Pamela.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
¡Hola soy Pamela! y seguiré contando acerca de mi nueva vida sexual que como saben empezó con don Lucas el cerrajero, don Jaime el fontanero y otros más, ji, ji, ji.
Después de transcurrido un año de casados mi esposo Paul y yo nos cambiamos a unos edificios más cercanos a la casa de mis padres. Nuestra vida matrimonial seguía igual de monótona, él me seguía haciendo el amor en la misma posición, sin darle otro giro a nuestras relaciones.
Por supuesto que yo buscaba afanosamente a alguien que ocupara el espacio que Paul no quería llenar. Me vestía en forma provocativa, saliendo a la calle, haciendo que los hombres me miraran y me lanzaran piropos obscenos hacia mi persona.
_Que culote, tienes mamacita- _Que nalgotas- todas esas palabras hacían que mi interior se excitara y mi tanga se humedeciera por los fluidos que provenían de mi anhelante panochita.
Los días transcurrían sin ninguna novedad interesante, los vecinos ya nos conocían, eran gente educada, amables. La señora de la tienda era mi amiga, platicábamos cuando iba a comprarle algo, ella me había comentado que su marido estaba preso y que estaba por salir.
Una tarde que pase por la tienda de doña Pachita estaba contenta por que su marido había salido libre por fin.
_Buenas tardes doña Pachita, deme un litro de leche.
_Pamelita, hija, mira te presento a mi esposo acaba de salir de la cárcel, pero te aseguro que fue una injustica.
Ante mi se presento un hombre recio, como de cincuenta años, de estatura mediana el color de su piel era casi negra, su barba aunque recortada estaba descuidada, una oleada de calor inundo mi ser al estrechar aquella mano callosa, nuestros ojos se miraron un instante y el encuentro se sello con una sonrisa de mi parte.
Mis idas a la tienda de doña Pachita se hicieron más frecuentes quería ver aquel hombre que hacía que mi rajita se humedeciera ante su solo presencia deseosa de que su verga se metiera con ímpetu dentro de mi.
Una mañana cuando quise sacar lo que iba a preparar para que desayunara Paul, me lleve la desagradable sorpresa de que el refrigerador no funcionaba, asi que mi marido se fue sin probar alimento y yo salí a ver si había alguien que supiera arreglar refrigeradores, cuando pase a la tienda de doña Pachita ella me dijo que su marido entendía de eso pero que ahora no estaba pero que iría mañana como a las diez, le conteste que estaba bien y me retire.
Ese día estaba deseosa de que la hora en que don Gus iba a componer el refrigerador llegara, me bañe y busque las prendas mas sexys que tenía, una diminuta tanga negra que a mi en lo particular me gusta mucho, un brassiere del mismo color que hacia que mis redondos pechos resaltaran aun mas y para terminar un vestidito negro que hacia destacar el color de mi piel. No quería pasar como puta ante él, porque sentía que me respetaba aunque sentía su mirada cargada de deseo, de lujuria por cogerme.
Eran exactamente las diez de la mañana cuando el sonido del timbre me volvió a la realidad, con paso sexy, camine hasta la puerta para recibir a don Gus.
_Pásele don Gus_ dije con una agradable coquetería que termine con una sonrisa sexy, el aroma de mi perfume hizo que mi visitante se extasiara y se turbara. Camine delante de el para ofrecerle un espectáculo maravilloso, el movimiento de mis redondas nalgas hacían que yo sintiera la mirada del marido de mi vecina como queriendo atravesar la suave tela del vestido para hurgar en el interior de mi tanga.
_Este es el refrigerador, como le dije a doña Pachita no enfría.
_Ahorita vemos que tiene señora._ Dijo el hombre y procedió a revisarlo y transcurridos unos veinte minutos salió de la cocina, diciéndome que estaba arreglado, le invite un café y nos pusimos a platicar.
Don Gus me miraba fijamente, yo coqueta le sonreía y tocamos el punto de las relaciones sexuales que según él ya no tenía con Pachita y que paso un año en prisión y desde ese tiempo no había tocado a una mujer. Yo me calentaba al pensar cuanta leche tenía guardada y que yo podía sacársela.
Coloque una de mis manos entre las suyas y le dije que no se preocupara que seguramente iba a encontrar a alguien para calmar sus ansias amatorias.
Decidida a conquistarlo, me pare con el pretexto de buscar algo en el estante, de tal manera que él se agasajara viendo mis atractivas nalgas que lucían exquisitas. De pronto sentí que don Gus estaba detrás de mí, abrazándome.
_Pamela, desde que te vi me gustaste, pero sé que tu nunca me vas hacer caso porque yo estoy viejo y feo y tu eres un bomboncito.
_¡No don Gus!, no se confunda_ le dije para que siguiera insistiendo, mi intimidad se encontraba ya empezando a calentarse.
Don Gus no me hizo caso por el contario me seguía abrazando, y en un descuido me dio un beso en la boca, que poco a poco comencé a corresponder, ya todo estaba dispuesto una vez más le seria infiel a mi marido con otro viejo como mis anteriores deslices. Abrí mi boquita para que la lengua de don Gus buscara mi lengüita, fundiéndonos en un delicioso beso.
Nuestras lenguas se enredaron en un beso lascivo, lleno de pasión, su lengua se introdujo en mi boca haciendo que yo la chupara con avidez
Las manos traviesas de don Gus subieron mi vestido hasta descubrir mis nalgas, acariciándolas como un desposeído, me excitaba al contacto de sus toscas manos con la fineza y suavidad de la piel de mis redondos glúteos.
_Pamela, bonita, gracias por dejar que te coja, si vieras cuantos años pase en la cárcel sin poder tocar una mujer, pero tú eres muy bonita, mamita, nunca creí que me ibas hacer caso_ dijo con una enronquecida voz por el deseo. Sentí la dureza de su bulto que se hacía cada vez más grande.
_ ¿Deverás me desea don Gus?, ¿dígame cuanto?_ le pregunte con una voz sexy en el oído, dándole un besito cachondo haciendo que el rudo sujeto se enardeciera aun mas demostrándolo con un fuerte apretón a mi trasero. __ aayy, don Gus, son suyas, con cuidado.
el feo viejo me cargo hasta la cama donde duermo con Paul, a la vez que buscaba mis labios para besarlos con pasión arrebatada, podía sentir su respiración jadeante, sintiéndome excitada, mi palpitante vagina estaba húmeda, deseosa, hambrienta de verga; acaricie la descuidada barba del viejo estremeciéndome de placer ante su contacto.
¿Qué me va hacer don Gus? pregunté con un tono de niña mimada como si no supiera que ya estaba completamente entregada a su voluntad, y que me iba a coger sin contemplaciones.
Mi vestidito estaba enrollado hasta la cintura dejando ver mi tanguita; mis sexys piernas lucían esplendorosas. Deje escapar un gemidito, convencida y deseosa de que don Gus me culiara
Con cuidado el viejo me deposito en la amplia cama, dándome una nalgada, me sentía ansiosa por que prosiguiera con sus caricias. Con mi acostumbrada pose de putita, me le ofrecí al viejo.
Me mordisqueó las tetas, chupándolas como bebe hambriento a la vez que con sus manotas toscas agarraba mis nalgas. Su boca chupaba vorazmente mis sonrosados pezones, los cuales estaban duros, grandes y entregados plenamente a las mamadas que le aplicaba don Gus.
_don Gus con cuidado, le musite pero más que queja sonó como a invitación para que siguiera con su tarea seductora; recorrió con su áspera lengua la delicada piel de mi cuerpo depositando ricos y húmedos besos, haciendo que perdiera el sentido de la realidad, con las manos agarre la cabeza de don Gus y lo iba guiando hacia mi intimidad, ¡adoro que me mamen y le hagan cositas ricas a mi panochita!. Don Gus me quito mi tanga y la dejo a un lado yo me sentía emocionada de estar sola con un viejo que apenas había conocido y que como siempre terminaría por darle mi apetitoso trasero para que lo disfrutara.
Don Gus se regodeo mamando mi vagina la cual se encontraba apetitosa, su áspera lenguota se metía en mi intimidad arrancándome grititos deliciosos. ¡Huy que maravilloso era volver a tener un verdadero amante, un semental que me cogiera.
Fueron minutos fabulosos, don Gus mamaba como desesperado mi ardorosa panochita y yo disfrutando como una loca de sus caricias.
_ven acá ricura, te voy a dar un regalito, me dijo don Gus a la vez que esbozaba una sonrisa de lujuria, hizo que me pusiera de rodillas, era un espectáculo formidable el que se presentaba aquel viejo feo, marido de mi amiga Pachita estaba a punto de sacar su dura verga para que una joven casada o sea yo se la mamara.
Con una calma desesperante el viejo bajo el cierre del pantalón, mis manos acariciaban por encima aquel enorme paquete que en unos instantes iba a ser entregado a mi mamadora boquita; de pronto ante mi apareció la más bella y suculenta de las visiones una enorme verga negra como de veinticinco centímetros totalmente enhiesta se presentaba ante mí, don Gus la masajeaba para que a su sometida putita se le antojara aun mas.
abrí la boca queriendo atrapar esa vergota, que lucía imponente, era grande, negra, gorda y coronada por una cabezota que lucía brillante por el liquido preseminal que empezaba a brotar; don Gus masajeaba ese delicioso instrumento y me empezó a dar golpecitos en mi lengua, yo gustosa abría la boca para recibirlos con beneplácito. Sus huevos estaban duros, grandes, densos y llenos de semen, con deleite mi lengua se hundió en la negra mata de vello para devorarlos con glotonería.
Un suspiro de satisfacción salió de mi boca al tiempo que mordisqueaba con suavidad la piel de esos testículos que estaban cargados de leche y que indudablemente don Gus me haría tragarla.
_don Gus, que vergota tiene, me gusta mucho, estoy fascinada, ya quiero tenerla dentro.
El viejo no contesto estaba excitado con los ojos cerrados, seguramente gozando de aquella mamada que una chica joven le estaba dando. Devore aquella cabezota, imaginando las arremetidas deliciosas que en unos instantes me iba dar; olvide que estaba en mi departamento, en la cama donde Paul me hacía el amor.
_ven chiquita, quiero gozarte_ me dijo el viejo al tiempo que me daba un beso, me acosté, abriendo mis torneadas piernas, el viejo las recorrió con la lengua hasta llegar a mi intimidad, separó con su lengua mis labios vaginales y se apoderó de mi clítoris el cual fue chupado con delicia, excitada solo atine a agarrar la cabeza del viejo para qué siguiera con sus encantadoras caricias, trémula alcance un orgasmo rico _don Gus, papi, que rico.
El experto viejo me volteo y me saco mi vestidito, me repegó su delicioso paquete entre mis nalgas al tiempo que unos ricos besitos me dio en mi orejita diciéndome palabras soeces que a mí me parecieron las más románticas.
_que nalgotas tienes Pamela me muero por besarlas y meter mi verga en tu culote.
yo excitada moví mi exquisito culo para que don Gus me diera unas arremetidas con su gran verga, después recorrió mi espalda con deliciosos besos deteniéndose en mis carnosos glúteos, los cuales fueron objeto de incitadoras caricias y besos, emocionada separe mis nalgotas para que el feo viejo me mamara mi hoyito, unas sensaciones ricas envolvieron mi interior, vaya que don Gus sabia complacer a una mujer, conocía los puntos exactos y sensuales; y esa lengua maravillosa me arrancaba oleadas de exquisitas sensaciones, un nuevo y encantador orgasmo apareció en mi haciendo que de mi garganta saliera un delicioso gemido.
Con sensual coquetería me voltee y abrace al viejo a la vez que mis labios buscaron afanosamente su boca del que ya era mi nuevo amante; lo bese con pasión, mordiendo sus labios para musitarle al oído lo que ya era evidente. _ Cojeme papi, méteme esa vergota en mi cosita.
Don Gus fue introduciendo su rica verga, haciéndome sentir feliz y plena. _aaayy don Gus, que rico, métamela toda.
Movía mis nalgas rítmicamente, apoyando mis piernas en los hombros del viejo, quien impetuoso metía y sacaba aquella deliciosa e incansable verga plácidamente, arrancándome gemidos de goce, de placer, estaba completamente excitada y entregada a los devaneos de don Gus
_Que rica y buenota estas Pamela, me decía el viejo a la vez que arreciaba con las culiadas, el viejo tenía un gran vigor me sujetaba de mis caderas, moviendo ese maravilloso garrote dentro de mi
_aaayyy, hummm, papi que rico y que grande esta, aayy, sigue, no pares, me matas mi amor_ gritaba enloquecida de placer, que emoción, que rico era tener ese enorme falo dentro de mí, haciéndome maravillas ¡humm, que delicioso!
_Pamela, mamita, que culote tienes, el más redondo y paradito, asi muévete quiero sentirte, uuuf, que buenota estás_ me decía el viejo a la vez que me besaba en forma frenética.
Seductora me subí encima del viejo, guiando su suculenta verga para que se clavara en mi intimidad; me afianzo de las caderas y solita me ensartaba ese jugoso leño; las culiadas eran intensas, de vez en cuando don Gus me daba unas nalgadas que a mi parecían encantadoras.
_que rico don Gus, no me canso de que usted me culee. Voy a ser su mujer cuando quiera.
-que bueno mamita, yo solo quiero tener este rico culote para mí solo, ningún otro te cojera, solo yo.
Sudorosa, pero satisfecha me baje buscando aquel instrumento de placer para recompensarlo con una deliciosa chupada, extasiada engullí aquel enorme pito, que lucía gallardo; lujuriosa devore el glande provocando en don Gus un placer indescriptible.
_Pamela, muñequita quiero que te comas mi verga, me encanta._ me decía el viejo quien detenía su verga para que yo solamente chupara la deliciosa cabeza.
Don Gus me coloco de perrito, comenzando a chupar mi culito, yo movía mis nalgas ligeramente para recibir tan deliciosas lamidas.
_que rico, que sabroso culo_ dijo al tiempo que metía su tieso tronco lentamente, yo únicamente esperaba tener toda esa vergota de nuevo dentro de mi y que me arrancara un nuevo orgasmo. Don Gus empezó con las culiadas primero en forma lenta para después arreciarlas ricamente. Yo no pensaba, había perdido la noción del tiempo, sensaciones encantadoras llegaban a mi, gemía y pedía mas a don Gus, que gustoso me culiaba primorosamente.
la sabrosa verga me provocaba maravillosas sensaciones, que hacían que olvidara todo lo que sucedía a mi alrededor, entregada movía mis nalgas queriendo retenerla, hacerla mía, que se quedara dentro de mi. –aagh, me partes, como me cabe toda.
Metí mi mano para acariciar los huevos que golpeaban mis nalgas, los acaricie presintiendo su pronta descarga. Estaban duros, calientes.
Don Gus saco su deliciosa verga y empezó a acariciar mi culito metiendo primero un dedo, el viejo lo hacia de forma magistral, ya que sentía cosquillas y no sentí cuando metió dos, mi anito estaba completamente dilatado para recibir el premio que estaba esperando. Don Gus me metió la verga, haciendo que gritara ya que su adorable instrumento es muy gordo. – papi, con cuidado, sácamela, no, no, que rico me culeas.
durante largo rato don Gus me cojia, su negra vergota se metía una y otra vez, que sensación más placentera sentía, que maravilla ser la dueña de aquella verga, mamarla y besarla cuando yo quisiera de ahora en adelante. Un cuadro sexy se presentaba mis blancas nalgas eran anfitrionas de aquella morena verga, toda una delicia.
Sentía como las arremetidas que me daba se intensificaban, un gemido satisfactorio broto de mi boca, parando aun mas mi culito el cual se había comido toda aquella suculenta barra de carne maciza. Sentí las manos recias de don Gus apretar mi cintura, como gozaba con las plácidas y llenadoras culiadas que me estaba dando. aayyy, don Gus, cójame, soy suya.
_para más el culote Pamela que rico siento, nunca me había cogido a una mujer como tú.
Una emoción inolvidable fue la que sentí, mi piel se erizo, perdí la noción, un orgasmo mas estaba sintiendo, me sentía llena, dichosa, moví mis nalgas en círculos al tiempo que un torrente de rica y caliente leche inundo mi apretado y goloso culito que para ese entonces ya la apetitosa verga de don Gus lo había hecho más grande.
_siéntelos mamita, mi leche es tuya.
Don Gus saco su placentera vergota de mi castigado culito y se divirtió golpeándome mis nalgotas, amorosa me voltee como una gatita en celo y atrape aquel instrumento y le di unas deliciosas mamadas, hasta que dejo escapar la última gota de su dulce néctar el cual engullí como una verdadera putita
Mimosa me acurruque entre los brazos de don Gus, el viejo me abrazo, acariciando uno de mis redondos pechos, en tanto mi mano buscaba afanosa la verga que estaba potente, dura y dispuesta a seguir brindándome placer. Como una verdadera puta, porque en verdad asi me sentía, comencé a besar a don Gus, mordisqueando su gruesa boca, excitada y caliente le decía –papi, deja que sea yo la que te de placer, quiero mamar esta vergota.
Como una verdadera profesional recorrí con mi lengüita el pecho y la barriga tosca de mi nuevo amante, estaba loca por encontrar de nuevo aquella prodigiosa verga que me había hecho feliz. Al final encontré aquella aparatosa arma, gorda, brillante por los fluidos de ambos, sus vellos estaban húmedos, mi boca empezó por brindarle besitos a la punta del glande, para después devorar aquella barra de chocolate hasta el fondo, fueron minutos interminables que deguste la verga del viejo, momentos de placer, encantadores que me sentía feliz por volver a tener una verga que me llenara, que me dieran unas buenas culiadas. asi lo entendió don Gus y rápido me coloco de nuevo encima de él, en sentido contrario para que tuviera la hermosa visión de ver como mi ardorosa panochita se tragaba su animalote.
Ya no había vuelta, estaba enamorada de aquel hombre viejo y feo. Deseosa de tenerla dentro de mi me fui bajando ofreciéndole una maravillosa visión a don Gus el de ver mis nalgas blancas, redondas comerse su órgano sexual.
_aaay, don Gus, que rico siento, es muy grande y gorda, me gusta mucho.
Agarrada de las caderas, don Gus me subía y me bajaba embelazado, extasiado, satisfecho de estarse cogiendo a una mujer joven, guapa y que le correspondía totalmente.
Eufórica me entregaba a ese hombre, gozando, tragándome su portentoso instrumento. Una nueva oleada de placer inundo mis sentidos y un gemido de satisfacción salió de mi boca.
_don Gus, que rico siento que maravilloso me coje, siga.
Moví mis nalgas en círculos para provocar en don Gus mas placer, me agarro con más fuerza y ahora era él quien me culiaba plácidamente. En un movimiento inesperado me coloco de cucharita, para seguir con la cogida maravillosa que me estaba dando; me tenía abrazada mordisqueando el lóbulo de mi orejita, acariciando mis pechos, regodeándose con mis pezones.
_Pamela, bonita que rica estas.
Mimosa le sonreí, sintiendo que su verga se endurecía mas señal de que estaba por venirse y deseosa de probar su rica leche, le dije que me culiara mas. Acaricie su verga erecta, que potente y apuesta se introducía en mi panochita arrancándome un orgasmo satisfactorio.
Excitada le susurre al oído que me diera su deleitable lechita en mi boquita para agradecerle la cogida que me había dado. Don Gus, prosiguió cogiéndome otro rato mas, adueñado completamente de mi, era el amo y yo su esclava.
me acosté acariciando la verga que ya a la tenía a mi disposición, el viejo se había puesto de rodillas en medio de mi, ofreciéndome su traviesa verga, la que comencé a mamar, quería sacar hasta la última gota de semen, mi lengua recorría el venudo tronco hasta la base, una verdadera delicia, don Gus completamente perdido gemía sintiendo venir la lechita, la que salió en forma abundante, mi boquita no se daba abasto para tragar esa espesa leche, que a mí en lo particular me parecía el más exquisito de los manjares, sabrosas chupeteadas le hice a la enorme cabezota de don Gus, dejándolo exhausto, cansado pero satisfecho.
_uuf, que bárbara eres Pamela, nunca me imagine que te iba a coger.
Por todo respuesta busque su boca para agradecerle el momento de placer, ya no había nada que se interpusiera entre nosotros, el me iba a dar su sabrosa tranca y yo mis insaciables y suculentas nalgas.
Don Gus se vistió, yo estaba cansada pero me abrace a él y nos despedimos con un ardoroso beso y la promesa de que vendría al siguiente día a darme mi ración de lechita.
CONTINUARA….
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!