Placer sin fronteras
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Y ahí fue cuando él entró a mi habitación. Me preguntaba como había entrado, mi marido iba a llegar en cualquier momento , pero traté de hablar y lo único que dijo fue
-Shh
Entonces me quedé callada, él me miraba con un aire de deseo y exitación que a mi siempre me encendía. Me acostó sobre la cama y me empezó a dar besos en el cuello. Besó y lamió todo mi cuerpo. Esta como todas las veces anteriores, el sexo oral fue lo mejor. Me empieza refregando su cara contra mi vagina, luego refriega toda su lengua, me penetra con ella una y otra vez. Luego se centra en mi clítoris y vuelve a lamérmela entera, como comiéndomela salvajemente.
Luego se arrodilló mirándome mordiéndose los labios. Es tan sensual, tiene esos abdominales esculpidos y esos ojos tan bellos. Se desabrochó el cinturón y se bajó los pantalones. Fue ahí cuando me incorporé y empecé a acaricar su pene desde el boxer. Lo veía crecer y crecer hasta que le saqué el boxer y me lo metí profundamente en mi boca. La primera chupada es la mejor para mí y para él. Me encanta saborear su pene, lamérlo, adorarlo. Es tan enorme y jugoso.
Luego me acostó denuevo en la cama, levantó mis piernas y las puso arriba de sus hombros. Me besó y me penetró profundamente. Duro, sin miedo. A mi me gusta el sexo fuete. Me encanta oir ese ruido de los fluidos de mi vagina y de sus bolas contra mi cola.
Cada penetración era como una explosión de pasión animal. No había parte de mi cuerpo que no estuviera completamente en llamas. Mi visión se redujo. Lo único que sentía era ese enorme placer que me hacía gemir cada vez más fuerte expresando el placer que estaba sintiendo.
Él estaba a punto y le pedí que me terminara adentro, aunque claro lo iba a hacer de todos modos. Me danto placer.
Empezó a gemir fuerte mientras sentía su semen en el interior de mi vagina. Eso ya me hizo terminar. Acábabamos los dos juntos en un gran clímax de placer incontrolable.
Escuché llegar a mi marido y cuando quise mirar a ese hombre que me daba tanto placer, ya había desaparecido.
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