Mia amigo se aprovecha de mi confianza y de mi mujer 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Estabamos Miriam y yo en casa cuando llamo mi amigo Gonzalo. Debo reconocer que despues de su anterior visita no me causo gracia su llamado. Ella no se intereso demasiado en su momento pero cuando le dije que lo había invitado a cenar me pareció ver un destello de curiosidad divertida en su expresión.
-¿Qué pasa? Pregunte
-Nada. Me acorde de algo.
-¿De que te acordaste? Pregunte curioso.
– Nada. No importa. Dijo ella y se fue a la cocina.
-No ahora dime. Insistí
-Nada, vas a dejar que me pise de nuevo??? jajajaj
-Jajaja . Eso si fue divertido. Y caliente…Dije yo abrazándola y besándola en la boca.
Miriam era trigueña, hermoso rostro y con buen culito y un par de tetas redonditas y sabrosas. Cuando nos abrazamos las sentí sobre mi pecho y no pude evitar que se me parara la verga.
De pronto se me ocurrió una pregunta.
-¿Y por qué te acordaste justamente de eso?
– jajaja Porque se que lo pasaste bien tambien, solo por eso.
Claro ya me daba cuenta porque Miriam se acordaba.
La mire haciéndome el enojado.
-Ah así que te acordaste de eso. No te da vergüenza.
-No. Dijo ella riendo mientras se alejaba nuevamente meneando su colita exquisita.
Esa noche fue la cena. Gonzalo llego a la hora prevista.
Después de saludarnos todo transcurrió relajadamente. Comimos, conversamos, bromeamos, todo normal, salvo que había sorprendido alguna mirada traviesa de Miriam en algún momento mirando a Gonzalo de arriba a abajo. Me reí para adentro y pensé que tal vez quería recordar el tamaño de la verga de mi amigo. En ningun momento tocamos el tema de la visita anterior. Después de comer nos sentamos en el living y seguimos tomando. En la comida había sido vino y ahora le dábamos a la cerveza. Los tres nos pusimos alegres y nos reíamos por cualquier cosa.
Gonzalo se levanto del sillón y tambaleándose nos dijo que se iba.
-No, estas loco, estas mareado, no estas en condiciones.
-Quédate a dormir. Te preparamos el sofá.
Finalmente así fue. Miriam y yo nos fuimos al dormitorio y Gonzalo se acomodó en el sillón del living. Cuando nos acostamos Miriam se apretó contra mí en la cama haciéndome sentir una vez más sus tetas a lo que mi verga respondió rápidamente. Mientras nos besábamos Miriam la busco con sus mano y comenzó a pajearme hasta ponérmela bien dura. Entonces la busco con la boca y me la chupo divinamente. Cruzo por mi mente la forma que miró a mi amigo y me pregunte si se estaría calentando pensando en el.
-Que bien que la chupas, mi amor.
– Mmmm. Me gusta. Dijo ella sin sacarse la verga de la boca.
-No se habla con la boca llena. Bromee yo.
Esto hizo reír a Miriam y entonces se acercó a mi y nos besamos mientras ella se acomodaba para cabalgarme.
Gonzalo tosió en el living. Eso nos sobresalto por un momento.
-Cierto que no estamos solos. Dije yo.
-Ya sé que no estamos solos. Dijo ella ya con mi pico totalmente dentro de su zorrita con una sonrisa picara.
-¿Que significa eso? Dije yo intrigado.
-Nada. Eso que no estamos solos.
Mas tarde la casa en silencio atestiguaba que todos dormíamos. Unos gritos en la calle llegaron a la pieza despertándome, estire la mano buscando a Miriam y no la encontré. Supuse que había ido al baño y me quede quieto esperando su vuelta. Medio aturdido mi mente me llevo otra vez a la mirada de mi esposa y entonces una idea se hizo patente que me despertó totalmente.
Me baje de la cama y silenciosamente salí de la habitación. Cuando llegue al living comprobé que Gonzalo tampoco estaba en el sofá. Fui a la cocina y tampoco había nadie. Lo único que quedaba por revisar era la pieza del patio, que en realidad la usábamos para guardar cosas que no teníamos lugar donde ponerlas.
Me acerque a la puerta y la luz estaba encendida y la puerta junta. Me asome despacio.
En el piso sobre un saco de dormir estaban los dos completamente desnudos.
Se besaban con lenguas desesperadas y Miriam acariciaba los huevos y la enorme verga de Gonzalo totalmente erecta.
-No esta bien esto. Decía Gonzalo
-Ya se pero no aguanto mas. Quiero que me hagas tuya.
-Mejor terminemos acá. Nos podemos arrepentir.
Todo esto dicho entre feroces besos y manoseos salvajes que no dejaban de tocar una sola parte de ambos cuerpos.
-Estas segura de volver a engañar a tu marido?
-No, pero estoy muy caliente y te quiero dentro mío.
En ese momento amague a entrar para interrumpirlos pero un suspiro entrecortado de ella me detuvo.
Gonzalo no dudo más y poniéndose encima de mi mujer la penetro con su palo enorme. Ella jadeaba a medida que recibía de nuevo a su otro macho pero trataba de relajarse para ayudarlo a la penetración.
Después de unos minutos Gonzalo estaba totalmente dentro de la vagina de Miriam y comenzaba a bombear.
Mi mujer acostada abajo exhibía sus hermosas tetas y sus piernas bien abiertas mientras Gonzalo con su blanco cuerpo iba y venia sobre ella.
-Querías esto. Dijo el
-Si. Desde que entraste hoy por la puerta. Ella abrió la boca y el la beso profundamente sin dejar de moverse.
Era una imagen terriblemente sensual y me producía sentimientos encontrados: calentura y celos.
Miriam entregaba a la boca de su macho sus hermosas tetas mientras se arqueaba de placer penetrada por esa carne dura que latía dentro de ella. Gonzalo acelero el ritmo y ella se sacudió en un temblor de placer. Clavando sus uñas en la espalda ancha de mi amigo reprimió el grito y jadeo fuerte, aceleradamente. Tenía su primer orgasmo.
Cuando termino cambiaron de posición y ella se sentó sobre el para cabalgarlo. La imagen de esa enorme, blanca y venosa verga penetrando a mi mujer se presentaba con todo detalle desde la puerta. Una vez que la acomodo dentro de ella, Miriam comenzó a subir y bajar sobre el fierro de mi amigo mientras él le acariciaba las nalgas, los pechos. Pude ver como Miriam detuvo su movimiento y comenzó a contraer y relajar su vagina y con ella apretar la verga de Gonzalo. Siguió luego el sube y baja hasta que el sacudón indico un nuevo orgasmo que duró hasta caer sobre el. Ahí se besaron nuevamente y Gonzalo se acomodó entrando y saliendo de ella a punto de expulsar su leche.
-Voy a acabar. Le aviso.
-Si hazlo. Dame tu leche hijo de puta. Bramo ella agitada.
Y entonces decidido Gonzalo le introdujo hasta el fondo la verga y bombeando pude advertir cuando comenzó a vaciarse en la zorra de mi mujer. Ella se quedo quieta permitiéndole hacerlo.
Se podía ver la llegada de la leche por la verga de mi amigo ya que estaba para mi en primer plano y la veía hinchada, latiendo. Me calenté sobremanera y me fui al baño a pajearme con desesperación.
Un rato después mi amigo estaba en el sofá por lo que supuse que Miriam estaría en nuestra cama. Así era. Dormía plácidamente y satisfecha. Pensé en lo puta que era aunque no sabia si enojarme o alegrarme y disfrutarlo. Lo cierto es que mi amigo se había cogido de nuevo a mi mujer y eso me causaba sentimientos múltiples. La noche retomó su calma y poco a poco me quede dormido.
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