con él.
El siempre está disponible, tiene atenciones conmigo, me endulza el oído, puedo contar con él para casi todo.
Y sobre todo me da tanto placer que he tenido hasta cuatro orgasmos por sesión, con mi esposo, no quiero criticarlo ahora, pero en los mejores momentos he tenido dos y lo normal uno o ninguno.
Lo nuevo es que ahora Eduardo tiene novia, y quiere convencerla de hacer un trío conmigo.
Debo decir que es una idea interesante.
Su novia no sabe de mi.
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