Relación amorosa Jefe-Secretaria
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Nadie puede negar en sano juicio la relación que existe entre jefe – secretaria o jefa – secretario o asistente, ésta relación ha causado más de un divorcio en nuestra sociedad.
Aveces trato de buscar la causa, más alla de una atracción física y estoy completamente de acuerdo en que las relaciones laborales, los éxitos, los mismos fracasos y el stress van creando puntos de unión entre un hombre y una mujer, y las mismas presiones del trabajo crean pequeños o grandes escapes que en ocasiones terminan en la cama.
En mi caso, Bety (ficticio) es una hermosa chica de 24 años, con quien hemos pasado momentos buenos y malos (laboralmente hablando) en la empresa en donde soy el Coordinador General y ella es mi asistente personal (que es otro nombre que se ha derivado de secretaria, con más atribuciones). Yo tengo 35 años y debo decir que jamás había pensado serle infiel a mi esposa con Bety, no porque no sea atractiva, Bety es un rico mango, siempre está arreglada, con sus labios pintados al igual que sus ojos café oscuro, siempre de medias y falda arriba de la rodilla, una cintura endiablada y aunque las bubis las tiene pequeñas, son de bonita forma para ser mamadas hasta el cansancio.
El día que follamos con Bety en la oficina, fue dos años y dos meses después de haberla conocido y contratado. Me puse por detrás y la tomé por la cintura mientras le besaba el cuello y los hombros, ella gemía mucho y buscó mi boca, nos dimos un exquisito beso de lengua, sus labios tenían sabor a fresa por el labial; mis manos entraron por debajo de su blusa y por debajo de su sostén, tomé sus senos y los acaricié con mucho deseo y luego puse sus pezones entre mis dedos. Los besos continuaron, ella puso sus manos hacia atrás y palpó mi paquete que estaba duro e hirviendo entre mis pantalones.
Luego ella se volteó y estuvimos de frente, mis manos rápidamente se apoderaron de su arquitectónico trasero, dos lindas nalgas duras. Meti mis manos entre su falda y no pude tocar su culo todavía por las medias o pantys, pero pude frotar encima de ella su deseada fruta. Le fui desabotonando su blusa hasta que su sostén quedó como único obstáculo para verle sus bellas tetitas. Ella seguía en su afán de acariciarme la verga, bajó el cierre del pantalón y metió su delgada mano y por fin atrapó mi masculinidad que estaba de pie. Los besos se hicieron más calientes y húmedos. La lleve casi en peso hasta mi escritorio, la senté un rato mientras la seguía besando y desabrochando el sostén, pronto mis besos bajaron a sus senos, lo primero que hice fue chupar sus pezones erectos, se sentía bien tener esos pedazos de carne dura entre mis labios. Bety apretaba mi verga y la jalaba casi masturbándomela.
El calor que yo sentía era tan fuerte, que la fui acostando sobre mi escritorio y le abrí las piernas, tenía aún dos obstáculos para llegar a su rajita, los pantys y su pantaleta, quitárselas era mucho tiempo para mi en ese momento, asi que rasgué sus pantys y los rompí sobre su pantaleta, luego hice a un lado su braga y le pude ver ese lindo paisaje que eran sus labios vaginales y su escaso monte de Venus, mis labios pronto apresaron su sexo caliente y húmedo, lamí y mamé su sexo como desesperado, ella lanzaba grandes gemidos sin palabras legibles. Parecía que me estaba comiendo un rico panquequito, mis lamidas también abarcaban el ojete de su culito y mi bella asistente se contorsionaba allí sobre el escritorio gozando lo indecible.
Yo sabía dentro de mi, que esperar que en la primera ocasión Bety me mamara la verga era mucho pedir, Bety siempre fue recatada, seria, manipuladora, estadista, y no la conocía por cachonda. Asi que, me puse de pie y bajándome los pantalones hasta abajo saqué mi verga y colocando sus pies en mis hombros la penetré, se la dejé ir suave hasta adentro casi toda, ella pujó y cerro sus bellos ojos, mientras yo comenzaba el ballet del amor, entrando y saliendo de su deliciosa fruta. Bety era bastante estrecha para mi y eso me hacía gozarla mejor. Debo decir que la panocha de mi mujer dio a luz dos bebes y de alguna forma pierden su estrechez y elasticidad.
Fui haciendo cambios mientras la cogía sobre el escritorio, es decir, aveces ponía sus pies en mi torso o los dos pies en un solo hombro, cosas como esas para innovar un poco y no que no sea un palo aburrido, aunque con los gemidos que daba Bety yo podía ver que ella la estaba pasando de maravilla, ensartada en mi verga. La oí quejarse fuerte, su primera corrida la embargó.
Luego de follarla por un buen rato, la puse de pie, me quité el pantalón por completo para estar más cómodo y me senté en mi silla presidencial, ella se puso de frente y adivinando lo que yo proponía, se fue sentando encima de mi, sobre mi verga parada, poco a poco mi verga se fue sumergiendo entre sus labios vaginales y nuevamente quedamos ensartados, ahora fue ella la que empezó a “cabalgarme” la verga, moviéndose arriba y abajo y hacia adelante y hacia atrás, volvieron los gemidos de Bety y la verdad es que mi verga quedo totalmente dentro de su rajita, solo mis huevos quedaron visibles frente a mi. Seguimos besándonos como al inicio, yo bajaba de vez en cuando a sus bellas tetas para mamarlas.
Bety se movía delicioso. De pronto empezó a moverse más fuerte y más fuerte, casi salvajemente, estaba a punto de correrse de nuevo, yo la tomé de sus caderas y nalgas para ayudar en sus embestidas, uno de mis dedos hurgó su ano y cuando los dos entramos a un ritmo final, le penetré su culito con mi dedo y lo empecé a mover adentro, ella gritó y sentí que mi verga se mojaba toda por dentro de su rajita, nunca en mi vida había sentido una eyaculación femenina tan palpable como en esa ocasión, yo también no tarde muchos segundos después en correrme, viendo como se corría mi asistente con mi dedo en su culo. Fue tremendamente excitante. Eyaculé dentro de su rajita una tremenda cantidad de semen, ella se movió hasta que yo dejé de hacer respiraciones hondas. Aun tardamos unos minutos asi descansando, mi verga aún dentro de ella. Como que no queríamos desprendernos todavía.
Como parte de ésta historia comentaré que Bety tenía novio oficial y que ya habían planes de boda. Mi esposa conocía a Bety y en ocasiones se llamaron por teléfono para alguna cosa.
Los días siguientes a nuestro encuentro sexual, Bety actuó como si no hubiera pasado nada, como si hubiera sido parte de su trabajo, por lo cual yo también hice lo mismo, solo que ya no podía ver a Bety como antes, ahora miraba como iba vestida y adivinando el color de sus bragas, le miraba sus bien formadas piernas y su trasero apretado por la falda.
Como solía suceder, Bety y yo íbamos a algunas presentaciones de resultados, que muchas veces no era en la ciudad donde está ubicada la empresa, sino en otras ciudades, casi siempre era en hoteles de tres, cuatro o cinco estrellas, ella tenía su habitación y yo la mía, pero en esa ocasión posterior, yo la invité a cenar para tratar temas de trabajo, ella aceptó, si le hubiera dicho que era una cena romántica no hubiera aceptado posiblemente.
Durante la cena, hubo música en vivo, bailamos un rato, ella pegada a mi y yo murmurándole al oído que estaba bella esa noche, y es que Bety se había puesto un vestido de noche muy atrevido. Cuando la fui a dejar a su habitación, le dije que la invitaba un trago en la mia, ella me miró a los ojos, abrió la puerta de su habitación y jalándome de la camisa me besó y me metió a su habitación. Nuestras ropas iban cayendo poco a poco al piso, mientras nos comíamos a besos. Al final ella estaba solo en bragas y yo en calzoncillos.
Caimos en la cama y fue ella quien propuso en la cama un 69, fue increíblemente rico, ella mamando por fin mi verga como desesperada, y yo comiéndome su rajita ahora libre de cualquier ropa o pantys. La punta de mi lengua exploraba todo su sexo, en ocasiones buscaba incluso metérsela en su vagina. Los gemidos de ambos se entrecruzaron en la habitación, ya que Bety me chupaba la verga como los angeles y yo respondía apretando su clítoris con los labios.
Como si hubiéramos estado conectados mentalmente, dejamos el sexo oral a un lado y en dos movimientos ya estaba yo encima de ella penetrándola fuerte, ella me abrazó y yo me puse horizontal como ella y quedamos en una posición donde parecíamos uno mismo, solo movía mi pelvis para entrar y salir de su vagina y nuestros labios y lenguas entrelazados. Ella como la primera vez, llegó rápidamente a su primer orgasmo, el cual gritó como liberándose.
Luego la puse en cuatro al estilo perruno, su culo se miraba imponente, parecía un corazón por su forma, la cogí duro en esa posición, ensartándola una y otra vez, mientras ella chillaba de placer. Jugué con su ano nuevamente con mis dedos, como enviándole un mensaje de que su culito se miraba rico y que yo lo deseaba esa noche.
Ella adivinó mis intenciones, y al borde de su segunda corrida me dijo, -papi, mi orto es primero para mi novio, y luego será para ti!-. La chica había sido directa, pero honesta conmigo. Primero quería que la estrenara su novio y luego yo podía usarlo, me parecía bien.
Debo decir que esa noche en el Hotel, follamos no se cuanto tiempo, nos quedábamos dormidos, luego despertábamos para seguir amándonos, perdí la cuenta de las veces que me corrí, pero no fueron más de cuatro, ahora ella fue incontable, y amanecimos abrazados en la misma cama.
La relación con Bety nunca fue alocada, cogíamos una o dos veces por mes y siempre eran encuentros vibrantes. Ella se casó con su novio, yo fui padrino de bodas con mi esposa.
Los días pasaron, los meses pasaron y yo pensé que había terminado todo entre nosotros, es más, ella me había dicho que su ahora marido le había pedido que dejara de trabajar para planificar un bebé. Pero en una ida, en donde por casualidad nos tocó el mismo Hotel de la segunda vez, fue ella quien me invitó a cenar, luego casi repetimos la escena de la puerta de la habitación, y comenzamos a hacer el amor como siempre, como desesperados. Cuando la tenía ensartada en la posición perruna, gimiendo y sudando, ella se volteó y me dijo que su orto era todo mio esa noche. Primero la dedie metiéndole mi dedo mayor en su culito, cuando se dilató un poco, puse mi verga entre su esfínter y la clavé por el culo, a continuación seguimos cogiendo en varias posiciones más, pero siempre clavada por el culo, hasta que exploté dos veces en su interior. Fue una noche inolvidable.
En la oficina Bety y yo ni hablamos de nuestra relación amorosa, siempre es de trabajo y planificación, eso ayuda para que los empleados no murmuren cosas. Es la relación adultera perfecta.
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