Rosy y el amigo de mi marido
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
El pasa día de mi cumpleaños a mi esposo se le ocurrió invitar a Fernando su esposa a la casa.
Fernando es su compañero de trabajo.
Eran las 5 de la mañana y todos estaban tomados y cayéndose a dormir en cualquier habitación o sillón de la casa después de tomar, bailar y divertirnos por toda la noche durante la fiesta; mi esposo y la esposa de Fernando se habían quedado ya dormidos desde las 3 de la mañana y mi Fernando y yo nos habíamos quedado en la sala conversando y riéndonos con un tío más de mi familia.
Cerca de las 5 de la mañana mi tío se paro del sillón y nos dijo que ya era hora de marcharse, yo lo acompañe a la puerta para despedirlo y entonces nos quedamos Fernando y yo solos en la sala.
Yo estaba con un vestido negro que había usado toda la noche y estaba descalza pues ya no habia aguantado con los tacos desde muchos horas antes.
Fernando siempre ha sido ‘coqueto’ conmigo y, apenas mi tío se marcho de la casa, Fernando se puso mas alterado que de costumbre, yo creo que ya desde ese momento el podía ver la ‘oportunidad’ que tenia conmigo enfrente de el y por supuesto los tragos que se había tomado durante toda la noche lo habían puesto mucho mas aventado y sin vergüenza que de costumbre.
Apenas me senté en el sillón con el, Fernando se me pego tratando de ponerme la mano encima de la rodilla y hablándome insistentemente sobre sexo.
Me sentía un poquito loca y decidi peligrosamente ‘jugar con fuego’, no por que sea una santa, si no por que estaba en mi casa con mi esposo durmiendo y la esposa de él.
Cuando Fernando se me empezó a pegar y hablar de sexo yo decidí que iba a seguirle el juego para divertirme un rato, no iba a acostarme con el, solo iba a jugar a sentirme la muy deseada y solo iba a dejar que las cosas llegaran hasta cierto limite.
Me empezó a decir que tenia ganas de ‘coger’ y a preguntarme donde estaba mi marido y porque mi marido no me estaba cogiendo en ese momento, como dije antes yo me hice la inRosy sante y le seguí la conversación y entre otras cosas, le dije que a veces mi marido no me lo sabía hacer tan bien y me dejaba con todas las ganas.
Cuando le respondí eso a Fernando, el se puso mas loco y alterado de lo que ya estaba y empezó a decirme con frescura que el me iba a enseñar ‘como se cojia a una mujer como yo’ y a jalarme del brazo para que fuéramos a un cuarto vacío que había en el primer piso de la casa al lado del baño.
Por supuesto todo esto lo hablábamos en tono de broma y riéndonos con cada cosas que decíamos, me imagino que porque asi cualquiera de los dos podíamos excusarnos en cualquier momento diciendo que estábamos solo ‘bromeando’.
Aun asi yo le acepte su reto de ir al cuarto vacío del primer piso todavía pensando que yo estaba en control de la situación y solamente iba a llegar hasta un limite en mis jueguitos con el.
El cuarto vacío del que hablábamos es de huespedes pues esta en el primer piso de la casa independiente de las demás habitaciones, pero en esta ocasión el cuarto habia estado vacio por muchos meses y había ropa vieja encima del colchón que no tenia ni siquiera sabanas puestas.
Apenas entramos a la habitación es cuando yo sentí que perdí el control de lo que estaba pasando, pues Fernando cerró la puerta y pensando que yo ya había aceptado su propuesta se me lanzo encima contra la puerta y me dio un tremendo beso en la boca que la verdad no me lo esperaba.
Yo lo trate de empujar diciendole ‘estas loco no’ pero el no me soltaba de la cintura y me decia ‘ solo besarnos solo besarnos’ ‘nadie se va a enterar no te preocupes’, como dije antes, la verdad es que yo lo hubiera podido detener en este momento pero no lo hize, yo le correspondi el beso y nos besamos con un apasionamiento que la verdad no habia sentido desde que era una adolecente, tambien lo deje que me agarrara los muslos por debajo del vestido y me acariciara las tetas por encima de la ropa.
Fue imposible detener lo que sucedio a continuacion bajo las circunstancias en las que estabamos.
Ambos a solas en una habitación, con una cama en frente de nosotros y sobre todo besandonos de esa manera tan apasionada como lo estabamos haciendo yo tan puta caliente que soy.
Ambos caímos encima de la cama y entonces si perdi cualquier control que yo pensaba iba a tener en este momento.
Fernando me empezó a manosear ya sin ninguna restricción, me saco las tetas por encima del vestido y senti sus manos debajo de mi falda bajándome la tanga.
Todo sucedio muy rapido, lo senti como que fue un impulso y en menos tiempo del que me hubiera tomado para reaccionar y darme cuenta de lo que estaba haciendo ya Fernando me la había metido.
Disfruté, de como había sucedido todo y de la ‘agresividad’ con que lo hicimos.
Mis amigos esto no fue nada ‘romántico’, esto fue una buena ‘cogida’ que Fernando me dio encima de un colchón viejo, lleno de puro placer y satisfacción sexual.
Recuerdo como apretaba el cuerpo de Fernando hacia mi con mis piernas alrededor de su cintura y como le susurraba en la oreja ” si así cógeme mas fuerte, cógeme mas que me gusta” con la intención de calentarlo y ponerlo mas eufórico y que me lo hiciera mas violenta e intensamente.
Lamentablemente la satisfacción abundante que senti durante esos minutos se me iba a acabar demasiado rapido tan pronto Fernando termino de venirse Fernando la saco afuera para venirse y me mancho el vestido y las piernas de semen, no hubiera tenido que hacerlo pues uso dispositivo, pero creo que lo hizo simplemente para darse el gusto visual como hombre.
Cuando abrí la puerta de la habitación yo tenia terror de encontrar a alguien de la familia sentado en el sillón de la sala, pero felizmente no había nadie y todos seguían durmiendo la borrachera regados por toda la casa tal y como los habíamos dejado antes de entrar al cuarto.
Ahí empecé ver más seguido a Fernando, ahora él sería mi macho.
Tenía una verga muy rica, aunque creo que le hace falta más experiencia.
De eso me encaré yo.
Después de eso a los dos días me buscó y me llevó a un hotel.
Decía que quería cogerme como me lo merecía ¿Cómo la puta que soy? Me pregunté a mi misma.
Con Fernando las cogidas son muy buenas, pero me gusta de él su leche.
Ese día en el hotel sentí un verdadero torrente de vida diluyéndose en mi interior, inundándome con sus gratificantes sensaciones, sentía como la leche se me chorreaba por los muslos, era tanto lo que pulsaba que mi conchita no pudo contener todo, aún así me sentía llena, satisfecha, completamente saciada, apretaba mis paredes para poder retenerlo adentro, ya que sentía que se me salía, y no quería perderlo, no quería perder ni una sola gota de ese bálsamo que ya había probado en mi boca y que ahora deseaba sentir en mi concha, dejando que le exprimiera la verga con esas apretaditas de concha que yo sabía muy bien hacer y que a él tanto lo enloquecían.
No me salía sino hasta ordeñarle la última gotita de semen que le quedara, gimiendo plácidamente mientras lo sentía discurriendo por cada rincón de mi intimidad, mezclándose con mi propio flujo vaginal, igual de espeso, igual de caliente, igual de complaciente.
-¿Y… que te pareció?- me pregunto luego, en un murmullo, cuidando de no romper la magia de aquel momento.
-¡Maravilloso!- exclamé, acompañando mi expresión con una sonrisa de pleno júbilo.
Ya sentía como su verga iba perdiendo contundencia dentro de mí, como después de la poderosa descarga se iba desinflando, dejándome vacía de carne aunque rebosante de esperma.
-Desde ahora quiero que siempre me acabes adentro- le dije con la misma sonrisa pletórica de ansiedad.
-Ya te estás enviciando- dijo soltando una carcajada.
-Es que soy una viciosa no puedo evitarlo- le asegure, y en efecto, de ahí en más cada vez que lo hacíamos me acababa adentro, llenándome con esa sustancia suya que ya formaba parte de mi propio organismo.
Después me tumbó de espalda en la cama, me separó las piernas y zambulléndose entre ellas arremetió contra mi caldeada conchita.
Desplegó mi falda hacia los lados y haciendo a un lado mi tanga de algodón comenzó a aplicar su lengua en una forma por demás enloquecedora, por supuesto que sabía donde lamer, donde aplicar esas lamiditas, esos punteos, esas presiones que me desquiciaban.
La humedad era inmediata, un charco repentino se formaba en mi conchita, charco que él se encargaba de sorber y degustar con evidente avidez, me la metió de un solo empujón y empezó a darme con todo, bombeándome ruda y secamente, haciéndome volar con cada embiste, yo me abría toda para él, recibiendo cada pedazo de esa verga sublime que tanto placer me proporcionaba, me frotaba yo misma las tetas, me las apretaba y pellizcaba por sobre la remera, entregándome por completo a ese desborde de pasión que me arrancaba de mi propio cuerpo para elevarme hacia lugares que solo existen mucho más allá de la percepción natural.
Enredaba mis piernas alrededor de su cuerpo para atraerlo aún más hacía mí y sentirlo en todo su rebosante esplendor, sintiéndolo palpitar en lo más profundo, bien clavado en mí, llenándome con su carne, con ese magnífico artefacto que en lo que a mí concierne se trata de la más perfecta creación de todas.
La Naturaleza es sabia en muchos aspectos, pero lo es más por haber dotado al hombre de tal instrumento, con el cuál a las mujeres tanto nos gusta congraciarnos.
-¡Más… más… dame más… más fuerte…!- le pedía, le reclamaba, moviéndome debajo de él, empujando mis caderas hacia arriba para ir a su encuentro, confluyendo con él, sacándole provecho a cada pedazo de verga, envolviéndola, abrigándola, protegiéndola, humedeciéndola, calentándola.
La fricción se hacía cada vez más intensa, fuerte, acelerada, un torbellino de metidas y sacadas que me estremecían y laceraban, que me colmaban de placeres infinitos y monumentales.
esta vez acabo al poco rato de haber empezado, volviéndome a llenar la concha de leche, como aquella vez, rebalsándome con su cálida efusividad, con esa deliciosa efervescencia que en cuestión de segundo se expandía hacia todos los puntos cardinales de mi anatomía.
-¡Ahhhhhhh… Dios… que rica putita…!- exclamó entre plácidos suspiros mientras se convulsionaba en mi interior, soltando las últimas gotitas de leche.
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