Rosy y el vecino
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Como les conté me había alejado de mis antiguos amantes, pero un día sin pesarlo llegó mi primo, venía muy ansioso, como desesperado, quería sexo, pero su esposa lo traía muy vigilado por que sospechaba que le era infiel.
Me preguntó por unas cosas que yo tenía, pero se subí a la barra del desayunador sin darle tiempo abrí mis piernas y le mostré mi pepa depiladita no le di chance de hablar lo tomé de la cabeza y lo undi en mi pepa, salte al sentir su lengua en mi clítoris, volví a sentir el fuego en mi cuerpo, yo necesitaba una verga pero mi primo solo me daría sexo oral ya q tiene q irse rápido para que no lo regañara su esposa.
Él me la mía toda la pepa yo pellizcaba mis pezones q estaban durísimos, sentí q mi orgasmo llegaba y lo empuje más a mi panocha y el intensificó sus lamidas y me corrí en su boca apreté su cabeza con mis piernas para q siguiera lamiendo y se tomará mis jugos.
Se fue diciendo que otro día nos veíamos con mas calma.
Fui a ducharme donde seguí, al salir del baño había agua tirada en el piso, había una fuga, tenía q llamar al plomero, lo hice mientras me vestía, al poco rato el timbre sonó, el plomero aunque no era el de siempre le pregunté por el otro y dijo q se había reportado enfermo le enseñe el problema y se puso a trabajar, lo vi girar más un tuvo y un chorro de agua lo empapo se quito la camisa y me acerque para ofrecer ponerla a secar mientras terminaba tenía pecho de lavadero quiero a tocarlo, regrese para haber si había terminado y me acerque de más para q levantará la vista y viera q no traía nada debajo de la falda y así fue ya q titubeo al decirme q ya estaba casi listo y apretó unos tubos y dijo q ya había quedado.
Yyo seguía allí pegada a él y el no podía evitar mirar debajo de mi falda, m dijo q había terminado y le dije q había otra cosa que necesitaba que arreglara se levantó lentamente y le pedí q m siguiera lo lleve a la sala y le pedí q tomará asiento, lo hizo y le dije “aquí abajo hay algo q necesito q arregle” pregunto donde y lo empuje al mueble me levante la falda y le dije aquí le puse la pepa el la cara y me empiene para q me lambiera mientras yo le desabrochaba el pantalón y liberará su Verga q desde q m vio la pepa se le había parado y comence a mamarsela sentía como m genial en la pepa, me apretaba las nalgas y me las abría, sus lenguetazo se hicieron largos desde mi clitoris hasta mi culito me lo mojo y me metió un dedo en el culto mientras su lengua se metía en mi pepa me encantaba, las venas de su Verga estaban muy saltadas ya la quería dentro así q me pare me empiene en el mueble se paro y me la enzarto delicioso grite de placer me sujeto por los hombros y me embestía una y otra vez los dos gemíamos, quería sentirla más dentro así q me empine aun más y me abría las nalgas, me soltó los hombros y con una mano sujeto mi cabello y tiro de el, lamio su mano y me lubrica el culo para volver a meterme el dedo estaba sometida no podía moverme solo sentía como su Verga entraba y salía de mi panocha su dedo entraba y salía tan fácil de mi culo q decidió meter otro, sus dedos entraban y salían rápidamente de mi culo q rápidamente se adapto a un dedo más y así con tres dedos en el culo y su Verga en mi pepa cogiéndome salvajemente me corrí grite y gemir muy fuerte lo q hizo q quisiera venirse también pero no quiso hacerlo en mi pepa así q rápidamente saco su Verga de mi soltó mi cabello saco sus dedos y los sustituyó con su Verga, me rompió el culo en una sola embestida que fue suficiente para q empezará a rellenarme el culo con su leche, descansamos un momento y si decirnos nada recogió sus cosas de trabajo fui por su camisa y cuando quise pagarle me dijo q ya le había dado suficiente no si antes decirme q tenía un lindo jardín y se marchó.
Fue una buena cogida pero yo necesitaba algo más, una sensación más fuerte.
Decidí salir a buscar al amigo de mi hijo, pero resulta que no estaba.
Al salir de la casa me puse una minifalda breve negra , medias de rejilla y mis botas altas con ese tacón muy fino y sexy; un buen top que dejaba entrever la voluptuosidad de mis senos.
Mis tetas se movían al compás de mis pasos, la minifalda dejaba entrever mis piernas.
Algunos hombres se quedaron mirando mis tetas mientras se movían, eso me gustaba, y me excitaba.
Subí totalmente acalorada, me sentía deseada por algunos de los pasajeros y me empecé a mojar, estaba el camión hasta los topes, no cabía un alfiler .
Me puse donde pude, estaba de pie, entre un montón de personas, tenía una de mis caderas apoyada en un asiento, para no perder el equilibrio.
El camión inició su viaje, estaba rodeada de hombres, me excitaba .
De pronto empecé a sentir una mano en una de mis nalgas, empecé a sentir como la mano iba bajando, poco a poco y tocaba bien mis caderas .
Apreté con fuerza la barra del camión, mi respiración se aceleraba, mi corazón palpitaba con fuerza.
El desconocido empezó a subir su mano por la cintura y empezó a apoyarme el culo estaba indefensa.
Sentí como su mano me tocaba por la cintura y su bulto se hacía sentir en mi culo entre la ropa , en un traqueteo del camiónel con sus manos puso un poco mi culo en pompa.
Me estaba volviendo loca, separé despacito mis piernas y sentí como me apoyaba intensamente .
Sentí como su presión aumentaba en mi, apreté con fuerza la barra, tomé aire y empecé a sentir cierto placer morboso como.
El desconocido era muy hábil y me hacía sentir su virilidad, yo me estremecía, el temor a ser descubierta era aún más excitante .
Hasta que un escalofrío recorrió mi cuerpo, se me puso la piel de gallina, cerré los ojos, me mordí el labio y sentía como lo deseaba cada vez más y no pude evitar mover mi pelvis al compás de sus movimientos.
El desconocido cesó en sus movimientos, el camión se detuvo en mi parada, baje como pude aún aturdida.
Estaba empapadísima.
De pronto se me vino a la mente Jorge, un vecino con el cual alguna vez tuve un faje y de repente aprovechaba para tocarme las nalgas pero nada más.
Estaba muy bueno, pero era mi vecino y podía meterme en problemas.
Siempre que podía me decía que le encantaba mi culo, pero lo que mas recordaba era mi puchita depilada.
A todos los machos que he tenido desde ese día, les ha fascinado mi puchita depilada, dejando nada más un pequeño triangulito de vello en la parte superior, creo que le deberían dar las gracias a mi marido, por la petición que me hizo.
Además, las sensaciones son totalmente distintas, pues sentir las caricias de los dedos y de la mano, sentir el calor y la humedad de una lengua, sentir la caricia de la cabeza de una verga, es totalmente distinto, es delicioso sentir las penetraciones con mi concha "pelada", es algo indescriptible, ¡se los recomiendo!.
Regresé a mi casa y le llamé por teléfono diciendo que necesita verlo para pedirle un favor.
Regresé a mi casa en taxi lo más pronto posible.
Me cambié de ropa un minivestido en color negro que me queda sumamente entallado, unas medias color humo (me encanta usar medias de las que tienen liga de silicón y no necesitan porta ligas y de hecho, fue también mi actual marido quien me compró todos esos prodigios de lencería y ropa muy atrevida que hoy uso normalmente cuando salgo con él.
No llevaba bra.
Elegí una tanga breve bien cola less , apenas un hilo dental en color rojo y mis zapatos , cerrados de la punta, en color negro también.
Salí y ya Jorge me estaba esperando, se bajó del coche, me tomó por la cintura y con fuerza me apretó hacia él, para darme un beso en la boca, y apretarme las nalgas, que es como me saluda; luego me abrió la puerta del coche y yo me subí, dejándole ver muy bien lo que llevaba puesto bajo el vestido.
Arrancamos y me dijo que si tenía hambre, podíamos comer algo rápido, le dije que si.
Me preguntó que se me ofrecía y le dije
tengo y mucha hambre pero de tu verga papiito…
Por favor papito, llévame ya a el hotel que te necesito, quiero que me des una estupenda cogida.
–
Él me empezó a acariciar las piernas al tiempo que me decía que le encantaba que usara medias y que era raro que aquí en Buenos Aires, las usaran las mujeres.
Yo le dije que era por el calor pero que por eso, yo usaba las especiales para el calor y para muchas cosas más.
Entonces él llevó su mano hacia arriba subiendo mi vestido un poco, nada más para poder ver la liga de mis medias y me dijo que le encantaban mis muslos pero que con medias lo excitaban demasiado.
Yo puse mi mano sobre el bulto que se le formaba bajo el pantalón y sentí que esa poronga que tanto deseaba que me penetrara, estaba ya lista para mí, pero no pensé en sacarla de esa prisión porque estábamos ya muy cerca del hotel .
Los dedos de mi macho llegaban a mi conchita y yo me resbalé un poco del asiento, para separar mis piernas y facilitarle las maniobras que sabe hacerme.
Sus dedos acariciaban mis labios ya hinchados y se daba cuenta de que mi tanga ya estaba empapada, mi concha destilaba sus jugos.
Yo deseaba llegar ya para que me cogiera y él también lo deseaba… Aún con la puerta del cuarto sin abrir, nuestros cuerpos se reclamaban uno al otro y nos abrazábamos y nos besábamos.
Entramos al cuarto y fui yo la que tomó la iniciativa de las acciones y no por otra cosa más que porque deseaba urgentemente esa vergota ya.
Mientras el me abrazaba, me besaba y agarraba mis nalgas con fuerza repitiéndome hasta el cansancio que las tengo hermosas, que le encanta lo culona que estoy y que adoraba estar mordiéndome el culo; yo desesperadamente solté la hebilla de su cinturón, abrí su pantalón, tiré de sus bóxers hacia abajo y tomé con fuerza esa maravillosa pijota ya parada, que tanto me hacía enloquecer.
Su verga es una verdadera obra de arte viril: es sumamente gruesa (no tanto, ninguna como la de mi ex amante, el político que ya les conté), con una gran cabezota que parece un hongo, es muy larga y tiene algo que me encanta sentir y que son esas venas tan saltadas y gruesas que tiene, me hace enloquecer, cómo me caliento con esa vergota tan venosa, dura y fuerte que tiene, es único…
Me puse de rodillas para intentar metérmela a la boca (simplemente imposible) y con mi lengua recorría toda esa cosa tan deliciosa; él aprovechó eso para sacar mi vestido por arriba y dejarme solamente en medias, tanga y zapatos.
Después de unos minutos, me levantó y abrazados y besándonos, me llevó a la cama y me hizo sentarme con cuidado.
Luego se agachó entre mis piernas, lamió mi concha por encima de mi tanga y con habilidad, su lengua hacía de un lado a otro mis hinchados labios vaginales.
Esto me hacía estremecerme, era lo que tanto necesitaba y poco a poco, fue bajando mi tanga hasta quitármela, dejándome exclusivamente las medias y los zapatos.
De hecho, en una de las anteriores ocasiones que hemos estado en el hotel, y que yo llevaba medias, me habia dicho que le excitaba mucho metérmela así, sin quitármelas.
Así agachado como estaba, él me tomó de las manos y al tiempo que se dejó caer de espaldas al suelo, hizo que yo me fuera encima de él y mis labios buscaron los suyos, mientras que sus manos agarraban fuertemente mis caderas.
-Son mías, estas nalgas son mías, me enloquecen.
-, me decía.
Son tuyas, papito, y su dueña también, mi macho … –
Y así inclinada sobre él, llevó su verga a la entrada de mi concha y de un fuerte pero maravilloso golpe, me la clavó haciéndome gritar como una perra, y se mantuvo ahí sin moverse, para dejar que los músculos de mi vulva se adaptaran a su tamaño; y como mi cosita estaba sumamente empapada, su verga me penetró deliciosamente con toda facilidad; me sentí como manteca ante el cuchillo.
Me tomó de las nalgas para llevar el ritmo y así, elevando y bajando sus caderas, me metía y me sacaba la verga, regalándome un intenso orgasmo.
Recuperándome poco a poco, me fui enderezando quedando así, completa y totalmente empalada en su terrible verga, luego me detuve para deleitarme mirándola y con esa dureza, mientras lo veía y le sonreía "desquiciándolo", aún más de lo que siempre lo lograba.
Puse luego mis manos en mi cintura y comencé a hacer ese delirante movimiento de rotación con mis caderas y mis nalgas que tanto enloquece a mis amantes.
Hacía unos espléndidos "círculos de placer", con su verga muy bien aprisionada en mi cueva; esos círculos que me identifican perfectamente bien entre mis amantes.
-¿Quién es tu macho, hija de puta?.
-, me decía.
-Tú mi vida, tú eres el macho que me enloquece y que hace de mí lo que quiere… -, decía yo mientras mis efluvios escapaban de mi , bañando su vibrante verga .
Suspendí ese ritmo y lo cambié por subir y bajar, subir y bajar y con mis manos en la cintura.
Le demostraba seguridad de que lo estaba volviendo loco de placer y a la vez, eso lo provocaría a "tomar revancha" y a propinarme una inolvidable cogida… No me equivoqué, pues cuando llevé a mi amante a la desesperación, entre su ego atropellado y el placer extremo que yo le estaba propinando, me hizo desenvainarme de su verga, luego me sentó en la orilla de la cama y él agachado.
Me metió su choto de un fuerte empujón, haciéndome retorcerme ante el enorme empujón.
Parecía como si estuviera furioso "contra mí", pero no era así, estaba furioso pero "por mí", por la ardiente putona que tanto lo hace delirar.
Sus embestidas eran muy fuertes y profundas, me hacía gritar y gemir, al grado de que todo el hotel sabría perfectamente que me estaba dando una cogida formidable… Después de un rato de estar taladrandome de esa tan maravillosa manera y haberme hecho alcanzar orgasmos tan intensos, él se salió de mí y me puso en la posición que más me gusta, la que me lleva al placer máximo, la "de perrito".
Yo le grité desesperadamente:
-¡Métemela, encúlame si queres, sabes que me encanta!.
¡Cógeme con todo lo que tengas, métemela ya!.
-, me dio dos sonoras palmadas en los cachetes para acomodarme a su manera, mientras yo gozaba enseñándole mi orto ansioso de verga.
Me acarició mis hinchados labios y la entrada de mi concha, con la cabezota de la verga , me daba también fuertes golpes en mi clítoris con esa dura manguera que tiene, eso me encanta, me fascina, me enloquece… Él ya me conoce muy bien y sabe lo que más me pone loquita, me gustan mucho esos golpes pero me urgía tenerlo dentro de mí y cuando sentí que esa endurecida cabezota estaba acariciando la entrada de mi concha, con un movimiento fuerte y certero, me hice para atrás y me la ensarté yo sola.
-Te encanta la verga, putona… -, me dijo
-Si cariño, me encanta la verga y me fascina que me cojan, pero ahora, me encanta "tu" verga, me encanta que "me" cojas… Cógeme, papito, damela toda, dame con todo… –
Ese delicioso vaivén comenzaba suavemente e iba aumentando de intensidad, pues me satisface mucho que cuando me están cogiendo, me metan la verga con fuerza, con decisión, con sabor… Conociéndolo, sé que él no es eyaculador precoz, tiene un control superior y sabe satisfacerme al máximo.
Así que pasaban largos minutos y mis gritos y mis gemidos eran ya incesantes.
Sus manos acariciaban con fuerza mis tetas, mis pezones estaban más extensos que nunca por los fuertes tirones que me daba en ellos, bajaba sus dedos hasta encontrar mi clítoris, que parecía estallar, y que tampoco se libró de ser "estirado" al máximo.
De lo más profundo de mi ser salía el grito de:
-¡Cógeme!.
guacho- ¡Métemela hasta el tronco!.
¡Me gustas, papito, me enloquece tu verga!.
¡Cógeme, más, más, más, soy tu putita, tu putona!.
-, eso lo excita demasiado y yo me daba cuenta como su vergota crecía aún más adentro mio.
Sentí también el aumento de intensidad en sus embestidas.
Lo mejor es que no termina, es sumamente controlado, me da todo lo que necesito tanto, a diferencia de mi esposo que en tan sólo dos minutos,acaba, dejándome en una inmensa crisis en todos sentidos.
Bueno, y ni hablar de la otra diferencia entre mi amante y mi esposo, la verga de mi amante es realmente una verga, la "otra", no sé.
De pronto él se salió de mí, se puso de pie y me ayudó a levantarme, pues las piernas no me sostenían, luego me cargó y me recostó suavemente bocarriba, en la cama.
Sentí su cuerpo caer sobre el mío y sus labios comerse mi boca, fundiéndonos en un verdadero duelo de lenguas, de entrega total, de pasión, de deseo, pero el orden natural de mi sexualidad separaba mis piernas y mi amante ya estaba entre ellas.
Su verga conoce muy bien el camino, conoce muy bien su funda y le encanta.
Supo dónde estaba mi ansiosa gruta y muy despacio fue penetrando en mí, hasta llegar al fondo y ahí se quedó.
Abrí mis ojos y lo encontré mirándome, le sonreí y le pregunté:
-Cojeme papito, soy tuya, solo tuya… –
Eres maravillosa en la cama, me satisfaces totalmente, me encanta tu cuerpo, me encantan tus nalgas, me encantas toda tú… Nena, siento que la verga me quema al estar junto a vos, yo lo besé recibiendo la más deliciosa reciprocidad, al tiempo que cerraba mis piernas en su cintura para no dejarlo escapar.
Poco a poco, él comenzó a garcharme muy suavemente, llevándome al éxtasis indescriptible, la intensidad y ritmo aumentaban y yo también correspondí, brindándole ese movimiento que enloquece a mis amantes; éramos los amantes ideales, tal para cual.
El tiempo transcurría, y yo deseaba más y más y el me daba con todo.
Luego otro orgasmo llegaba y recorría todo mi ser, todo mi cuerpo, a toda la mujer y ponía mis piernas sobre sus hombros y sus penetraciones llegaban hasta mi garganta, así como mis gritos llegaban hasta la calle.
Nuevamente él sabía lo que me gustaba, así que se salió de mí y rápidamente, me volvió a poner "de perrito".
Su hermosas tranca penetró de un solo empujón en mi concha y me penetró unas cuantas veces; me la sacó y sentí luego cómo se posó en la entrada de mi culo… ¡Me enloquece eso, me encanta que me metan la verga por el culo!, y es otra cosa que mi amante ya conoce muy bien de mí, y también es otra cosa que mi esposo nunca ha podido hacer, pues se queda en el intento, ya sea porque se vuelve flácida o porque acaba antes de lograrlo, nunca me dió por el orto, no sabiendo que muero por ello.
Con suavidad y sabiendo qué y cómo hacerlo y ya que todos mis líquidos habían empapado mi culo.
Me abrió las nalgas tanto como pudo, acomodó la cabezota en la entrada de mi culo, que a pesar de conocerlo muy bien, se negó a darle cabida; aunque me puse "flojita", no cedió al primer intento, y es que es mucha verga.
Volvió a intentarlo con mayor ímpetu, eso me dolió, pues es muy gruesa.
Yo estaba con los codos y la cabeza hundidos en el colchón, con mi redonda cola bien en lo alto, ansiando mordisquearle la verga con mi culo, así que lo incité a que no tuviera compasión, que me empalara como fuera.
La sacó y repitió la operación, sabía tan bien dilatar mi esfínter que, además, deseaba ser penetrado por esa chota.
Poco a poco, fue ganando distancia hasta que me la metió toda y no se movió, ahora le tocaba a mi culo adaptarse a la verga de mi amante.
Momentos después, comenzó a darme una cogida realmente inolvidable, su mano derecha pasó por delante de mi cuerpo y cubrió completamente mi conchita.
Esa sensación me hizo contraer los músculos de mi culo y apretar su verga aún más, ordeñándola con ansias.
De inmediato reaccionó diciéndome que mi jugosa almeja y mi hermoso culo aprietan como bocas sedientas… Sus dedos acariciaban mis partes haciendo deliciosos círculos alrededor de mi clítoris y apretándolo fuertemente por momentos, luego sus embestidas comenzaron a ser fuertes empellones, que yo amortiguaba con mis nalgas, mientras él y sus dedos continuaban trabajándome.
Mis gemidos y mis gritos eran inauditos, pero no me importaba, no nos importaba que nos escucharan; de hecho, me excita mucho que me escuchen cuando me están cogiendo.
Sentí que su respiración se aceleraba tremendamente y la velocidad y la fuerza de sus embates aumentaba también y él comenzó a gemir deliciosamente, de su boca salía el grito de:
-Eres mía, mía… –
Mi culo sintió unas maravillosas contracciones, adivinando que mi amante me acabaría en el culo, y ambos queríamos terminar juntos, era lo mejor, era increíble cuando mi orgasmo llegaba y él se acababa dentro de mi cola.
Las contracciones de su verga no cesaban, me estaba inundando el culo con su quemante leche, las contracciones de mi anillo estrangulaban su garrote, extrayéndole y ordeñándole la verga.
Mi amante siempre estaba "bien cargado" para mí, así y sin salir de mí, todos los ritmos disminuían poco a poco, estábamos agotados pero plenos de sexo, plenos de placer, total y deliciosamente satisfechos.
Caímos juntos en la cama y nos abrazamos, nos besamos… Pasamos minutos sin pronunciar palabra alguna, solamente besos y caricias y mi mano no perdía la oportunidad de acariciar su verga , su cuerpo.
Comenzamos a conversar y me preguntó si alguna vez había sentido remordimiento por estar con él, a lo que yo le hice la misma pregunta.
Él me dijo que no, que yo lo llenaba al máximo y que como mujer, yo había sabido borrar toda posibilidad al arrepentimiento o al remordimiento, que a diario sentía un incontrolable deseo por hacerme suya.
Yo le dije que por lo que a mí tocaba, siempre le fui franca y le había confesado que no tenía sexo en mi cama, en mi vida marital; que yo necesitaba más de lo que recibía, más en todos sentidos y que mi ardiente cuerpo, que la puta que llevo dentro lo demandaba por encima de muchas cosas y que también le había dicho que él no era mi primera infidelidad, que tenía más amantes por doquier y que lo disfrutaba mucho.
Mi mano seguía acariciando esa "bella pieza de ingeniería viril" al grado de lograr que me respondiera, nuevamente comenzaba a crecer y a ponerse dura, como me gusta a mi.
Comenzamos nuevamente con el "preludio sexual", nos abrazábamos, nos besábamos pero también, nos decíamos cosas muy calientes, nos preguntábamos o afirmábamos cosas muy excitantes…
-Independientemente de que tu esposo no te llene y no te satisfaga, no me puedes negar que te encanta mi verga, putona.
Yo creo que aunque tuvieras "en casa" lo "necesario", no te hubieras negado a acostarte conmigo, ¿estoy en lo cierto?.
–
-Así es corazón, no estás muy equivocado, recuerda que ya te lo había dicho, recuerda bien que ¡¡me encanta la verga!! Me fascina que me la metan y que me des esa gloriosas cogidas, me encanta el sexo y vos, sos maravilloso.
-, añadí, – y tienes razón, aunque mi esposo me llenara siempre necesitaría más y más hombre.
Luego, yo me atreví a preguntarle si su esposa cogía como yo, si su esposa lo llena y lo satisface como yo, y si él le hace todo lo que me hace a mí.
Me dijo:
-Nadie, escúchame bien, ninguna mujer coge como tú y no hago con mi esposa lo que hago contigo, no me motiva tanto como lo haces vos.
–
Mientras esa conversación avanzaba y subía de tono, su verga mostraba otra vez su excitación, pues ya estaba lista para mí de nuevo y yo no me iba a negar, por supuesto.
De pronto, vi el reloj y me percaté que la hora de salida de mi marido se acercaba y me empezaría a buscar.
Se lo comenté a mi amante diciéndole:
-¿Sabes papito?, ya va a salir mi marido de su oficina pero yo no me quiero ir todavía, voy a aprovechar "esto" que se está poniendo justo como me encanta y la quiero nuevamente para mí.
Le voy a llamar y continuamos, ¿ok?.
–
Tomé el teléfono y le marqué a mi esposo a su oficina, le pregunté que si iba a pasar a la casa de su mamá y me contestó que no; yo le dije que estaba atrasada que me demoraría una hora mas o menos .
Mientras yo hablaba, mi amante se sentó en la cama quedando frente a mí y me fue trayendo hacia él hasta dejarme agachada, yo le hacía la señal de que me esperara, pero en mi rostro se denotaba una sonrisa con una extraña mezcla de excitación y deseo.
Delicadamente levantó una de mis piernas a quedar montada pero esa no era su intención, luego me hizo sentarme sobre sus rodillas y sacó mi otra pierna, recorriéndome hacia él hasta que mis dos piernas quedaran adosadas a su cuerpo quedando por encima de sus piernas.
Yo seguía hablando con mi marido entrecortadamente, mi mente estaba en otro lado y regresaba a la plática haciendo lo imposible porque no se diera cuenta de nada, mientras que mi amante me levantó de las nalgas llevando la verga a la entrada de mi chocha, restregó la punta amoratada de su verga y yo sentí que esa cabezota me traspasó, pero logré ahogar en mi interior el grito que necesitaba lanzar.
De pronto, mi amante me soltó de las nalgas al tiempo que elevó con fuerza sus caderas, clavándome esa estaca hasta el fondo, dejándome completamente empalada y haciéndome lanzar un profundo gemido de placer.
Mi marido me preguntó qué me pasaba y yo le dije que me había pegado en una punta del escritorio y que me había dado muy fuerte, pero lo que realmente fue fuerte fue la penetración de esa verga.
Después, los labios de mi amante comenzaron a besar mis tetas y a succionar mis pezones y con una de sus manos se fue a mis nalgas y su dedo penetró mi culo, luego fueron dos hasta completar tres.
Era riquísimo lo que me estaba haciendo sentir, pero indudablemente era "un todo", pues mi esposo estaba en la línea y yo, montada y totalmente empalada en la verga de un amante, era verdaderamente excitante eso.
Tomé el control de la situación y me dije a mí misma "¡hazlo!, ¡gózalo!, ¡disfrútalo!" y mis caderas se movieron señalándole a mi amante que "quería verga" y él respondió exactamente como yo esperaba, pues con sus manos agarró mis nalgas y me empezó a subir y a bajar de su tronco.
Yo me movía para tragarme toda esa maravilla pero no dejaba de conversar con mi marido.
Lo "estaba" disfrutando mucho, lo "estábamos" disfrutando mucho, es decir, mi amante y yo porque mi esposo, para nada.
Luego, colgué y le dije a mi macho, en el tono más dulce y lujurioso que me podía salir:
-¡Mira que cabrón !.
Te estas cogiendo a la esposa de tu vecino con el que estaba yo hablando y eso te encanta, ¿verdad?.
Te fascina meterle la verga en la concha y los dedos en el culo a la honorable esposa de tu vecino, que conoces y que estaba en la línea, ¿verdad, mi macho ?-, dije en el tono más meloso y excitante que fui capaz.
Eres una hija de puta… Me encanta saberte infiel, me encanta cogerme a la esposa de ese cornudo, me encantas tú, casada o soltera, me enloquece tu cuerpo, tus nalgas, toda tú… Me enloquece tu manera de coger, me enloquece el quemante calor de tu concha y de tu culo, elevas mi deseo como nadie.
".
Nos besamos y yo fui recogiendo mis piernas porque quería quedar hincada para hacerle ahora yo el sexo a mi amante; me lo quería coger y cuando por fin, estuve en esa posición, nuevamente comencé a enloquecerlo como solo yo lo sé hacer y sé que le vuelvo loco.
Después de unos minutos así, yo fui quien se desclavó de su garrote y me bajé de la cama, luego me paré extendiéndole mi mano en señal de que se levantara.
Él obedeció a mi demanda y lo llevé al sillón, pero sin dejar de mover las nalgas como a él tanto le gusta.
Le dije que se sentara y me giré hasta quedar de espaldas a él, luego giré mi cara viéndolo por encima de mi hombro y le dije:
-¿Te encantan mis nalgas, verdad?.
Te encantan las culonas y "eso" que tienes ahora frente a ti, esto que te estoy poniendo en la cara, está ansioso de que te lo vuelas a coger, quiere verga papito, quiere "tú" vergota… -,me incliné sin dejar de verlo, me abrí los cachetes y le dije.
– ¡Mira cómo te invita, observa como se abre y se cierra, invitándote a que lo penetres!.
¿Lo harás, verdad cariño?.
¡Tómame por donde quieras, soy tu puta perra… -, dije fuera de mí.
Entonces caminé hacia atrás y fui descendiendo lentamente, restregando mi concha sobre su miembro que estaba totalmente parado y esperando a penetrarme en ese lugar que sabe propio y con mis manos en las coderas del sillón, fui bajando poco a poco, degustando cada centímetro de esa deliciosa verga hasta quedar totalmente empalada en ella.
Así me quedé, lanzando un profundo suspiro de placer.
Luego, mi amante acariciaba con fuerza mis tetas con una mano y con la otra, acariciaba mi clítoris.
Yo subía y bajaba a placer y rotaba mis caderas y mis nalgas haciéndolo gozar y yo también estaba disfrutando de esa verga, de esa cogida, de esa llamada telefónica, de esa necesaria infidelidad.
Después, él me desclavó de su verga y me levantó, se puso de pie atrás de mí y me levantó una pierna y como mis piernas ya no me sostenían realmente después de esa sesión de sexo, me detuve del respaldo del sillón.
Así, con la pierna levantada, él dirigió su miembro hacia mi concha y la metió de un solo golpe,eso me hacía sentir estupendo, me encanta esa posición y me la clavaba y me la sacaba sin detenerse, hasta que se salió de mí y bajó mi pierna.
Cambiamos de posiciones a placer y me regaló intensos y deliciosos orgasmos, se vino a chorros pero ahora le pedí que fuese dentro de mi concha.
Esa indescriptible sensación de sentir esos riquísimos golpes del semen de un hombre en el fondo de mi cuevita, son inigualables, me encanta que acaben dentro de mis entrañas y que mi "perrito" les ordeñe la verga.
Nos metimos a duchar, yo cuidando de no mojarme el cabello para no levantar sospechas y ahí, en la ducha.
Nos abrazamos, nos besamos y nos prometimos seguir viéndonos cada vez que nuestras parejas lo "permitieran", pero esa gran verga se levantaba nuevamente, amenazante y mi conchita y mi culo aceptaban encantados la amenaza.
Él me giró y así, de pie e inclinándome, mi amante me la metió por la cuca desde atrás y tomó mis caderas con fuerza.
Unas veces él iba a mí y otras, con sus manos, llevaba mis caderas al encuentro con su verga.
Se movía muy rápido, haciéndome gritar pero yo sabía que el tiempo estaba encima y que él deseaba hacerme terminar y terminar él, lo más pronto.
Eso es una lástima pero aunque fuesen esos minutos, yo lo deseaba.
Dije que teníamos poco tiempo, pero por mucho que mi amante hacía, mi vagina quería más y más… Afortunadamente se extendían esos minutos de la manera más deliciosa, y por fin, los dos gemíamos desenfrenados.
Yo gritaba incontrolablemente y la respiración de mi amante era impresionante por el esfuerzo, mi cosita sentía lo propio, hasta que su verga descargó nuevamente todo su semen, estallando en el fondo de mis entrañas y regalándome esa maravillosa sensación.
Terminamos de bañarnos y nos vestimos, por supuesto, yo con la ropa que llevaba en una bolsa para despistar y salimos.
Le pedí me dejara en cualquier calle para tomar un taxi y llegar a mi casa sin problemas.
Nos despedimos con un rico beso mientras mi mano agarraba su verga por encima del pantalón y diciéndole:
Estuviste grandioso y espero que me hables muy pronto… Recuerda que te necesito, necesito "esta cosa rica-, a la vez que le apretaba la verga
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