Micaela 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desde que Mikaela y yo tuvimos relaciones y la cogí por la cola, pensé que ahora se iba a animar a hacerlo con su marido, pero parece que la cosa no cambia por lo que me cuenta.
Ella me cuenta que ya no sabe más que hacer para atraer nuevamente a su marido.
Que pasó de insinuaciones a ofrecerle el culto directamente, me contó que se puso en cuatro en la cama, abriendo sus nalgas y diciéndole a su marido que se la meta por el culo, que le folle el culo que tantas veces le pidió, y que él pasa de ella, que se siente frustrada como mujer.
« Pero Mika, y cuando te ve así, que te dice?», le pregunté ya que ver a Mika así es impresionante, está muy buena esa rumana.
«Que está cansado, que se siente mal, excusas tan ridículas que me dan ganas de tirarle algo a la cabeza», me responde y noto cómo se pone a llorar.
«Puedo ir a tú casa», me pregunta, «Si claro Mika, podes venir cuando quieras», le dije y cortamos la comunicación.
Al poco rato viene Mika, estaba resplandeciente, unas sandalias chatitas que dejaban todo su pie al aire y un vestido poco más arriba de sus rodillas, su pelo suelto que lo tiene más abajo de sus hombros.
«Madre mía, estas para comerte», le dije haciendo que de una vuelta completa y nos saludamos con dos besos en las mejillas.
«No puedo creer que te hayas puesto como me dijiste y que Aurelio ni te haya mirado.
A mi me haces eso y estoy una hora chupando tú culo», le dije y escuché como Mika se reía a carcajadas, «que bruto que eres», dijo sin dejar de reír.
«Te cuento, se apareció en mi casa la mujer que según ella anda con Aurelio, y me dijo que era su amante.
Una flaca, le faltan dos dientes adelante, no se que le vio Aurelio.
Yo le respondí, si tú eres la que le hace las cosas que yo como su mujer no dejó que me haga, eres el segundo plato», le dije, pero tenía más ganas de darle una paliza que hablar con ella.
Tenía los ojos llenos de lágrimas.
«No se que decirte Mika», dije apoyando mi mano en su rodilla.
«Ahora quiero ser yo la amante de alguien, que me hagan a mi lo que su mujer no se deja hacer», dijo con mucha rabia.
«Quiero que seas mi amante», me dijo poniéndose en pie y sacándose el vestido que traía puesto, quedando en sujetador y una tanga hilo bien chiquita.
Yo la miré de pies a cabeza, la abracé por su cintura y la atraje contra mi, apoyando mi cabeza entre sus tetas.
Mikaela pasó sus manos a la espalda, desabrochando el sujetador mientras yo le estrujaba las nalgas.
Le saqué la tanguita hilo y la hice caminar desnuda delante mío contorneando el cuerpo mientras yo me sacaba la ropa.
Estaba sentado en el sillón de casa y la hice arrodillarse entre mis piernas y que me chupe la pija.
Mientras le sobaba las tetas, le decía como chuparla.
No podía creer lo que estaba viendo.
Jamás me imaginé tener a Mikaela entre mis piernas chupando mi pija.
«Vamos a la cama?, que recuerdos te trae mi cama?, le dije ayudándole a ponerse en pie.
«Cuando me rompiste el culo», dijo y nos besamos la boca.
Ella me dejaba que pase mis manos por todo su cuerpo.
Le daba chupadas en sus tetas, ella estaba con sus piernas semi abiertas y yo le metía los dedos en su concha mojada y totalmente depilada.
«Quiero que me trates como una puta», me pidió gimiendo y tirando su cabeza para atrás.
Le hice arrodillar de nuevo y le empecé a pegar con mi pija en la cara.
Mika estaba con los ojos cerrados y su boca abierta, yo le pegaba con la pija en la cara, se la metía en la boca hasta su garganta haciendo que tenga arcadas.
La puse de pie, nos besamos en la boca y yo buscaba meter mi dedo en su cola.
«El dedo no, quiero tú polla dentro de mi culo», dijo pasando su lengua por mi cara.
Fuimos a la cama, yo me acosté boca arriba mientras Mika se sacaba las sandalias, la hice subir sobre mí y que se siente en mi pija, gimiendo los dos cuando le entró toda en su concha.
Mika movía su cuerpo mientras yo le estrujaba las tetas.
Sentía como movía los dedos de sus pies debajo de mis piernas.
Como gime Mika moviéndose sobre mi, yo la agarré de las caderas y la hacía mover en círculos, escuchando que cada vez gemia más y más fuerte disfrutando de como la estaba cogiendo.
«Me vas a hacer terminar», dijo gimiendo.
«Sí, venite y después vamos por el segundo», le dije moviendo mi pija dentro de su concha.
«Nunca terminé dos veces», gritó y empezó a acabarse, se retorcia encima mío, caía saliva de su boca en mi pecho, tenía los ojos dados vuelta.
«Haaaaaaa», dijo cayendo encima mío, «Que bien me has follado, estoy muerta», dijo besando mi boca.
Yo la puse boca arriba y le empecé a chupar la concha, escuchando como gritaba y retorcia su cuerpo.
«No, no, estoy muy sensible», decía con apenas voz.
Yo seguí chupando su concha, metiendo un dedo, y mientras le seguía chupando su concha le metí el dedo en la cola, escuchando el grito de placer que dio.
Mikaela no dejaba de retorcer su cuerpo y gritar de placer.
«Por el culo, quiero que me la metas por el culo», me gritaba desesperada.
«Ponete como te pusiste para tú marido.
Mikaela se puso en cuatro patas, abriendo sus nalgas todo lo que más podía.
Que espectáculo ver a esa tremenda mujer ofrecida así.
Como le empecé a chupar su ojete, a lamerlo, Mikaela aplastada su cara contra la almohada para ahogar los gritos.
Ella seguía abriendo sus nalgas, me puse detrás y acomode mi pija contra su ojete, «haaaaa, haaaaaaa», gritaba Mikaela cuando se la empecé a meter, sentía como su ojete se abría comiéndose mi pija.
«Sí, siiiii, así, metela toda», gritaba sin dejar de abrir sus blancas nalgas, hasta que quedé pegado a su cuerpo.
La agarré de las caderas y empecé a meter y sacar mi pija de su ojete, suave como le gusta a ella.
Mikaela no dejaba de gemir, de gozar.
Le sacaba toda la pija y veía lo abierto que le queda su ojete, y se la vuelvo a meter.
Sus quejidos de placer me vuelven loco.
La hice poner boca arriba, cuando levanta las piernas, le empiezo a morder los dedos de sus pies, le meto dos dedos en la concha, empapada, caliente.
Gritaba pidiéndome que la siga follando por el culo.
La acomodo bien y se la vuelvo a meter, entró rápido y fácil, por lo abierto que tiene el ojete.
Mikaela no dejaba de gemir, de gritar de placer, moviendo su cabeza de un lado a otro.
Mientras la cogía por la cola, empecé a pasar mi dedo por su clítoris, haciendo que de un largo y fuerte «haaaaaaaaa», arqueando su cuerpo.
«Me estás matando», me gritaba mientras yo sacaba casi toda mi pija de su ojete y se la volvía a meter.
Mis caricias en su clítoris eran cada vez más rápidas y fuertes, ella no paraba de temblar, yo le metí la pija todo lo más adentro de su cola que pude y me empecé a acabar, parecía que me estaba meando dentro de la cola de Mika, ella gritó y retorciendo su cuerpo se volvió a correr, pero con un añadido, se meaba a chorros también.
Metí uno de sus pies en mi boca y le lamia los dedos mientras mi leche salía a chorros, llenando los intestinos de Mika.
«Que vergüenza, me has echo orinar, mira como te dejé la cama», dijo cuando nos repusimos, el ojete de Mikaela estaba abierto, redondo, hermoso, y más cuando vi como se le escurria la leche.
«Disfrutaste Mika?», le dije besando su boca, «nunca llegué dos veces, es la primera vez, pero como hice la cama, me has echo orinar, que vergüenza», me dijo Mika roja como un tomate.
Mika enseguida empezó a sacar las sábanas, estaba tan bonita, desnuda, con la leche que le había dejado en su cola deslizándose por sus piernas.
El colchón no me preocupaba porque tiene una protección de nylon.
«Eres tremendo en la cama», me dijo, nos abrazamos desnudos y nos besamos.
Como la otra vez, se ducho, se vistió, nos besamos y se fue.
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