No me arrepiento
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por yoliespina.
Lo conocía de mucho antes a través de mi esposo, Si bien no eran amigos de parranda, siempre que se veían cruzaban chanzas y un momento de conversación.
Era agradable y bueno para adular.
Agradeció el hecho de permitirle abordar el auto y comenzó a decirme lo increíble que me veía.
Yo en verdad al comienzo me sentí turbada, pero luego pasé al estado de agradecer una adulación.
Mal que mal, a las mujeres nos gusta cuando nos ensalzan.
Llegamos a cierta parte en que el camino estaba bloqueado por un ligero alúd, pero había que esperar que lo despejaran.
Manifesté mi preocupación por la demora, y él me dijo que conocía un camino alternativo, era trocha de tierra, pero en buen estado.
Me dio las indicaciones y emprendimos nuevamente el viaje.
A los pocos kilómetros manifesté mi admiración por los parajes que estabamos cruzando.
Esto no es nada señora, más allá hay un camino alternativo para peatones, que conduce a un lugar donde se domina todo el paraje montañoso y es sumamente atractivo después que ha nevado.
Si gusta nos detenemos un poco y nos deleitamos un poco con la vista del cañón y al fondo la montaña.
Siempre he sido fanática de la madre naturaleza.
Como me aseguró que no tardaríamos mas de 15 minutos acepté la invitación.
Nos detuvimos en el lugar que me indicó.
Nos bajamos y comenzamos a caminar por el sendero.
En cierta parte el declive ascendente era bastante acentuado, así que me dijo que le pasara mi mano para que no fuese a ser cosa que me resbalase.
La tendí y me fue guiando.
En realidad el lugar era fantástico.
lamenté no haber andado con la cámara fotográfica.
Después de observar en detalle la vista al fondo le pedí que volviésemos.
Así lo hicimos, y en cierto momento me resbalé en el declive pero el alcanzó a tomarme de la cintura y quedamos jadeantes semi abrazados.
Me gustó sentir sus brazos, su reacción pronta, su seguridad en tomarme de la cintura.
Me dijo si estaba yo bien y le contesté que sí.
No nos habíamos separados, por lo que avanzó su rostro y rozó mis labios en un beso casi infantil.
Un calorcillo extraño me recorrió.
Continuamos bajando hasta llegar al auto.
Ahí tomé aire para recuperarme y me volvió a preguntarme si me encontraba bien.
Aseveré que sí.
Pidio disculpa por su acto impropio y le dije que no se preocupase, que era algo que no pudimos reprimir los dos.
Ahi me largó que siempre me había observado cuando bajaba yo desde el departamento en que vivíamos.
O bien cuando iba subiendo, Le agradaba la forma que tenía yo de caminar.
Me reí, sin objetar nada.
Algo nerviosa.
Me preguntó si me había gustado el beso furtivo que nos dimos y sin descaro asentí.
Ahí se acercó, nos abrazamos y nos diimos un beso apasionado.
Si bien mi esposo se esmera por complacerme, una ventura siempre tiene mayor motivación.
Las caricias de él me llevaron a un límite tal que perdí la noción del tiempo y la circunstancia.
Se sentó en asiento delantero del pasajero, desabrochando su pantalón extrajo su miembro.
Se veía maravilloso, grande,potente, era impresionante.
Tomo mi mano y la llevó a que le tomase esa tranca.
Mi estómago se contrajo de ansias.
Comencé a acariciarlo, a recorrerlo, dejándose él hacer sin decir nada.
Cada vez fue en ascenso mi excitación y me arrodillé sobre el pasto.
Lo único que deseaba era poder deleitar tal trozo con mi boca.
Lo besé, su cabeza; lamí el tronco, cada vez con mayor fruición.
Poco a poco lo fui engullendo en mi garganta.
Me dolía un tanto mi boca por tenerla que abrir tanto, pero fue acomodándose.
Con sorpresa fui notando que era capaz de engullirlo bastante y ahí el comenzó a menear mi cabeza en un entra y saca lento, rítmico.
Yo cada vez intentando gozarlo en su plenitud.
En cierto momento noté que se endurecía en extremo, se ensanchaba mucho más y sentí como volcaba el contenido lechoso en mi boca, Borbotones la llenaron, nunca había aceptado que mi esposo acabase en mi boca, pero con este hombre era todo distinto, lo disfruté, lo gocé, me estremecí de gozo.
Fue así como iniciamos una relación de aproximadamente dos años y medio.
Otro día cuento mayores andanzas de casada adúltera.
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