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Infidelidad, Masturbacion Femenina, Voyeur / Exhibicionismo

Natalia, Parte 4

Una mujer casada y madre de dos hijos, cuya belleza no pasa desapercibida, en vacaciones se ve envuelta en una aventura bajo la atenta mirada de su hijo menor.
Durante los días siguientes mamá parecía relajada, preparaba todo para las vacaciones, en realidad la casa de campo no quedaba lejos, a un par de horas justo a fuera de la cuidad, estaba dentro de un conjunto de 4 casas, estás se ubicaban alrededor de una alberca, tenía un asador común, un andador central que cruzaba todo el conjunto hasta llegar a un desnivel donde había un pequeño canal de nado y una zona de estar que tenía vista hacia una barranca, le llamaban la terraza, de las 4 casas la nuestra estaba ubicada al fondo a la izquierda, las demás no recordaba haberlas visto habitadas, solo algunos inquilinos por temporadas. Las casas eran de dos pisos, todas iguales en la planta alta, había 3 recámaras divididas por un vestíbulo, un baño completo en planta alta y otro en planta baja, la planta baja era un gran salón en el que la sala y comedor tenían un gran cancel que miraba a la alberca.

Mi hermano pasaría las vacaciones en la casa de su novia, así que el resto de las semanas la pasaríamos nosotros 3 solos.

Ese fin nos la pasamos jugando en la alberca, salimos a comer, todo en familia y tranquilos.

El lunes papá trabajaba mientras mi madre y yo estábamos en la alberca fue cuando mi madre me pidió que le untara protector en la espalda, ella estaba usando un traje de baño de dos piezas, no era muy chiquito, pero al acercarme, vi a detalle su fina piel, pude tocarla delicadamente, ella echó su melena a un lado, una erección se empezó a formar debajo de mi bermuda, detallé el contorno de sus hombros, el relieve de su columna vertebral se sentía tan fino, mamá cuestionó cuando notó que tardaba mucho, giro la cabeza, trate de ocultarme debido a la carpa de campaña que se formaba en mi entrepierna, unte un poco más y me recosté a un lado de ella, pase un rato tratando de ocúltame hasta que se me bajara.

Papá apareció, explicó que se había complicado el proyecto y tendría que salir a su oficina. Nosotros nos molestamos, antes de comer papá salió a su oficina, se quedaría en casa y vendría para el próximo fin de semana.

Durante la comida mamá y yo estuvimos serios, pensaba en, ¿Cómo serían nuestras vacaciones solos?

Terminando de comer mamá paso el tiempo en la sala yo subí a mi cuarto, escuché como ella hablaba por teléfono con mi padre, justo después de colgar con él volvió a levantar la bocina del teléfono, hablaba con alguien, la intriga me gano así que me asomé por las escaleras.

—Entonces te espero, nos vemos— fue lo que alcance a escuchar antes de que colgara tajantemente.

Justo después volvió a tomar la bocina del teléfono, no hizo nada, solo colgó de nuevo, para después retomar la bocina y marcar rápidamente un número.

— Buenos días, si con Alfredo Martínez, gracias — hablaba bajito, como si no quisiera que la escucharán.

— Si, habla Natalia Villa, hace un par de días me dio su tarjeta— mamá hacia pausas.

— Claro, justo le marco para que me dé más de información— hubo un silencio, aproveché para acercarme más a la escalera y escuchar mejor.

—Solo quiero saber bien cómo funciona…, si claro podemos platicar, ¿Dónde podemos vernos?,…  Ok en su oficina, ¿Dónde está ubicado ?, … Si conozco, … Pero no, no podría ser mañana, no estoy la ciudad, por las vacaciones venimos a San Miguel, cerca del centro, estaré fuera 1 semana — otro silencio…— Está bien, regresando me pondré en contacto — Y colgó.

Algo me intrigaba de esa llamada, parecía ser una simple conversación, pero tenía un presentimiento.

Una vez colgó, bajé, ella andaba en la cocina como si no hubiera sucedido nada.

Justo comenzaba a anochecer, como el clima era agradable mamá preparó unos bocadillos y salimos a la alberca. Cuando íbamos saliendo una camioneta entro al conjunto, nos detuvimos un instante, una señora de unos 35 años muy delgada de piel clara bajó y se dirigió hacia nosotros.

— Buenas tardes, Fernanda, ¿la casa 4? — preguntó al mismo tiempo que estiró la mano en modo de presentación, Mamá le señalo la casa — gracias— contesto y volteó a la camioneta señalando la vivienda — estaremos aquí una semana, seremos sus vecinos —.

— Claro, el conjunto es muy tranquilo — respondía mi madre.

Un señor de unos 45 años muy alto, moreno, fornido, con porte militar, bajo del vehículo, llevaba en brazos a un bebé no más de 8 mes.

— Él es Víctor, mi esposo — Fernanda hacía las presentaciones.

— Un gusto Natalia Villa — mamá extendió la mano.

Vi como el sujeto miraba a Natalia de pies a cabeza, ella un poco incómoda les dijo que iríamos a la alberca a terminar el día, ellos fueron a su casa.

Más tarde nos alcanzaron, mientras ellas platicaban y jugaban con el bebé Víctor se metió a la alberca conmigo, jugamos y nadamos un rato, la verdad que el tipo era agradable, después de un rato él se integró a la plática con ellas, reían y bromeaban, me acerque para escuchar su platica.

Víctor no disimulaba las miradas hacia Natalia, a su esposa parecía no importarle, Natalia apenada trataba de cubrirse con una tolla.

Tras aburrirme decidí volver a la casa y jugar con la consola, abrí el cancel, así vería lo que pasaba entre ellos, pero no hubo ningún evento, ellos seguían riendo.

Luego de un rato mamá regreso, se veía feliz, había pasado un buen rato.

— Los nuevos vecinos son muy agradables — comentó.

—Sip— respondí, tratando de no mostrar interés.

— Víctor es buen tipo— añadió, solo alcé los hombros, subió a su cuarto y yo seguí con los videojuegos.

Más tarde tocaron la puerta, al abrir descubrí que era Víctor.

— Que tal campeón, ¿podemos calentar la papilla de mi hijo?, nos quedamos con el tanque vacío —

—Claro pasa— contesté.

Por, la confianza que generamos esa tarde lo deje pasar, al entrar a la cocina nos quedamos paralizados, mamá estaba bebiendo un vaso de agua recargada en la puerta del refrigerador, se había preparado para dormir con una tanga blanca diminuta que hacía juego con su brasier, su bata de noche semi transparente estaba abierta, nos vio, rápidamente apenada se cubrió haciendo un nudo con los lazos de su bata.

— Discúlpanos veníamos a calentar la papilla del niño, no sabíamos que estabas aquí — se disculpó Víctor.

Yo no pude articular ni una palabra, mamá se veía increíblemente bella.

— No te preocupes, préstamelo, vamos a calentarlo, Siéntate, ¿quieres tomar algo en lo que esperas? — contesto mi madre tratando de sonar sería, tomo la papilla y giro hacia la estufa.

—Estoy bien gracias— respondió él.

La bata apenas cubría su cuerpo, cualquier movimiento que hacía dejaba a la vista la tanga que remataba con un triangulito unido por unos hilos, ella trataba de cubrirse jalando la prenda cada que sentía que mostraba de más.

Víctor volteo a verme con una sonrisa, cómplice le devolví el gesto, ambos disfrutábamos del espectáculo.

—Pensándolo bien, ¿me regalas un vaso de agua? —Soltó Víctor.

Mamá se quedo quieta, volteo a ver el estante donde se encontraban los vasos, se lo pensó un poco hasta que rápidamente se estiro para tomar un vaso, dejándoos ver completo su hermoso trasero, ya había tenido la oportunidad de verla cuando la espiaba por el pasillo, pero el hecho de que otro hombre estuviera ahí lo hacía más emocionante.

Natalia se giro para entregarle el vaso, no se percato que los lazos se habían aflojado, regalándonos ahora una mejor vista de su cuerpo, Víctor tomo el vaso sin perder detalle.

— Tienes un cuerpo muy fino— se atrevió a decir.

—Gracias— respondió ella, sonrojada.

—Tendremos tiempo de pasarla bien estas vacaciones— dijo reclinándose en su asiento, mamá no dijo nada, solo se sonrojó y volteo a verme.

Tomo la papilla se la entrego a Víctor, él solo se limito a sonreír, agradeció y se retiró, Natalia no dijo nada, solo se dirigió a su recamara, yo subí a tras de ella.

Ya estando en cama escuche ruido en la terraza que mi recamara y la de mi madre compartían, me levante, sigilosamente aparté las cortinas y vi a mi madre estaba recargada en la barandilla, estaba ahí usando solo su pequeña tanga, se cubrió los pechos dejando caer su cabello por el frente y cruzando un brazo. ¿Qué hacía ahí?  Entonces vi que a lo lejos estaba Víctor en su terraza, no hacían nada, solo se veían fijamente, la excitación volvió a mí, era evidente que Víctor quería llegar a algo más con Natalia, ella se giró, cerro las cortinas y apago la luz, Víctor continuo ahí un rato más, me propuse que lo ayudaría a cumplir su objetivo.

A la mañana siguiente, no paso nada extraordinario, al medio día, nos preparamos para salir a comprar víveres, ella vestía una playera sin mangas ceñida al cuerpo, dejaba a la vista parte de su abdomen, una falda larga entablillada, en el camino nos encontramos a Víctor y su esposa.

— Precisamente necesitamos algo para la cena, ¿por qué no los acompaño? — proponía Víctor a su mujer.

— Tenemos que arreglar la casa podemos ir más tarde — respondía Fernanda.

Sin más Natalia y yo caminamos un rato hasta el supermercado local, el centro del pueblo quedaba muy cerca. Como ya era costumbre, los hombres miraban sin descaro, a ella no le importaba, caminaba con seguridad. En varias ocasiones la sorprendí alzando ligeramente el trasero o sacando el pecho.

Hicimos las compras necesarias y estando formado en cajas sentí una mano muy pesada en el hombro, volteé y era Víctor, nos había alcanzado.

— Vine por el mandado, de haber sabido compraba aquí, ¿saben dónde puedo comprar cosas para mi bebé? — Dijo sin perder detalle en el cuerpo de mi madre. Ella se alzó orgullosa de sentirse admirada.

—Hay que mostrarle la zona— me apresuré a decir.

— Claro podemos acompañarte, solo terminamos de pagar— finalmente ella acepto.

—¿Por qué no dejamos las cosas en la camioneta? Así caminamos más cómodos —propuso Víctor—Logré estacionarlo justo en la esquina, ahora solo necesito unas cosas para el bebé—.

—Buena idea conozco una tienda de infantiles cerca— dijo Natalia señalando un local que estaba cerca.

Llegamos a la boutique infantil, había ofertas de liquidación, la hosties les dijo, que había descuentos especiales para parejas, Víctor tomo a Natalia de la cintura y anduvieron dentro. Yo preferí esperarlos a fuera sin perderlos de vista.

Natalia al principio se contenía, pero conforme fue pasando el tiempo se dejó llevar, adentro andaban cómo si fueran novios mientras veían ropa para el Niño de Víctor, ya en cajas, Natalia giro, abrazó a Víctor por el frente viéndolo hacia arriba, ya que la diferencia de altura era bastante, el correspondió el abrazo y viéndola hacia abajo se dieron un leve beso en los labios, se dirigieron tomados de la mano hacia la salida, yo los esperaba, regresaron, muy risueños.

— Bonitas cosas compraste novio— mencionó ella divertida.

—Quien diría que encontraría una novia tan bonita en este lugar — dijo él estirando la mano para tomar la de ella.

No entendía porque no dejaban su juego frente a mí, pero me gustaba.

—Gracias por ayudarme con las compras, les invito un postre como agradecimiento — Sugirió Víctor.

Fuimos hasta un puesto de raspados, cada quien eligió su sabor y anduvimos caminando por la plaza del pueblo.

— Muy bonito lugar, traeré a mi esposa e hijo —dijo Víctor admirando la zona.

—¿Lo dices mientras sostienes a tu novia de la cintura? — comentó mamá risueña, pegándose más a él.

Ambos rieron, él la apretó fuertemente hacia él, parecía como si encajaran perfectamente. Unas gotas de lluvia empezaron a caer.

—¡Vamos a la camioneta! — grito mamá.

Corrimos, alcanzamos a cubrirnos debajo del portal de un edificio.

Subí unos cuantos escalones, casi llegué a la altura de Víctor, ellos me alcanzaron empapados, el vestido de Natalia se le había adherido como una segunda piel, se transparentaba su ropa interior, sus senos estaban erectos como un biberón. Ella comenzó a titiritar, Víctor la abrazó con intención de darle calor, cruzó su brazo sobre su pecho rozando sus pezones, simulaba hacer movimientos para tocarlos. Al notar que ella no decía nada, aprovechó para apretar su cuerpo contra sus caderas. Víctor tuvo que encorvarse ligeramente para ajustar su posición, comenzó a contonearse de lado a lado. Natalia se dejó llevar moviendo sus caderas.

La tensión creció hasta que Víctor empezó a hacer movimientos pélvicos, ella disfrutó por un rato, entonces, dio un paso al frente y miró la lluvia.

—Se ha calmado, vamos a la camioneta — sentencio.

Giro para verme, comenzó a andar sin dejar de verme, llegando a la camioneta, la tensión se acabó, volvieron a sonreír, bromear y platicar como si nada hubiera pasado.

Al llegar cada quien se dirigió a su casa, mamá subió a bañarse, me ordenó que hiciera lo mismo en el baño de abajo. Antes de entrar vi que Víctor salía de su casa hacia su camioneta, no quería que se acabará el día y perder la oportunidad de que pasara algo entre ellos, así que rápidamente salí tras de él.

— Qué pasó campeón — se sorprendió al verme.

— De casa traje una película, ¿quieres verla con nosotros? — propuse.

En su rostro se dibujó una sonrisa maliciosa.

— ¡claro! en seguida los alcanzo —.

Regresé lo más pronto que pude, me bañé en un tiempo récord, en realidad no traje nada, subí al cuarto de mi hermano, ahí encontré una película, por la portada parecía aterradora.

Al bajar mamá estaba en la cocina, vestía una playera larga blanca, le llegaba a medio muslo, yo pasé a la sala.

— ¿Qué quieres de cenar hijo? — preguntó ella.

— No lo sé má — respondí nervioso por la visita inesperada, justo en ese momento llamaron a la puerta, mamá abrió la puerta, en efecto Víctor había llegado, la miró de arriba abajo sin pena.

— ¿Está lista la película? — preguntó alcanzándome en la sala.

— Ya está empezando — dije.

Natalia muy seria me vio, parecía enojada. Víctor se sentó a mi lado. Empezaron los primeros minutos.

— Mamá ¿nos acompañas? — le pregunté a lo lejos.

— Ahorita voy, pregúntale a tu invitado si quiere algo de cenar — Aún enojada.

— No te preocupes Nat, mejor pedimos una pizza— hizo el además de pararse.

— No te pares, yo la pido, sigue con Pablo— ordenó.

En un rato más mamá nos alcanzó, instintivamente ambos nos recorrimos dejando el lugar de en medio a ella.

La película realmente era aterradora. Mamá comenzó a sobresaltarse con las escenas, cada movimiento suyo hacía que la tela de su blusa nos enseñara parte de sus piernas. Ella se recargó en mi hombro, buscando refugio.

—Mamá, Víctor puede protegerte —dije, empujándola suavemente hacia su lado.

Él no tardó en responder. Como si fuera una pluma, la levantó y la acomodó en su regazo. Ella se puso nerviosa al principio, pero a medida que continuaba la película, comenzó a relajarse, dejando que él la abrazara mientras se recargaba en su regazo, doblando las piernas sobre el sillón, voltee a verla, la blusa había descubierto la mayoría de sus muslos, debajo de la blusa llevaba la minúscula tanga que le habíamos visto la noche anterior. Un gran susto en la pantalla nos hizo saltar a todos.

—¡Suficiente! —exclamó ella, levantándose para apagar el DVD. Todos reclamamos.

Nos quedamos en silencio por un momento, mientras Víctor escaneaba el área.

—¿Por qué no jugamos? —propuso.

En el mueble de la TV teníamos varios juegos de mesa, que solíamos jugar en familia, el primero que jugamos fue UNO, jugamos un par de rondas, como siempre, Víctor hacía que todo fuera divertido. Nos sentamos en la alfombra alrededor de la mesa de centro, mi madre se acomodó de rodillas, juntando las piernas, cada mínimo movimiento nos dejaba ver el inicio de su tanga.

Cambiamos de juego y comenzamos con las cartas, la dinámica era divertida, empezamos a hacer pequeñas apuestas. Yo bebí un trago de tequila de una botella que después ellos aprovecharon para tomar de vez en cuando, Víctor, hizo diez lagartijas. Mi madre cantó, así seguimos hasta que me atreví un poco más.

—Tendrás que sacar a bailar a mi madre — ordené.

Como un caballero, Víctor se acercó a ella. Prendí la radio, y justo sonaba una salsa lenta. Resultó que él era un gran bailarín, con movimientos suaves y la manera en que colocaba sus manos, hicieron que mamá se dejara llevar. Se movían al compás de la música, tan cerca que era imposible ignorar el roce entre ellos. Cuando la canción terminó, ambos volvieron a su lugar, respiraban un leve jadeo.

Las rondas continuaron, cada vez parecía más natural la cercanía entre ellos, sentí que pronto cumpliría mi objetivo.

Mamá había perdido varias rondas, en complicidad Víctor y yo hicimos equipo contra ella, En ese momento, alguien llamó al portón.

—Seguro es repartido con la pizza, tendrás que atender, pero sin tu blusa, solo lo que traes debajo —planteó Víctor a Natalia como parte del castigo.

Ella se sonrojo, se escusaba diciendo que era muy atrevido, nosotros insistimos y al fin terminó aceptando. Tomando un sorbo de tequila, se levantó, con un solo movimiento, se quitó la blusa, no perdimos detalle de su cuerpo, antes de salir tomó otro sobo de tequila para armarse de valor.

—¡Vamos! — dijo decidida, y salió al pórtico.

En efecto era el repartidor de la pizza, él se quedó admirándola sorprendido, con una sonrisa nerviosa le entregó la pizza, Natalia la tomó, se quedó inmóvil, se giró apenada y exclamó —¡No traje el dinero! —.

El joven solo la veía, debió de ser la mejor imagen de su trasero. Víctor se apresuró al pórtico para pagar y se despidieron del joven.

— Gracias señorita — Dijo él de forma sugerente.

Regresamos al interior. Natalia dejó la pizza en la cocina y se fue directo al baño. La verdad era que los tres teníamos prisa por continuar el juego.

Víctor se dejó caer en el sillón, nuevamente nos dedicamos una mirada cómplice, yo me acomodé en la alfombra a un costado, al poco rato mamá volvió. Se arrodilló frente a nosotros, solo que no sé por qué, no se puso su blusa.

—Uff que calor, bueno, la siguiente ronda — dijo, mientras tomaba otro sorbo de la botella.

Víctor me ordenó intentar cargar a mi madre, pero no pude, de nuevo ganó él y ordenó a mi madre darme un beso en la mejilla, ella se acercó tiernamente, su contacto se sentía muy fino, pude sentir su aliento cálido con aroma a alcohol.

Pronto gané yo, le ordené a Víctor que hiciera diez sentadillas cargando a mi madre. Él se levantó sin dudar, ella lo miraba con incredulidad. Víctor la tomó por el frente dándome la espalda, la levantó con facilidad, Natalia rodeó su cintura con las piernas mientras él la sostenía firmemente de las caderas, comenzó con la primer sentadilla, esta le resulto difícil, así que aventando levemente el cuerpo de mi madre, la sostuvo de sus nalgas, tomo una postura firme, yo no quería perderme detalle alguno, así que me incorporé un poco para ver mejor, Víctor notó de mi curiosidad, así que giró, ahí fue cuando lo vi, el pequeño agujero de mi madre quedaba la vista, era apenas un punto marrón cubierto por un hilo, en ese momento entendí porque todos se obsesionaban por adueñarse de ese apretado orificio, al flexionarse Víctor apretaba y abría sus nalgas, dejándome ver mejor ese hermoso orificio. Natalia solo se aferraba al cuello de él, hasta que reclamó que ya llevaba más de la cuenta.

Sin soltarla, Víctor caminó hasta el sillón y se dejó caer, con ella aún sobre él. Natalia no se movió, simplemente se acomodó, apoyando todo su peso en su cuerpo.

—¿Quién sigue? —preguntó Víctor, con voz firme.

Tomé las cartas y ganó él.

—¿Cuál será tu castigo? —dijo, apretando a Natalia más contra su torso.

Ella giró el rostro hacia mí, con una mirada que no entendí y se recargó tiernamente en su pecho.

Fue en ese instante que lo entendí, mientras yo siguiera ahí, ellos no llegarían más lejos.

—Tengo que ir al baño— dije.

Me levanté y caminé, el baño estaba al fondo tenía un vestíbulo antes de ingresar, volteé y mi madre me vigilaba, asegurándose de perderlos de vista, solo tuve que fingir cerrar la puerta y esperar afuera, para asomarme.

Fingí entrar al baño azotando la puerta, después de un breve rato me asomé, fue increíble, Natalia estaba encima de Víctor, él le sobaba todo el cuerpo, mientras se besaban apasionadamente, era increíble ver a mamá montada de ese hombre usando ese pequeño conjunto.

—No tenemos mucho tiempo, Pablo es de los que no tardan— Se miraron fijamente hasta que Víctor comentó.

—No te he agradecido por esta tarde— La tomo y giro sobre el sillón.

Descendió, hasta quedar de rodillas en la alfombra y hundió su cabeza en la entrepierna de Natalia, estuvo un rato así, ella comenzó a mover sus caderas, daba leves gemidos, él acariciaba su cintura, Natalia debía de estar disfrutando ya que el ritmo de sus movimientos fue acelerando, veía la cabeza de Víctor moverse entre la entrepierna de ella, Natalia lo tomaba con fuerza del cabello, arqueaba el cuerpo, su abdomen daba espasmos, sus gemidos aumentaron de intensidad, Víctor solo sonreía hasta que ella comenzó a temblar, se retorcía de placer, arañaba la espalda de Víctor, cuando de pronto echó la cabeza para atrás y lanzó un grito ahogado.

— tranquila… — le susurró él.

Mamá mientras se recomponía, movía sus caderas y tocaba su cuerpo, de un movimiento atrajo a Víctor hacia ella y giraron, ahora ella estaba encima de él, lentamente descendió besando su abdomen hasta acomodarse entre sus piernas, hurgando en sus pantaloncillos saco su falo totalmente erecto, viéndolo a los ojos se metió todo ese paquete en su boca, Fue emocionante ver cómo atrapaba ese pedazo de carne con sus labios, mientras subía y bajaba sin dejarlo escapar. De pronto se saco el pene de su boca y apartándolo con una mano, se dedico a lamer las bolas mientras las acariciaba delicadamente con su mano libre, pasaba su lenga por el contorno de los testículos, veía como Víctor disfrutaba, en un momento él abrió los ojos, descubriendo que yo estaba presenciando todo. No dijo nada, simplemente se incorporó para tomar el cuerpo de mi madre y decirle algo al oído, ella solo asintió y se puso de pie, los celos me estaban ganando, en eso momento se escuchó el llanto de un bebé, era el niño de Víctor, ya había pasado bastante tiempo, así que azoté la puerta para anunciar mi regreso.

Al volver, vi como Natalia recomponía sus prendas.

— ¿y el castigo? — pregunté al llegar junto a ellos.

—Más bien hubo premio —contestó Víctor ambos rieron con complicidad.

A lo lejos se volvió a escuchar el llanto del hijo de Víctor

—Debo ir a ver… —dijo, con frustración en la voz. En su rostro se le notaba la decepción.

—¿Entonces y el castigo? —insistí, queriendo estirar un poco más el momento.

Ellos se voltearon a ver.

— Mañana será otro día— dijo Natalia, dando punto final a la noche, Víctor nos dejó y cada quien se dirigió a su cuarto.

Acostado no podía contener la emoción de lo que había presenciado, mi cuerpo pedía más, de nuevo me asomé hacia la terraza, ahí estaba Natalia, viendo fijamente hacia la casa de los vecinos, llevaba puesto un pareo azul, no distinguía si era la única prenda que llevaba, así estuvo un rato, hasta que decidió regresar a su recamara. Instintivamente volví a mi cama, Natalia abrió con cuido la puerta, yo me hice el dormido, ella se quedó ahí unos cuantos segundos y volvió a cerrar, alcance a escuchar como bajaba las escaleras, abría y cerraba la puerta de acceso de nuestra casa. Corrí a la terraza, ahí pude ver como caminaba hacia la casa de los vecinos, mientras caminaba se acomodaba su bata de noche, comprobé que iba desnuda. Se detuvo frente a la puerta, ahí estuvo un rato y comenzó a andar por el frente de la casa, seguro esperaba a su amante, al no tener respuesta regresó, la escuché dar un ligero azotón a la puerta de su recamara.

Debido a la intriga me atreví a más, me levanté, salí por la terraza, a través de las cortinas podía distinguir a mi madre, por suerte no había bajado las cortinas gruesas.

Adentro ella se veía frustrada, podía verla de espaldas, era impresionante su desnudez, había colocado una tolla en su cama, tomo un frasco caminó hasta el cancel, rápidamente me aparte, cerró las cortinas dejándome sin poder ver, estando cerca podía escuchar como comenzaba a dar leves gemidos, así paso un rato, los gemidos se comenzaron a escuchar más fuertes y seguidos, ella comenzó a dar gritos ahogados, escuche un largo suspiro, hasta que ya no alcance a escuchar nada.

Volví a mi cama, hasta que el sueño me ganó.

11 Lecturas/24 diciembre, 2025/0 Comentarios/por xela171512
Etiquetas: baño, hermano, hijo, madre, mayor, militar, padre, vacaciones
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