No es que yo sea cabrón, es que mi mujer es muy puta….
Un marido cuya esposa es bien puta, narra como y porque no se ha separado de ella a pesar de lo puta que ella es. .
No es que yo sea cabrón, es que mi mujer es muy puta….
Dicen, que el marido es el último en enterarse, eso podrá ser cierto en algunos casos, pero por propia experiencia les puedo decir, que no siempre es así.
Cuando estaba de novio con mi actual esposa, y dolor de cabeza, ya que ella es la hija de uno del presidente del banco en el que yo trabajo actualmente.
Pero también es la mujer más puta y que con más facilidad afloja su coño, su culo, y hasta la boca ante la menor provocación
.
Desde bien temprano en nuestra relación, me di cuenta de que ella era algo particular, pocas veces se la pasaba en su casa, cuando no se encontraba en la casa club jugando tenis, se había ido supuestamente con sus amigas para casa de sus padres en la playa.
Pero a mis oídos llegaban los chismes, de que ella salía en ocasiones con el dueño de una casa disquera, en otras con un alto personaje del gobierno, y cosas así por el estilo, ella nunca me dio explicaciones, ya que tampoco nunca se las pedí.
No porque confiara plenamente en ella, todo lo contrario, no quería escucharla decirme que me engañaba con otros hombres, realmente no era por que la amase mucho, sino que eso pondría mi empleo en juego, sencillamente.
En una ocasión antes de casarnos, me tocó representar al banco en una transacción bastante significativa, luego de firmar y todo el papeleo, uno de los Gerentes nos invita a pasar una buena tarde o mejor dicho noche a bordo de su yate.
Tras comunicarme con mi novia, me dijo que pensaba salir a visitar a una amiga, por lo que no vi necesidad de contarle a donde me dirigía, y junto al resto de los presentes en la transacción fui a la actividad en aquel yate.
En la embarcación nos esperaban un grupo de chicas, con las que comenzamos a disfrutar del resto de la noche, sin que el yate llegase a zarpar.
Pero cuando me encuentro bebiendo un trago en la cubierta superior, me doy cuenta de mi novia caminaba por el muelle en dirección al yate donde yo me encontraba.
Pensé salirle al paso, temiendo que fuera a descubrir lo que estaba sucediendo a bordo del yate con ese grupo de chicas, también me puse a pensar quien había sido él o la hija de la gran puta que le había dado el pitazo, pensé en una de las secretarias, pero no fue así nada de eso había pasado.
Justo antes de llegar al yate en que yo me encontraba, ella abordó un velero de lujo que se encontraba en el embarcadero al lado del yate, por pura casualidad o coincidencia.
Yo permanecí en silencio sentado y tomándome el trago oculto tras las sombras, esperando ver que sucedía, apenas ella puso un pie a bordo de la parte de adentro salió un tipo con más pinta de mecánico.
En sus manos llevaba un trozo de tela todo mugriento de grasa, andaba sin camisa y con un pequeño pantalón corto, por lo que pude apreciar que el tipo era casi un oso de lo velludo que era.
Mi novia no hizo más que verlo y se le tiro en sus brazos, mientras que yo continuaba observando en silencio.
Ambos se besaron de manera salvaje, como nunca me había besado a mí, el tipo rápidamente comenzó a pasar sus sucias manos por sobre su blanco vestidito, la grasa de sus manos comenzaron a mancharlo todo, a medida que ella al parecer, ha eso no le daba la menor importancia.
Bueno, entre besos y caricias de momento me doy cuenta de que él comienza a meter una de sus manos por debajo del vestido de mi novia, mientras ella como si nada continuaba besándolo.
La fiesta en el yate que yo me encontraba era tal, que nadie le prestaba atención a la pareja, únicamente yo y por razones obvias.
De cuando en cuando, pasaba a mi lado algunas de las muchachas casi desnudas, seguida de cerca por alguno de los invitados.
Pero a mi realmente eso no me llamaba la atención, deseaba saber hasta dónde era capaz de llegar mi novia, en esos momentos.
Sin vergüenza alguna, mientras el hombre la besaba y acariciaba su cuerpo, en la misma cubierta, como si no existiera más nadie a su alrededor se ha quitado el vestidito blanco, quedando sin más nada abajo, realmente esa noche al parecer ella fue preparada para todo, es decir, no iba a perder tiempo quitándose el sostén ni las pantaletas, ellos dos continuaron besándose como si fueran animales.
Entonces el tipo ya acostado a su lado colocó su cara sobre el coño de mi novia, y ha comenzado a darle una soberana mamada.
Reconozco que yo nunca antes se la había dado, en parte porque tampoco me había dado ocasión como para llegar a eso.
Pero por otra parte siempre me ha parecido antihigiénico eso de estar pasando la lengua por el coño de ella sabiendo que, de seguro, ya había tenido una verga dentro.
Desde mi oculto punto de vista, unos dos metros por sobre sus cabezas, los podía ver claramente a los dos, como él enterraba su cara y lamía repetidas veces el coño de ella, y como mi novia loca de satisfacción movía sus caderas contra el rostro de su amante de turno.
Ya me estaba cansando de estar viéndolos y hasta pensé en buscar una de las putitas que habían subido a bordo, pero cuando cambiaron de posición, algo en mi me detuvo, y me he quedado pasmado viendo como acostada boca arriba, abría del todo sus piernas.
En ese momento me percaté que ella era de esas, y lo es todavía, que se depila completamente su coño.
Lo que más me asombró fue ver cuando el tío ese se ha quitado sus pequeños pantalones cortos, ha quedado colgando una cosa que parecía sin exageración alguna la verga de un burro.
Y que conste, no es que a mí me llamen la atención los miembros de otros hombres, pero eso definitivamente debía estar registrado en libro de récord de Güines.
Realmente no podía creer lo que estaba viendo como esa inmensa verga penetraba casi totalmente el coño de mi novia, y como ella se movía a medida que él la penetraba.
Con sus ojos cerrados, y una sonrisa de puta satisfecha en sus labios, para esos momentos pasó una de las chicas que al parecer era la que me correspondía.
Tomó asiento a mi lado, pero cuando vio lo que yo estaba mirando, se agachó frente a mí, y sacando mi erecta verga de su encierro, se ha puesto a mamármela sin decir ni una sola palabra, desde luego antes de hacerlo, después hubiera pensado que era una tremenda ventrílocua.
A medida que yo miraba como el tipo ese que parecía un oso le daba verga a mi prometida, la chica que se encontraba a mis pies me daba una buena mamada.
Ellos cambiaron de posición y sin reparo alguno de parte de mi novia, vi cuando él le ha enterrado toda su cosa entre las nalgas, al principio pensé que se lo había metido en el coño.
Pero cuando lo escuche a él las pocas veces que llegó a decir algo, decir. “Que culito más sabroso tienes perra.” y ella mover sus caderas con mayor fuerza, no me quedó duda alguna que ya hacía mucho tiempo sabe lo que es que le den por el culo.
Para esos momentos me vine en la boca de la chica que me acompañaba, tras lo cual pensé seriamente en terminar la relación en ese mismo lugar, parándome frente a los dos, y levantando la voz, para que todos se enterasen de lo sucedido, pero me di cuenta que eso no hubiera sido lo más saludable para mi carrera dentro del banco.
Por lo que me retiré del yate, dejando a mi novia en compañía de su amante, mientras ella se dedicaba, según me pareció, a mamarle la verga a él.
Al día siguiente le pregunté, de manera inocente que había estado haciendo la noche anterior, ya que inútilmente traté de comunicarme con ella, lo que en parte era cierto, al salir del yate la llamé a su teléfono celular.
Ella sencillamente respondió, de que estaba acompañando a una amiga, cuando me lo dijo, en su cara no vi el menor asomo de preocupación.
Yo opté por mantener silencio, ya que para esa época me encontraba en mi periodo probatorio como Gerente Adjunto, y un rompimiento como ya les comenté con la hija del presidente del banco sería un escándalo que en nada le hubiera hecho ningún bien a mi carrera.
Además, a manera de consuelo, pensé que tanto derecho tenía ella, como yo a pasar una buena noche, que las cosas cambiarían una vez que los dos nos casásemos.
Pero lamentablemente no fue así, ya desde la misma luna de miel, supe que mi mujer me había vuelto a ser infiel, y no una sino en múltiples y variadas ocasiones.
Un día el segundo para ser más exacto, nos encontrábamos en la piscina, ella lucía un extremadamente pequeño traje de baño de supuestamente una sola pieza, pero que para mí sencillamente era una delgada cinta de vivos colores que a duras penas le ocultaba los pezones y se le semienterrada en su coño y nalgas.
Yo algo molesto le indiqué que no era razonable que usase eso, que subiera a la habitación a cambiarse, como cosa rara, no me llevó la contraria, sencillamente tomó su toalla y se marchó.
Cuando ya viendo que han pasado cerca de media hora y ella no aparecía, decidí subir a la habitación, pero cuando paso por las cabañas que se encontraban junto a la piscina, me pareció ver el traje de baño de mi mujer en una de las ventanas.
Con mucho disimulo me acerqué hasta la puerta, y escuché claramente, como la voz de ella le decía a un tipo. “Dame duro papi.”
En esos momentos quise romper la puerta a patadas y entrar en el pequeño bungaló, para descubrir su infidelidad, pero me detuve a pensar que eso en el fondo me haría el hazmerreír de todos los presentes.
Permanecí en silenció junto a la pequeña ventana, viendo por una rendija y poniendo bastante atención a todo lo que decían dentro del bungaló.
Ella se encontraba del todo desnuda, y pegada a su cuerpo por dé tras, se encontraba uno de los mozos de la piscina, con sus pantalones cortos en el piso, mientras al parecer se lo tenía enterrado dentro del coño de la puta de mi mujer.
Como una loca, repetía una y otra vez, de manera bien sensual eso que le había escuchado decir cuando me acerqué al principio. “Dame duro papi.” Mientras que él sujetándola por sus caderas se pegaba más y más a su cuerpo.
Como uno de los guardias de seguridad se me quedó viendo de manera extraña, decidí moverme, mientras que el guardia luego ocupo el lugar donde yo estaba espiando.
Por lo que, de la misma manera que llegué, sin hacer nada de ruido, me marché nuevamente a mi silla en la piscina.
Pasó un buen rato y Linda finalmente volvió a regresó a mi lado, con el mismo traje de baño puesto, pero con una sonrisa en sus labios como que, si me dijera. “Acabo de pegarte cuernos y tú ni te has enterado pendejo.”
Esa noche en nuestra habitación, la confronté ella, se encontraba recién salida de la ducha cuando le dije que la había seguido hasta ese bungaló, al principio no me creyó, pero cuando le repetí lo que escuché salir de sus labios, se quedó de una pieza, sin saber qué hacer.
Le insinué que nos divorciaríamos, pero ella se negó diciéndome que me amaba un montón, que lo que había pasado ella no lo pudo controlar, y hasta se me puso a llorar, yo en esos momentos le pedí que me contase todo, y a medida que ella me iba diciendo lo que había sucedido entre ella y ese mozo de la piscina, no sé yo me fui excitando.
Según ella se sintió algo avergonzada por lo que yo le había dicho, con respecto a su de su traje de baño, que cuando pasó frente a ese bungaló que tenía la puerta abierta, decidió entrar para quitárselo de lo mal que se sentía y ponerse una toalla, para irse a la habitación a cambiar de ropa, pero cuando se había terminado de quitar “el traje de baño”, de momento se abrió la puerta y entró rápidamente ese fornido joven, que de inmediato cerró la puerta tras él.
Al ella verse frente a ese desconocido del toda desnuda le dio un desvanecimiento, y cuando recobró el sentido se encontró que una verga entraba y salía de su coño.
Como esa persona la besó como lo hago yo por sobre su hombro cuando estamos haciendo el amor, ella pensó que era yo desde luego y le dijo. “Dame más duro papi.”
Según mi mujer pensó que era yo quien se lo tenía metido, pero cuando se dio cuenta de que era otro hombre se volvió a desmayar.
Cuando se despertó nuevamente, ya estaba sola, y se sentía muy mal por lo que había pasado, sin saber que hacer se volvió a poner el traje de baño y salió del bungaló, con miedo a producir un escándalo que afectase nuestra relación.
En cierto momento, no podía creer lo que ella me decía, pero me tenía tan y tan excitado, que le salté encima, tirándola sobre la cama abrí sus piernas y como un loco le he enterrado mi verga dentro de su coño.
Luego de eso mi mujer antes de que yo acabase se ha detenido y sacado mi verga de su coño para ella misma llevársela a su boca y terminar de chuparme toda la leche que expulsé en esos momentos.
Pero luego de esa noche, me volvió a ser infiel, pero con uno de los entrenadores del Spa, luego con uno de los gerentes del mismo hotel, y creo que hasta con uno de los meseros también, claro que ella no sabe que también me di cuenta de eso.
Cuando regresamos de la luna de miel, y comencé nuevamente en mis funciones de Gerente en Transacciones Internacionales, la llevé a un agasajo que daba el banco a unos cuantos clientes.
Todo iba de maravilla, unos momentos antes había visto a mi esposa charlando alegremente con uno de mis clientes y otro hombre.
Pero como a los dos o tres minutos me doy cuenta de que ella y sus dos acompañantes han desaparecido, y discretamente me puse a buscarlos por todo el salón de fiestas.
No es que sea mal pensado, pero algo me decía que se la estaban clavando en algún lado, ya casi por darme por vencido en la búsqueda, me salí a los jardines, y tras encender un cigarrillo, veo un movimiento raro tras unas matas.
Como de costumbre, discretamente me acercó, y para mi mayor sorpresa veo a la puta de mi esposa no con un hombre, sino con los dos tipos a la vez.
En medio de un laberinto formados por las matas, en el centro se encontraban los tres, uno de los tipos era uno de los clientes míos, que sabía de sobra que ella era mi esposa.
Mientras ella le mamaba la verga a él, el otro que hasta ese momento no sabía que era su socio, la tenía clavada por el coño, pero desde atrás.
De verdad que les digo que pensé nuevamente en hacer un escándalo, pero me detuve a pensar mientras la observaba mamando la verga de ese tipo, y como movía su culo a medida que el otro le enterraba y sacaba su verga de su coño.
No sé qué me llevó, a comenzar a masturbarme, mientras que los observaba escondido de tras de uno de los setos.
Para cuando estaba a punto de venirme, mi cliente y su socio habían terminado con mi mujer, la dejaron en el centro del laberinto, se retiraron rápidamente en dirección a la fiesta, pasando a pocos pasos de mí sin que se dieran cuenta de mí presencia.
Yo tras volver a guardar mi verga sin llegar a acabar, me encaminé donde mi mujer, la que aun con su vestido recogido sobre su espalda, y sus nalgas desnudas, agachada parecía buscar en la oscuridad de la noche, sus pantaletas.
Cuando levantó la cara y me vio, de inmediato se puso a llorar diciéndome que entre dos hombres la habían violado en contra de su voluntad, que no sabía ella quienes eran.
De yo haber llegado un poco más tarde, quizás y le hubiera creído el cuento, de la manera tan convincente que me lo dijo.
Según, la habían amenazado con un arma de cañón largo y un cuchillo, yo pensé que de seguro se refería a las vergas en términos figurados, que fueron las únicas armas que vi.
Que entre los dos la agarraron por el cabello, que de paso a pesar de haber estado mamando como una desesperada, lucía finamente peinado.
Luego siguió diciéndome, que tras colocar el cuchillo en su garganta, y el arma en su espalda la empujaron dentro del laberinto sin que ella se atreviera a ni siquiera dar un grito, frente a cerca de un centenar de personas que había que pasar, desde el salón hasta llegar al condenado laberinto.
Luego uno de ellos se sacó su miembro y la obligó a metérselo en la boca, mientras que el otro le arrancó las pantaletas, las que casualmente se encontraban bien dobladas, sobre el banco que se encuentra en el centro del laberinto.
Llorando me decía que en contra de su voluntad ellos habían abusado de ella, pero recalcaba una y otra vez que no podía identificarlos, por lo oscuro que era, habiendo una luna llena que alumbraba más que un farol.
Yo por no pasar por la vergüenza, le dije que le creía, pero que lo mejor era que nos marchásemos de inmediato sin hacer ruido, pero que antes pasará por el tocador de damas para que se aseara, y eso pareció gustarle a ella.
Pero luego que Linda salió del baño y ya de camino a casa, a mi mujer le dio por volver a contarme lo sucedido, pero con mayor lujo de detalles.
En cuanto a lo que ella fue sintiendo supuestamente a medida que la violaban, como las manos de esos dos hombres le agarraban las tetas y se las apretaban a medida que uno de ellos introducía su dura verga entre sus piernas.
En cierto momento pensó que ese le iba a dar por el culo, pero cuando sintió como la piel de su coño cedía ante la presión de la verga del individuo, en parte se tranquilizó, ya que como ella me jura y perjura nunca se lo han metido por ahí, ni siquiera yo.
Como verán, es verdad que tras ella comenzar de nuevo a contarme todo lo sucedido, me excité enormemente, detuve el auto y sin poder contenerme le salté encima, rompiendo toda su ropa.
Bastante asustada, me preguntaba una y otra vez que pensaba hacerle, a lo que yo le respondía bastante molesto. “Metértelo por todas partes perra inmunda.”
Tras lo cual, tras sacarla del auto a la orilla de la carretera, la empujé nuevamente dentro de mi auto, pero en el asiento trasero.
Salvajemente, le comencé a chupar sus paradas tetas, mientras que sin detenerse me continuaba diciendo lo que esos tipos le habían hecho.
De lo caliente que me encontraba, casi rompo la cremallera de mi pantalón para sacar mi verga, cuando la tuve entre mis dedos la coloqué boca abajo sobre el asiento trasero del auto, y separando sus nalgas directamente se lo comencé a ensartar por el culo.
Mi mujer en esos momentos daba unos buenos chillidos entre dolor y placer, pero cuando le ordené que me dijera la verdad, ella rápidamente sin parar me contó la verdad de lo que había sucedido en el jardín.
El escucharla decir que cuando mi cliente le propuso salir al jardín a caminar, y que ella al preguntarla con qué fin, en broma él le respondió que para ver la luna mientras se revolcaba con ella, ella le respondió que si era para eso si salía, pero que también ella lo había dicho en broma.
Pero cuando se encontraban los tres en el jardín, mi cliente le agarró el culo y ella en ese momento no supo cómo decirle que no, lo demás yo lo vi cuando estaba sucediendo.
Yo finalmente tras cogerla por el culo, le ordené que me lo mamase, lo que ella toda desnuda como estaba hizo sin detenerse hasta que me hizo acabar y la obligué a tragarse toda mi leche.
Me dieron ganas de dejarla en medio de la carretera, pero ya saben hacer eso y que me despidieran del banco era la misma cosa.
De cuando en cuando se me acerca alguna persona, buena, noble y desinteresada, para decirme que ha visto a mi mujer en compañía de otro hombre, yo de manera diplomática siempre le busco alguna excusa creíble.
Como que es mi hermano, o un sobrino, con los que tiene mucha confianza y cosas así por el estilo.
Quizás otra persona en mi lugar ya se hubiera divorciado de ella, pero aun su padre tiene bastante poder dentro del banco, así que no me puedo dar el lujo de enemistarme con él, por culpa de la puta de su hija.
Aparte de eso, cada vez que ella me viene, con un cuento de esos que se inventa, y que no les voy a negar, que en gran parte de las ocasiones me causa mucha gracia.
Pone una cara de puta arrepentida, que de verdad me es difícil el decirle que no le creo, aunque de ante mano sé que trata de engañarme como a un chino.
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