Mi reencuentro con Chiqui, la hija de los vecinos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
la hija de los vecinos, como dije, de 13 años, delgadita, con senos puntiagudos como volcanes, de cabello liso, negro y largo, piernas delgadas largas, un trasero paradito pequeño. La chiquilla se mantenía en nuestra casa, después del cole, más que en la de sus padres, le gustaba platicar con mi esposa y conmigo. Y como suele suceder comenzó a verme con ojos diferentes, cuando llevaba la falda del colegio, la cual usaba bastante corta, se sentaba frente a mi y se abría de piernas mostrándome todo su calzoncito blanco, eso me ponía muy cachondo. En ocasiones cuando mi esposa estaba haciendo la cena y nosotros viendo la tv en la sala, con alguna excusa se sentaba en mis piernas, yo la abrazaba rodeándola con los brazos y poniendola sobre mi verga empalada, ella al sentirla movia su colita con cierta discresión, en más de una ocasión casi nos encuentra mi esposa haciendo eso.
Cerca del fin de semana, los viernes, ella llamaba a sus padres para pedir permiso y quedarse a dormir con nosotros, pues mirabamos algunos dvd´s de miedo o suspenso metidos en la cama. Mi esposa apenas miraba uno completo, pues se quedaba dormida casi al empezar el segundo, y es que a Chiqui le gustaba ver dos seguidos, iban terminando más allá de la media noche. Una de esas noches, antes nos habíamos pegado una calentada en la sala con Chiqui moviendose encima de mi bulto en el pantalón, en esa ocasión desabotoné su blusa tipo camisa del colegio y metí una mano y toqué sus dos hermosas tetitas en crecimiento, acaricie sus pezones hasta que se pusieron duritos, como una nena de 13 me tenía loco ese día. Mi esposa se quedó dormida, como la segunda peli era de suspenso, Chiqui y yo nos abrazamos debajo de las sabanas, yo ya tenía una erección, entonces sentí como una de sus pequeñas y delgadas manos pasaron sobre mi bulto tocándolo rapidamente, ella hacia eso a cada cierto tiempo, asi que saqué mi verga de mi boxer y cuando ella lo volvió a hacer tocó las piel de mi verga, ella se asusto -uyy-, entonces yo le tomé su mano, debajo de la sabana, y la llevé directo a mi verga, se la puse sobre mi erección, ella primero la dejó quieta, pero luego con sus dedos comenzó a acariciarla, todo debajo de las sabanas.
-que suave se siente!- me dijo la pequeña Chiqui.
-ya haz visto alguna- le pregunté; ella se sonrió y me dijo que ella había espiado una vez a sus padres y que vio como su mamá se la había chupado a su papá.
-Te gustó verlos?- le pregunté. Ella se volvió a sonreir y me dijo si con la cabeza.
-Quieres ver la mia?-, ella hizo como que miraba la peli y dijo si con la cabeza de nuevo.
Fui bajando las sabanas y saqué mi verga, la tomé con una mano y la puse vertical y me la acaricie.
-Quieres acariciarla?- al decirle eso de una vez le tomé una de sus manos e hice que la envolviera con sus dedos. Ella comenzó a acariciarla repitiendo como yo lo estuve haciendo.
-Es muy suave- me dijo con voz baja, pues mi esposa estaba a escaso un metro de nosotros.
-Por qué no la besas y la chupas como hizo tu mami?- le dije
Ella tardó en reaccionar al ofrecimiento, y primero me tapó con las sabanas la verga y ella se metió abajo, no quería que yo la viera. Asi que solo sentí su tibia lenguita lamer mi glande y pasarla por todos lados, luego lo hizo con el tronco. Yo estaba que no podía evitar gemir, pero tuve que aguantarme. Luego Chiqui metió entre sus labios mi glande y lo mamó, sentí como sus boquita succionaba mi carne dura, lo hizo varias veces. Chiqui sujetaba mi verga con una de sus manos y lamía y chupaba mi verga, era un inmenso placer, tuvieron que salir varias gotas preseminales, pues acostumbro a hacerlo, y sé que Chiqui lamió todo eso y lo tragó. Era de verdad erotico, ver como las sabanas subian y bajaban, era la cabecita de Chiqui comiéndose mi nabo completo. Yo no quería que terminara este momento, solo atinaba voltear a ver a mi mujer al lado, completamente dormida, el sonido de la tv y la rica sensación de la tibia boca de Chiqui. No sé cuanto tiempo transcurrió, pudo ser quince minutos o media hora, solo sé que tuve que aguantar todo lo que pude para no eyacular, no quería asustar a Chiqui, asi que ella misma salió de dentro de las sabanas, le brillaba los labios, las mejillas y la nariz de la saliva. Se acomodó a mi lado y seguimos viendo la peli, antes de terminar, ella se había quedado dormida, yo aún tenía una erección, pero intenté dormir también.
Cada siguiente viernes, empezó a suceder lo mismo, mi esposa dormida y Chiqui me daba unas tremendas chupadas de verga, cada vez lo hacia mejor, yo también la orientaba, ella comenzó a incluir mis bolas en su repertorio, al principio no le gustaba por los vellos, pero me los fui rasurando y a ella le gustó eso. Como al quinto viernes, me estaba dando una tremenda chupada de verga, levanté la sabana y le advertí que si seguía iba a tener una sorpresa, ella como niña caprichosa siguió mamando y cuando tenía mi verga en su boquita, comencé a correrme dentro de su boca, quiso sacar mi verga de su boca, pero yo le tomé la cabeza para que no lo hiciera, ella comenzó a tragar mi semen, después de varias explosiones mias dentro de su boca, la solté y aún salía semen de mi verga, ella además de tragarlo se puso a pasar su lengua por mi verga hasta dejarla limpia. Se acostó a mi lado y me dijo que le había gustado lo que me había salido de mi verga.
Una tarde, mi esposa no estaba en casa, había salido un rato, yo esperaba ansioso a Chiqui, vi el bus escolar llegar, ella siempre entra a su casa, esta un rato y luego llega a mi casa. Me pareció siglos todo eso. Por fin llegó, me saludó y yo la cargué en peso, la llevé a mi cama, la acosté y me puse encima y la besé, fue la primera vez. Chiqui me había dado una docena de mamadas de verga y nunca nos habíamos besado. Ella al principio se asustó, pero luego respondió a mis besos, y nos pusimos a jugar con nuestras lenguas, la chica no besaba nada mal. Luego dejé sus labios y me fui directamente hacia sus piernas, besé sus muslos al mismo tiempo que le abría las piernas y salía a relucir su calzoncito blanco, como tiempo no había, le saqué su calzoncito y por primera vez vi su rajita, casi sin pelitos, sus labios eran grandes y morenos, ella intentó taparse con las manos, pero yo le dije que estaba bien, que lo que quería era chuparle su cosita como ella me había chupado la mia. Le di una lluvia de besos en su rajita, luego use labios y lengua, ella cerró sus ojitos, mi lengua partía en dos sus labios vaginales y llegaban hasta el bultito de su clitoris, ella comenzó como a dar pequeños gritos como de dolor, pero yo sabía que no era dolor sino placer. Pronto sus gritos se convirtieron en gemidos, ella llegó a una corrida, pues comencé a sentir como sus juguitos empezaron a bajar de su vagina, eran amargos y ácidos por momentos
En eso oigo que estan abriendo la puerta del frente de la casa, es mi mujer!, rápidamente me detengo y le digo a Chiqui que se ponga de pie y se arregle el uniforme del colegio. Sus bragas han quedado tiradas en el piso, las levanto y me las guardo en la bolsa. Salimos a saludar a mi esposa, Chiqui parecía como mareada, pues caminaba mal, pero mi mujer no se dio cuenta, entonces Chiqui dijo que iría a almorzar y que regresaría más tarde. Esa vez fue la primera vez que le hice sexo oral a Chiqui.
El siguiente mes, más o menos, Chiqui y yo nos dabamos sexo oral al menos dos veces a la semana. Ella llegó a mamar mi verga aún mejor que mi propia esposa y yo le comía no solo la rajita sino también sus nalgas y su culito arrugado, yo la hacía llegar a unos orgasmos brutales que ella se sentía mareada cada vez que se lo hacía. El proximo paso era quedarme con su virginidad, pero aún no me animaba a hacerlo, tenía miedo la verdad. Luego me arrepentiría de no haber tomado esa decisión.
Una semana, el vecino, papá de Chiqui, nos anunció que se mudaba a otra zona en la ciudad, por cuestiones de trabajo, todo fue rápido, en tres días. Ni siquiera tuve tiempo de despedirme bien de Chiqui, solo nos abrazamos y ella lloró un poco, mi esposa pensó que era del cariño que sentía por nosotros, pero yo sabía que era por más que eso.
A pesar que tuve comunicación con Chiqui, al teléfono domiciliar de ella, luego de dos o tres meses ya no supe más de ella.
Pasaron años.
Hasta que en una ocasión, era en la tarde, 5 de la tarde posiblemente, mi esposa acababa de salir, iba a hacer unas compras, un minuto después tocaron el timbre, Abrí la puerta y frente a mi estaba una linda señorita, alta, delgada, morena clara, con una blusa floja de tirantes, corta, pantaloncillos de mezclilla, con zapatos tenis. -Hola don Javier!, se acuerda de mi?-
Mi corazón y sus ojos me dictaban que era Chiqui, ya convertida en toda una señorita. Fue tanta la emoción que nos abrazamos mucho, y como si hubieramos sido los novios que después de un tiempo se encuentran, comenzamos a besarnos, labios y lengua crujían los unos con los otros. Me calmé y la invité a entrar, nos sentamos en el sofá del living, y no pudimos evitar seguirnos besando, charlábamos un poco y nos besábamos. Luego me dijo que estuvo afuera de la casa esperando que mi esposa o yo saliéramos de la casa, y por suerte habia sido mi esposa.
En el calor de los besos, metí mis manos debajo de su blusa y ella no llevaba sostén, acaricie sus tetas ahora unas lindas y buenas tetas, ella levantó su blusa ella misma, dejándome el tiempo y espacio para que yo se las mamara. Las besé, las lamí y mame sus pezones, ella gemía y acariciaba mi cabeza y mi cabello. Luego sentí como su mano alcanzó mi bulto en los pantalones. -se acuerda!- me dijo, diciendo eso y bajó el cierre del pantalón y sacó mi verga, luego se agachó a mamarmelo, como lo había hecho muchas veces antes. Sus labios más grandes, su lengua más larga y con mucha más experiencia fue comiéndose toda mi carne, me pegaba unas chupadas de campeonato, me hacían vibrar de placer, ya no era más una chiquilla inocente, era toda una mujer mamando la verga de su hombre.
Me tenía al borde, la detuve y le dije que subieramos a mi habitación, ella me preguntó por mi esposa, le dije que ella tardía un buen rato, y era asi, cuando mi esposa sale de compras, casi siempre se reune con alguna amiga y se tardan al menos un par de horas.
Al llegar a la habitación, lugar donde fueron la mayor parte de nuestros juegos orales, nos sentamos y entre besos le fui quitando la ropa hasta dejarla en cueros, era todo una mujer, y muy bella. Me quité también toda la ropa, los dos estabamos en traje de adan y eva, me puse encima besandola, fui bajando por su cuello y mamé sus ahora deliciosas tetas, mordí sus pezones delicadamente y ella emitió varios quejidos, luego seguí bajando por su vientre hasta encontrar un triangulo de pelos púbicos, más abajo me esperaba su mojado sexo, ella dejó escapar varios gemidos cuando mi boca tocó su rajita. Lami sus labios vaginales y busqué con mi labios su clitoris, ella gimió y se retorció en la cama cuando hice contacto. Me fui acomodando de modo que hicimos una 69 pero de lado, yo levantaba su pierna y me comía su rajita y ella engullía mi verga con su rica boquita, nunca habíamos hecho esta posición antes, pero cada quien degustó el sexo del otro. Primero fui yo quien la llevé a un estruendoso orgasmo y luego ella hizo lo propio dándome una lamida de cojones que me hizo eyacular, ella al notarlo se metió mi glande en la boca tragando mi semen como antes.
Me subí sobre ella y quedé al estilo misionero, me monté y nuestra boca se unieron casi al mismo tiempo que nuestros sexos, mi verga la ensartó sin miseria, luego entre besos me puse a pistonearla, pronto sus largas y delgadas piernas me atraparon por los costados, quedando nuestros cuerpos fusionados en el sexo. Entramos a un ritmo avasallador, los dos empezamos a gemir de placer, mi verga entraba profundamente en su vagina y las gotas de sudor se aparecieron en ambas frentes. La cama rechinaba sin cesar. Chiqui entró en otro subito orgasmo, era muy pronto para mi, pero ella me hundió sus uñas en la espalda mientras gritaba que me había extrañado mucho todos estos años. Nos besamos.
Luego cambiamos, ahora ella arriba, se montó sobre mi y tomando mi verga se la acomodó en su rajita, luego con su peso se la fue hundiendo hasta lo más profundo de su vagina, luego comenzó a cabalgarme, primero lento y agachandose para que yo le mamara los senos al mismo tiempo, sus pezones parecían tornillos y yo los ponía entre mis dientes y los apretaba hasta que ella gimiera de gusto. Luego ella se comenzó a mover más rapido y fuerte, yo la tomaba de la cintura y trataba de moverme a su ritmo, mi verga salía y entraba clavándola duro, nos movimos rico, mi verga estaba por estallar, pero yo aguantaba y aguantaba para gozarla más tiempo. Pero sus movimientos frenéticos nos llevaron a la gloria juntos, primero ella comenzó a gritar que se corría, al tiempo que me preguntaba si la había extrañado un poco, yo aceleré la penetración moviendo mis caderas y mi verga comenzó a escupir una gran cantidad de semen dentro de su vagina, yo no sabía si usaba ella protección, si a ella no le importaba, menos a mi. Ella me cabalgó hasta saciarse y sacarme la última gota de semen.
Los dos estabamos agotados y sudados, ella encima de mi, nos besamos mucho. Mi verga se fue poniendo flácida y fue saliendo de su vagina mojada. Nos quedamos un rato en la cama, luego charlamos de lo sucedido con cada quien en esos años. Nos pusimos la ropa, ella entró al sanitario. Fuimos a la sala, le serví un refresco y me comentó que estaba trabajando de receptora en una agencia bancaria en cierto lugar. Me dio su número de teléfono, me rogó que la llamara, pues no conocía a nadie en esta parte de la ciudad.
No tardé mucho tiempo en contactarle, quedamos de vernos, yo la llegaría a traer el trabajo. Me salí de la casa con la excusa que vería a algunos viejos amigos. Me la llevé directo a un motel, donde tuvimos dos horas de sexo casi salvaje. Durante esos momentos, yo la penetraba al estilo perruno, le metí mi dedo pulgar en el culo y ella gimió, se volteo y me dijo que quería que la penetrara por el chiquito o sea por el ano, me dijo que nunca lo había hecho por alli y quería darme ese gusto a mi, no me hice de rogar, la penetré por el culito, gritó de dolor, pero nunca me detuvo, no paré hasta que eyaculé dentro de su recto.
NO puedo dejar de cogerla, cada vez lo hacemos más frecuentemente. No me pide nada, ni dinero, ni que deje a mi esposa, ni que viva con ella. Solo quiere estar conmigo.
Que rico relato, me exito mucho, , sentir que era yo quien estaba cogiendo con está nena