NUESTRA PRIMERA VEZ
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
decidimos dar rienda suelta a nuestra fantasía y llamamos a Piter: es extranjero y viene de vacaciones cada 6 u 8 meses, por lo que no lo vemos seguido y no es conocido de nuestras amistades, él es un amigo de mi esposo y poco conocido mio, me parece discreto, de unos cuarenta y cinco años, atractivo, por lo cual lo hace perfecto para nuestra fantasía, yo soy muy tímida y pudorosa, Le llamo por teléfono e invito a un bar con el pretexto de que estábamos celebrando nuestro aniversario y yo quería conocer un antro, picamos su curiosidad añadiendo que queríamos satisfacer una fantasía erótica que teníamos; nuestro amigo creyó que nosotros estábamos bromeando pero de todas maneras decidió aceptar nuestra invitación y nos reunimos en el bar escogido.
La espera se tornó excitante dentro de nuestro privado en aquel bar, continuamos bebiendo ya que el licor nos servía de pretexto para liberarnos del tabú de los prejuicios. Cuando observamos la llegada de nuestro amigo, yo estaba ligeramente bebida y me sentía sexualmente dispuesta a gozar de la aventura que habíamos programado; sabía también que mi esposo concordaría conmigo en hacer que los eventos que iban a ocurrir fueran memorables para ambos.
Cuando llegó Piter, mi esposo se levantó y fue a alcanzarlo; yo que me quedé sentada, con las rodillas levantadas y las piernas plegadas contra mi cuerpo lo que hacía que la minifalda se subiera por los muslos y su pliegue llegara casi hasta el borde de mi tanga blanca, circunstancia que Piter y mi esposo no dejaron de apreciar cuando se dirigió para saludarme luego de besarme en la mejilla, Piter se sentó justo al frente mío, lo que le permitía observarme a placer mirar mis desnudas tetas bajo la blusa transparente y mis gruesos muslos que enmarcaban una diminuta tanguita blanca. Hábilmente, mi esposo, con la excusa de ir al baño se alejo dejándonos solos; para ese momento yo ya estaba muy excitada pues observaba que Piter no podía quitar sus ojos de mi cuerpo, devorándolo con la mirada; aprovechando la situación, se me acercó y me dio un rápido beso en la boca que me hizo erizar el cuerpo; él notó que me estremecí y que no hice ningún comentario sobre su fugaz ocurrencia y se acercó más a mí, quedando, de frente, a escasos centímetros de donde yo me hallaba; me dijo que yo estaba muy buena y que estaba feliz de poder satisfacer la fantasía conmigo y estirando sus manos comenzó a acariciar mis senos, sobre la blusa, que ya para ese momento habían crecido su tamaño debido a la excitación que sentía y los pezones estaban más oscuros y erectos. Yo me tiré un poco hacia atrás y extendí mis piernas abriéndolas a lado y lado por lo que Piter quedó como atrapado entre mis muslos; él aprovechó mi posición y comenzó a acariciar con una mano uno de mis muslos mientras la otra continuaba apretando y sobando mis senos; sus caricias me estaban excitando mucho y ya sentía mi rajita mojada. Yo empecé a acariciarle su pene, por encima del pantalón, y lo sentí muy grande como si quisiera salirse de la prenda.
La mano de Piter siguió explorando subiendo por uno de mis muslos hasta tropezar con el borde de mi tanga; al llegar a mi pubis comenzó a tocarlo y a apretarlo, para luego pasar uno de los dedos bajo el borde del elástico y comenzar a introducirlo dentro de mi vagina; su íntima caricia me tenía delirando de placer, el cual se acrecentó cuando empezó a acariciar mi clítoris; sus toqueteos rápidamente me llevaron al borde del orgasmo, por lo que comencé a gemir silenciosamente y a suplicar que siguiera con sus caricias.
Luego, se arrodilló frente a mí, me abrió de piernas y comenzó a acariciar mis muslos; yo sentía que chorreaba mis jugos y él poco a poco fue acercando una de sus manos a mi panochita mientras que con la otra agasajaba mis senos. De pronto, Piter metió dos dedos en mi rajita, yo gemí de placer y le pedí que me diera una mamada.
Mientras pasaba todo esto, yo sabía que mi esposo nos estaba observando y que disfrutaba al igual que yo con placer pues habíamos planeado previamente la escena. Estaría escondido junto a la puerta, mirando como me hacía gemir de placer.
Hábilmente, quito mi tanguita y empezó a darme la mamada mas rika que he tenido, sentía morir al mismo tiempo que le pedía que no parara y él me decía: “Disfruta puta que te voy a sacar toda la leche”. Yo gritaba de placer al sentir como su lengua tocaba mi clítoris enloquecido para luego bajar y meterse en mi hoyito, combinando sus caricias con los dedos que entraban y salían rápidamente de mi húmeda cueva; era tanta mi excitación que sus toqueteos me llevaron a tener un orgasmo rápidamente; grité y grité al sentir mi venida y quedé como adormecida mientras él continuaba con sus caricias; de pronto, él me pidió que me pusiera en cuatro pues quería cabalgarme ya que no había descargado. Le obedecí rápidamente, colocándome en una posición en la que esperaba que mi esposo pudiera ver la penetración que estaba por darme. Piter sacó su verga y la metió con fuerza lo que provoco un pequeño dolor y exhalar un gemido, enloquecida de placer, al sentir la gruesa verga que entraba y salía de mi vagina. Pasaron unos minutos en los que disfruté como una poseída mientras Piter metía y sacaba su gruesa verga, provocándome deliciosos estímulos y sensaciones, que se incrementaban todavía más al saber que mi esposo también estaba gozando como nunca, observando la escena que yo le estaba proporcionando.
El placer era sumamente intenso y comencé a estar atenta a las señales de la descarga del mi macho pues quería que mi esposo observara su venida sobre mi cara; él se levantó y yo, incorporándome, quedé arrodillada frente a él y comencé a chuparlo; movía mi lengua acariciando la roja cabeza de su pene, para luego succionarla con mis labios, mientras una de mis manos acariciaba la piel de su tallo, subiéndola y bajándola en forma acelerada; el tratamiento hizo que Piter empezara a gemir y a mover sus caderas tratando de meter su pene más hondo dentro de mi boca; luego de algunos minutos y cuando sentí que me daba su venida me lo saqué de la boca y dejé que su semen se derramara sobre mi rostro. Gruesos grumos de leche blanquecina cayeron en mi rostro, labios y mejillas, con mi lengua empecé a lamerlos y tragarlos, mmmm, calientitos y con ese aroma que me provoca mas excitación me los comí sin dejar una gota en mi rostro.
Cuando acabamos, nos dimos cuenta que mi esposo estaba parado delante de la puerta cerrada, viendo nuestro encuentro sexual, y había tenido un incontrolable orgasmo pues lo delato una mancha del pantalón donde se había venido, Yo me levanté del piso limpiando mi cara con la blusa y me acerqué hasta donde se encontraba mi esposo y le di un beso con mucha pasión; él me abrazó con ternura y me dijo que le había gustado mucho la escena que acababa de ver, preguntándole a Piter si había disfrutado a su mujer, pidiéndole que esperaba se repitiera otro día, pero para esa ocasión él también participaría pues quería cumplir la fantasía de la doble penetración a su esposa.
Esta fue nuestra primera vez, después…… han sido varias, pero pronto les platico.
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