No al mal trato femenino 4
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Como tengo llave de casa de Ahia, siempre que el marido no estaba, entraba y ella me esperaba en la cama.
Una mañana entro, voy a su habitación y ahi estaba, haciéndose la dormida, meto mis manos debajo de las sábanas agarrando uno de sus pequeños pies, pero cuando quiero acariciar sus piernas, no estaba desnuda como siempre.
«Que pasa mi amor que estas con pijama?», le dije acariando su pie, «estoy en fecha, no puedo hacer nada», me dijo y seguía acostada de costado sin mirarme, «mi amor, eso será para tú marido, para mi siempre estas hermosa», le dije, soltando su pie y le bajé el pantalón del pijama dejando su regordeta y redonda cola al aire, pasando mis manos por sus nalgas, me arrodillo en la cama contra ella y le empiezo a pasar mi pija por la raja, «abrete la nalga mi cielo», le dije, «pero cariño, estoy sucia, me da vergüenza», me dijo.
Volví a insitir y Ahia se abre la nalga, dejando que le vea su abierto ano y la toalla íntima sucia de sangre.
Pasé saliva por su ojete, le acomodo la pija y lentamente se la metí toda.
«Sabes que estando así te excitas más?», le dije moviendo mi pija bien adentro de su cola, escuchando sus gemidos.
«Ven mi vida, desnudate y sientate en mi pija que quiero contarte algo», le dije sacando mi pija de su cola y me senté en el borde de la cama viendo como Ahia se desnudaba.
Me dio un beso en la boca y se sienta en mi pija, abriendo sus nalgas hasta que la tuvo toda dentro.
Ella apoyo sus pies sobre los míos, y mientras yo le estrujaba sus tetas ella movía su cintura en círculos.
«Que me ibas a decir cariño?», me dijo apoyando su cabeza contra mi pecho buscando mi boca con la suya.
«Ya tengo un interesado en comprar mi casa, así que cuando la venda nos vamos juntos a donde tú marido no te vuelva a molestar», le dije moviendo mi cuerpo, sintiendo como Ahia apretaba su ano.
«Me lo dices en serio cariño?», me dijo levantándose de mi pija y agarrando mi cabeza me empezo a besar todo, «sí mi vida, te lo digo en serio», le dije volviendo a acomodar a Ahia sobre mi pija y haciendo que se vuelva a sentar.
«Que feliz me haces cariño, saber que falta poco para ser tú mujer», me decía riendo y moviendo su cintura sobre mi pija.
«Hey, hey, no te muevas asi que se te va a agrandar mas el ano», le dije riendo, mordiendo su nuca y estrujando sus tetas, «abrelo todo lo que quieras, es tuyo, soy tuya.
No te gustaba que tenga bien abierto el ano?», me dijo riendo y lamiendo mi cara.
Ahia estaba tan feliz que reía, saltaba sobre mi pija haciendo que entre y salga fuerte de su ano.
«Y cuando estemos viviendo juntos, como quieres que me vista, con mi ropa tradicional o con ropa común?», me preguntaba bajando de mi pija y se acuesta boca arriba, levantando bien sus piernas, ya no le importaba que estaba menstruando ni nada, era felicidad pura.
«Vístete como quieras, me da igual, a mi me gustas más desnuda», le dije metiendo de nuevo mi pija en su cola y la seguí cogiendo.
«Toma, que se que a ti te gusta», me dijo metiendo uno de sus pies en mi boca.
Ahia reía, gemia, daba fuertes ayes de placer sintiendo como mi pija entraba y salía de su abierto ano.
Vi que buscaba su braga, se la alcancé y se tapó la concha y empezó a gritar de placer corriendose, yo la empecé a coger más fuerte y más rápido, hasta que también me acabé dentro de su cola.
«Espera no te acuestes, vamos a lavarnos», me dijo.
Fuimos al baño y nos lavamos, Ahia no paraba de besarme.
«Y para cuando vendes tú casa?», me dijo poniendo una toalla en el suelo, se arrodilló frente mío y me la empezó a chupar.
«Mmmmmm, mañana la vienen a ver», le dije gimiendo y agarrando su cabeza, moviendo mi cintura haciendo que mi pija entre y salga de su boca, hasta que siento como me acababa de nuevo en su boca.
«Me gusta tú leche», me dijo lambiendo y besando mi pija.
Volvimos a su dormitorio donde la deje acostada y me fui a mi casa.
Al final pude vender mi casa, cuando se lo dije a Ahia, se puso a llorar de felicidad.
Fuimos al juzgado a poner una denuncia contra el marido por golpes y malos tratos y que nos íbamos a vivir juntos con el bebé.
Cuando fuimos a juicio, el marido se puso como loco y la quiso agredir, que por la rápida intervención policial no pudo, aparte yo le hice frente también.
En definitiva, la jueza le dio la custodia del bebé a Ahia, y al marido lo mandó preso.
Fuimos a su casa a buscar ropa para ella, la abracé, nos besamos, la quise desnudar, «no cariño, acá no, quiero que me folles en nuestra casa», me dijo.
Hicimos la mudanza, enseguida compré otra casa en un pueblo del interior y todavía hoy seguimos siendo pareja, es la mujer mas dulce, sumisa y complaciente.
Tenemos un hijo en común, y del marido ni de su familia de Marruecos supimos nada más, pero no nos importa, somos una familia ahora, y Ahia es inmensamente feliz.
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