No siempre el cornudo esposo es el último en saberlo. Segunda parte de dos.
Pensé que tanto derecho tenía ella, como yo a pasar una buena noche, que las cosas cambiarían una vez que los dos nos casásemos.
Pero lamentablemente no fue así, ya desde la misma luna de miel, supe que mi mujer me había vuelto a ser infiel, y no una sino en múltiples y variadas ocasiones.
Un día el segundo para ser más exacto, nos encontrábamos en la piscina, ella lucía un extremadamente pequeño traje de baño de supuestamente una sola pieza, pero que para mí sencillamente era una delgada cinta de vivos colores que a duras penas le ocultaba los pezones y se le semienterrada en su coño y nalgas.
Yo algo molesto le indiqué que no era razonable que usase eso, que subiera a la habitación a cambiarse, como cosa rara, ella no me llevó la contraria, sencillamente tomó su toalla y se marchó, cuando ya viendo que han pasado cerca de media hora y ella no aparecía, decidí subir a la habitación.
Pero cuando paso por las cabañas que se encontraban junto a la piscina, me pareció ver el traje de baño de mi mujer en una de las ventanas, y con mucho disimulo me acerqué hasta la puerta, y escuché claramente, como la voz de ella le decía a un tipo. “Dame más duro papi.”
En esos momentos quise romper la puerta a patadas y entrar en el pequeño bungaló, para descubrir su infidelidad, pero me detuve a pensar que eso en el fondo me haría el hazmerreír de todos los presentes.
Permanecí en silenció junto a la pequeña ventana, viendo por una rendija y poniendo bastante atención a todo lo que decían dentro del bungaló.
Mi esposa se encontraba del todo desnuda, y pegada a su cuerpo por dé tras, se encontraba uno de los mozos de la piscina, con sus pantalones cortos en el piso, mientras al parecer se lo tenía enterrado dentro del coño de la puta de mi mujer.
Ella repetía una y otra vez, de manera bien sensual eso que le había escuchado decir cuando me acerqué al principio. “Dame más duro papi.” Mientras que él sujetándola por sus caderas se pegaba más y más a su cuerpo.
Como uno de los guardias de seguridad se me quedó viendo de manera extraña, decidí moverme, mientras que el guardia luego ocupo el lugar donde yo estaba espiando.
Por lo que, de la misma manera que llegué, sin hacer nada de ruido, me marché nuevamente a mi silla en la piscina. Pasó un buen rato y mi mujer finalmente volvió a regresó a mi lado, con el mismo traje de baño puesto, pero con una sonrisa en sus labios como que, si me dijera. “Acabo de pegarte cuernos y tú ni te has enterado imbécil.”
Esa noche en nuestra habitación, la confronté ella, se encontraba recién salida de la ducha cuando le dije que la había seguido hasta ese bungaló, al principio no me creyó, pero cuando le repetí lo que escuché salir de sus labios, se quedó de una pieza, sin saber qué hacer.
Le insinué que nos divorciaríamos, pero ella se negó diciéndome que me amaba un montón, que lo que había pasado ella no lo pudo controlar, y hasta se me puso a llorar, yo en esos momentos le pedí que me contase todo, y a medida que ella me iba diciendo lo que había sucedido entre ella y ese mozo de la piscina, no sé yo me fui excitando.
Según mi esposa ella se sintió algo avergonzada por lo que yo le había dicho, con respecto a su de su traje de baño, que cuando pasó frente a ese bungaló que tenía la puerta abierta, decidió entrar para quitárselo de lo mal que se sentía y ponerse una toalla, para irse a la habitación a cambiar de ropa, pero cuando se había terminado de quitar “el traje de baño”, de momento se abrió la puerta y entró rápidamente ese fornido joven, que de inmediato cerró la puerta tras él.
Al ella verse frente a ese desconocido del toda desnuda le dio un desvanecimiento, y cuando recobró el sentido se encontró que una verga entraba y salía de su coño, como esa persona la besó como lo hago yo por sobre su hombro cuando estamos haciendo el amor, ella pensó que era yo desde luego y le dijo. “Dame más duro papi.”
Según mi mujer pensó que era yo quien se lo tenía metido, pero cuando se dio cuenta de que era otro hombre se volvió a desmayar, cuando se despertó nuevamente, ya estaba sola, y se sentía muy mal por lo que había pasado, sin saber que hacer se volvió a poner el traje de baño y salió del bungaló, con miedo a producir un escándalo que afectase nuestra relación.
En cierto momento, no podía creer lo que ella me decía, pero me tenía tan y tan excitado, que le salté encima, tirándola sobre la cama abrí sus piernas y como un loco le he enterrado mi verga dentro de su coño.
Luego de eso antes de que yo acabase se ha detenido y sacado mi verga de su coño para ella misma llevársela a su boca y terminar de chuparme toda la leche que expulsé en esos momentos.
Pero luego de esa noche, me volvió a ser infiel, pero con uno de los entrenadores del Spa, luego con uno de los gerentes del mismo hotel, y creo que hasta con uno de los meseros también, claro que ella no sabe que también me di cuenta de eso.
Cuando regresamos de la luna de miel, y comencé en mis funciones de Gerente en Transacciones Internacionales, la llevé a un agasajo que daba la empresa a unos cuantos clientes.
Todo iba de maravilla, unos momentos antes había visto a mi esposa charlando alegremente con uno de mis clientes y otro hombre, pero como a los dos o tres minutos me doy cuenta de que había desaparecido.
Discretamente me puse a buscarla por todo el salón de fiestas, y no es que sea mal pensado, pero algo me decía que se la estaban clavando en algún lado.
Ya casi por darme por vencido en la búsqueda, me salí a los jardines, y tras encender un cigarrillo, veo un movimiento raro tras unas matas.
Como de costumbre, discretamente me acercó, y para mi mayor sorpresa la veo a ella no con un hombre, sino con dos tipos a la vez, en medio de un laberinto formados por las matas, en el centro se encontraban los tres, uno de los tipos era uno de los clientes míos, que sabía de sobra que ella era mi esposa, ella le mamaba la verga a él mientras que el otro, que hasta ese momento no sabía que era su socio, la tenía clavada por el coño, pero desde atrás.
De verdad que les digo que pensé nuevamente en hacer un escándalo, pero me detuve a pensar mientras observaba a mi mujer mamando la verga de ese tipo, y como movía su culo a medida que el otro le enterraba y sacaba su verga de su coño.
No sé qué me llevó, a comenzar a masturbarme, mientras que los observaba escondido de tras de uno de los setos.
Para cuando estaba a punto de venirme, mi cliente y su socio habían terminado con mi mujer, la dejaron en el centro del laberinto, se retiraron rápidamente en dirección a la fiesta, pasando a pocos pasos de mí sin que se dieran cuenta de mí presencia.
Yo tras volver a guardar mi verga sin llegar a acabar, me encaminé donde mi mujer, la que aun con su vestido recogido sobre su espalda, y sus nalgas desnudas, agachada parecía buscar en la oscuridad de la noche, sus pantaletas.
Cuando levantó la cara y me vio, de inmediato se puso a llorar diciéndome que entre dos hombres la habían violado en contra de su voluntad, que no sabía ella quienes eran, de yo haber llegado un poco más tarde, quizás y le hubiera creído el cuento, de la manera tan convincente que me lo dijo.
Según ella, la habían amenazado con un arma de cañón largo y un cuchillo, yo pensé que de seguro se refería a las vergas en términos figurados, que fueron las únicas armas que vi.
Que entre los dos la agarraron por el cabello, que de paso a pesar de haber estado mamando como una desesperada, lucía finamente peinado.
Siguió diciéndome, que tras colocar el cuchillo en su garganta, y el arma en su espalda la empujaron dentro del laberinto sin que ella se atreviera a ni siquiera dar un grito, frente a cerca de un centenar de personas que había que pasar, desde el salón hasta llegar al condenado laberinto.
Luego uno de ellos se sacó su miembro y la obligó a metérselo en la boca, mientras que el otro le arrancó las pantaletas, las que casualmente se encontraban bien dobladas, sobre el banco que se encuentra en el centro del laberinto.
Llorando me decía que en contra de su voluntad ellos habían abusado de ella, pero recalcaba una y otra vez que no podía identificarlos, por lo oscuro que era, habiendo una luna llena que alumbraba más que un farol.
Yo por no pasar por la vergüenza, le dije que le creía, pero que lo mejor era que nos marchásemos de inmediato sin hacer ruido, pero que antes pasará por el tocador de damas para que se aseara, y eso pareció gustarle a ella.
Pero luego que salió del baño y ya de camino a casa, a mi mujer le dio por volver a contarme lo sucedido, pero con mayor lujo de detalles, en cuanto a lo que ella fue sintiendo.
Supuestamente a medida que la violaban, como las manos de esos dos hombres le agarraban las tetas y se las apretaban a medida que uno de ellos introducía su dura verga entre sus piernas, en cierto momento pensó que ese le iba a dar por el culo, pero cuando sintió como la piel de su coño cedía ante la presión de la verga del individuo, en parte se tranquilizó, ya que como ella me jura y perjura nunca se lo han metido por ahí, ni siquiera yo.
Como verán, es verdad que tras ella comenzar de nuevo a contarme todo lo sucedido, me excité enormemente, detuve el auto y sin poder contenerme le salté encima, rompiendo toda su ropa.
Bastante asustada, me preguntaba una y otra vez que pensaba hacerle, a lo que yo le respondía bastante molesto. “Cogerte por todas partes perra.” -Tras lo cual, tras sacarla del auto a la orilla de la carretera, la empujé nuevamente dentro de mi auto, pero en el asiento trasero.
Salvajemente, le comencé a chupar sus paradas tetas, mientras que Linda sin detenerse me continuaba diciendo lo que esos tipos le habían hecho, de lo caliente que me encontraba, casi rompo la cremallera de mi pantalón para sacar mi verga, cuando la tuve entre mis dedos coloqué a mi mujer boca abajo sobre el asiento trasero del auto, y separando sus nalgas directamente se lo comencé a ensartar por el culo.
Ella daba unos buenos chillidos entre dolor y placer, pero cuando le ordené que me dijera la verdad, ella rápidamente sin parar me contó la verdad de lo que había sucedido en el jardín.
El escucharla decir que cuando mi cliente le propuso salir al jardín a caminar, y que ella al preguntarla con qué fin, en broma él le respondió que para ver la luna mientras se revolcaba con ella, ella le respondió que si era ara eso si salía, pero que también ella lo había dicho en broma.
Pero cuando se encontraban los tres en el jardín, mi cliente le agarró el culo y ella en ese momento no supo cómo decirle que no, lo demás yo lo vi cuando estaba sucediendo.
Yo finalmente tras cogerla por el culo, le ordené que me lo mamase, lo que ella toda desnuda como estaba hizo sin detenerse hasta que me hizo acabar y la obligué a tragarse toda mi leche.
Me dieron ganas de dejarla en medio de la carretera, pero ya saben hacer eso y que me despidieran de la empresa era la misma cosa.
De cuando en cuando se me acerca alguna persona, buena, noble y desinteresada, para decirme que ha visto a mi mujer en compañía de otro hombre, yo de manera diplomática siempre le busco alguna excusa creíble.
Como que es mi hermano, o un sobrino, con los que tiene mucha confianza y cosas así por el estilo, quizás otra persona en mi lugar ya se hubiera divorciado de ella, pero aun su padre tiene bastante poder dentro del banco, así que no me puedo dar el lujo de enemistarme con él, por culpa de la puta de su hija.
Aparte de eso, cada vez que ella me viene, con un cuento de esos que se inventa, y que no les voy a negar, que en gran parte de las ocasiones me causa mucha gracia.
Pone una cara de puta arrepentida, que de verdad me es difícil el decirle que no le creo, aunque de ante mano sé que trata de un cuento.
Todo un entremado, palabrerías por doquier, toda una envoltura, para que al final la verdad era, que este «hombresillo» es un cornudo consentidor, por que no decirlo claro, para que tanto boa bla bla, esta es OTRA história más de comsendiror igual a muchas, muchas, sobre todo la descripción del miembro del amante el mecánico, col un pene tan grande como «el de un aburro» jajaja…