Perla
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Aníbal.
Habían ya pasado algunos meses desde mi encuentro en Acapulco con Perla, ella les recuerdo, tiene 28 años, casada con mi amigo Alejandro con el cual tiene un hijo, de niña fue algo llenita, pero al llegar a su adolescencia adelgazó y se le formaron unas hermosas, grandes y bien torneadas piernas que le hacen juego a un buen trasero.
Es alta mide más de 1.70 mts.,su tez es blanca aunque siempre luce un bronceado permanente y su cara, aunque un poco regordeta pues es de amplios cachetes o mejillas, es bonita. En donde no se favoreció fue en el busto pues no lo tiene grande, pero siempre que se viste los sabe lucir, pero como ya lo había comprobado cabe perfectamente en una mano y son riquísimos, además que por su maternidad se le agrandaron un poco.
Desde esa vez en la Disco en que cogimos dos veces (ver Inés 3…Perla), no había tenido la oportunidad de volverme a acostar con ella, y ya tenia ganas de hacerlo una vez más, pues sus piernas me volvían loco y me quedé con ganas de su culito. Sin embargo ella, me estaba evitando, pues de una u otra manera no salían con el grupo de amigos.
Un día sin más me presenté a su negocio, ella es dueña de una florería así que sin más llegue,Perla se sorprendió al verme y la abordé,se notaba su turbación, entramos a su oficina y fui al grano.
– ¿Qué pasa Perla, por qué me estás evitando desde que regresamos de la boda en Acapulco?
– Mira, lo que pasó esa vez, no debió pasar, tú y yo somos amigos y sobre todo eres muy amigo de mi esposo, me dijo.
– Tienes razón Perla no debió pasar, pero sucedió y a ambos nos gustó y lo disfrutamos, qué fue un momento de locura, de borrachera, de pasión, de sexo y tal vez de amor, (había que ponerle un poco de sentimiento al asunto) así fue, pero no significa que deba terminar nuestra amistad, sé que es difícil, igual me pasa a mi, pero no puedes separarte del grupo, tu marido va a sospechar que estas disgustada con alguien del grupo, ¿no crees?.
– Pues sí, pero no ha sido fácil para mí desde lo que pasó en Acapulco…
– Pues ya pasó y ahora debemos seguir siendo amigos, ¿no crees?
– Creo tienes razón, fue un momento de lujuria de mi parte…
– De ambos, la interrumpí, además ¿te gustó no?
Se sonrojó un poco me alzó la mirada, estaba llegando al punto que quería. . .
– Sí, gocé como una loca ese día.
– Quien quita y te de la oportunidad de volverlo hacer, le dije, entre risas.
Ella también rió, el camino estaba abierto, me despedí de beso en la mejilla, rozando sus labios y poniendo una mano en su cintura.
Así las cosas, a los dos días le hablé a su teléfono celular y le dije que tenía que hablar con ella, que iba a pasar a su negocio, me dijo que no, que no era buena idea, aún así insistí le dije que iba en camino.
– Pero, ¿para qué?, ¿por qué quiere venir?, me decía.
– Tengo que mostrarte algo, quiero que me ayudes, Perla.
– Pero, ¿para qué?, estaba asustada.
– Ya estoy afuera del negocio, me bajo por ti o te espero en mi automóvil?
– No, es que estoy ocupab…ocupada, trastabillaba al hablar y se le notaba lo nerviosa.
– Me bajo Perla, y soy capaz de darte un beso en frente de tus empleadas, así que tu sabes, estoy a un lado de tu negocio, avisa que sales, vamos Perla son las 10:30 de la mañana, ¿a qué le temes?
– Está bien, pero no nos tardemos.
La vi salir, llevaba una blusa blanca con transparencias que dejaba apreciar su espalda y el brassier y unos pantalones blancos ajustados que me provocaron una erección. Inmediatamente se subió a mi coche y arranque.
– ¿Qué pasa, ¿cuál es tu prisa, por qué pasas por mí?, me decía.
– Pues quiero que me acompañes a tomar un café.
– Como crees, que van a decir si nos ven.
– Pues que estoy tomando café con la esposa de mi amigo en el centro comercial, Perla ¿qué pueden decir?, ¡por Dios!, ¿no lo hemos hecho en otras ocasiones?
– Pues sí pero en forma casual, nos encontrábamos y ya.
– Bueno si no quieres ir a tomar el café al Centro Comercial, acompáñame al departamento que acabo de comprar, me lo están remodelando y si alguien nos ve y te preguntan dices que fuiste a ver lo de la decoración de algunas plantas de ornato.
– Bueno y ahí ¿hay más personas trabajando?
– Sí…mentí.
Llegamos al edificio, estacioné el coche y subimos desde el sótano que es donde estaba el estacionamiento, tomamos el elevador hasta el piso 8, durante el trayecto me le acerqué un poco y le dije lo bien que se veía y como le lucía esa blusa. Ella se sonrojó y agradeció el cumplido.
Una vez que abrí la puerta del departamento, la sujeté de la cintura, la acerqué hacia mí y comencé a besarla por el cuello, pensé que iba a protestar, pero me pasó la mano por mi cuello, mientras comenzaba a desabotonarle la blusa y tocarle su vientre.
Me ayudó con su blusa y se volteó, nos besamos.
– Quiero hacerte el amor sobrio, le dije.
– Yo también quiero que me lo hagas antes de que me arrepienta.
La tomé en mis brazos y la llevé hacia la sala, ahí se quitó su pantalón.
– Prefiero quitármelo antes de que se arrugue, me dijo al momento que lo acomodaba sobre uno de los sofás.
Por mi parte me desnudé con extrema rapidez, mi pene se encontraba completamente erecto y duro, por lo que en cuanto se volteó a dejar el pantalón al sofá, yo estaba por atrás moviéndole su tanga blanca y apreciando sus hermosas piernas y hermoso trasero, moví un poco sus nalgas y se lo introduje por atrás, ella sólo emitió un quejido y empezó a gemir con cada movimiento y penetración que le hacía, me ayudaba con sus caderas y la jalaba hacía mí, me gustaba ver como mi verga se perdía en medio de sus nalgas, ella emitía sus gemidos mientras mantenía los ojos cerrados, la penetración no fue difícil, pues su conchita estaba completamente húmeda, como pude la moví del lugar donde estábamos y nos pasamos al mueble más grande. Mientras la penetraba continuaba jalándola hacía mí y pasaba mis manos por su espalda y cuello.
– Así que, ¿ya no querías que te la metiera?, le decía mientras le pasaba mi lengua por su cuello y cara.
– Si, metémela, rápido, ahhgggg.
– Mira Perlita, cada vez que te quiera coger, lo voy a hacer como quiera, donde quiera y con quien quiera, ¿eres o no mi putita?, le decía excitadísimo.
– Sí soy tu puta, cógeme cuando quieras…ahhhh
Por mi parte estaba sintiendo una excitación fenomenal al decirle todas esas cosas, y en la posición que la tenía me sentía dominador.
Le di la vuelta, poniéndola de espaldas al mueble y le propiné una mamada a su panocha que le provocó gritos de placer, ocasionándole un primer orgasmo, yo estaba a mil y necesitaba que me la mamara también por lo que me acosté en el sofá y la puse sobre mi boca y ella me la empezó a succionar, mientras con una mano se masturbaba, vaya que estaba siendo una fenomenal mamada, pues con su otra mano jugaba con mis testículos, estaba a punto de venirme, por lo que la retiré y la puse sobre el mueble y le abrí completamente de piernas dejándome apreciar su chorreante cueva en todo su esplendor y la penetré con suma facilidad, mientras la besaba salvajemente.
– Putita me voy a venir dentro de ti, eso me excita más.
– No, pues estoy buscando embarazarme de Alejandro.
– Pues aquí se hace lo que diga, Perla, ¿o quieres que te la deje de meter?.
– No, por favor, eso no, sigue así…
Claro que no iba a sacársela y me quería venir dentro de Perla quien estaba a punto de tener un segundo orgasmo, me enterró las uñas de sus manos en mi espalda y ambos acabamos.
Perla quería más, mucho más esa mañana y lo iba a tener, se cambió de posición y me dio una mamada para limpiarme, se paró fue al baño se limpió regresó y me abrazó.
– Que rico ¿ya acabamos?, me decía mientras me empezaba a masturbar para ponerme en acción nuevamente.
– No, como crees si de aquí no te vas hasta que te la haya metido por ese culito.
Ella empezó a besarme la verga, y en ocasiones se metía el glande y pasaba su lengua alrededor de él, para posteriormente metérsela toda en su boca, tres veces realizó esa operación y mi verga se puso en todo su esplendor, Perla se montó en ella y quedó de frente a mi, comenzó a cabalgarme y a realizar maravillosos movimientos de pelvis, sentía como su vagina aprisionaba mi pene, se lo engullía y aprisionaba para sí.
La ayudaba con mis manos en sus caderas y nalgas. Ella se metía las manos entre su cuello y se soltaba el pelo y con ese movimiento me mostraba sus pechos, que aunque nada grandes eran muy ricos, eso le provocó enorme placer.
– Así, sigue así, me gusta que me besen y chupen mis tetas.
– Y a mí me gusta besártelas, Perla, así como agarrarte tus nalgas.
En eso estabamos, cuando comencé a introducir un dedo en su ano, costándome trabajo pues al parecer era virgen por ese lado. Cada vez que intentaba penetrar mi dedo, le producía un rechazo pero a la vez una excitación que se le notaba pues realizaba movimientos más rápidos.
– ¿Te gusta que te meta mi dedo por tu ano?
– Sí, me esta produciendo un raro placer.
Listo eso era lo que quería oír, me paré y me puse tras de ella, y empecé a besarle las nalgas y pasaba por su panocha, mientras con uno de mis dedos iniciaba presión en su ano, ella se empezó a masturbar e iniciaba otro orgasmo más, ya estaba una falange de mi dedo dentro de su ano, por otra parte, con la otra mano le abría las nalgas, mientras le introducía mi pene por su vagina para que no perdiera el ritmo.
– Me molesta un poco tu dedo en mi ano, ¡pero no lo saques!, me decía.
– De ninguna manera, Perla vas a seguir gozando como lo estoy haciendo yo.
Pero por supuesto que se lo iba a sacar pues ese lugar lo estaba esperando mi verga, sabía que iba a ser difícil, pues al dedo de en medio le había costado trabajo entrar, y mi verga era considerablemente más grande y gruesa, pues en esos momentos debía medir cerca de los 20 centímetros y todos ellos pensaba metérselos.
Cuando más excitada sentí que se encontraba Perla, y mi dedo ya estaba dilatando un poco más su ano, decidí que era el momento de intentarlo, se la saqué de su vagina, recliné más a Perla, para que me diera mejor disposición de sus nalgas y comencé a introducir mi pene, mi glande no hallaba la forma de entrar, no quería hacerlo violentamente por temor a que se desgarrara y lastimara a Perla, por lo que decidí hacerlo poco a poco, lo mejor era que Perla también quería probar por ese nuevo lugar, una vez hubo entrado la punta de mi verga, Perla dejó de masturbarse y ella se abrió más sus nalgas y me gritó…
– ¡¡Ahora cabrón rómpeme!!
No dije nada sólo realicé su voluntad y dejé ir mi peso para ayudar a la penetración anal.
– AHHHHHGGGGG, SIIIIII, ¡¡¡HIJO DE PUTA QUE CABRÓN!!!, AH, AH, AH, AH, AH…SI
Había entrado, fue más fácil de lo que pensé, aunque sentía cierta incomodidad por lo estrecho de su ano, debía esperar a que éste se acostumbrara y diera de sí.
Poco a poco comencé a meter y sacar, Perla lloraba de dolor y excitación, me preocupé, pero no quería que se la sacara.
Una vez se hubo acostumbrado el ano a su intruso, inició una frenética cogida entre Perla y yo. Era fenomenal como en tan poco tiempo, su ano adquirió el tamaño adecuado y yo fuera de sí, jadeaba, gritaba y nalgueaba a Perla, sabía que estaba a punto de venirme, sentía mis huevos chocar con su concha, ella gritaba igualmente de placer, la penetración fue total, la visión que tenía de la sodomización era excitante, ella con lágrimas en su cara demostraba una expresión de lujuria, sus ojos en ocasiones cerrados y en otras abiertos pero en blanco me decían que estaba experimentando una nueva sensación.
– ¡¡Ah, ah, sí, sí!!
– ¿Sí que Perlita?, ¿te gusta perrita?
Volteaba a verme y su expresión de auténtica lujuria y pícara sonrisa me contestaba a la pregunta.
No pude más y exploté dentro de ella y continué perforando su ano, hasta que sentí la flacidez de mi miembro dentro de ella, y sentí como empezaba a salir mi semen de su cavidad.
Estabamos agotados, terminé acostado sobre su espalda, me retiré y ella estaba acostada boca abajo sobre el sofá aún jadeando.
– Qué maravilloso, que cogida me hiciste, eres un cabrón no respetas a la esposa de tu amigo, rió.
Verla abierta de piernas, con la vagina chorreada de líquidos, el culo abierto y lleno de semen, completamente empapada de nuestros propios sudor, era una fotografía inusual en ella, además su cara demostraba felicidad.
– Que maravillosa y puta eres Perla, anda vamos a la regadera a ducharnos.
Al llegar a la regadera, nos enjabonamos y masajeamos un poco, ella me pidió que le lavara su recién estrenado culito.
– ¿Por qué si te gustó hacerlo por el ano, no lo habías intentado?, le pregunté, mientras se lo besaba.
– No sé, con Alejandro nuestras sesiones de sexo son de lo más normal y monótono, una vez intentó pero no lo dejé, no sé tal vez el pudor, y ahora contigo pues andaba muy excitada.
Nos besamos y secamos ya era más de medio día, todavía en la regadera mientras me lavaba la verga me regaló otra mamada más, nos secamos, no le importó llegar con el pelo mojado, “ya que le hacía”, había dicho, la vestí, mientras le ponía su tanga le comía el chocho, se volvió a excitar, pero por hoy era suficiente, ambos teníamos que regresar al trabajo. Quedamos en hablarnos y vernos lo antes posible, le dije que íbamos a experimentar cosas nuevas.
Al dejarla en la puerta de su negocio, observe como movía ese maravilloso y recién estrenado culo. Sí su esposo era muy amigo mío pero ella era ahora más íntima mía, no, no me remuerde la conciencia.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!