RECUPERANDO EL TIEMPO PERDIDO
Saqué todas las ganas guardadas por años, aún sin saberlo, ofreciéndome en todas las posiciones posibles..
Tengo 46 años, estoy casada con un hombre muy bueno pero en la intimidad no me da satisfacción. Pasa que cuando quiero empezar a disfrutar con él, ya está dándome la espalda y se duerme. Esto fue erosionando mis deseos y el asunto es que hace unos tres meses surgió la posibilidad de un viaje con unas compañeras de trabajo. Mi esposo no tuvo reparos en esto y yo realmente al viajar tampoco imagine nada de lo que podía a pasar. El viaje era a una localidad balnearia en Brasil. Al llegar todas nos sentimos libres, la mayoría éramos casadas y en la cena algunas contaban algo sobre sus vivencias pero yo… no tenía nada que contar. En cierta forma me daba envidia que otras pudieran tener esa intimidad tan intensa frente a la mía que no era nada.
La envidia se fue transformando en el deseo que a mí me pudiese suceder algo similar, algo que me dejase satisfecha y exhausta… Al segundo día se programó una salida a una disco del lugar. Yo sentía unas ganas muy fuertes de divertirme… y busqué instintivamente la compañía de la persona mayor de la comitiva, una mujer que en su momento tendría unos cincuenta años, muy alegre y divertida. En el transcurso del tiempo la magia de la noche nos llego y nos pusimos a hablar con unos chicos de más o menos unos treinta años. Hablamos, hablamos y seguimos hablando, y al final cada una se quedo con uno de ellos y empezamos a bailar.
Las demás compañeras fueron desapareciendo del lugar que era bastante grande. Conforme la hora avanzaba, las bebidas hacían su efecto, y yo empecé a sentirme muy desinhibida, como si lo viviese desde afuera, de lejos… me sentía acompañada y apoyada por esta amiga, pero en determinado momento me hizo señas de salir. Yo los seguí. Para no perderme del chico que iba conmigo, me dejé coger de la mano. La sensación era electrizante. Al salir del local, aunque no era necesario, seguí caminando de la mano del chico, que enseguida me pasó el brazo sobre los hombros y yo por su cintura. Me estaba sintiendo maravillosamente bien, como en mis años juveniles.
Mi amiga iba adelante con el otro chico, de la mano. Aún así, sintiéndome en las nubes, me di cuenta que no íbamos precisamente a nuestro hotel, sino a un edificio de apartamentos. Subimos el ascensor y entramos a un apartamento pequeño pero muy confortable, que según entendí estaba alquilado por uno de los chicos. Recuerdo que mire hacia el dormitorio, cuya puerta estaba abierta, y solo vi un somier muy grande, como de dos plazas.
Mi amiga se fue con su chico a la cocina, para preparar unos tragos. Mi amigo se sentó en el sillón y le dije, espera, voy a la cocina a ayudar. Pero cuando entré vi que mi amiga no necesitaba ayuda alguna, estaba en puntas de pie, besándose con su chico y sus cuerpos muy pegados. Comprendí que mi amiga había ido deliberadamente en busca de esa oportunidad, y en un momento entendí que no solo iba a pasarme lo mismo, sino que no quería tener una excusa para evitarlo.
Volví, le sonreí al chico y le dije: están muy ocupados. Me senté a su lado, y pasándome el brazo por encima de los hombros al escuchar el primer gemido en la cocina me dejé besar. Después de esto siguió un momento febril, mi amiga paso de la cocina a la habitación y siguieron los gemidos. Entretanto mi chico y yo estábamos perdiendo poco a poco nuestra ropa de manera que cuando fuimos al dormitorio yo ya estaba semidesnuda y mi amiga cabalgaba a su hombre enloquecida. No había forma de no mirarla. Estaba brillante por el esfuerzo y el calor del momento. Me miró con los ojos entrecerrados, y susurro hazlo, hazlo. Y vaya si lo hice.
Saqué todas las ganas guardadas por años, aún sin saberlo, ofreciéndome en todas las posiciones posibles. Estaba en cuatro patas, como una perra en celo, y mi cabello eran las riendas… yo sentía que estaba pasando mucho más tiempo del que nunca antes disfrute cogiendo con mi marido, el chico se batía contra mis nalgas como si hiciera años que no follaba.
Mi amiga gemía y yo también. Era un concierto de sonidos rítmicos, yo quería hacer llegar a mi chico, que parecía incansable… no sé cómo podía controlarse tanto. Mi amiga cambió de posición y la sentí vibrar… la miré y vi su vientre contraerse, en forma rítmica… su amante estaba gozando también. Le hice notar eso al mío y lo embestí con mis caderas como una perra, y tuve un primer orgasmo alucinante. Él también lo sintió y se corrió dentro de mí y me gusto.
Mi amiga y su chico salieron del dormitorio y yo fui al baño, ellos al terminar sus copas regresaron a la habitación y el chico de mi amiga propuso que cambiáramos, el era un moreno acuerpado y cuando mire su sexo me di cuenta que era bastante prominente y pensé que de pronto no lo podría asimilar, pero antes que lo pensara el cambio estaba hecho, y mi nuevo chico me tenía a su merced, lleno de caricias mis caderas y mis senos, besándolos y chupándolos salvajemente y esta vez desde el primer momento de la penetración empecé a gozar. Entretanto mi chico inicial, la emprendió con mi amiga…
Y en medio de la excitación mi chico pregunto… Si nos gustaría probar una doble penetración, yo no tenía ni idea, pero dije que sí y mi amiga también. Y el chico que estaba conmigo se acostó boca arriba, me pidió que me subiera a horcadas sobre él y después de penetrar mi concha su amigo se acomodo a mi espalda y empecé a sentir como su verga lubricada con bastante saliva empezó a penetrar mi culo, que hasta ese día era virgen, lo hizo con suavidad y cuando volví en sí, tenía dos vergas dispuestas a darme el más maravilloso orgasmo que nunca más he vuelto a disfrutar. Fue un proceso lento pero intenso, mis gemidos fueron conjugados con el sonido de dos hombres bufando de excitación, todo retumbaba en la habitación. Fue tan intenso el momento que apenas alcance el éxtasis les pedí que pararan porque no soportaba más.
Nos separamos y sentí el vértice de mis piernas en candela, estos hombres habían logrado en unos minutos lo que mi marido no pudo en muchos años.
Después de esta experiencia tan fuerte, todo pareció volver a su curso normal, pero siguió el turno de mi amiga que se acomodo en medio de estos chicos que tras las penetraciones respectivas comenzaron su acción, yo había gemido mucho durante mi turno, pero ahora mi amiga no paraba de gritar intensamente y de pedir que la follaran con más fuerza y ellos de inmediato la complacieron, parecía que la fueran a desarmar, pero a ella solo le importaba el placer y esta vez como los chicos estaban al límite cuando ella alcanzo su orgasmo ellos explotaron llenándole la concha y el culo con todo el semen acumulado en la faena.
Tras descansar varios minutos, mire mi reloj y creí que era prudente que regresáramos a nuestro hotel, los chicos reconocieron que había sido una velada maravillosa y deseaban la repitiéramos, nos miramos con mi amiga y ella dijo… ya veremos y nos fuimos para nuestro hotel.
En la mañana algunas de las compañeras nos preguntaron cómo había estado el baile y hasta qué hora, inventamos una historia aceptable y se la creyeron. Pero al volver al país, con esas sensaciones a flor de piel era demasiado para mí. Y estando en casa pronto empecé a sentir deseos y a buscar un hombre que me complaciera. Ahora yo sabía muy bien lo que quería y pronto lo obtuve.
Desde la primera vez me entregué totalmente, incluyendo mi culo que según mi marido podría afectarse con una penetración…, pero habiéndolo experimentado ya sabía lo maravilloso que es y mis quejidos hacian temblar las paredes… me gusta repetir el acto dos o tres veces, por eso estoy con un hombre a quien le llevo unos diez años y es un amante extraordinario.
No estoy interesada en humillar a mi marido, es más, ni siquiera le hablo a mi hombre actual sobre él. Mi hombre sabe que soy casada y nada más, y él me ha dicho que saber que soy casada le excita tremendamente.
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