Quisiera ver cómo te hace el amor otro (4)
Acordamos, ambas parejas, cuándo y dónde nos daríamos un festín completo, pero en la reunión sólo hubo “probaditas”.
Después de estar buen rato en el chaca-chaca, le sugerí a mi marido que “le comunicara a Mario que yo aceptaba el intercambio, pero en presencia de ellos”. Planeamos cómo se daría. Era obvio que no debería ser en un hotel y, además, lo más pronto posible. Pero también, requeríamos hacer alguna reunión o actividad entre los cuatro para ir dándonos confianza. De hecho, a Laura era la única que teníamos que integrar.
El sábado hablé con mi hija para que acudieran el domingo a casa para la celebración de la Noche Buena. “¡Bien!, porque mis suegros quieren llevarnos a Cancún para celebrar allá el año nuevo”, me dijo ella. Eso nos dio luz verde para invitar a Mario y Laura a pasar juntos el fin de año.
–¡Qué bueno! Pasaremos ese fin de semana como si fuera el último del año, a ver si no se empachan con tanta leche por andar de putas –dijo Miguel, tomando mi teta para dormir con ella en la boca.
Disfrutamos en familia la llegada de la Navidad. Entrega de regalos, todos con gorros de Santa Claus. Cuando mi hija y su esposo se retiraron, nos fuimos a la cama. Ya encuerados, Miguel me puso uno de los gorritos y me tomó una foto, del ombligo hacia arriba sonriendo. Envió la foto a Mario con el texto “¡Feliz Navidad! Gloria acepta. Mañana te hablo para los detalles”.
Laura y Mario ya estaban en la cama cuando llegó el mensaje. Lo vio y se lo mostró a Laura. “Mira lo que me mandó Miguel”. Laura tomó el teléfono y miró la imagen, primero asombrada y sonrió cuando leyó el texto.
–¡Con razón la miran ustedes con lujuria en el trabajo…! ¡Parecen tetas de modelo porno! –dijo Laura y se acercó a Mario.
Ella misma respondió con una selfi que tomó ante el espejo de la pareja, de cuerpo completo: ella de perfil y él de frente. “¡Feliz Navidad!” puso de texto y la envió, regresándole el teléfono a Mario cuando se cercioró que éste ya había sido leído.
Según me platicó ella después, se puso a masturbar a su marido mientras él veía la fotografía “Imagina las mamadotas que le vas a dar a tu amiga”. Ye le confesé que hice lo mismo, una mano en el pene de mi marido, y la otra en mi cuca diciendo “Mira qué nalgas tan bonitas, y qué pene tan rico”.
El lunes en la tarde, hablamos por teléfono para invitarlos a que despidiéramos juntos este año y recibiéramos al siguiente. Laura y yo acordamos que haríamos juntas las compras de lo que prepararíamos de cena. El martes pasamos a su casa. La intención era que Laura y yo acordáramos el menú y nos fuéramos de compras. Ellos se quedarían jugando ajedrez. Nos recibieron muy contentos, de abrazo y beso.
–¡Pareces de palo, Mario! Dale un abrazo más fuerte a mi mujer para que yo me anime a hacer lo mismo con Laura –dijo mi marido abrazando a Laura.
–Bueno, quiero sentir el colchoncito del frente… –dijo al apretarme para embarrar su pene en mi pubis.
–Eres muy hermosa –dijo Miguel dándole un beso cerca de la boca, pero Laura se movió para dejar sus labios a disposición de la lengua de mi esposo.
Fue un toqueteo muy cachondo, y lo era más en presencia de los consortes. Las manos de Mario me acariciaron las chiches por encima de la ropa, mientras yo le metía la lengua en la boca. Miguel se despachaba a dos manos, una en cada nalga de Laura y ella besaba a Miguel acariciándole el pelo.
–¿Tomamos algo para festejar esos regalos de Navidad que nos enviamos? – dijo Mario sin soltarme de la cintura, pero ellos estaban en lo suyo y nos quedamos viéndolos.
Era claro que la química y las feromonas de nuestras parejas estaban en sintonía. Volví a recordar el relato “Quiero hacer un gato” que escribió Tita… Volvió a preguntar Mario lo mismo, en voz más fuerte y más cerca de ellos anteponiendo “Perdonen que los interrumpa”. Se separaron, pero sus rostros reflejaban un claro enamoramiento y sin soltarse de la mano ambos dijeron “Sí” y se dieron un último pico. Departimos un rato, yo sentada al lado de Mario, con mi mano en su pantalón, sobre su pene erecto al ver al ver a su mujer tan arrecha, sin separar su mejilla de la de mi marido y éste con la mano en la nalga de Laura, pues allí la había puesto cuando se sentó ella.
–Bueno, ¡salud por ustedes y por nosotros! –dije levantando la copa.
–¡Salud! –respondieron a coro sin reparar en quiénes eran “ustedes” y quiénes éramos “nosotros”.
–Tenemos que ponernos de acuerdo en el menú de la cena de fin de año –señalé–. ¿Qué sugieren?
–Pechugas para mi marido –dijo Laura sonriendo.
–…y aguayón para el mío –dije continuando la broma.
–Para ustedes habrá otra cosa, pero ambas tendrán lo mismo: leche de creadillas y besos por todo el cuerpo –dijo Miguel y Laura rio.
–Ya, en serio, no hablo de los postres, sino de lo que haremos para la cena –insistí.
Así, entre bromas y veras, y uno que otro beso y caricia, nos fuimos poniendo de acuerdo. Fue un buen acercamiento para saber que nos iría muy bien en el festejo de Año Nuevo. Aunque yo sí me quedé preocupada. “¿Laura toma anticonceptivos?”, le pregunté a Mario. “No, pero afortunadamente ya está ligada”, contestó compartiendo mi preocupación.
Laura y yo nos fuimos a hacer las compras como si fuésemos dos viejas amigas. Pensar que sólo algunas ocasiones habíamos intercambiado saludos en las fiestas de la oficina donde trabajamos Mario y yo…
Por último, pasamos a comprar un pollo rostizado y algunas ensaladas para comer algo a nuestro retorno. Comimos y bebimos alegremente y nos retiramos. En la despedida, Mario me sacó una teta frente a ellos y le dio una pequeña mamada; a mi marido se le puso el pene como fierro y Laura se lo sobó con lujuria mientras le daba un último beso donde Miguel le metió la mano bajo la falda para abrazarla de las nalgas a flor de piel. Al ver eso me separé de Mario, que veía embelesado la manoseada que le daban a su esposa. Tomé a mi esposo de la cintura diciéndole “Ya vámonos, eso será hasta el domingo” le dije con un tono que no ocultaba mis celos. Laura sonrió al ver la turgencia prominente que mostraba su esposo. Antes que la puerta se cerrara completamente, alcancé a escuchar que ella le dijo a su esposo “Un poco más y se te cumple hoy tu deseo de verme ensartada por otro”.
–¡Qué rica está esa mujer! –me dijo mi marido– Lo mejor es que tu amante se entretuvo con tus hermosas tetas –dijo y me acarició el pecho.
Obviamente llegué con la pantaleta mojadísima y mi marido me desvistió completamente. “Me gusta esta putita chichona” dijo antes de besarme. Me cargó para llevarme a la cama. “Voy a practicar mucho para estar en forma y atender a la esposa de tu amante como se debe”, dijo al desvestirse. No cabía duda que en el recuerdo traía a Laura, pues la verga estaba muy parada y brillante. “Practica lo que quieras, mi amor” le dije al recibirlo.
Después supe que algo similar ocurrió en casa de Mario y Laura, ambos estaban deseosos de coger después de la gran calentada en la despedida.
–Vamos a la cama, mi mujer, te ayudaré a bajar esa calentura que te contagiaron –dijo Mario tomando de la mano a su esposa para llevarla a la recámara.
–Tú también estabas tan caliente que le mamaste las chiches a tu amiga, lo bueno es que ella misma impidió que su marido me bajara el calzón… –retobó Laura quitándole la camisa y desabrochándole el cinturón.
–Sí, de no haber intervenido ella, te empala Miguel de pie. Seguramente sin impedírselo de tu parte, tenías cara de puta que pedía verga, y ahora mismo te la daré yo –dijo Mario al desvestirla.
Ambos cayeron a la cama y cogieron mucho. “Ahora métemelo por el culo” pidió Laura cuando se colocó de perrito. “Hay que ejercitarlo para que podamos hacer un sándwich. ¿Te gustaría por allí o por el frente con tu amigo?”
–Por donde me lo pidas, mi amor, pero creo que a Miguel le va a gustar usar ese espacio, no deja de albar tus nalgas –dijo al enterrarle el glande, Laura se echó para atrás exigiendo toda la tranca en el intestino– ¡Qué bien te mueves, puta!, piensa que es la verga de Miguel la que tienes adentrooo…
–Seguro que en el sándwich con Gloria vas a querer por adelante para disfrutar con tu bocota de ese hermoso pecho –dijo Laura al sentir el calor de la simiente del marido, aún con el pene dentro.
Si yo hubiese estado en el papel de Miguel, le hubiera dado una probadita, pero hasta el útero.
Pues poco faltó, pero había que esperar, así habría mayor deseo.
Laura, al decir «ese hermoso pecho» está mostrando ganas de tenerlo a disposición de sus manos y su boca.
Sí, eso creo…
¡Esto se va a poner bueno! Los galanes tienen con qué divertir a las nenas, y ellas se admiran entre sí. Van a terminar en tijeritas o en 69. Doble contra sencillo.
¡Ja, ja, ja! Yo no apuesto…
¡A mí no me hubieran dejado sin coger ese día! No puedo creer que se haya dado así, Vaquita. ¡De una vez la probadita completa, incluida la leche! Dejaste que Laura te calentara al marido para usarlo. ¡Puros celos, no digas que no!
Sé que son celos porque no me gustaría que mi marido se cogiera a otra, ni a la chichona ex de mi amante.
Sí, no lo niego. Pero ¿acaso me puedo negar cuando Miguel me da oportunidad de que me coja otro?
¡Ya…! ¡No mames, vaquita! ¿Se quedaron sin coger ese día? A mí nadie me da un calentón sin darme los básicos: leche carne y huevos.
Pues Laura, ni es tan puta como nosotras, además, yo se los impedí; ya sabes que las putas somos muy celosas…