Nuria II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por capata.
A las diez menos cinco estaba delante de la discoteca, en las puertas había muchísima gente, grupos de chicos y chicas veinteañeros. Me dirigí hacia la entrada del local, un corpulento guardia de seguridad, mirándome de arriba abajo, me pidió la entrada. Vengo de parte de Rubén dije en tono bajo. Las amigas de Rubén son bienvenidas contestó, y abriéndome la puerta accedí al local.
Estaba abarrotado y el ruido de la música era ensordecedor, busqué con la mirada a Rubén, no lo ví. Me encaminé hacia la barra atravesando la pista de baile, me absorbió el tumulto de gente, me empujaron, casi no podía moverme, en un par de ocasiones unas manos sobaron mis nalgas sin poder impedirlo, el ambiente era axfisiante. Un fuerte brazo asió mi cintura, salgamos de la pista dijo Rubén.
Llegamos a la barra, estás preciosa dijo Rubén, llegué a pensar que no vendrías y dirigiéndose a uno de los camareros pidió dos combinados especiales de la casa. Nos sentamos en unos butacones muy confortables y estuvimos hablando de cosas sin importancia mientras apurábamos nuestras consumiciones.
Pasado un rato, Rubén cogió mi mano, -su tacto era suave y cálido-, sacándome a la pista de baile. He de reconocer que Rubén era un consumado bailarín, supongo que por su trabajo en el hotel. Estuvimos un buen rato bailando, me sentía muy cómoda con él y realmente estaba disfrutando de la noche, se estaba portando como un verdadero caballero, sin ningún tipo de insinuación ni roce alguno.
Pusieron una canción lenta, Rubén me cogió por la cintura y me atrajo hacia él. Sentí su enorme virilidad pegada a mi vientre. Su boca se acercó a mí oído diciéndome: te deseo Nuria, te deseo desde que te ví entrar por la puerta del hotel, propinándome un mordisquito en el lóbulo de mi oreja.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo, Rubén se percató de ello, y su fuerte mano se deslizó de mi cintura hasta mis nalgas. No puede ser, soy una mujer casada contesté y de un fuerte empujón me liberé de su abrazo.
Salí entre el gentío a la calle buscando un medio de transporte para regresar a mi hotel. Unas manos asieron mi cintura y me giraron, Rubén intentó besarme.
-Déjame por favor supliqué.
-Esta noche vas a ser mía, dijo Rubén.
-No puede ser Rubén, esto no puede ser, soy una mujer casada repliqué débilmente.
Rubén casi en volandas me llevó a un callejón en un lateral de la discoteca. Intentó besarme de nuevo, mis fuerzas flaqueaban. De repente un destello de luz iluminó el callejón oyéndose una voz de tono muy duro: ¿Se encuentra bien señorita?, ¿le está molestando ese individuo?.
Nos quedamos de piedra, el policía volvió a preguntar si me encontraba bien. No ocurre nada agente, no se preocupe, me encuentro perfectamente. ¿Seguro?, volvió a repetir, sí déjenos en paz contesté en un tono desagradable.
El policía nos miró con cara de pocos amigos y finalmente se marchó.
Has tenido la oportunidad de irte y no lo has hecho, ¿porqué?, preguntó Rubén. No contesté. Yo te lo diré continuó Rubén: por que eres una mujer insatisfecha, bajo tu apariencia de amantísima esposa se encuentra una mujer que necesita que su hombre la trate como lo puta que es. El día que llegaste ví como masturbabas a tu querido esposo, como le pedías que te llamase zorra, perra y puta y no te complació. Yo te voy a dar lo que el estúpido de tu marido es incapaz de proporcionarte.
Rubén me estrechó entre sus brazos con mucha fuerza, apenas opuse resistencia, y me besó, su lengua pugnaba por entrar en mi boca. Una de sus manos tiró de mi barbilla y la entreabrí, nuestras lenguas jugaron mezclándose nuestra saliva.
¿Llevas puesto el conjunto que te he regalado? preguntó Rubén. Cogí su mano y la metí por debajo de mi vestido hasta llegar a mis nalgas, sus dedos recorrieron el fino hilo dental de mi prenda más íntima. Su otra mano también se metió por debajo de mi vestido posándose en la parte delantera de mi tanga. Abrí mis piernas, estás mojada putita dijo Rubén y dando un fuerte tirón del hilo dental introdujo parte de la prenda en mi empapado coño, gemí y jadeé como una mujer en celo.
Aquí no por favor, aquí no Rubén, llévame a tu casa. Rubén tiró de mi mano con fuerza y nos metimos en su coche. Levántate la falda fiel esposa quiero que sientas el contacto del cuero del asiento en tus nalgas, obedecí sumisamente. Durante todo el trayecto Rubén fue tocando y magreando mis muslos, de vez en cuando, sus manos se posaban sobre la parte de mi tanga recorriendo con uno de sus dedos mis labios vaginales provocando mis gemidos.
Por fin llegamos a su casa, Rubén me llevó directamente a su dormitorio, nos besamos de forma sucia con lujuria. Su lengua lamía mis labios, mis mejillas, los lóbulos de mis orejas. Rubén se desnudó dejando solo su boxer, se sentó en un butacón y ordenó que me desnudase.
Lentamente bajé la cremallera del vestido y cayó a mis pies, Rubén se acariciaba por debajo de su boxer muy lentamente disfrutando de la situación. Estás empapada putita me dijo, era cierto una enorme mancha de mis flujos vaginales contrastaba con la transparencia del tanga.
-Quítate el sujetador dijo Rubén, lo hice y mis senos quedaron a su entera vista.
-Que tetazas dijo Rubén, quítate el tanga y dámelo, ordenó, sumisamente me deshice de mi prenda íntima entregándosela. Rubén después de olerlo lo lamió exclamando huele y sabe a putita.
Me acerqué a mi hombre y de rodillas ante él separe sus piernas, mi lengua recorrió la parte interna de sus muslos hasta llegar a su mojado slip. Suavemente chupé y mordí la polla que se ocultaba bajo su ropa interior, Rubén alzó sus cadera y asiendo su slip lo bajé hasta sus tobillos. La verga de Rubén era impresionante, unos veinte centímetros de dura carne, grueso muy grueso y totalmente depilado, junto con unos poderosos testículos. Besé su glande y me introduje su enorme virilidad en la boca, succioné y la mojé con mi propia saliva mientras Rubén agarrando con mi cabeza con sus poderosas manos comenzó a follarme la boca. La metió hasta lo más profundo de mi garganta provocándome arcadas y lagrimones ya que prácticamente no me dejaba respirar.
¿Te gusta putita?, ¿te gusta el regalo que tengo para ti?. Ahora te vas a comer mis huevos dijo Rubén sacando su verga de mi boca. Deslicé mi lengua hasta sus enormes testículos, estaban muy duros, y alternativamente me los metí en la boca succionando con glotonería mientras Rubén jadeaba de gusto.
Lidia, es toda tuya dijo Rubén. Alcé la mirada, Lidia se encontraba en la puerta de la habitación totalmente desnuda, se masturbaba con mi tanga entre sus manos, no sé cuanto tiempo llevaba viendo la escena. Se acercó y sin ningún preámbulo me abrazó nos besamos lascivamente buscando el contacto de nuestras lenguas. Rubén se sentó en el butacón y siguió masturbándose, dale a esta perrita lo que necesita dijo.
Nuestras manos aprisionaron las respectivas nalgas con dureza, nos magreamos mientras nos besábamos obscenamente. No me dejé intimidar y tomé la iniciativa, presioné mi pierna contra la entrepierna de la masajista hasta que la abrió, introduje mi muslo que se impregnó de los flujos del coño de Lidia, bajé mi boca por su cuello hasta los pechos de mi amante, acaricié, lamí y chupe los duros y enormes pezones de Lidia dándoles pequeños mordiscos. Una de mis manos se posó en su coño e introduje dos dedos en su sexo, noté las contracciones de sus paredes vaginales cuando acaricié su clítoris. La chica se retorcía de placer hasta que explotó en un profundo e intenso orgasmo, sus piernas se cerraron aprisionando mis manos. Tumbé en la cama a Lidia e introduje mi lengua en su coño comiéndome los restos de su orgasmo.
Me volví a Rubén buscando su aprobación. Seguía masturbándose con deleite, su polla estaba empapada de líquido precoital, y su cara tenía una mueca desencajada mezcla de lujuria y placer enfermizo. Ofrécemela dijo Rubén.
No tuve tiempo de reaccionar, Lidia se había recuperado de su orgasmo y asiendo mis muñecas me inmovilizó con las manos a la espalda. Rubén se acercó, sus manos acariciaron mi cara descendiendo por el cuello hasta mis pechos, los magreó a su antojo tirando con fuerza de mis pezones, grité de dolor, agachándose pasó sus manos por mi cintura hasta llegar a mis nalgas, acercó su rostro a mi húmedo y depilado coño, lo olió, hueles a puta dijo, e introdujo su lengua llegando a mi clítoris. Rubén me comió el coño provocándome espasmos de placer mientras Lidia sobaba impunemente mis pechos.
Rubén se percató de mis contracciones previas al orgasmo, sacó su lengua de mi húmedo sexo y dirigiéndose a la masajista dijo: quiero veros follar como a dos hembras en celo.
Lidia me tumbó en la cama, no eran necesarios los preámbulos ni los besos. Sin delicadeza alguna abrió mis piernas e introdujo las suyas, nuestros coños se tocaron causándome un espasmo de placer, la masajista cogiendo mis tobillos empezó a empujar nuestras vulvas chocaban entre sí, los flujos de nuestros sexos se mezclaron mientras nuestras tetas se bamboleaban consecuencia de las embestidas. Pasado unos minutos, Lidia se desacopló de mi, puso su coño a la altura de mi cara lo abrí con mis manos y empecé a lamer su sexo tragándome todos sus fluidos. La masajista se inclinó quedando su rostro a la altura de mi coño, metió su lengua en mi vagina hasta alcanzar mi hinchado clítoris. Rubén, a la vez que se masturbaba, nos gritaba obscenidades que en mi caso me hacían sentir más puta.
Nuestros jadeos y gemidos de placer debían escucharse en todo el edificio, casi en el mismo momento llegamos las dos a un largo e intenso orgasmo, las piernas de Lidia se apretaron contra mi cabeza mientras me tragaba sus fluidos vaginales, quedamos exhaustas sobre la cama.
El dormitorio estaba muy cargado, olía a sexo y sudor, no tuve tiempo de recuperarme de mi intenso orgasmo, unas manos asieron mis tobillos abriendo mis piernas, era Rubén. Se puso encima de mí, su enorme verga rozaba mis labios vaginales de arriba hacia abajo sin llegar a penetrarme.
¿La sientes puta? dijo Rubén, ¿verdad que es mas grande que la del marica de tu esposo?, pídeme que te folle maldita zorra, pídelo puta casada. FOLLAME grite desesperadamente. De un solo golpe Rubén me penetró con su enorme verga, comenzó un mete saca brutal, me penetraba hasta lo más profundo de mi útero y la sacaba dejando su glande en la entrada de mi encharcado coño para volver a penetrarme con más fuerza.
Lidia se apoderó de mi boca besándome con desesperación, la abrió y escupió dentro haciéndome tragar su saliva, las manos de la masajista descendieron hasta mis senos volviendo a pellizcar mis muy sensibles pezones.
Rubén se salió de mí y se tumbó encima de la cama, clávate mi polla puta casada quiero ver como rebotan tus tetas, vas a follarte tu misma. Me puse a horcajadas encima de su enorme verga, la cogí entre mis manos, y mirando a la cara de mi hombre me dejé caer sobre su enorme pollón, me penetró hasta lo más profundo de mi intimidad, donde nunca había llegado ni llegará Julián.
Cabalgué la virilidad de Rubén notando como se clavaba en mis entrañas. Lidia tiró de mi coleta quedando mi cara a la altura de su boca, nuevamente nos besamos mientras sus manos arañaban y azotaban a mis nalgas.
Lidia me empujó hacia Rubén, nos besamos, la masajista en ese instante se ató un arnés a su cintura. La chica abrió mis nalgas, sentí lengua recorrer la raja de mi culo penetrando finalmente mi ano. Dí un grito de placer cuando la sentí invadir mi pequeño orificio, lo lubrico con su saliva. Lidia puso a la altura de mi cara el enorme pollón negro de latex gritando: cómete la polla que te va a romper el culo.
Lo tragué, chupé, lo llené de mis babas, bruscamente la masajista me lo arrebató lo pasó por las raja de mis nalgas y empezó a penetrarme el ano.
Me duele grité al sentir una fortísima presión en mi culo, el enorme falo consiguió penetrarme lentamente hasta acoplarse por entero en mi ano. Lidia empezó a empujar con fuerza, esas dos enormes vergas me estaban partiendo. Los jadeos y gemidos de Rubén y los míos se mezclaron, mientras Lidia seguía rompiéndome el culo. Estuvimos varios minutos en esa posición hasta que noté un gran espasmo en Rubén y dándome un último vergazo se corrió dentro de mí, VOY A PREÑAR A UNA MUJER CASADA gritó. Noté como su leche caliente inundaba mis entrañas sintiéndome una verdadera puta. Los tres quedamos exhaustos.
El resto de mis vacaciones lo pasé acostándome con Rubén y Lidia. Volví a la tienda de Hamed y al sex-shop, llamé en varias ocasiones al taxista para prestarle mis “servicios” sin que nunca le llegase a preguntar su nombre, e incluso, me follé en la playa a un joven universitario cuya fantasía era correrse sobre las tetas de una mujer.
En todo esto pensaba mientras mi avión tomaba tierra. En la terminal me esperaba Julián, se acercó con una gran sonrisa e intentó darme un beso. Lo rechacé ante su sorpresa, vamos a tomar un café le dije, tenemos que hablar.
Le conté a mi marido con pelos y señales todo lo acontecido durante su ausencia. Su semblante cambió, se tornó pálido. Tienes dos opciones le dije, una: puedes divorciarte y mañana mismo firmamos los papeles.
¿Cuál es la segunda?, preguntó mi esposo. Ser un cornudo, contesté, quiero que sepas que a partir de ahora voy a follar cuando y con quien yo quiera. Tu eliges Julián.
Mi marido bajó la cabeza. Te amo, contestó humildemente. En ese instante me percaté de la erección que se marcaba debajo de su pantalón.
DEDICADO A JULIAN.
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