Simplemente Ana
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola a todos los lectores, soy nueva en esta pagina, y quiero compartir como le puse los cuernos a mi pareja con un cliente del negocio.
Me llamo Ana, soy española, tengo 32 años, dueña de un negocio de mascotas, vivo en pareja desde hace 6 años, soy rellenita y estatura baja.
Si bien no soy atractiva como muchas mujeres, como dice mi pareja, mi simpatía supera mi belleza.
A mi tienda empezó a llegar un cliente, bastante mayor que yo, argentino, muy agradable en el trato.
Siempre me compra alimentos para sus animales y estamos un rato hablando, me llama por teléfono y me pregunta si tengo tal o cual animal, viene, peleamos el precio y se lo lleva.
Muchas veces, entre broma y broma, me invitó a tomar café con él, pero siempre le digo que no, pero como buen argentino, no deja de insistir.
Me río mucho con él, es muy simpático también.
Cada vez que viene a la tienda me dice piropos, que soy muy hermosa y todas esas salamerías que se le ocurre.
Tenemos un nivel de confianza bastante aceptable, le dije que vivía en pareja, pero sigue insistiendo en que vayamos a tomar café, aunque sea lejos de mi tienda, para evitar compromisos con mi novio, "lo voy a pensar", le dije un día, y se fue, después de haber comprados unos peces.
Otro día viene y sin querer nos tocamos las manos, yo siempre tengo las manos y los pies fríos, "Ana, que manos frías que tenes", me dice con su acento bien marcado argentino, a mi me gusta mucho como habla, su acento, es muy dulce.
"Y si vieras los pies como los tengo, helados", le dije, "que lastima que si te pido que me dejes que te los caliente no vas a querer", me dijo, risueño, "no, para eso ya tengo a mi novio", le dije, siguiendo la broma, aunque realmente cuando lo toco con mis pies fríos, me manda de paseo, y así siempre con mi cliente argentino.
Hasta que una mañana vino, y hablando me coge una mano, que estaba fría como siempre, "dejame que te caliente las manos", me dijo, cogiendo la otra, y las tenía entre las suyas, que estaban calentitas, me empezó a decir que tengo unos ojos muy bonitos, que soy muy atractiva mientras pasaba mis manos por sus labios, y yo entre risas lo dejaba, vino otro cliente y me soltó las manos, lo atendí y se fue, volviendo a cogerme las manos y me las seguía besando muy sutilmente, "pero Eduardo, me estas tirando los tejos?", le dije, "solo quiero darte calor", me respondió y siguió besando mis manos, que poco a poco estaban entrando en calor, "y tus pies, están fríos?", me dijo, yo lo miré y le dije que si, pero que no me los iba a poder calentar y nos reímos.
Así siempre que venía me cogía las manos, muchas veces vino sin necesidad de comprar nada, estábamos hablando y la verdad que no me disgustaba que me cogiera de las manos, ya que lo hacía con tanta delicadeza, que en el fondo me gustaba.
Otra mañana, cuando viene, estábamos cogidos de las manos, y se mete detrás del mostrador, cogiendo una de mis piernas y apoya mi pie sobre una de sus piernas, me quita el zapato, el calcetín, y me empieza a dar masaje en el pie, "pero estas loco, como me masajeas el pie así", le dije, pero no hice nada por sacar mi pie de sus manos, me gustaba como me lo estaba haciendo, "que bonito pie que tenes Ana", me dijo, masajeando los dedos, "hay Eduardo, tú estas loco, y mas loca estoy yo por dejar que masajees mi pie", le dije moviendo mis dedos cuando los dedos de su mano los tocaba, "como lo sentís ahora?", me dijo, levantando el pie y besando mis dedos, "pero, que haces?", le dije, sintiendo una extraña sensación al sentir sus labios en los dedos de mi pie, "no te gusta?", me dijo, metiendo mi pie en su boca, pasando su lengua por entre los dedos, haciendo que sin poder evitarlo, mueva los dedos dentro de su boca y de un pequeño gemido, "que puede venir alguien", le dije, pero no hice nada por sacar mi pie de su boca, "dame tu otro pie", me dijo, yo no dije nada, me saque yo el zapato, y él el calcetín, y siento como mete el pie en su boca y lo empieza a lamer, siento como su mano me acaricia la pierna sobre el pantalón de trabajo, subiendo suavemente por mi pantorrilla, "no Eduardo que puede venir alguien", le decía, pero no quitaba su mano de mi pierna ni mi pie de su boca.
Eduardo se puso en pie, y sin decir nada me abraza de la cintura y me besa la boca, yo quedé sorprendida por su beso, hasta el punto que me deje besar y compartí el beso con él, "acá no, deja que cierre", le dije, besando yo sus labios, me puse los zapatos y fui a cerrar la puerta de acceso al negocio, y volví , dejando que me vuelva a abrazar y me siga besando, estaba extraña, me había producido una sensación que jamás había sentido lamiendo mis pies, sentía como un hormigueo entre mis piernas, mientras nos besábamos, sus manos me acariciaban los pechos por sobre la ropa, intentando levantar la camisola de mi uniforme, "vamos a la trastienda", le dije, apagando las luces, como hago siempre, para que nadie sepa que sigo ahí, pero ahora de otra forma.
Entramos en una pequeña habitación, que yo uso como oficina, cierro la puerta y Eduardo, entre besos y besos me iba desnudando, "que locura, que locura", decía yo, mientras Eduardo, me chupaba las tetas, bajando ahora mi pantalón del uniforme que uso en la tienda y yo lo acariciaba.
Yo le acariciaba la cabeza mientras él no dejaba de chupar mis tetas y bajar mi pantalón, hasta que cuando llegaron a mis tobillos, yo sola me los termine de quitar con mis pies, quedando desnuda entre sus brazos.
Me levanta de las axilas y me deja sobre la mesa que uso de escritorio, me hace acostar abriendo mis piernas y me empieza a chupar el coño, me hacía retorcer de placer, yo tengo mi coño completamente depilado y su barba me hacía cosquillas en los labios exteriores, haciendo que me ponga mas cachonda.
Sentía lo fuerte que me lamía y me chupaba el coño, haciendo que me moje como loca, gimiendo sin poder decir palabra, estaba completamente entregada a ese amante ocasional, su lengua me lamía todo, las piernas, el coño, la parte baja de mi culo, yo solo gemía y lo dejaba hacer, me estaba matando de placer.
Se baja el pantalón que llevaba puesto, y metiendo uno de mis pies en su boca, me empieza a meter su polla, haciendo que me cogí de los costados de la mesa, sintiendo como su polla me llenaba el coño, hasta que queda pegado a mi.
Siento como mueve su polla dentro mío, como mi coño estaba empapado, sus lamidas en mis pies, me hacían gemir y pedirle que me siga follando, "sigue, sigue, por favor, que me matas", le decía a medida que Eduardo hacía entrar y salir su polla de mi coño.
Estábamos follando a pelo, cosa que yo jamás había echo, hasta a mi novio le digo que se ponga condón, pero a Eduardo no le dije nada, me gustaba como me follaba a pelo, me gustaba sentir su polla follando mi coño.
Yo me había corrido una ves, pero cuando Eduardo saca su polla de dentro mío, y siento su boca lamiendo mi coño, me hizo correr de nuevo, me estaba corriendo en su boca, me levantó mas las piernas y me siguió lamiendo, hasta que me hace dar un gemido cuando siento su lengua en mi ano, como lo besaba, lo lamía, sentía su boca apoyarse y chupar fuerte, yo no dejaba de gozar ni de cogerme fuerte de los costados de la mesa, yo soy reacia para el sexo anal, pero estaba tan caliente, que no me importó cuando siento como acomoda su polla contra mi ano, y cogiendo mis piernas bien levantadas, me la empieza a meter por el culo, haciendo que de un pequeño grito, mas de placer que de dolor, sentía como lentamente me iba metiendo la polla en el culo, hasta que siento que estábamos pegados de nuevo, sentía su polla bien adentro de mi culo, siento como empezó a meter y sacar su polla de mi ano mientras volvía a meter mis pies en su boca, yo me empecé a acariciar el coño a medida que Eduardo me follaba el culo, ninguno de los dos hablábamos, solo se escuchaba nuestras respiraciones agitadas y nuestros gemidos de placer.
Yo no pensaba en nada, ni que estaba follando en el negocio, ni que Eduardo es un desconocido, ni que le estaba metiendo los cuernos a mi novio, solo disfrutaba de como me estaban follando, disfrutaba de esa polla que no dejaba de entra y salir de mi ano, de que me estaba abriendo el culo, aunque había tenido relaciones anales, pero no me gustaban mucho, y Eduardo follando mi culo me estaba haciendo gozar lo que nunca gocé.
"Ana, me voy a acabar, te voy a llenar el culo de leche", me dijo, metiendo y sacando su polla mas rápido de mi ano, "si, por lo que mas quieras, dame tu leche", le grite yo, sintiendo que llegaba a correrme otra vez, y me estaba corriendo follando por el culo, hasta que Eduardo, dando un fuerte gemido me mete toda su polla y me daba mordidas en los dedos delos pies a medida que se estaba corriendo, a medida que me estaba llenando el culo de leche, los gemidos de los dos eran gritos de placer, yo estaba disfrutando lo que nunca disfrute follando por el culo, hasta que nos quedamos quietos, la polla de Eduardo estaba toda dentro de mi culo, respirábamos muy fuerte, agitados, lentamente siento como Eduardo me saca su polla, como su leche empieza a salir de mi ano, yo deje caer mis piernas colgando de la mesa, "que bien me has follado cabrón", le dije, sentándome en la mesa y cogiendo a Eduardo por un brazo, lo atraje hacia mi, y lo bese en la boca, "pero no voy a dejar a mi novio por ti", le dije, entre besos, "ni yo quiero que lo dejes, podemos ser follamigos", me dijo, besando mi boca y acariciando mis tetas, "la idea no me desagrada, podemos ser follamigos", le dije, bajando de la mesa y me fui a higienizar al baño, mientras Eduardo limpiaba la mesa y los rastros de leche que iba dejando a mi paso.
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