Mi vecina nos confesó a su marido y a mi que se había acostado con mi esposo.
Una vecina se me acercó a otra, llorando y de inmediato comenzó a pedirle perdón, ya que se había acostado con el marido de la segunda, por lo que la primera le rogó que la acompañase a su casa para hablar con su esposo ya que su conciencia no la dejaba en paz..
Mi vecina nos confesó a su marido y a mi que se había acostado con mi esposo.
Recientemente una de nuestras vecinas se me acercó y antes de que yo la saludase, llorando me comenzó a pedir perdón, entre sollozos entendí, que ella me había dicho que se había acostado con mi esposo.
Yo me quedé boquiabierta, confundida, y con una rabia tremenda, preguntándome a mí misma como era posible que eso sucediera.
Nuestra vecina continuó llorando y confesándome en parte todo, cuando de momento me dijo. “Por favor acompáñame para hablar con mi esposo.”
Yo no salía de mi turbación, con lo confundida y molesta que me encontraba, decidí acompañarla.
Apenas llegamos a su casa su marido, poniendo cara de tragedia me dijo. “Por lo visto ya veo que te contó todo.”
Yo respondí afirmativamente, aunque su mujer de inmediato nos dijo a los dos. “Me siento sumamente apenada, avergonzada de sí misma, pero que ese peso que tengo en mi conciencia, no me va a dejar tranquila hasta que les cuente todo.”
Yo por una parte no deseaba escuchar nada más pero, por otra parte, quizás la morbosa curiosidad y para tener más evidencia de lo que había pasado entre mi esposo y ella, decidí quedarme escuchándola, visualizando como me vengaría.
El marido de ella, visiblemente avergonzado, me sirvió a mí y a él un trago, mientras que la vecina comenzó a contar como ella y mi marido se había puesto de acuerdo, para verse en un cercano motel.
Ella continuó diciendo que una vez que atravesaron la puerta de la habitación del motel, tanto ella como él comenzaron a besarse salvajemente.
Pero a medida que nos los fue contando a su marido y a mí, lo fue dramatizando, así que nosotros dos prácticamente era como si estuviéramos presente en esos momentos.
Yo hasta pensé en retirarme airosamente, sin decir nada, pero fue tanta mi curiosidad, que me quedé sentada sin tan siquiera mover un solo musculo de mi cuerpo, escuchando detenidamente todo lo que ella decía y viendo en parte como lo había hecho.
Además, su marido estaba en las mismas condiciones que yo, ocasionalmente nos dábamos una furtiva mirada, pero de inmediato continuábamos viéndola a ella, mientras nos explicaba como todo había sucedido, con lujo de detalles.
Mi vecina no dejaba de hablar, y de moverse por la sala, diciéndonos como lentamente mi marido la fue despojando de toda su ropa, y como ella a su vez lo fue desnudando a él.
Seguidamente nos dijo como mi esposo, tras estar los dos completamente desnudos, la continuó besando no tan solo en su boca, sino que además la besó intensamente en las aureolas de sus oscuros pezones.
Al decir eso, la blusa que ella cargaba puesta en esos momentos se abrió dejando ante mis ojos y los de su marido sus enormes tetas.
Lo cierto es que el calor que comencé a sentir fue bárbaro sobre todo entre mis piernas, y a medida que ella continuó diciendo que mi esposo, entre besos y caricias colocó la boca de él entre las piernas de ella.
Aunque en principio estaba bien molesta con mi marido, no pude dejar de darme cuenta de que tenía todo mi coño mojado por dentro.
Quizás de solo pensar y prácticamente ver lo que ellos dos hicieron, me encontraba tremendamente caliente y excitada.
De momento, a medida que mi vecina narraba, como la boca de mi marido fue chupando su clítoris de manera magistral, y los dedos de él exploraban sabrosamente toda su vulva.
Yo di un vistazo accidentalmente hacía el miembro del marido de ella que se encontraba a mi lado, y me di cuenta de que se encontraba bastante duro, a pesar de estar completamente oculto bajo su pantalón.
Así que mientras su mujer continuaba narrándonos todo lo sucedido de una manera extremadamente sensual, la mirada del y la mía volvieron a encontrarse.
Yo solo escuchaba, la manera en que ella recreaba sus gemidos de placer, cuando casi de manera automática tanto su marido como yo comenzamos a besarnos y acariciarnos por todo el cuerpo.
En mi mente me decía a mí misma que era mi manera de vengarme por lo que mi esposo había hecho, ante la mirada de su esposa, continuamos besándonos y tocándonos por todas partes.
Mientras que ella no dejaba de seguir contándonos, como mi marido, le arrancaba gritos de placer a medida que continuaba explorando y chupando viciosamente todo su coño.
Lo cierto es que ni su esposo ni yo nos pudimos contener, y como si ambos nos hubiéramos vuelto locos, frente a ella misma prácticamente nos arrancamos toda nuestra ropa.
Al tiempo que dejábamos de besábamos de manera bien ardiente, sentí sus dedos recorriendo toda mi piel.
Mientras que su mujer nos narraba como el miembro de mi esposo se fue abriendo paso dentro del coño de ella haciéndola gritar y llorar de alegría y satisfacción.
Yo no podía dar crédito a lo que estaba sucediendo, apenas y conocía a su esposo, y justo en ese instante estaba siendo penetrada divinamente por él.
Mientras que mi vecina, aparte de continuar narrándonos todos los hechos, se sumó a nosotros.
Primera vez en mi vida que sentía las manos de otra mujer sobre mi piel, su boca succionando mis senos, y sus dedos explorando y toqueteando mis labios vaginales, al tiempo que su marido me penetraba divinamente una y otra vez.
Los tres nos volvimos un solo cuerpo, ella colocó su coño frente a mis ojos, y a medida que su marido me penetraba divinamente, metiendo y sacando toda su verga de mi coño, sin que me lo pidiera ella o lo insinuase él, me dediqué a chuparle su clítoris a ella, como me gustaría que me lo chupasen a mí.
En mi vida había disfrutado tanto del sexo como en esos momentos, también es cierto que en mi vida había tocado a ninguna otra mujer.
Pero en esos instantes disfruté plenamente de todo lo que sucedió entre nosotros tres, al grado que cuando ella me comenzó a dar, un desconocido beso negro para mi hasta esos momentos.
Fue tanta la excitación que cuando sentí su lengua ligeramente introduciéndose dentro de mí esfínter, sin dudarlo por un instante, cuando su marido, me propuso que me pusiera en cuatro, no lo dude ni por un instante.
Supe finalmente lo que es el placentero dolor del sexo anal, y a medida que el marido de mi vecina no cesaba de meter y sacar su miembro de entre mis nalgas.
Su mujer sin vergüenza alguna se dedicó a mamar todo mi coño, al tiempo que yo se lo seguía mamando a ella.
Yo entré a la casa de ellos como a las tres de la tarde, y cuando salí, cansa, sudada, olorosa a sexo por todas partes, y sobre todo tremendamente satisfecha y vengada, ya hacia unas cuantas horas que había oscurecido.
Aun ebria de placer, cuando entré a casa, me dirigía a darme una buena ducha, cuando sentado en la sala vi a mi esposo, viendo la tele.
Sin acercarme mucho, simplemente le dije desde la escalera que conduce a nuestra habitación. “Así que te acostaste con nuestra vecina.”
Mi esposo se había quedado callado, en silencio, de inmediato, pensé yo. “El que calla otorga.”
Ya desilusionada de la acción de mí marido, continué subiendo las escaleras, fue cuando lo escuché decirme, con toda su calma. “Si mi amor, pero acuérdate que yo te conté todo eso, te hablé sobre la vecina que era media loca y que se había acostado con todos en la urbanización, incluso conmigo.”
“Te hable de eso, acuérdate que te dije que fue cuando yo era bien jovencito y estaba comenzando a estudiar en la universidad, muchísimo antes de que yo te conociera y desde luego también mucho antes que decidiera que me casaría contigo.”
De inmediato recordé que antes de casarnos mi esposo me había hablado de lo que había sucedido entre la vecina y él.
Desde ese momento más nunca he vuelto a tocarle el tema a mi esposo, pero en varias ocasiones nuevamente me he vuelto a enredar con la vecina y su marido, pero desde luego sin que mi esposo se entere.
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