Otro cuerpo – Felipe
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ByeByeTabu.
Antes de leer se recomienda el relato de esta saga
http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-34348.html
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Yo soy Felipe, o ayer lo era.
Esto es tan confuso.
Esa maldita bruja que estaba en la feria me metió en el cuerpo de mi novia, si es que eso es posible y no me estoy volviendo loco.
Cuando descubrí que no estaba en mi cuerpo (después de creer que era sólo un sueño), intenté desesperado buscar el mío propio, seguro que ahí estaba Maleen, y debíamos superar algo como pareja.
Pero por más que iba de un lado a otro no la encontraba, por lo que decidí salir de casa, no sin antes reflexionar que debía aprovechar que tenía una vagina, así que para relajarme un momento fui al cuarto y comencé a acariciar mis pechos, aunque lo hacía muy duro y mi ropa me estorbaba, así que me desnudé y me tocaba suave desde el cuello hasta el ombligo, haciendo círculos alrededor de mis aureolas para después pasar a mis piernas poniendo ahora sí más fuerza y finalmente en mis muslos internos, donde al rozar suavemente la vagina me recorrió una descarga eléctrica que erizó mi piel y, si se puede aún más, mis pezones y clítoris.
Estuve jugando con mis labios mayores e interiores hasta que logré estar suficientemente lubricada para meterme los dedos y QUÉ DELICIA; era una experiencia única que no podría explicar.
Me hubiese gustado estar mucho más tiempo así, pero mi mano estaba acalambrada y recordé mi situación, por lo que salí (aún caliente) a la calle.
Iba cruzando el parque que divide la casa de Maleen de la mía, pero al hacerlo me encontré con Kevin, un viejo amigo que le gusta salir a hacer deporte al aire libre; como iba con prisa no lo quise ni saludar, pero me alcanzó y me dijo que porqué corría.
Al detenerme un momento fue como si mi perspectiva sobre él hubiese cambiado al cambiar mi cuerpo, pues no dejaba de ver sus músculos y me agradaba su sudor, haciendo que rápidamente volviera a excitarme.
Yo: No puedo hablar mucho, debo llegar a casa.
Kevin: Espero que no hayas olvidado las llaves esta vez; me topé a Ramón saliendo de ahí y me dijo que no iba a haber nadie, que si podía echar un ojo por si aparecías.
En ese momento caí en cuenta que, efectivamente, no llevaba conmigo ni llaves, celular o cartera.
No sabía qué rayos iba a hacer; sólo pensaba en encontrar un lugar seguro o un teléfono o algo.
Kevin: Si quieres, puedes venir a mi casa por mientras llega alguien a la tuya; sabes que siempre nos divertimos.
Esto último me sonó raro pero acepté.
De camino allá me sentía incómodo, entre un cosquilleo en la vagina y una sensación de no estar haciendo lo correcto.
Al llegar a su casa iba a tomar el teléfono, cuando él me tomó a mi por los brazos.
Kevin: Por fin regresas, ya tenía un par de semanas esperando que vinieras y siempre me ponías excusas.
¿Qué acaso ya no te gusta cómo te follo?
Yo: Suéltame, desgraciado.
– No lo quería creer.
MI MALEEN Y KEVIN.
Estaba muy enojado, pero esa rabia combinada con las caricias que me hacía en las nalgas y pecho estaban causando algo en mi que yo no quería.
Intenté forcejear un rato, pero me era inútil con su complexión y mi cuerpo de chica.
Decidí que no podía escapar, así que cambié mi plan y lo seduje hasta el sillón, pidiéndole que se masturbara para mi.
Cuando se bajó los shorts y calzones no pude evitar dejar de ver su miembro, pues yo creía que me daría algo de asco, pero no era nada así.
Él se masturbaba lento y yo quería que acabara para poder irme, así que comencé a acariciarme sobre la ropa para excitarlo, sólo que yo me calentaba también al hacerlo; me quité lentamente la ropa y prácticamente nos masturbamos mirándonos uno al otro, hasta que su voz rompió la atmósfera – dame una mano, aunque sea -.
No tengo idea de qué pasaba por mi mente en ese momento, pero me acerqué y me arrodillé frente a él, tomando su miembro con mis manos para masturbarlo lento, acariciar sus bolas y embriagarme, como nunca lo había hecho, con su olor a polla.
De un momento a otro saqué la lengua y, empezando por la base de su pene, le di un lngüetazo largo hasta la cabeza.
Fue una sensación indescriptible, además de que me encantó el sabor de los jugos preseminales.
Comencé a lamerlo a lo largo y ancho, para después hacer círculos con mi lengua sobre su glande, tratando de absorber todo el jugo que le salía.
En un impulso le dí un beso en la cabeza y, acompañado de mi lengua, fui metiendo y sacando ese pene de mi boca, primero sólo el glande y luego un poco más, hasta que me sentía ahogada y seguí así lento, pero aumentando el ritmo más y más, llegando a un frenesí donde nada me importaba, sólo succionar esa deliciosa polla que tenía entre mis labios.
Sacándome de mi trance, Kevin me tomó de la cabeza y, evitando que me sacara su verga de la boca, se corrió, obligándome a tragar su semen para no ahogarme de verdad.
Pero no me importó, pues me gustó mucho el sabor, tanto así que me acerqué a limpiar los restos que habían quedado en su polla y, mirándolo a los ojos, sólo pensaba en que él seguía duro y yo caliente.
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