REENCUENTRO CON EX NOVIO ESTANDO YA CASADA
Un reencuentro con un ex termina en unos días fuera de control. Se llegaba la fecha de la reunión de gerentes de la empresa donde trabajo por lo que andaba corriendo con una agenda apretada. Las cosas con mi esposo Jorge no estaban muy bien, pasábamos por una mini crisis.
Un reencuentro con un ex termina en unos días fuera de control.
Se llegaba la fecha de la reunión de gerentes de la empresa donde trabajo por lo que andaba corriendo con una agenda apretada. Las cosas con mi esposo Jorge no estaban muy bien, pasábamos por una mini crisis, y los tres días del evento nos caerían bien a ambos, para estar solos. El viernes llegué en la mañana para tomar mi vuelo; abordé el avión y estaba acomodándome en mi asiento, cuando reconocí a uno de los pasajeros que continúo hacia atrás. Era Darío, quien había sido mi novio, antes de conocer a Jorge y casarme con él. Habíamos tenido una relación de cuatro años en la que los celos, los disgustos y por supuesto, el sexo, habían predominado. De hecho, fue él quien me terminó, y fue un tiempo donde la tusa hizo de las suyas en mi corazón y me costó sanar, hasta que llegó el que ahora es mi marido.
Le pedí una copa de vino a la azafata, y dormí prácticamente durante el vuelo, y pasaron por mi mente recuerdos de mis encuentros sexuales con Darío.
Saliendo del aeropuerto, cogí un taxi que me llevó al hotel donde sería el congreso y allí mismo me quedaría, me registre y subí al quinto piso a habitación asignada, para darme un baño y prepararme para la primera sesión del congreso en la tarde. Pensé en almorzar temprano allí en el hotel, así que me dispuse a ir al restaurante.
Al salir de la habitación, me encontré cara a cara con Darío, que salía de la habitación de enfrente. Nos reconocimos y nos dimos un abrazo. Él también iba para el restaurante, así que nos acompañamos, mientras charlamos y nos des atrasamos, de los casi veinticinco años en qué no nos veíamos. Cenamos un buen vino. El venía a hacer un trabajo a esta ciudad. Se había casado y divorciado, sin hijos. Le conté mi vida. Ahora éramos más maduros, cuarenta y siete años teníamos, él unos meses mayor que yo. Me alegro estar allí en ese momento, porque nuestra relación no la habíamos terminado bien y creí que podía ser un buen momento para el cierre.
Quedamos que yo iba a la primera reunión de mi empresa y nos veíamos hacia las seis de la tarde. Llegue al lugar acordado el bar del hotel, después llegó Darío y continuamos la charla que habíamos iniciado en el almuerzo. Un mojito y otro mojito más, charla va y charla viene, de pronto sentí su mano sobre mi muslo, que me produjo un corrientazo a lo largo de mi cuerpo. Desde que me casé, no había vuelto a pensar en él, fue como si lo hubiera bloqueado. Trataba de recordar porque me había terminado, si aparentemente nos amábamos. Y esa mano en mi muslo, me lo recordó. Tenía un dominio brutal sobre mí, en todo, que cuando quise alejarme un poco buscando un respiro, él decidió terminar. Entonces sentía que era su esclava, y al principio me gustó, pero poco a poco me fui asfixiando, pues no tenía control de mi vida, todo era como él quisiera; y en el sexo, me convirtió en un una perra ávida de sexo desenfrenado.
Seguía hablando sin retirar su mano de mi muslo. Su mano simplemente apoyada que me sacaba chispas en mi interior. Se acercó y me susurró que estaba hermosa, que me quedaban bien las canas, y que me había extrañado todos estos años. Abrí levemente mis piernas, y él aprovecho y deslizó más su mano en mi muslo. Disfrutaba sintiendo su mano allí. Yo en silencio escuchándolo y sintiéndolo. Con su otra mano, tomo mi rostro, lo volteo y me dio un beso en la boca. No protesté, solo disfruté sentir su lengua buscando la mía, y me excité mucho. Darío se levantó y se fue al baño entonces sentí como se inundaba mi coño. Con mis piernas abiertas, y cubierta por mi falda, amparada por el mantel de la mesa, palpé mi coño por encima de mis panties completamente emparamados. Los aparté y empecé a acariciarme, mientras esperaba que regresara Darío. Mis dedos fueron ingresando delicadamente en mi vagina ya lubricada, mi concha se estremecía, con cada caricia.
Darío egreso a la mesa, me tomó de la mano, ya había pagado la cuenta y subimos a las habitaciones
Al entrar a su habitación del mini bar sirvió dos copas y brindó por el reencuentro, bebimos el licor y me recostó en la cama, para empezar a besarme con delicadeza, sus labios se fundieron con los míos, mientras nuestras lenguas se trenzaban en una batalla de pasión. Me besaba el cuello, e iba bajando abriéndome la blusa, hasta llegar a mis senos que saco de su encierro y se entretuvo con mis pezones, mordiéndolos con la punta de los dientes, lo que me producía una lujuria y un éxtasis total, y él lo sabía porque lo aprendí con él. Nada me excita más que me muerdan los pezones. Estrujaba mis tetas con sus manos, mientras su boca se concentraba en mis pezones, y mis emociones se arremolinaban con placer y lujuria. Paso su mano por mi concha, totalmente depilada y sintiendo mi humedad dijo… hummmm que rica estas
Me desnudo de la cintura para abajo me hizo separar las piernas y mi coño quedó expuesto. Arrodillado le dio unos cuantos lengüetazos y luego se concentró en mi clítoris desbordando mi excitación, haciéndome gemir como una ramera en celo. Luego empezó a acariciar mi coño con los dedos, mientras yo seguía sin poderme mover. Acariciaba circularmente mi clítoris, y empezó a follarme rápidamente con sus dedos, lo que me excitó profundamente, pero sin llegar al orgasmo, así le gustaba en el pasado mantenerme excitada para luego controlarme.
Tomó el teléfono marco un número y en su conversación dijo a quien estaba en el otro lado de la línea… todo está listo.
Me sorprendí, pero no pregunte nada. Minutos después se abre la puerta de la habitación y entra un joven muy atractivo, se desnuda y se acerca a la cama y Darío le dice, ven a morrear esta hermosura de mujer deseosa de sexo. El joven se sube a la cama y comienza a mamarme la concha y a acariciarme las tetas. Momento en el cual me percato de su enorme verga, pero es un joven hermoso, de gran sonrisa y preciosos dientes blancos. Después de excitarme mamando mi concha desliza su cuerpo sobre mí, se enfrentan nuestros sexos y siento su penetración que empieza a separar las paredes de mi concha con su enorme tamaño. Entretanto Darío continúa mordisqueando mis tetas.
Darío le pide que me bese, y acercando su rostro, sus labios me besan, y delicadamente introduce su lengua, que busca la mía, para fundirnos en un intercambio exquisito. Por el licor y el impacto de la sorpresa yo no reacciono para nada.
Darío me dice… recuerdas la fantasía que nos quedó pendiente de la época cuando éramos novios y era la doble penetración que hoy con nuestro amigo la vamos a realizar. Yo no supe que decir solo aceptar lo que estaba aconteciendo.
Darío le pidió al amigo acostarse boca arriba, luego me pidió me subiera sobre él y al hacerlo él penetro mi concha. Darío se acomodó detrás de mí y comenzó a acariciar mi culo, pasando primero sus dedos lubricados con mis flujos y saliva, luego deslizo un dedo dentro, después otro y así me fue acondicionando para cuando comenzó a meter su verga dentro de mi culo.
Y estando los tres conectados ellos comenzaron a moverse penetrando mi concha y mi culo y esto me fue produciendo una tremenda excitación que me hizo perder la noción de lo que estaba pasando, solo era excitación y sexo, llevándome a limites que me hicieron disfrutar el orgasmo más extraordinario que jamás había experimentado. Así pasaron varios minutos de sexo, gemidos y pasión extrema.
Cuando ellos se dieron cuenta que yo había disfrutado mi orgasmo se corrieron efectuando sus descargas dentro de mí. Al separarnos el vértice de mis piernas rezumaba sexo y calor, entonces Darío me alcanzo un pañuelo desechabl, me seque, me vestí y me fui a mi habitación.
Al despedir al amigo de Darío, miré la hora en mi celular, 11:20 pm, ni una llamada ni mensaje de mi marido, pero ya no quería que me llamara, por cabrón. Me fui a mi habitación y pensando en las vergas que me habían follado me quede dormida, pero también ilusionada con lo que podría pasar en los días siguientes.
Al día siguiente en la tarde recibí un mensaje de Darío que decía… ¿Cómo estás de fiel hoy? Tengo un amigo afro muy bien dotado que te quiere conocer.
La verdad me dio temor continuar aceptando las propuestas de Darío y esa noche afortunadamente el presidente de la empresa ofreció una cena especial que se prolongo hasta la media noche y esa fue mi excusa para evadir a Darío que estaba desenfrenado con el sexo. Un día después regresé a casa.


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