Puta por curiosidad….
Una esposa se da cuenta de que, aunque actuó como una puta, no me sentía ser una puta. Ya que lo disfrutó y mucho, además reconoce que no lo hizo por necesidad, sino porque le dio su real gana. .
Bueno de alguna manera debo contar lo que me sucedió. Mi esposo y yo, nos habíamos preparado para la fiesta de disfraces que, acostumbra a dar la esposa de su jefe.
Y aunque el disfraz de Francisco era de un gánster de los años 20, como mi disfraz parecía más de puta que, de bailarina de charlestón. Por fastidiarlo comencé a decirle que su disfraz era de cabrón, lo que a Fran no le causo gracia.
Ya en la fiesta la pasamos de lo mejor, aunque confieso que se me fue la mano bebiendo, y a mi esposo también tan es así que apenas regresamos a casa, el pobre cayó como un bloque sobre la cama.
Mientras que yo me sentía de lo más alegre, fue cuando me di cuenta de que se me habían terminado mis cigarrillos, y lo único que se me ocurrió fue salir a la calle, y llegarme a pie, a un bar cercano, para comprarlos.
El dueño del bar se me quedó viendo de manera rara, y de inmediato salí del bar y prendí un cigarrillo, ya me lo iba fumando cuando un auto se detuvo a mi lado, de inmediato el conductor me preguntó cuánto, yo pensé en ignorarlo, y seguir caminando, cuando el tipo ese insistió en preguntarme que cuanto, y si era con derecho a todo.
La verdad es que no se si por lo bebida que me encontraba o por bruta, que se me ocurrió preguntarle que él entendía por derecho a todo. Riéndose mientras que frente a mis ojos sacando un gran fajo de billetes, me dijo. “Pues que va a ser coño, culo, y boca.”
La verdad es que al escucharlo decir eso, y viendo aquel gran fajo de billetes, no sé cómo que me dio curiosidad, por ver que se sentía, eso de ser puta. De lo más tranquila me he montado en su auto, y apenas arrancó colocó su mano derecha entre mis piernas. Sin que yo le dijera nada, y así continuó acariciando mi coño por encima del panti, hasta que llegamos al motel.
Yo a todas estas, mientras él conducía, me decía a mí misma, como me había atrevido a hacer semejante locura, pero a medida que el tipo ese seguía acariciando mi coño, por encima de la tela de mis pantis, en lugar de detenerlo y ponerle un alto de inmediato, lo que hice fue que sin decir nada me bajé los pantis hasta las rodillas, y abrí más mis piernas. Sintiendo como sus dedos, exploraban y acariciaban todo mi depilado coño, divinamente.
Tan es así que el encargado del motel se nos quedó viendo por un buen rato. Con su boca abierta y sus ojos clavados en mi coño. Ya dentro de la habitación, sin yo pedírselo me entregó gran parte del fajo de dinero, que de inmediato metí en mi cartera, aun preguntándome a mí misma que era lo que estaba haciendo.
No sé, pero al tener todo ese dinero en mi cartera, simplemente me comencé a desnudar frente a mi cliente, diciéndome a mí misma. “En ocasiones le has montado los cuernos a tu marido por el placer de hacerlo, ahora es por dinero.”
Así que, acordándome de un comentario, sobre la higiene antes de sexo, lo que se me ocurrió fue ayudar a mi cliente a quitarse la ropa, y luego agarrando su erecto miembro conducirlo al lavamanos y lavárselo. Como toda una profesional. Frente al mismo lavamanos me agaché frente a él, y me he dedicado a mamárselo, pero por relativamente poco tiempo, ya que fue él mismo quien casi me imploró que me detuviera.
Por lo que apenas saqué su miembro de mi boca, nos dirigimos a la cama, en la que me recosté con las piernas bien abiertas. Su miembro era más o menos similar al de mi marido, o sea nada del otro mundo. Pero apenas comenzó a penetrarme me di cuenta de inmediato que en realidad era bien diferente al de Francisco, ya que la manera de moverse, y apretarme divinamente contra su cuerpo de inmediato me hizo sentir algo especial, y diferente a cuando tenía sexo con mi esposo.
Su manera de apretarme contra su cuerpo, y el cómo metía y sacaba su verga de mi coño, era algo inaudito. Mientras que yo movía mis caderas como una loca, procurando sentir más y más dentro de mí, aquel sabroso pedazo de carne, que me empujaba una y otra vez.
Yo no sé cuánto tiempo estuvimos en esa posición, lo que, si se es que cuando tras sacar su sabroso miembro de mi coño, me tomó por los tobillos, separó mis piernas y salvajemente me volvió a penetrar. Yo casi me muero, pero de placer. Tan es así que me hizo sentir un sin número de múltiples orgasmos, dejándome completamente extasiada, agotada y deseosa de seguir.
Así que a pesar de lo agotada que estaba cuando él me comenzó acariciar mis nalgas, yo me dediqué a mamar nuevamente su verga, hasta que se le volvió a tonificar, y sin pérdida de tiempo me la enterró por el culo.
La verdad es que no pensé que me llegase hacer eso, pero a medida que me daba bien duro, una de sus manos se incrustó dentro de mi coño, haciéndome sentir un placer salvajemente increíble.
Cuando finalmente se vino dentro de mis nalgas, me dejó recostada sobre la cama, se vistió sin tan siquiera despedirse se marchó. Yo al rato me levanté, me di una ducha rápida, y expulsé todo lo que él había dejado dentro de mí.
Luego me vestí, salí del motel, y apenas pasó un taxi me dirigí a casa. Así que, al llegar a casa, me di cuenta de que, aunque actué como una puta, no me sentía ser una puta. Ya que lo disfruté y mucho, por cierto, la verdad es que no lo hice por necesidad, sino porque me dio mi real gana.
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