Mi suegra y yo somos socios 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Teresa y yo ibamos muy bien en el trabajo, nos íbamos expandiendo cada vez más, habíamos comprado algunas máquinas más, en el sexo nos entendíamos muy bien, esa mujer robusta, risueña, es inasaciable sexualmente, pero la que empezó a dar problemas fue mi esposa, nuestro distanciamiento sexual se iba profundizando cada vez más, le dije de hacer un viaje, de buscar de alguna manera reavivar lo nuestro, pero ella no quería, me dijo que estaba confundida, que necesitaba tiempo para aclarar sus cosas, que se iba a ir a casa de una tía, hermana de Teresa, a Uruguay, a pasar un tiempo.
Lo hablamos los tres y su madre le dijo que no podía dejarme solo con tanto trabajo que tenemos.
Ella siguió en su postura de irse y yo le dije que también podian pasar cosas en mis sentimientos hacía ella.
Cuando se fue, quedamos mi suegra y yo solos en casa, tanto Teresa como yo estábamos confundidos, sabíamos muy bien que mi esposa ni se imaginaba que su madre y yo somos amantes, ya que jamás hicimos nada frente a su hija.
Cuando estabamos en el taller, era como si nos hubieran tirado una valde de agua fría, seguiamos trabajando como siempre, pero no teníamos sexo.
El sábado a la tarde cuando llegamos a casa, compramos unas cervezas, nos duchamos y nos sentamos a hablar que podía haber pasado, pero no encontrábamos nada coherente, ninguna razón para que mi mujer se fuera.
«Y con nosotros que va a pasar?», me dice mi suegra, pasándome la botella de cerveza, «mi hija se fue, pero seguimos vos y yo juntos», me dijo desabrochando su soutien, quedando con sus enormes tetas al aire, «si, tenes razón, hay que dejarla tranquila», le dije poniéndome en pie y me bajé el calzoncillo, dejando mi pija semi dura al aire, me acerqué a Teresa, y mi suegra la agarra con la mano y se la mete en la boca, haciendo que suspire fuerte cuando me la empezó a chupar.
«Suegra, que bien que chupas la pija», le dije moviendo mi cuerpo, haciendo que mi pija entre y salga de su boca, acariciando sus tetas y disfrutando de como mi suegra me chupaba la pija.
Sin dejar de chuparla, se fue sacando la bombacha, me hizo sentar en el sillón y se puso de pie, dándome la espalda, se abre sus nalgas dejando que le vea su cada vez más abierto ojete, y se va sentando sobre mi pija haciendo que desaparezca toda dentro de su cola.
«Mmmmmmm, como extrañaba tú pija bien adentro de mi cola», me dijo abriendo sus nalgas y moviendo su cintura en circulos, mientras yo le estrujo las tetas, «yo también extrañaba cogerte suegra», le dije besando su boca y metiendo dos dedos en su concha, empapada, caliente.
«Vamos a la cama?», me dijo Teresa, sacando mi pija de su cola, agacho su cabeza y le dio unas chupadas.
Fuimos a mi dormitorio y Teresa se acostó de lado, en posición fetal, pegando bien sus rodillas contra sus tetas y se abre la nalga que le quedaba arriba, «ahi tenes mi ojete, seguime cogiendo la cola que me encanta», me dijo dejándo que acomode mi pija contra el agujero de su cola y gimiendo de placer cuendo me deje ir y se la metí toda por su abierto ojete.
Teresa, mi suegra jadeaba de placer mientras yo le cogía la cola, se la sacaba, se la volvía a meter, la movía en círculos, para los costados.
«No la saques», me dijo y se empezó a dar vuelta, sin que mi pija se le salga de la cola, poniéndose boca arriba, levantando y abriendo bien sus piernas, «cogeme, cogeme, cogele bien cogida la cola a tú suegra», me dijo con voz temblorosa, apretando sus tetas, chupando ella misma sus pezones.
Yo le agarré sus tobillos, levantando un poco mas sus piernas, escuchando como se pedorraba cuando mí pija entraba y salía de su ano, sus fuertes gemidos, «leche, quiero leche, dame toda la lechita en la cola, llenale de leche la cola a tú suegra», dijo dándo un fuerte grito y se empezó a acabar, entre gemidos, gritos, moviendo su cuerpo para los costados.
Yo me puse como loco a coger la cola de mi suegra, hasta que yo también grite, le clave la pija lo más adentro que pude y me empecé a acabar yo también, sintiendo como salían los chorros de leche de mi pija llenando la cola de mi suegra, llenando sus intestinos con mi leche.
Caímos rendidos, «haaaaaa, cada día me coges mejor», me dijo mi suegra, quedando boca arriba, suspirando, de piernas abiertas, y con una mano se hacía aire en la cara.
«Supongo que hasta que mi hija vea lo que hace dormiremos juntos, me imagino», me dijo Teresa, pasando una de sus piernas sobre las mías.
Yo no dije nada, no se que va a pasar con mi mujer, lo que si sé, es que voy a seguir trabajando y cogiendo a mi suegra hasta que dure
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