Retraso

Un retraso de avión permitió ahondar la unidad familiar.

Mi esposo había viajado a Bogotá con las niñas, para efectos de tramitar la visa americana, y regresaba a Cali, en un vuelo al medio día.  Había quedado de verse en casa con mi suegro y mi cuñado, para ir a la finca en Felidia para un problema que había en la casa.  A eso de las once de la mañana, me escribió para decirme que el vuelo lo habían pospuesto a las tres de la tarde.  Yo estaba organizando el apartamento, y estaba por empezar a hacer el almuerzo, cuando tocaron el timbre. Era mi suegro, al que le informé de la demora del vuelo, y le invité a almorzar.  Me siguió a la cocina, y al ofrecerle de tomar, me preguntó si tenía cerveza, por lo que le di unas de la paulaner que Raúl mantiene en la nevera; mientras yo me tomaba una copa de vino.  Y así, charlando, nos fue pasando el tiempo mientras preparaba el almuerzo.  Mi suegro, ya se había tomado seis cervezas, mientras yo ya había tomado 3 copas de vino tinto; lo que hacía que estuviéramos contentos y dicharacheros.  Necesitaba bajar una ensaladera que había sobre el estante, y coloqué una escalera de tres pasos para subirme. Mi suegro se acercó para sostener la escalera, mientras yo subía. Le pasé la ensaladera que colocó sobre el mesón, y al bajar resbalé y mi cuerpo quedó atrapado entre la escalera y el cuerpo de mi suegro. Mis nalgas quedaron completamente presionadas por la entrepierna de mi suegro, cuyo bulto no dejaba de sentir.  Un silencio se apoderó de la cocina, aunque pareciera incomodó ninguno de los dos se movía.  Yo solo miraba al frente, arrecha con el morbo de sentir su paquete presionando mi culo. Sin pensarlo, empecé a moverme lentamente de arriba a abajo sobre su paquete, lo que fue una autorización para mi suegro, que con sus manos atrapo mis senos y me los sobaba y apretada, mientras me frotaba su polla sobre mi culo, ya sin ningún disimulo. Podía sentir claramente como crecía aceleradamente su enorme tronco dentro de su pantalón.  Sus manos me recorrían de arriba a abajo, desde mis senos hasta mis piernas, mientras mi cuerpo temblaba de placer y lujuria. Levantó lentamente mi falda mientras seguía acariciándome, haciéndome sentir un escalofrío mientras dejaba escapar un leve gemido. Ya para entonces no tenía argumento para rechazarlo y me dejé llevar.  Retirándose un poco sus manos llegaron a mis nalgas y alcanzando la parte superior de mis bragas, sin mayor detenimiento las bajó lentamente, sin que yo opusiera resistencia sino más bien cooperando, moviéndome un poco para facilitarle la tarea, levantando primero un pie y luego el otro, para quitármela y dejarle el campo libre. No me percaté en que momento se desabrochó el pantalón y sacó su enorme polla, con la que recorrió mis nalgas.

Yo seguía  recargada de frente sobre el mesón de la cocina y el por detrás de mí.  Con una de sus manos entre mis piernas , hizo que las abriera más y me inclinara más hacia adelante, facilitándole la penetración. Con sus dedos buscó mi vagina y colocó el glande de su pene. De un solo intento y con un lento empujón logró penetrarme hasta el fondo. Mi humedad abundante le facilitó esta maniobra. Era tal mi estado de emoción por lo inesperado que pude sentir como nunca la piel tersa y aterciopelada de su prepucio y aunque no me crean logré sentir en mis paredes vaginales las venas que resaltaban en su pene.  Era una verga larga de gran  tamaño y grosor  para sentirse en la gloria con semejante polla dentro.

Sus movimientos eran rítmicos, a veces lentos y a veces más rápidos pero sin violentarme.  Era una máquina, que me bombeaba sin parar, a veces cogiéndome de la cadera, otras sosteniéndose mientras me apretaba las tetas, y otras halándome del cabello, con un mete y saca que me enloquecía.  Empezó a acelerar, con una penetración vehemente, y susurrándome al oído me preguntó si me podía llenar.  Asentí con mi cabeza y entonces recibí un enorme chorro de semen caliente dentro de mí, que hizo que  yo me corriera al mismo tiempo.  Su eyaculación fue de varias descargas para placer mío.

Fue allí cuando sintiendo como sacaba su verga de mi coño, dejando que su semen caiga sobre mis muslos, que girándome observó en la puerta de la cocina, a mi cuñado que con su polla en la mano se masturbaba como poseído.    Sin dudarlo se acercó y tomándome de la cabeza me hizo arrodillar ofreciéndome su  polla que estaba tiesa, dura e hinchada. Le quité los boxers y los pantalones y como una hambrienta comencé a mamar su polla. La tomé con mi mano, deslicé mis labios desde sus huevos hasta su glande, que lamí con mi lengua, dejándole mi saliva impregnada. Él comenzaba a emitir leves gemidos, excitándose mientras allí agachada, le mamaba su polla, mirándolo fijamente a los ojos.  De un solo golpe me tragué su verga hasta el fondo de mi garganta. Comencé a mamar con frenesí, subiendo y bajando con mis labios una y otra vez, lamiendo su polla con mi lengua.  Con mi pelo agarrado con bastante fuerza por él, me follaba mi boca con lujuria; mientras yo lo cogía  de su culo con mis dos manos y lo empujaba contra mí. Pronto un chorro de leche caliente surgía de su polla e iba directo a mi boca. Mi cuñado gemía mientras los borbotones de leche me inundaban, sin que soltara mi cabeza. Tragué su semen y me dediqué a limpiar con mi lengua los restos de semen que habían quedado en las comisuras de mis labios.

Levantándome me sentó sobre el mesón y abrió mis piernas lo más que pude, y él con sus manos abrió mi coño depilado de par en par, y comenzó a deslizar su lengua por él, sus labios besaban los labios de mi coño, atrapaba mi clítoris con sus dientes. No me estaba dando una lamida cualquiera, no. Era una lamida con un frenesí que jamás había visto antes. Lo tomé de su cabeza y lo apreté contra mi coño.  Estaba muy arrecha, notaba como mi coño chorreaba como nunca mientras él lamía más y más, a la vez que metía uno de sus dedos dentro de mí.

Mientras mi cuñado se deleitaba con mi coño, mi suegro recostado por el otro lado del mesón me besaba en la boca, metiéndome su lengua que se unía con la mía.  Parándose sobre un banco, me acercó su pene que ya estaba de nuevo erecto. y abriendo mi boca empecé a darle una mamada.  Abría mi boca desmesuradamente para poder tragarme su fierro, pero me era imposible abarcarla toda completa. Sentía mi boca llena por su pedazo de carne de lo gruesa que estaba, y aparte ni siquiera lograba meterme ni la mitad. Era gruesa y larga como ninguna que hubiera probado antes.   Sentir la verga del padre de mi marido, me tenía loca.  La chupaba y saboreaba tal como si fuera una rica paleta de dulce. Y luego me la volvía a meter a la boca, tratando inútilmente de comérmela por completo. No tardé en empezar a soltar gran cantidad de saliva que escurría por mi boca, resbalando por mi cuello hasta empapar mis tetas, experimentando arcadas que me tenían al punto del vomito.

El placer era indescriptible con la polla de mi suegro en mi boca y la lengua de mi cuñado en mi coño.  Yo jadeaba como una perra en celo, deseando que mi cuñado no parara de lamer con su lengua, que estaba a punto, que me iba a correr en su boca. En uno de los lametones finales grité de placer, y él notó en su boca un torrente de mi flujo caliente, un torrente que él no paraba de beber, mientras mi orgasmo daba los últimos coletazos y mientras mis gemidos se hacían más leves, mientras mi boca se llenaba con la verga de mi suegro.

La polla de mi cuñado estaba rozando mi clítoris y noté como de nuevo empezó a levantarse, a ponerse tiesa, dura, a desear follarme como una bestia.  Me dijo Pamela, eres una puta, y de un solo golpe me la metió hasta el fondo. Mi coño estaba rezumando mucho flujo. Su polla entró en mi vagina de una manera increíble. Emití un gemido enorme, mientras chupaba la polla de mi suegro. Mi cuñado comenzó a taladrar mi coño con cada embestida que me daba, mientras mis tetas se movían al mismo ritmo. Cada pollazo que me daba me hacía gozar.

Mi cuñado halándome hizo que dejara de mamar la polla de mi suegro.  Se acostó sobre el piso de la cocina. con su enorme falo entre sus manos. Me senté a horcajadas encima de él y tomando su verga, la dirigí hacia mi empapada panocha, empalándome poco a poco. Sentí como su miembro iba ganando terreno dentro de mí, abriéndome a su paso, causándome un dolor delicioso, y al instante llenándome de nuevo por completo. Solté un gemido amortiguado mientras la larga verga de mi cuñado llegaba hasta el fondo, sintiendo como si me hubiera penetrado hasta el útero. Tomé un poco de tiempo para acostumbrarme a su verga dentro de mí, para luego empezar a subir y bajar enseguida y en unos instantes ya estaba chorreando de puro éxtasis.  En unos minutos llegaba a un nuevo orgasmo. Sentí como mi cuerpo se convulsionaba, poniendo mis ojos en blanco. Perdí el control de mi cuerpo y empecé a soltar chorros de líquidos por mi vagina, dejándole a mi cuñado su rica verga bañada en mis jugos.  Mi suegro, sin darme  tiempo a recuperarme, se colocó detrás de mí, abrió mis nalgas y escupió en mi ano. Mi cuñado continuaba follándome sin parar, y en medio de mi letargo por mi orgasmo, sentí la verga de mi suegro empujar en mi agujero trasero que me produjo miedo; pues si la verga de mi cuñado ya era lo suficientemente grande para llenarme, no podía imaginarme sentir otra más dentro de mí.  La verga de mi suegro empezó a presionar en mi ano, obligando a mi esfínter a abrirle paso al intruso.  Mi cuñado sobaba mis tetas, mientras chupaba  mis erectos pezones y pasando de uno a otro.  Se sincronizaron para entrar y sacar sus pollas, lo que me enloquecía de lujuria, deseando que no pararan. Estaba siendo penetrada por dos enormes vergas; sintiendo como mi vagina y mi culo, me los abrían sin misericordia. Me trataban como a una prostituta y yo estaba feliz de que me complacieran.

Mi suegro seguía empujando mi ano con su miembro mientras la verga de mi cuñado estaba bombeando mi vagina.  Su verga sólida ingresaba totalmente en mi intestino, mientras mi suegro tiraba de mi cabello, que me hacía mirar hacia el techo mientras penetraba completamente mi recto.

Solté un gemido de dolor, mientras la verga de mi suegro me partía en dos al entrar en mi culo sin misericordia. Mi suegro ignoró mi lamento y continuaba bombeando mi culo, abriéndome por completo y haciéndome gritar de nuevo cada vez con más agonía. Me estaban partiendo por la mitad, era doloroso, pero por nada del mundo quería que terminaran. Establecimos un ritmo y ahora estaba allí cada minuto, retorciéndome y chorreando sobre mis dos machos.  Ambos seguían bombeándome y dándome verga por los dos flancos. Y yo sentía como moría en medio de otro orgasmo

Mi suegro salió de mi culo, mientras yo me quité de la verga de mi cuñado poco a poco, sintiéndolo resbalar fuera de mi vagina. Mi suegro ahora se acomodó sobre el piso y yo salté sobre su duro miembro mientras esperaba que mi cuñado entrara en mi ano sin piedad.  Mientras me montaba sobre mi suegro, nos miramos lujuriosamente a los ojos, cuando los míos se abrieron de par en par, al sentir la polla de mi cuñado que forzaba mi ano sin advertencia ni sondeo en absoluto. Allí sentí arrepentirme de lo que estaba haciendo, porque mi cuñado literalmente estaba destrozando mi pequeño agujero anal.  Le grité desaforada que parara mientras mi cuñado reventaba mi culo con su poderosa y enorme verga.  Su padre le ordenó que no parara, que me diera más fuerte,

invitando a su hijo a penetrarme aún más. Haciendo caso omiso de mis gritos empezaron a bombearme con furia entre los dos. Solo sentía los embates de los dos machos partiéndome cada uno por la cavidad que le había tocado. Poco a poco, el dolor fue transformándose de nuevo en placer.  La sensación de tener dos miembros dentro de mí, más el saber que estaba haciendo algo prohibido, no se comparaba con nada que hubiera experimentado hasta ahora.  Mi suegro y mi cuñado continuaban  arremetiendo contra mis maltrechos agujeros, usándome cual si fuera una muñeca de trapo. Jamás había sentido tanto placer y la cantidad de orgasmos nublaron de nuevo mi mente. Sentí como ellos empezaron a tensar sus cuerpos, primero mi suegro y luego mi cuñado, en señal de que estaban por venirse; por lo que empecé a moverme más para acelerar su corrida y la mía.  Quería sentir su leche, que me llenaran toda por dentro.   Mi suegro se vino y sentí sus disparos de semen dentro de mi remojada vagina. Dos segundos después mi cuñado hacia lo mismo, dándome un último empujón con su verga que me arrancó un grito de dolor y alojándose en el fondo de mi recto donde descargó lo que sentí eran litros de caliente semen. Empecé a retorcerme en medio de los dos, envuelta también en mi propio orgasmo.

Duramos un par de minutos en esa posición. Mi suegro acostado en el piso, yo encima de él y mi cuñado encima de mí, con ambos penes aún dentro de mis agujeros. Poco a poco, sentí como sus miembros fueron perdiendo dureza y salieron de mis adentros. Como pude me levanté y caminando completamente tiesa, me dirigí al baño. Sentía mi culo completamente abierto y como un par de hilos de semen empezaban a correr por mis piernas, saliendo de mi vagina y de mi agujereado trasero. Levantando la taza del sanitario, me senté e inmediatamente empecé a soltar el contenido de mis dos maltrechos agujeros. Sentía como si fueran litros de esperma los que escapaban de mi cuerpo, para caer ruidosamente en el agua del escusado.  Permanecí sentada en la taza unos 10 minutos más, sin querer levantarme. El ardor en mi vagina y sobre todo en mi ano, me impedía hacerlo.  Paso primero mi suegro, camino a la ducha, y ofreciéndome su relajada polla se la chupe para dejársela completamente limpia. Se duchó y salió para que ingresara mi cuñado, con quien repetí la mamada de limpieza, siguiendo sentada en la tasa.  Después que salió mi cuñado,  ingresé yo a la ducha, para darme un largo baño con agua caliente, enjabonando mi cuerpo, mientras el agua recorría mi cuerpo y los fluidos de mi suegro y mu cuñado terminaban de salir de mis dos agujeros.

Me vestí y regresé a la cocina, para descubrir que ya se habían ido.  En el mesón había una copa, que no tenía vino, sino semen; esperma de alguno de mis dos amantes, o de los dos; con una nota: solo para tí. Encerrada en mis propios sentimientos, solo pensaba en lo que había ocurrido, y más que vergüenza, solo pensaba en que se volviera a repetir.  Salud, me dije, tomándome la copa de un solo trago.