Natalia parte 3
Natalia inicia un juego con su cuñado que mezcla placer, peligro, bajo la atenta mirada de su hijo menor..
El próximo fin de semana, por la mañana todo transcurría con normalidad, papá había salido temprano a trabajar y nosotros dormíamos, fue entonces cuando alguien llamó a la puerta, con pereza dejé que atendieran los demás, trate de volver al sueño hasta que escuche voces en el comedor, preste atención y entonces reconocí la voz, era ¡Arturo!, pero qué demonios hacía aquí, me levante rápidamente y fui hacia ellos. Ahí estaban sentados, él y Natalia a un lado, ella tenía el semblante serio e incómodo.
–Vi a un paciente cerca y decidí pasar a saludar, espero no molestar– se excusaba Arturo.
Al llegar se sobresaltaron al verme. Él vestía su bata, estetoscopio, una camisa y un pantalón de mezclilla, saludé y me senté frente a ellos, mi madre se veía molesta, él en cambio se veía bastante cómodo. En ese momento llegó mi hermano, saludo y se paró de tras de mí.
–Es un paciente al que suelo ver a domicilio debido a su condición–.
–Espero que todo vaya bien con él– comentó mi hermano.
En la mesa se encontraba un sobre, Arturo lo tomó.
–La doctora González me pidió que entregara estos formatos. Son para actualizar el expediente de la última consulta– habló viendo a mi madre ella los tomo, después de escuchar esa estúpida excusa.
Voltee a verla y pude notar su vestimenta, traía una pijama muy chiquita, ya la había visto usándola, al ser temporada de calor usaba esa pijama que constaba de: una blusa de tirantes de algodón muy ligera, de color piel, en esta ocasión se había puesto un suéter blanco abrochó un solo botón al centro y haciendo juego con la blusa un short tan pequeño que parecía cachetero al estar sentada se notaban por completo sus piernas, muy blancas y finas, Arturo miraba a Natalia con lujuria, mi hermano al perder importancia en la plática regresó a su cuarto, Natalia cubría sus pechos cruzando sus brazos. Arturo dirigió su atención a ella.
–Me comentó la doctora González que no terminaron, ¿quieres que la continuemos aquí? – mi madre torciendo la mandíbula, respondió.
–No es necesario, ya veré luego a la doctora–.
– Deberíamos de concluirla, este tipo de evaluaciones no se deben tomar a la ligera– mamá no respondió solo se quedó viendo fijamente su taza, yo me quedé serio, mi tío tenía el atrevimiento de sugerir tal cosa.
—Podemos hacerlo en tu recámara así no molestaremos a los niños y tendremos privacidad– mamá seguía con la mirada fija y sin decir una palabra.
Pensé que no se atreverían a más estando yo ahí, así que me levanté y me fui a la sala, me senté lo más cercano al comedor, prendí mi Nintendo y prestaba mucha atención.
—El informe quedó inconcluso—Arturo saco una libreta —¿Cada cuánto son tus revisiones? —.
—Cada 3 meses— respondió ella con la voz baja.
—Las tendremos cada 15 días de ahora en adelante — sentencio volteándola a ver de pies a cabeza con una sonrisa— ¿Exámenes de sangre? —.
—Cada que me lo solicitan—.
Conforme avanzaba en sus preguntas mamá fue relajándose había bajados sus brazos descubriendo su blusa, seguro Arturo podría ver sus pechos.
—¿Molestias recientes? Dolor, sensibilidad… tensión inusual —.
—Algo de estrés, pero es normal— respondía ella con un tono molesta.
—El estrés se manifiesta en el cuerpo por, falta de descanso, inquietud— hizo una pausa mirando a Natalia fijamente — encontraremos la manera de librar la presión— Mamá torció la mandíbula, y se enderezó un poco, mostrando incomodidad por el comentario.
Arturo bajo la voz y subió el tono de las preguntas —¿practicas sexo oral? —.
Mamá solo veía al frente sin responder.
—¿Es recíproco contigo tu esposo?, ¿usan algún estimulante?, ¿Dilatan el ano al momento del sexo anal?,
Arturo seguía sin dejar que Natalia respondiera, se quedaron en silencio—¿Me regalas una taza de café? —.
—Claro– respondió ella.
Mamá se puso de pie mirando fijamente a Arturo giro y se dirigió hacia la cocina, el short se le había metido entre las nalgas, una tanga blanca se transparentaba, llegó a la puerta de la cocina, volteo a ver a Arturo, con la punta de sus dedos muy delicadamente tiro de la tela de su short y entro a la cocina, Arturo permaneció sentado un rato y caminó hacia donde ella se encontraba, una parte de mi quería dejar que mi madre disfrutará, otra me llenaba de celos, me levanté rápido y me dirigí hacía donde se encontraban ellos, Arturo estaba en la entrada recargado viendo a mi madre, ella estaba de espaldas, revolviendo el café con una cuchara, sus nalgas se meneaban con forme agitaba la cuchara cosa que Arturo no perdía detalle.
—Mamá ¿me sirves un vaso de leche con azúcar? — interrumpí, ella se sobre salto al descubrir que yo estaba ahí.
—Si hijo— giro con la taza de Arturo se me quedó viendo, como esperando a que me fuera, pero no me moví.
Le entregó su taza a Arturo y lo vio fijamente, por un instante torció la boca, y me señaló con los ojos, como advirtiéndole que yo estaba ahí, él volvió a la mesa, mi madre me dio mi vaso y regresé a la sala, ella volvió al comedor con un vaso de agua y respondió.
—Si lo practico cotidianamente y es recíproco, solo una vez lo hemos intentado, pero no lubricamos ni dilatamos, no dejé que terminara y no, no usamos ningún tipo de sustancias— se sentó muy segura de sí misma, cruzando las piernas, dejándolas a la vista.
—Ahora entiendo por qué no te gusto, tendremos que prepararlo y dilatarlo— tío Arturo parecía estar obsesionado con el ano de Natalia, acercó su silla a la de mi madre, casi le susurra al oído, tuve que prestar mucha atención— ¿te gusto el masaje de la última vez? —.
— Estuvo bien la verdad, gracias por el favor— respondió ella, muy relajada.
—¿por qué no preparas el cuarto?, ahí podremos continuar con la consulta, y puedo mostrarte como se prepara el ano — mamá dudo, razono la situación por un momento, volteo a verme y se quedó en su lugar, Arturo se reclinó en su silla.
—Por ahí no— respondió con firmeza — además — termino señalándome con la cabeza y cruzando los brazos.
—Vamos, será rápido— Dijo Arturo como último intento y sobando una de sus piernas.
Mamá dejo de verme, dirigiendo su vista a Arturo, se levantó de golpe, caminó hacia su cuarto y cerró la puerta tras de ella, Arturo se reclinó en su silla, volteo, sentía su mirada.
—Presta atención al juego, no vayas a perder—
Natalia no tardo en regresar, ahora vestía una bata de noche blanca muy ligera, se había arreglado y maquillado un poco, se sentó cruzando los brazos y piernas, muy sería.
—¡Bien, vamos! — exclamo Arturo poniéndose de pie.
—Espera, no estoy segura, los niños están aquí— menciono Natalia viendo a donde yo me encontraba.
—La consulta es de protocolo—Arturo levanto la voz como asegurando que su plan estaba encubierto. No dijeron nada, —Si lo aplazamos puede convertirse en algo serio, continuemos con el informe, así te relajas, ¿método anticonceptivo? — continuó Arturo sentándose de nuevo.
—Estoy operada— respondió ella tajante.
—¿Retiras el vello púbico? —.
—Es cómodo y a mi marido le gusta, además de que va mejor con prendas pequeñas—.
—¿Tu esposo termina dentro? —.
—La mayoría de las veces si —.
—Cuándo no, ¿dónde termina? —.
—En mi cuerpo o fuera — a mamá le empezaba a justar ese juego de preguntas.
—Venga, vamos a la recámara, será más práctico— Dijo Arturo poniéndose de pie, pero ella continuó sentada. —Bueno, entonces terminemos la revisión aquí — estiró su mano tomando la de Natalia y la atrajo hacia él levantándola, ella se safo recargándose en el filo de la mesa con sus manos apoyadas a los costados.
—¿Por qué no vas a tu cuarto?, vamos a revisar a tu mami— dijo mirándome.
—Hijo ve a tu cuarto — Ordenó mi madre.
De mala gana pausé mi juego, pero no me perdería nada, entre a mi cuarto, de inmediato me asome viéndolos desde la puerta de mi recamara por el pasillo, ellos estaban de pie mirándose de frente, veía la espalda de mi madre que me ocultaba a Arturo a quien apenas veía, pero apenas lograba escuchar.
—Vamos abrir esto— dijo Arturo soltando los lazos de la bata, miro a mi madre por un breve lapso —Se te ve increíble— Arturo la tomo por la cintura, Natalia se apoyó rodeando con sus brazos el cuello de Arturo, él la levantó y coloco encima de la mesa. En ese momento no alcancé a ver lo que hacían, pero había silencio, Arturo tomó su estetoscopio e inspeccionaba a mi madre.
—¿Está frío?, se te tensa piel. —
Ella no decía ni una palabra, Arturo descubrió su espalda, colocando el estetoscopio en ella y la sostenía al mismo tiempo, con la otra mano parecía alcanza a ver como hacia algún movimiento, mamá se dejaba hacer, después un momento aumentaba el ritmo de su respiración, de pronto echó su cabeza atrás, él se posicionó atrás de ella, así que rápidamente me escondí, no podía asomarme o sería descubierto, dentro de mi cuarto no alcanzaba a escuchar nada, la intriga pudo más, así que volví a asomarme, Arturo ahora estaba a su lado, movía rápidamente su mano izquierda, con la derecha seguía sosteniéndola, ella se había echado totalmente hacia atrás, tenía las piernas levantadas, la espalda arqueada, miraba hacia arriba, su cabello lacio colgaba, pude ver como comenzaba a hacer movimientos con la boca, entreabría y cerraba los labios rápidamente, como queriendo soltar un grito pero se contenía, su vientre se contraía en espasmos, como si respirará agitadamente, fue cuando sus piernas comenzaron a temblar, dejo la mirada fija al techo, arqueó aún más su espalda que Arturo tuvo que sostenerla fuertemente, ella se incorporó de golpe y regreso a posición bruscamente retorciéndose sobre la mesa y finalmente se recargo en el pecho de Arturo, lo abrazaba apretándolo muy fuerte con sus manos, él relajo sus movimientos y tomo a mi madre por la cara.
—Es tu turno— Le dijo casi susurrando.
Caminó hasta ponerse frente a ella, abrió su bata, Natalia aún no se recomponía cuando, se enderezó y aun sentada en la mesa se puso entre la bata de Arturo. Yo no alcanzaba a ver nada, solo veía la espalda de ella y que él tenía la mirada hacia abajo, mi madre movía sus manos.
—Está dificil, no puedo— Dijo ella, Arturo sonrío y dirigió sus manos hacia su cintura, ella aprovecho para ponerse de pie, se escuchó el sonido de una hebilla cuando se desabrocha un cinturón. Natalia continuo con los movimientos de sus manos, mientras veía directamente a Arturo.
—Despacio— susurraba Arturo acariciando la fina melena de Natalia.
Mamá bajó su mirada, durante un momento no dijeron nada, silencio total, estaba muy nervioso quería salir de mi escondite, pero no me atrevía, entonces escuché que mi hermano se levantaba lentamente, si llegaba hasta donde ellos los descubriría, así que salí apresuradamente, no sé por qué grité — ¡Mamá! — como una advertencia y camine de prisa, los vi muy juntitos, despegándose, ella empujó a Arturo y se separó, en un movimiento muy rápido se puso lado de la mesa, llevaba la bata abierta, descubrí que ahora usaba un conjunto de lencería rojo muy chiquito, un brasier que apenas cubría sus pechos y una minúscula tanga, nunca lo había visto, seguro era nuevo, se cubrió como pudo con la bata, Arturo se había girado, fingía estirarse como si hubiera acabado un trabajo muy estresante, mi hermano llegó al comedor, mamá ya se había recompuesto, en eso sonó el teléfono, mi hermano contestó, para ayudar a calmar el momento le dije a mi madre que si me servía otro vaso de leche.
— Claro amor, justo acabamos la consulta— se retiró a la cocina, mi hermano colgó y comentó.
—Era mi padre, está cerca, salió temprano, dijo que irá a cenar con mi madre —.
— Entonces es hora de que me vaya, no molestaré más— concluyo Arturo, sus planes habían fallado.
—Hermano porque no lo acompañas a la salida yo iré a la bodega, por un encargo— mal humorado seguí a Arturo, en cierta forma no me agradaba.
— Ahora sí podrás terminar tranquilo tu juego, hazme favor, cuando estén solos coméntale a tu mami que “favor con favor se paga” y ya me debe dos, asegúrate que nadie los escuche— se retiró rápidamente.
Al regresar mi madre esperaba en el comedor con mi vaso y una servilleta, como si esperara a que me retirara.
— Arturo se fue— dije su rostro reflejó una mezcla de sorpresa y confusión, ¿esperaba a que él regresara?, ¿no que ya habían terminado la consulta? —llamo papá, está llegando, dijo que irían a cenar— le dije como advertencia.
— Cierto tu ¡padre!, como se me fue a olvidar—corriendo se dirigió a su cuarto y cerró la puerta tras de ella, ¡mierda! no vería como se vestiría.
Me acosté en mi recámara, pensaba en lo que estaba sucediendo, mi madre estaba por ser infiel, en cierta parte ya lo había hecho, me excitaba todo esto, pero pensaba en padre y la familia, ¿hasta dónde sería capaz de llegar mi madre?, fue Natalia quien me saco de mis pensamientos.
— ¿Pedro? — entro a mi cuarto con una toalla cubriendo su cuerpo
—Acompáñame a mi cuarto hijo, por favor— la seguí, la notaba apurada, no podía apartar la vista de ese hermoso culo, —pasa— me pare en la cabecera de la cama y ella frente a la cama.
—Disculpa que me veas así, pero no tengo tiempo— se abrió la toalla, sin dejarla caer.
Pude ver que llevaba el mismo conjunto de lencería rojo, de verdad era pequeño, y se le veía espectacular, maldito Arturo, pudo verlo en primer plano y antes que todos, solo que ahora traía un liguero que hacía juego, comenzó a colocarse unas medias negras y dijo.
—Todo este rollo de la visita de tu tío, no hay que comentárselo a tu padre—.
Termino de colocar sus medias y saco un vestido blanco, completo, sin mangas que se anudaba por detrás del cuello.
—¿Por qué mamá? — Pregunté.
—No quiero alarmarlo y son revisiones de rutina—.
—Está bien mami, no quiero causar problemas y comprendo que necesitas esas revisiones— dije tratando de sonar maduro.
Ella terminó de acomodar el vestido y se giró hacia el tocador para peinarse. Yo me acerqué un poco más.
—Solo una cosa… —dije bajito— prométeme que me llevarás contigo cuando tengas esas consultas.
Ella se detuvo y me miró por el espejo. Luego se giró y se puso de cuclillas frente a mí, apoyando las manos en mis hombros. Podía ver de cerca el canalito entre sus piernas.
—¿Por qué quieres eso hijo? —.
—Porque no quiero que estés sola —respondí— Si papá no puede acompañarte, yo sí. Quiero estar ahí cuando te revisen.
—La doctora González es quien me atiende, no Arturo —dijo, aunque sonaba más justificándose que corrigiéndome.
— Pero hoy escuché que las consultas serán más seguidas, entonces también serán con él— respondí, mirándola fijo.
Ella tragó saliva. Se veía incómoda.
—No debes preocuparte, se cuidarme sola y ambos son doctores—.
—Lo sé —dije suavemente—. Solo quiero asegurarme de que estés bien. Y si estoy contigo, papá no tiene por qué enterarse de nada—.
Ella se quedó inmóvil, analizándome. Yo extendí mi mano, como si solo buscara un trato entre los dos.
—¿Me lo prometes, mamá? —.
—Está bien hijo te lo prometo— nos dimos la mano y un abrazo, olía delicioso, su cuerpo se sentía muy fino. Ella giro al tocador para los últimos detalles.
—Entonces ¿Escuchaste las preguntas? —.
—Si, pero no entendí varias cosas, ¿qué van a dilatar? — mama se mostró algo incomoda.
—Ok, luego te explicaré, ¿cómo me veo? — giro y poso para que le diera mi punto de vista, la verdad no pude decir nada, me quede mudo, ella solo sonrió, estaba a punto de salir cuando le grite.
—¡Mamá!, otra cosa— regreso y se sentó en el bode de la cama
—Al irse Arturo me encargo que te dijera algo en secreto—cambió por completo su expresión, se puso muy seria y preocupada.
—¿Qué te dijo? — dijo cruzando las manos.
— Me dijo que antes de decirte me asegurara de que no nos escucharan y que “favor con favor se paga” — a ella solo se le dibujo una sonrisa.
—Está bien amor y tiene razón—.
—¿Qué favor te hizo? —.
—Bueno, me dio dos consultas de improviso—.
— ¿Devolverle el favor? Pero si ya terminaron o al menos eso creí, me dijo que terminaste dos veces.
—Es la finalidad de las consultas de tío Arturo, ya te las explicaré— sonó la bocina del coche —es tu padre, llego—.
—Espera mamá y ¿cómo le pagaras esos favores? —.
—Ya estas como tu tío y sus preguntas, mmm, pensaré en algo bueno —hizo una breve pausa— tal vez él termine dándome —me miró y rio traviesa— otra consulta— rio para sí misma antes de añadir—. ¿Te parece si le regalamos un pastel de leche? Así estará lleno al final de la consulta, jaja, no te preocupes, ya veremos que le damos— salió corriendo sin dar explicaciones.
Me senté en la cama, no podía con tantas experiencias, mi madre en verdad pensaba continuar con su aventura, miré a la cama, había unas etiquetas, las tomé y me sorprendí, eran las etiquetas del conjunto que traía, si era nuevo y ella prefirió estrenarlo con Arturo en lugar de mi padre, me puse furioso, en verdad comenzaba a odiar a ese hombre, pero por otro lado no quería perderme de nada, decidí que lo ayudaría con sus encuentros, ella había prometido llevarme, ya me las arreglaré para poder verlos.
Al regresar mis padres, ya era de noche, yo estaba acostado, venían muy risueños, no me levanté a recibirlos, voltee al pasillo, ahora mi puerta nunca la cerraba, paso mi madre de prisa llegó a su cuarto y tiró de su vestido hasta sacárselo por encima, estaba completamente desnuda, ¿dónde habrá quedado ese espectacular conjunto de lencería?. Mamá salió de su cuarto con unas toallas, rápidamente me hice el dormido, sus pasos se detuvieron en mi puerta, entró en silencio, me acaricio la cabeza y susurro —Pablito— siguió su camino y entro al baño.
Al siguiente día, era tarde y mis padres aún no se levantaban, desde su cama papá me mandó a comprar unas cervezas, dijo que tomara el dinero de su saco, de mala gana esculqué su saco y me llevé una grata sorpresa, en uno de los bolsillos estaba el tanga pequeño de mi madre, debieron haber pasado una agitada noche, me enorgullecí de que fuera con mi padre con quién pasó la noche y no con Arturo, pero recordé que él había sido el primero en verlo, tomé el tanga, lo guardé en mi bolsillo y me retiré a la tienda.
Los siguientes días pasaron muy normales, salidas en familia, escuela, de vez en cuando podría ver por el pasillo cuando Natalia se cambiaba, pero donde si hubo un cambio fue en la actitud de mi madre, se notaba más activa, feliz, segura de sí misma, comenzó a hacer breves rutinas de ejercicios en las mañanas.
Un día en la tarde la vi arreglando su cajón de ropa íntima, sostenía en las manos el brasier rojo de ese pequeño conjunto, seguro pensaba ¿dónde lo había dejado la tanga? Sin saber que yo lo tenía escondido.
Un día, llegando al colegio comencé a sentir náuseas y malestar, en la enfermería me dieron una pastilla y hablaron a mi madre, ella no tardó en llegar, venía arreglada, traía una blusa bordada de encaje, dejaba levemente a la vista su brasier blanco, un pantalón de mezclilla ajustado que realzaba su figura y zapatillas abiertas. Llegó a la enfermería acompañada del director, él le prestaba muchas atenciones, Ella se paró frente a mí y se agachó apoyando sus glúteos sobre sus talones, el director y el enfermero se quedaron detrás.
—¿Cómo estas amor? — yo no podía articular ni una palabra, el director y el enfermero intercambiaban miradas, debían tener una estupenda vista del culo de mi madre.
—Vámonos, tomo de mi mano y salimos— ellos nos siguieron detrás, voltee a verlos y no disimulaban las miradas clavadas en el culo de Natalia. Mire hacia mamá y los hilos de una tanga blanca se asomaban por sus costados, ella se los acomodó y salimos.
—¿Te sientes muy mal?, te llevo a casa o me acompañas, quede de desayunar con Susana —.
—¿ya me estoy sintiendo mejor, las puedo acompañar— ella, lo pensó un poco.
—¿Por qué no te llevo a casa y te quedas viendo televisión? —.
—Prefiero acompañarte, así podría pasar a los videojuegos mientras estas con Susana— mamá reflexiono, se quería deshacer de mí.
Tomamos un taxi y llegamos a una plaza famosa en la zona, caminamos por algunos locales, los hombres no disimulaban las miradas hacia mi madre. Algunos le dedicaban una sonrisa coqueta, otros se giraban para voltear a verla, nos detuvimos en un local de zapatillas, pasamos rápidamente, al salir un sujeto mayor, casi calvo, vestido de traje, nos abordó.
— Disculpe Alfredo Martínez— dijo estirando la mano.
— Buen día, Natalia Villa — respondió ella.
—Disculpe el atrevimiento, la he estado observando y he de decirle que es usted una mujer sumamente atractiva—
Mamá me rodeo con sus brazos por detrás como si me tomara como escudo.
— ¿Es su hijo? —.
— Si, Pablo —respondió ella atrayéndome más hacia ella.
— Buen día muchacho, tienes una mami muy atractiva — dijo tomándome de la cabeza.
— La razón por la que me acerco es porque represento a un club muy exclusivo y necesitamos talento con sus características—
— Disculpe, pero no estoy interesada— dijo tomándome de la mano y avanzando, él la tomo delicadamente del hombro.
— Piénselo, podría hacer mucho dinero— hizo una seña sobando sus dedos.
— ¡gracias! — sentenció ella.
— Tomé, la oferta está abierta, sí cambia de opinión llámeme — estiró su bazo entregándole una tarjeta, ella la tomo y caminamos, llegamos al restaurante, vimos a Susana y nos sentamos, mi madre me pidió algo ligero, pero no pude comerlo, me recosté en sus piernas y terminé durmiendo. Cuando agarré conciencia, fingí seguir durmiendo ya que logré escuchar la conversación que sostenían, hablaban bajito, mi mama acariciaba mi cabeza y por ratos cubría mis idos.
—Entonces… ¿fueron dos veces? — preguntó Susana.
—Sí… y en las dos terminé, pero no hubo más—.
—¿Y cómo lo hizo? —.
—Con un masaje, sabe exactamente dónde y cómo tocar. — Natalia bajó aún más la voz.
—¿Y por qué no siguieron? — Susana mostraba interés.
—Nos interrumpieron en un instante y ya no pudimos hacer nada más—.
—¿y lo vas a dejar así, sin concluir? —
—Me da miedo que se descontrolen las cosas, además siempre había alguien cerca, confieso que lo disfrute—.
—Créeme, la adrenalina de ser descubierto es lo mejor de esto, y si con él te la pasas bien, vale la pena seguir, imagina lo que puede pasar sin interrupciones —.
—¿Tú ya lo has hecho? — se notaba interesada Natalia en la respuesta.
—Recuerdas al salvavidas del parque acuático, de verdad la tiene grande y la sabe usar— mamá se quedó pensativa —No lo pienses tanto, Nati a veces, lo que no se hace es lo que más se lamenta—.
—Tal vez tengas razón — sentí un fuerte abrazo cuando terminó la frase.
—Y entonces, ¿Cómo te sietes después de todo esto? —.
—Diferente— Natalia sonrió y continuo — Raro, pero bien, me siento más segura, no me da pena que me vean, me gusta sentirme sexy—.
— Ok— escuchaba Susana.
—Con mi esposo, las cosas han cambiado mucho, nos estamos abriendo a nuevas experiencias, pero, me hace falta algo — hubo un silencio. — Fíjate que, llegando, un tipo se me acercó, me invitó «a colaborar con él “— mama cambio el tono de voz en esa frase.
— ¿Será un lugar de esos? — preguntó Susana.
— Pues no creo que me quieran por mi talento de responder llamadas — ambas rieron.
— ¿Y piensas llamar? —Preguntaba susana con preocupación.
— Me gusta este juego que traigo con Arturo, tuve la idea de, sí me pagan por hacerlo, que mejor—.
— Piénsatelo bien, a él lo conoces, allá no sabes con quien te toparías —.
— Obvio no marcaré, solo me vino la idea— río para ella.
—Pues me da gusto por ti amiga, es tarde, debo de ir por mi hijo, espero que tomes la mejor decisión y si decides darte el gusto, espero me cuentes todo y no olvides los sucios detalles— rieron juntas, se levantó y se fue.
Mamá pago la cuenta, yo fingí que despertaba tras un profundo sueño. Salimos a la plaza, ya era algo tarde, caminábamos de la mano, los hombres seguían volteándola a ver, Natalia caminaba como si nada.
—¿Ya estás mejor? verdad hijo— pregunto ella.
—Si, ya no siento nada—.
—Por qué no me acompañas a hacer unas compras, el siguiente fin de semana iremos a la casa de campo y necesito algunas cosas— propuso Natalia.
—Está bien— respondí entusiasmado.
—Con todo este rollo de tus síntomas pensé que quizá querías pasar a ver a tu tío Arturo, pudimos tener una consulta más privada — se adelantó caminado, su comentario fue como si estuviera de acuerdo de que yo fuera su cómplice.
Pasmos por la zona de boutiques, mamá veía las prendas veraniegas, estábamos justo frente a un local de trajes de baño, entramos ella veía bikinis.
—Si este lo tenemos en negro— respondía la encargada.
—Perfecto, ¿puedes mostrármelo? junto con algún pareo que haga juego — era un traje de una pieza con una abertura en el frente, la señorita nos dejó, comenzaba aburrirme, el hecho de imaginarla usando esos trajes me emocionaba, fue cuando un fuerte grito me sorprendió.
—¡Nati! Pero que sorpresa—era Arturo, llevaba su típica vestimenta de doctor, paso ignorándome y saludo a Natalia con un efusivo abrazo, ella lo correspondió, parecían dos jóvenes enamorados.
—Vine al banco, que sorpresa encontrarte por aquí—
—Vine a desayunar y de paso a comprar unas cosas, el próximo fin estaremos en la casa de campo— yo parecía ser invisible, llego la encargada con las piezas que eligió Natalia.
—¿Te comprarás esos? — Arturo los tomó con atención y empezó a inspeccionarlos, —se te verán increíbles, pero, puedes usar algo más atrevido— sugirió él.
—Es lo que estaba buscando, pero no encontré nada que me agradé— respondió ella tomando la prenda.
—¿Si quieres puedo ayudarte a escoger? puedo elegir algo que se te vea bien, después de todo, ya he tenido el privilegio de apreciar lo que mejor te queda. — Natalia se sonrojó, lo miró por un instante.
Luego dirigió la mirada hacia mí. Arturo, al notar que yo estaba ahí, recuperó su semblante serio y me saludó con una ligera inclinación de cabeza.
—Iré a pagar este par de piezas, ¿nos acompañas?, aún tenemos que ver unas cuantas cosas más— Natalia se adelantó al interior de la tienda, dejándonos, no dijimos ni una palabra, Arturo se acercó a la señorita encargada.
—claro si los tenemos, pasé por acá— la siguió y los perdí de vista, yo esperaba a mamá, hasta que salió con un par de bolsas.
—¿Y Arturo? —, parecía estar más preocupada por Arturo, él apareció detrás de ella y le mostro algo, no alcance a ver que era, trate de acercarme, pero solo escuché.
—Pero no puedo usar esto es muy chiquito—.
—Se te verá increíble—.
—No creo que sea de mi talla, me lo probare primero—replicó ella, con una sonrisa cómplice.
—Mejor así, mientras más apriete mejor, ven vamos apagarlo— regresaron al interior, empezaba a molestarme por haberme dejado solo, regresaron muy risueños.
En el transcurso del día ellos parecían llevase muy bien, no paraban de hablar, reían y hablaban, mientras andaban Arturo la abrazaba por los hombros, luego bajo hasta su cintura, parecían una pareja de enamorados, Arturo trató de comprar mi afecto con un helado, pasamos a una tienda donde vimos trajes para mí, pasé al probador, cuando salí los vi muy pegados, apunto de besarse, Los interrumpí.
—Esos fueron los que me gustaron— dije, ellos se despegaron muy rápidamente.
Saliendo del local, mamá dijo que tenía que pasar al baño, mientras esperábamos pase a una juguetería justo enfrente, Arturo se acercó y comentó.
—¿Le diste mi mensaje a tu madre? —.
—Si, dijo que te pagaría los favores— respondí como si no tuviera importancia, él solo sonrió.
—¿Te dijo cómo? —.
—Con un pastel de leche para que tengas de sobra— él soltó una carcajada triunfante.
—Han comentado algo en casa— pregunto ahora con un tono de miedo en su voz.
—No, prometí no decir nada siempre y cuand…— me callé de repente.
—¿Siempre y cuándo qué? —.
—La acompañe a sus consultas contigo— volvió a sonreír.
—Mira, para reforzar esa promesa, ¿si te compro ese juguete no dirás nada?
—Para que guarde el secreto tendrá que ser ese— dije señalando un paquete muy grande.
—Pero tendrás que convencerla de visitarme más seguido, ¿hecho? — estiro su mano.
—¡hecho! — extendí mi mano y aprete.
—Lo llevaré al consultorio, ahí podrás jugar con el siempre que me visiten— pagamos y salimos de la juguetería. Natalia nos esperaba fuera.
—¿qué es eso pregunto? —estiraba su mano para tomar el brazo de Arturo y caminar juntos.
—Es el seguro de un trato que hicimos— Respondió Arturo.
—Ah si…— Natalia se pegó a él y se adelantaron.
Yo caminaba por detrás, Arturo la tomaba de la cintura, levanto un poco su blusa, vi como sus dedos jugaban con los elásticos de su tanga. Los miré de lejos, de nuevo esa sensación extraña, celos y felicidad, me gustaba ver a Natalia feliz. Arturo se ofreció a llevarnos a casa, subimos a su auto, ellos reían y hablaban sin parar, en el auto Arturo puso su mano en la pierna de mi madre, subía y bajaba sin que a ella le molestase, eso me molestó, era algo que solo mi padre tenía permitido hacer y a ella parecía no importarle. Él volteo a verme por el retrovisor.
—Cuándo te sientas mal pasen por el consultorio, saben que siempre son bien atendidos— lo dijo apretando el muslo de Natalia —Por cierto ¿cuándo pasas?, quedamos que te atendería cada quince días, ya es tiempo— Mamá giró por completo para analizar la situación y dijo.
—El sig. fin de semana estaremos en la casa de campo por el verano—.
—Yo estaré miércoles jueves y viernes en un congreso— Se quedaron serios, estaba claro que días podrían verse. Llegamos a casa, ellos se despidieron de un beso muy cerca de la boca y un abrazo. Antes de entrar mamá me pregunto.
—¿Y cuál fue ese trato? —
—Que te convencería de ir más seguido al consultorio— conteste con pena.
—jajaja, pero si son tremendos, ¿no sé porque te gusta todo este rollo? — su comentario me dejo con un sentimiento extraño, mi madre me consideraba su cómplice —recuerda no comentar que Arturo nos acompaño este día—
El fin de semana paso sin novedades, me preguntaba ¿sí Natalia pasaría a ver a mi tío?, solo tendrían lunes o martes, me preocupaba el que no cumpliera su promesa.
El lunes en la escuela el profesor se ausento, así que nos la pasamos jugando todo el día, olvidé todo el asunto de mi madre y su amigo. A la salida, no la vi esperándome. Tomé el camino a casa, sin darle mucha importancia, hasta que me crucé con una vecina que charlaba con la mamá de una compañera.
—Pablo, ¿no has visto a tu mamá? —preguntó la mamá de mi compañera.
—No vendrá —respondió rápido mi vecina— La vi en la mañana, dijo que tenía cita con el médico—
Sentí un balde de agua helada recorrerme. Un vacío seco en el estómago.
—Tendrás que ir solo, Pablo, ve con cuidado—.
—No hace mucho que la vi cuando salía tal vez la alcanzas —agregó la vecina.
No dije nada corrí hacia la clínica, nada podía detenerme, el corazón me golpeaba en la garganta, la respiración me ardía, casi lloraba, llegue a la clínica, pregunte en la recepción por mi madre, pero me dijeron que no la habían visto — ¡mierda! — pensé se habrán quedado de ver en otro lado, en la banqueta miraba a todos lados, ¿dónde podrían estar? Fue cuando la vi, mi madre estaba del otro lado de la calle, vestía una falda amplia rosa, hasta las rodillas, un top con tirantes blanco y sandalias blancas
Me acerqué con pasos firmes, pero sin perder la calma, y la llamé.
—Mamá
Ella me miró, y en sus ojos vi esa mezcla de asombro, culpa y ternura.
— ¿Qué haces aquí— preguntó mi madre
— La vecina dijo que vendrías — mamá torció los ojos, la vecina la había descubierto —¿Por qué viniste? — Pregunté con un gesto molesto.
— Vine… A sacar una cita para la siguiente consulta — mamá contesto entre pausas.
— ¿Entonces no ibas a tener la consulta hoy? — pregunté ella me vio más tranquila.
— No…, pero ya que estar aquí te parece que aprovechamos si es que está disponible algún doctor, así abres tu juego— dijo acariciándome la cabeza, como si se hubiera salido con la suya .
— ¡Vamos! — exclamé, cambiando totalmente de actitud, me emocionaba el poder ver el encuentro, ya me las arreglaría ahí adentro.
Entramos a la clínica, ella preguntó directamente por Arturo.
—El doctor tuvo que salir a atender una urgencia— respondió la recepcionista, mamá cambio su semblante se notaba una decepción es su mirada.
—¿No sabe a qué hora regresará? —.
—Cuándo sale de esa forma, no sabemos si volverá, si gusta puede esperar un poco— respondió tajante la recepcionista.
Pasamos a la sala de espera, pregunté a mamá por el juguete, respondió de mala gana, que no tenía idea donde estaba, mientras esperábamos la notaba ansiosa, desesperada, comencé a aburrirme. Vi a la doctora Gonzales acercase, mamá se acero de prisa.
—Sabe algo del doctor Arturo— la doctora sonrió de una manera traviesa.
—No creo que vuelva— respondió la doctora.
—Está bien, será mejor que vuelva—
—Puede hacer cita, así le reservamos los consultorios especiales— agrego la doctora con un tono divertido, Mamá sonrió y tomo mi mano.
—En el camino la vi frustrada y enojada. Llegamos a casa donde se limitó a sentarse de una manera brusca en el sillón y así se estuvo toda la tarde.
Sonó el teléfono, mamá se apresuró a responder.
—Si fui, esperamos un rato y nos fuimos—.
—Si, tengo que llevarlo— al parecer recordaba su promesa.
—Entonces ahí lo dejaste—.
No escuchaba quien llamaba, deduje que era Arturo por sus respuestas.
—No ahora no puedo, Ricardo está por llegar— mi corazón empezaba a latir, tenía una gran incertidumbre, me acerque a al comedor, estaba a un lado del teléfono fijo. Mamá solo volteo a verme como preguntando, ¿qué haces aquí?
—Me comentó que podía reservarlas ¿mañana hay una disponible? — me miraba fijo —no, en la mañana no, por la tarde, después de la escuela—.
—Jajaja, sonrió, Si yo también llevaré todo listo— colgó de golpe.
Al día siguiente no podía esperar, mamá me había comentado que me apresurará a volver después de la escuela. De prisa caminé para llegar a casa, llegando vi que mamá estaba en su recamara arreglándose. Cuando salió vestía un pantalón entubado de vestir negro, muy pegado, venia sin blusa, solo un brasier de media copa blanco, se había hecho una cola de caballo que se realzaba por su fino cabello lacio y blanco. Se acerco cubriendo sus pechos con un brazo.
—Come, estamos por salir, solo termino de arreglarme, ya no tardo— se giró, el pantalón de verdad le quedaba de maravilla, se amoldaba a sus piernas parecía como si no llevará ropa interior, toda una diosa. Comí de prisa, ella salió ahora traía puesta una blusa blanca que se ajustaba con unos lazos por los costados, de verdad iba con todo preparado.
—¿Llevas todo listo? — pregunté, ella me volteo ver sorprendida.
—Si vámonos— en eso sonó el teléfono, respondí, esperaba que fuera Arturo confirmando la cita.
—Hola, hijo— era mi padre, debió de haberse visto mi cara de frustración, mi madre en seguida me preguntó.
—¿Quién es? — al mismo tiempo que mi padre preguntaba.
—¿Qué hacen? —.
—Estamos a punto de salir— respondí.
—¿A dónde van? —.
—Vamos a la cl…..— no pude responder, mamá me quito el teléfono.
Pude notar en su cara, la desilusión, los planes se habían arruinado.
—Estoy con Pablito, estábamos a punto de ir a visitar a Tía Gloria—
—¿Entonces te esperamos? — hizo una pequeña pausa— ¿no puedes llevarlos a ellos? — sentí un golpe en el estómago, mamá trataba de zafarse de papá y mandarme con él, la vi con ojos furiosos y entonces agrego.
—Está bien, acá te esperamos— colgó, me vio y añadió con tono triste —tu padre está por llegar, vamos a ir a comprar las cosas para las vacaciones, tu hermano nos alcanzará allá — y torció la boca.
Papá llegó, halagó a mamá por lo bien que se veía, la abrazo y dio un apretón a sus nalgas, dijo que pasaría al baño y saldríamos.
En la plaza nos esperaba mi hermano, visitamos los locales, veían trajes de baño y demás, mi padre le enseñaba a mi madre unos bikinis ella argumento que ya se había comprado un par, él le decía.
—¿Por qué no usas este? — un trikini, una pieza algo atrevida sin llegar a ser vulgar —estaremos en familia—
Papá la incitaba a usar algo atrevido, en ese momento dijo.
—¿Tú hijo no elegirás nada? —
—Ya me los compró mi mamá, venimos con…— mamá interrumpió
—Ya se los compré, vine Susana y aprovechamos para ir de compras, fue el día que se puso mal— me miró cerrándome un ojo.
—Perfecto, entonces compramos el tuyo — respondió mi padre. —señorita pagaremos este— era la misma encargada de aquel día, tomo la prenda y se le quedo viendo a Natalia con ojos confusos.
Pasamos la tarde en familia, mientras caminaban él tomaba a mi madre de la cintura, andaba orgulloso de su familia, recordé el día que compartimos con Arturo, mi madre se veía feliz, aunque incompleta, le faltan algo, el morbo de aquel día no estaba presente. Papá puso su mano en el inicio de las nalgas de Natalia y siguieron andando, me sentí orgulloso de mi padre, aún en compañía de él, los hombres voleaban a verla. Nos detuvimos en un local de cafés y helados, ahí nos comentó que había aceptado un proyecto, por lo que estaría parcialmente ausente en la casa de campo, mamá se molestó un poco, luego se puso pensativa, aún así seguíamos emocionados por las próximas vacaciones.
Subimos al coche, papá puso su mano en la rodilla de Natalia, ¿por qué no subía más?, me enojaba que Arturo haya tocado más.
Llegamos a casa ya noche, cenamos algo ligero y comenzamos a prepararnos para dormir.
Estaba en mi cama cuando veo pasar a mi padre a su cuarto, volteé y ahí estaban, tomaba a mamá de su cintura y el cuello por la espalda de una manera brusca, le susurraba algo al oído, Natalia se veía algo asustada, él comenzó a acariciar toda su retaguardia sin soltarla del cuello, desabrochó los listones de su blusa y tiro de ella, arrancó su brasier, la aventó a la cama, ahora solo veía sus pies, hablaban, no alcanzaba a escuchar nada. Bajo su pantalón de golpe hasta a rodillas, Natalia estaba de rodillas sobre la cama mientras mi padre continuaba sobándola de forma brusca, se detuvieron papá caminó hacia la entrada y cerró la puerta. Esta vez me atreví a salir, escuché por fuera de la recamara.
—Despacio — seguido de leves quejidos.
—No hagas ruido los niños — ¡ahh!, escuche un quejido.
Escuchaba gemidos acompañados de leves quejidos, duraron así un rato, hasta que no escuche ruido alguno, regrese a mi cuarto y no tardo en salir mi padre. Pasé la noche pensando en que habría pasado ahí adentro.
Agradezco sus votos y comentarios…



Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!