Quisiera ver cómo te hace el amor otro (1)
Petición de mi amante a su mujer mientras él se la estaba cogiendo, para tratar de convencerla que hicieran intercambio..
Mi esposo Miguel y yo ya llevamos varios días esperando que mi amante Manuel convenza a su esposa Laura para que hagamos un intercambio de parejas. Manuel también ha puesto lo suyo para mantener el interés de mi marido para cogerse a Laura. Me ha enviado fotos que le toma a su esposa para que se las muestre a Miguel.
El domingo mandó una foto, aunque se lo mostré a mi marido hasta la noche. Laura dormía y estaba completamente destapada, yacía desnuda en la cama, bocabajo, mostrando medio rostro plácido, se veía bella. Entre las piernas, una flexionada y la otra estirada, se notaba una mata alborotada, con los labios abiertos y brillosos por el semen y el flujo de la cogida que la había dado Mario. Al parecer éste estaba de pie sobre el colchón al tomar la foto, pues se mira uno de sus pies (los conozco y los he besado). El texto decía “Para que tu marido te coja rico al pensar en ella”, ¡como si yo no fuera suficiente para calentarlo!, exclamé, pero no se lo dije.
Pero sí, Mario tenía razón. Mi marido exclamó “¡Qué buena se ve!” y se le paró la verga como por arte de magia. Miguel se dio unos cuantos jalones y empezó a babear el presemen. Estaba tan caliente que me exigió “Te toca encuerarte, no me vas a dejar así. ¡Vámonos a la cama, puta!” y yo, obediente, me encueré… ¡Qué cogidota tan rica me tocó! ¡Hasta me gustó que, tomándome de las caderas, me dijera “Qué rica estás Laurita”! Sí, sucedió como Mario dijo.
El lunes, al salir del trabajo, Mario y yo fuimos a comer y platicamos sobre el avance que él llevaba en el convencimiento, nada nuevo a lo que he comentado antes. Sin embargo, Mario se había leído y releído mis relatos fantasiosos, con los que inicié en ésta página y tenía varias preguntas, ya que él creía que no todo era ficción.
–¡Claro que he colocado en ellos varias verdades! Tú sabes que lo de las fotos mías que te pedí en la USB es cierto; respecto a las personalidades y ciertas conductas, tuyas y de mi marido, pienso que son un buen acercamiento a la verdad –contesté–. También es cierto y te consta, aunque entonces no lo sabía, pero sí lo sospechaba, que mi marido quería ser cornudo –concluí.
–¿Cómo supiste de mis relaciones sexuales con mi hermana? –preguntó sin rodeos.
–¿…? –por la sorpresa, me quedé muda, pues lo ignoraba –. ¿Ese no es invento mío…? ¿Tienes relaciones con tu hermana? –me atreví a preguntar.
–Bueno, no se da exactamente de esa manera en que lo cuentas, pero sí noté que incluiste varios detalles que alguna vez te había contado sobre ella, incluido lo de ser madre soltera y que yo no pensaba casarme. Pero eso ocurrió cuando nació su hijo, fecha que pudiste haber colegido. En fin, armaste un relato muy cercano a la realidad –confesó.
–Es cierto que incluí los detalles que mencionas, pero lo restante solamente lo imaginé pues casaba bien en la historia –respondí, callando que no encontré otros motivos que encajaran tan bien.
–¿Y qué piensas del incesto? –me preguntó mirándome a los ojos como si quisiera entrar por ellos hacia mis pensamientos.
–Pienso que ha de ser algo más común de lo que la mayoría de las personas supone. En ese mismo espacio donde escribí mis relatos, hay muchas historias similares al respecto. La mayoría iniciaron en la infancia o adolescencia, pero dejaron una impronta profunda –aseguré.
–Seguramente, casi todas han de ser falsas, fantasías como las que tú escribiste –replicó.
–Sí, no cabe duda –consentí afirmativamente–, pero algunos serán ciertos… –aseguré con timidez.
–¿Cuáles podrían ser ciertos? ¿Acaso te consta alguno? –inquirió con severidad.
–No, ninguno me consta, ni siquiera lo tuyo –dije subiendo los hombros.
–¿Dudas de lo que te dije? –preguntó mostrándose incómodo.
–No tengo por qué dudar de tu palabra. Tampoco de otros amigos de esa página, a quienes he seguido sus textos durante años y que acostumbran señalar cuándo se trata de una ficción –y le conté de estos casos.
Le platiqué lo de Ber con su hermana; también lo de su maestra con su padre, su hija y el padre de ésta. Lo del esposo de Tita con la hermana de él. Las mamadas de verga que le dio Mar a su hermano y los crecientes deseos de ella por coger con su padre, motivados por los relatos de Ishtar; también a los parientes que ésta se ha tirado. Manuel estaba extrañado de que yo hubiese creído que todos esos casos fuesen ciertos, pero empezó a comprender que no tenía por qué dudarlo, dados los años que llevábamos intercambiando comentarios y correos electrónicos entre nosotros y que todo me parecía muy consistente.
–¿Tú no tuviste alguna experiencia sexual de ese tipo? –preguntó, a sabiendas de que no tuve hermanos.
–No, si acaso algunos repegones y manoseos con los primos, de lo que yo recuerdo –precisé porque efectivamente no recuerdo ninguna caricia lasciva por parte de algún tío o de mi papá–, pero solamente eso… –señalé con un dejo de tristeza.
–¡Te amo, mi chichona, y ya quiero cogerte! –exclamó pasando su mano discretamente sobre una de mis tetas– ¡Vamos al hotel! –concluyó, haciendo una señal a la mesera para que nos trajera la cuenta.
Tomados de la mano caminamos hacia el hotel acostumbrado. Apenas entramos al cuarto, entre abrazos y besos, nos desnudamos uno al otro. Abrazados, caímos en la cama y comenzamos el coito como si fuese la última vez que nos viéramos.
–Cógeme como si fuera tu hermana –le pedí con un dulce beso que lo puso más arrecho.
–A todas me las cojo igual. ¿Con Ber o Chicles los cogerías distinto?, porque ya vi en los comentarios que les has prometido tirártelos, putita… –dijo al penetrarme.
Concluida la primera tanda de orgasmos mutuos, nos pusimos a platicar de los avances en nuestro proyecto de intercambio. Le conté de las ricas cogidas que Miguel me daba viendo las fotos de Laura. “Mi marido está muy ansioso por sentir las nalgas de tu mujer en sus pubis”, le aseguré. “Yo también quiero ver la cara de puta que ponga mi esposa cuando se la esté enchufando tu marido”.
–Anoche, con la foto que enviaste, me tocó una cogida tremenda, hasta me gustó que me dijera «Qué rica estás, Laurita», con sus manos en mis caderas y dándome verga muy rápido –le dije a Mario y su pene comenzó a resucitar.
–Hoy en la mañana, al cogérmela de perrito le dije “Quisiera ver cómo te hace el amor otro, mientras yo entretengo así a su esposa”. Ella paró más las nalgas y me dijo “Seguramente quedará muy entretenida con esto adentro…”, moviéndose más rápido.
Mario me contó que, al terminar de hacer el amor, ella sugirió que buscaran un club swinger para concederle ese deseo. “¿No podría ser peligroso o incómodo?”, contestó él, y añadió “quizá sea más conveniente con alguna pareja de amigos”. Ella se quedó pensando, pero que hasta la noche le preguntará que es lo que ella pensaba pues quizá ya estuviese buscando en su mente alguna pareja, o sopesando la conveniencia de una u otra idea.
Pues ya están enterados, amigos.
Bueno, quizá sí pueda convencerla de que sea con unos amigos…
¡Suerte!
Pues el convencimiento va por buen camino, amiga, ya envió la siguiente parte.
¡Qué bien, va por buen camino el asunto! La verdad, te envidio. Ya te lo he dicho.
A mí marido sí le he visto ganas de cogerse a alguna (y no creo que a mí me guste la idea), pero no de que alguien me coja (esa idea sí me gusta). Eso lo envidio. Me gustaría dormir una noche con todos, aunque pasen muchos días para reponerme de la fornicada que me darían.
Me acordé de la canción «¿Sabes de qué tengo ganas?»
A «todos» ¿te refieres a Ramón, Bernabé y Amador? O ¿también invitarías a Ber?
A veces tarda mucho en caer la presa, por ello hay que tener paciencia de araña. Ánimo, vaquita, tú también vas a ver cómo Miguel le da mucho amor a Laura.
Lo que no sé, pero suspecho, qué hace allí el tal Manuel. Creo que tuviste un lapsus de memoria, y afloró un nombre verdadero…
¡Ja, ja, ja! Chicles sí adivinó y ahora caigo en cuenta que el tal «Roberto Carlos» de Tita en un relato, no ha de haber sido una asociación con el cantante, como ella dejó ver en los comentarios de ese relato.
Pues sí ha ido lento, pero no ha de ser tan simple decirle a una esposa «Vamos a coger con otros». Ahí vamos, ya envié la siguiente parte.
Ya, dejemos que descanse en paz Carlos, ¡digo, Roberto! Ja, ja, ja.
Por lo pronto, ya salió de ella la aceptación de que se la cojan frente al marido.
En la siguiente parte, que ya envié está más claro lo que pasará.
A ver… ¿Cómo se llama tu amante? ¿Por qué el disfraz inicial y luego se lo quitas?
Sea como sea, se ve que tu amante es un gran manipulador, aunque parece que todo se le sale de las manos. A ver qué decide Laura: ir a un lugar donde puede escoger, o elegir una persona que le parece bien, pero la herramienta será una sorpresa, buena o mala, pero la conocerá hasta que la vaya a usar.
Pues Laura, si acepta estar acá, en la verga de mi marido, no se va a decepcionar, él le tiene ganas…
Sí, fue un lapsus, pero ya regresé a llamarle «Mario» en el envío que envié.