Reunión en México, acción en Buenos Aires
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Sonó el interno de mi escritorio. Era Constanza, la asistente del CEO de la Empresa, que con la voz monótona y distante de siempre me convocaba a una reunión, no programada, en la oficina del “jefe supremo”. Cuando llegué a la oficina mencionada, me habían precedido Carlos P. del sector Preventa y Florencia G. de Ingeniería Comercial. – Necesito que viajen conmigo a México el próximo domingo. Imprevistamente decidieron que, el lunes y martes, referentes de la casa matriz de Inglaterra van a reunirse con cada uno de ustedes para bajarles las directivas para el nuevo ejercicio fiscal – anunció el “jefazo”. Las caras de los tres deben haber sido portadoras evidentes de los respectivos malestares. Estábamos a principios de marzo, recién regresados de vacaciones, a dos días de emprender un nuevo viaje, con los hijos comenzando las clases, etc… No había margen para negarse. Era sí o sí. Para suavizar en algo el descontento, el jefe nos dijo que el “meeting” sería en Cancún y que, por las tardes podíamos disfrutar de la playa y demás facilidades del hotel de 5 estrellas. Nos alojamos en el hotel Sandoz Caracol y, para mí, el hecho destacado del viaje no fue lo informado por los británicos, ni el lujo del alojamiento, ni la disponibilidad sin fin de comidas y bebidas . Fue descubrir a Florencia, por las tardes, en biquini: quedé fascinado. Siempre me había parecido una hermosa mujer, seria, inteligente, profesional competente. Más que compañerismo nos vinculaba una simpatía y aprecio mutuos. No se me había ocurrido que, deliciosamente cubierta sólo por las dos diminutas prendas de baño que le resaltaban las curvas perfectas, se convertía en una hembra fastuosa que conmueve a los hombres. A despecho de sus 35 años y dos hijos, con su cabello castaño largo a la cintura, ojos color miel, facciones delicadas, 175 cm de estatura, pechos respingones y de volumen justo. ¿La cola? Me vino a la mente una frase que leí en un cuento de autor famoso: “¡Ese culo no se hizo en un día!!!”. El conjunto, completado con largas piernas torneadas con maestría por “natura” resultó, para mí, infartarte. De regreso a la oficina en Buenos Aires, el día jueves por la mañana, fui a verla (con una excusa creíble) a su oficina en el 3er. Piso. Antes de abordar el tema de consulta hablamos del rencuentro con la familia y la casa el día anterior (No, por supuesto, de como la recibió el marido, ni yo por supuesto le comenté la soberbia cogida de bienvenida con mi esposa): – ¡Qué viaje al “divino botón” resultó para mí! Lo de Ian Lewis (su referente en Inglaterra) podía ser resuelto por teléfono o, a lo sumo con una videoconferencia. – comentó Florencia Rápido de reflejos, aproveché el pié que me daba para el primer lance: – Estoy de acuerdo con vos en lo que atañe a los ingleses pero, para verte de nuevo, por las tardes, vestida con biquini en la pileta yo, viajaría todos los días, ¡qué digo en avión, a lomo de burro!!! – le susurré en voz baja. Acusó el “tiro por elevación” se ruborizó, sonrió: – ¡Qué loco lo que decisssss! ¿Me estás cargandooooo? – Con las pupilas clavadas en sus pupilas, redoblé la apuesta: – ¡No es broma, me alteraste las pulsaciones, sentí, siento, burbujas en las venas! ¿Cómo expresarlo con simplicidad? Sos hermosa y no puedo dejar de fantasear con vos – No la percibí escandalizada ni molesta. Casi diría me parecía alagada e interesada. – ¡Ahhiiiii Juan!!! ¿Sos consciente de lo que me decíssss? Que yo sepa no hay solteros en esta oficina…….Vamos a ver el punto del proyecto del grupo Telmex, que queres tratar conmigo – quiso desviar la conversación pero no lo hizo con las pupilas, a la espera de mi siguiente movida, siguió mirándome fijo. – Está bien pero, hoy vamos a almorzar juntos ¿Podés? – creo que fue, más o menos, lo que ella esperaba que yo hiciera: invitarla. – No sé si es prudente…..vos no…no vas a…..- – ¡Dale Florencia, sin restricciones ehhhh!! – – Bueno está bien, pero ¡con juicio vosss!!! – El encuentro, en el restaurante, se prolongó algo más de dos horas. Nos sinceramos: Florencia no se sentía satisfecha en plenitud con su matrimonio. Eso no significaba que pensase en trasgredir, en tener un amante. Yo sí, me llevaba (me llevo) de maravillas con Lucía con mis hijos, parientes y parientes políticos. Sencillamente experimentaba un deseo intenso por ella. Se me había manifestado, avasallante, en Cancún y alucinaba con tener una cita con ella. – Nos vamos a complicar, Juan. Tenemos familia, trabajamos juntos, ya no somos “pendejos”,……..Te tengo cariño,….una tiene nociones morales heredadas…..etc..etc..- Dejé que exteriorizase toda su perplejidad. En ningún momento rechazaba de plano mi propuesta. – Juan….¿porque justo ahora venis a meterme más kilombo en mi vida?..- Era mucho más de lo que había osado esperar de ese primer capítulo: no fue ni un sí ni un no, fue un “dejámelo pensar”. Con esa posibilidad volvimos al trabajo. El lunes, en su oficina, se declaró dispuesta a un encuentro: – Estuve hablando con mis dos mejores amigas, las tres sabemos todo de las tres. Me terminaron convenciendo que saliera una vez con vos y ver como resulta para los dos. – – ¡Qué alegrón que me das, Muñeca!! – – Juan….No quiero que sea un “choque de trenes”, un turno de telo y a otra cosa, deseo compartir sentimientos, conocernos mejor. – – Fló, estoy loco por la mujer, aprecio mucho la persona. Te quiero y no voy a lastimarte. ¿Cómo queres hacer? – – Mirá, el jueves próximo Ernesto viaja a Asunción, así que puedo pedirle a mi mamá que vaya a buscar los chicos a la escuela y volver más tarde a casa – Con su marido de viaje yo tenía que conseguir el tiempo extra para estar con ella. Inventé una cena de trabajo con unos colegas brasileños. Hablé a un conocido en el City Hotel de la calle Bolivar y reservé una habitación matrimonial, con dos copas de champagne helado de bienvenida, a pagar el día siguiente. Los dos nos tomamos la tarde libre a partir de las 14:00 hs yo, 14:15 ella, almorzamos juntos y nos fuimos al hotel. Llegamos pasadas las 16:00 hs. Ya en el cuarto, Florencia quedó encantada con el lugar y con el detalle de las copas. Nuestro encuentro sería licencioso pero no exento de refinamientos. Me ajusté al propósito de progresar con delicadeza: brindamos, frente a frente, por nosotros, por ese día y por el futuro. Recién ahí nos besamos por primera vez en los labios, suavemente. Sentados, en el sofá lado a lado, pupilas en las pupilas, le murmuré: – Mirá Linda, tengo las manos azules: estoy tocando el cielo con ellas – – Yo también estoy contenta de estar aquí y contigo, Juan. – Reanudamos el boca a boca y las manos comenzaron a recorrer nuestros cuerpos con caricias cada vez más osadas que, con la ropa de por medio, alcanzaron para consumir algo más de media hora. Había que desprenderse de las prendas. Percibí picardía en la mirada de Florencia. No caí en el por qué al quitarle la blusa. Sólo al bajarle el pantalón me di cuenta que se había puesto uno de los biquinis que había usado en Cancún, el amarillo. Nos reímos a carcajadas de la ocurrencia. – Me dijiste que te gustaron tanto mis trajes de baño que te quise sorprender hoy, poniéndome uno. – comentó sonriente. – Me alucinaste vos, mi amor, con esa ropita y, estoy seguro, me vas a gustar aún más sin ella. – hice el ademán de quitarle el corpiño. – ¡Noooo! Así no vale, déjame que yo te deje igual que en Cancún, a vos – Dicho y hecho: quedamos yo con el slip, ella en biquini y abrazados nos acostamos en la cama. Reanudamos el reconocimiento de nuestros cuerpos, con demoras significativas, en sus tetas yo y en los entrepiernas los dos. De pronto Florencia no quiso dilatar más el primer “cuerpo a cuerpo” y me quitó mi única vestimenta, yo con urgencia parecida me deshice del corpiño y de la bombachita, con de por medio un intervalo más o menos prolongado para acariciarle y mamarle las tetas como un náufrago sediento. Sin mediar palabras, sólo besos, suspiritos y gemidos me instalé entre sus piernas abiertas de par en par y comenzamos a coger. Suavemente, con entra y sale lento y medido alternado con pausas con mi miembro a fondo quieto y pelvis presionando y “restregando” su sexo. Mi plan era que el polvo inaugural, además de delicioso, fuese duradero. Si me dejaba llevar por mi “embale” habría eyaculado en pocos minutos. Que era satisfactorio daban fe el rostro delicado teñido de rubor subido y las exteriorizaciones de Florencia de toda índole: besos, gemidos, grititos, frases entrecortadas, exclamaciones del tipo ¡aaahhhh!..¡uuuuhiiii!….¡mi Diosss!….¡siiiiiiii! Ni que hablar del gozo que experimentaba yo. El ritmo del vaivén comenzó a acelerarse peligrosamente. Paré con esfuerzo, me salí de dentro de ella y la acomodé para la pose “cucharita”: los dos de costado ella con la cola hacia mi, cruzó su pierna derecha sobre mi cintura y me re-ofreció la conchita húmeda. Reanudamos la cogida pero ahora tenía mejor acceso a sus tetas y clítoris. Recibieron, ambos atributos, la debida atención, entre besos y similares exteriorizaciones de deleite de ella. Gozamos así un buen tiempo hasta que Florencia se sintió con derecho a tomar la batuta. Con la fuerza de la calentura me puso de espaldas, se subió sobre mí, se introdujo mi víbora ciega en su cueva, se acostó para tener mi boca a su alcance y comenzó la cabalgata, pausada por unos segundos mechados con besos prolongados, desenfrenada luego hasta gritar su orgasmo y recibir mi semen a borbotones. Seguimos superpuestos, yo dentro de ella sin vestigios de temple en el “ganso”, besándonos e intercambiando halagos. Vueltos a la normalidad el reloj marcaba las 18:20 hs. El objetivo estaba logrado: el primer polvo, además de grandioso, entre prolegómenos y acción propiamente dicha había durado casi una hora y media. Nos higienizamos, por separado, y volvimos a la cama yo con mi slip ella con ropa interior negra que traía en la cartera. – Princesa, me llevaste a un mundo de sensaciones nuevas y conocidas, pero corregidas y aumentadas. ¡gracias!!!! – le susurré. – ¿Y vossss?.. ¡Me hiciste volar más alto que el cinturón de los asteroides!!!…¡Te quiero mucho!! ¿Vos me queres un poquito o sólo te caliento? – Intercambiamos confidencias personales, maneras de pensar, vivencias y promesas de seguir viéndonos tan seguido como nos resultara posible, sin comprometer nuestras respectivas familias ni nuestra situación laboral. Sobrevino un segundo polvo más sencillo que el inicial, pero también soberbio: misionero, cucharita y otra vez misionero para la apoteosis. Aproximadamente a las 21 hs salimos del hotel, rumbo a nuestras casas. Al presente somos amantes y nos sonríe la vida.
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